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¡Pobre! por jotaceh

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Día 50: Finalmente

 

Pensé en idear un plan, en conseguir lo que quería a través de una mentira, pero me di cuenta que fracasaría como siempre me ha sucedido, así es que preferí ser más directo, por lo menos hasta el punto que me permitía parecer imparcial.

-Necesitamos dinero, y he pensado en trabajar en el campo los fines de semana. Quizás deberías venir conmigo –le aconsejé a Rafael.

La verdad es que estamos necesitados de dinero, aunque no al punto de tener que salir nosotros a laborar. Solo que mi idea es demostrarle a mi novio lo cruda que puede ser la vida de campo siendo pobre, lo mucho que debe sacrificarse para conseguir un poco de dinero. Esta es la vida que le tocaría si decidiera quedarse.

-Ok, hagámoslo –respondió sin mucho ánimo y es que no ha podido recuperarse de lo de su madre, ha pasado muy poco tiempo.

No fue difícil conseguir trabajo, siempre necesitan personas para recolectar frutas y a nosotros nos tocaron los duraznos.

-¿Hasta qué hora debemos estar parados? – recién en el momento en que nos colocamos frente a los árboles, Rafael le tomó peso a lo que debíamos hacer. Antes parecía muy confiado.

-Hasta las nueve de la noche…-mencioné cuando apenas eran las ocho de la mañana.

Y así fue la jornada, bajo el sol, sudando y soportando los insectos que se nos pegaban a la piel. Nos subíamos a una escalera, buscábamos entre las ramas la fruta madura y la sacábamos con nuestras manos. Los hombros comenzaron a doler a las dos horas de haber iniciado.

 

 

-Es terrible, nunca imaginé que fuera tan pesado todo esto –confesó mi novio a la salida de nuestro segundo fin de semana trabajando, luego de ducharnos y al comenzar a caminar a nuestra casa.

-Es lo que nos depara el futuro –

-¿Esto es lo que quieres? ¿No aspiras a nada mejor? –nunca esperé que me respondiera de esa manera y es que solo me había centrado en su futuro, en la oportunidad que tiene de irse con su padre y esperar entrar a una buena universidad.

-¿Qué otra opción tengo? –

-No sé, abrir tu propio negocio… ir a alguna universidad o un instituto profesional. Sacar alguna carrera técnica… Algo –comenzaba a desesperarse.

¿Qué debía hacer? ¿Tener ilusiones? Soy el hijo de la empleada doméstica, ¿acaso nací con opciones? Claro que no, y aunque las tuviera, aunque quisiera ser algo mejor en el futuro, no era el momento para ser optimista. Debía parecer oscuro y sin esperanzas, para que se espantara y decidiera aceptar irse con don José Miguel sin chistar.

-¿Con qué dinero? Mi mamá apenas está ganando para alimentarnos, ¿cómo quieres que pague una carrera? Y aunque postule a becas, no hay institutos aquí en El Sauce, tendría que viajar a la capital provincial, y no podría costear los pasajes, mucho menos una estadía ahí. Y por acá el único trabajado para alguien de mi edad es el campo, y no existen medios horarios para poder estudiar y laborar al mismo tiempo… ¿qué opción tengo? –

Se quedó callado, y es que fui lo suficientemente sincero como para percatarme que tenía razón, que, aunque fuera la primera vez que lo pensaba, esa era mi realidad, mi triste futuro era gris. Finalmente, ambos nos sumimos en la tristeza. Sin querer, pensando en el bienestar de mi amado, descubrí lo sombrío que sería mi vida al salir del colegio.

Esa noche Rafael se fue a acostar temprano y yo me quedé en la cocina, lavando los platos en el fregadero.

-¿Por qué comenzaron a trabajar? No gano mucho, pero alcanza para comer tres veces al día…- Carmen entró a la casa luego de haber fumado un cigarro. Al percatarse que me había quedado solo, decidió hacerme la pregunta que le rondaba desde que le conté lo que haría.

-Para ayudar…-

-Dime la verdad, te conozco, algo sucedió –aunque no sea la madre más madura del mundo, siempre se da cuenta de mis problemas.

-Me visitó don José Miguel. Al parecer su situación ha mejorado y quiere llevarse a los chicos –

-Entiendo, y te pidió ayuda para que los convenzas porque de lo contrario, después de haberlos abandonado, preferirían quedarse en la miseria con nosotros que en la abundancia con un traidor –

-No lo digas de esa manera. Es lo mejor que les puede suceder. ¿Qué quieres que haga? ¿Que los acompañe en la miseria? Rafael merece ir a la universidad y ser alguien en la vida, nosotros no podemos darle ese futuro. Y para serte sincero, la que más me preocupa es Olivia. Ya desde antes de la muerte de su mamá, había presentado retrocesos en su síndrome, ahora está como cuando era niña y no hablaba con nadie. Su papá puede pagarle un buen colegio especializado y terapias cuando sea mayor –

-¿Y tú? ¿te vas a quedar sin tu novio y sin tu mejor amiga? –

-¿Y qué quieres que haga? ¿Que los condene a la pobreza por mi egoísmo? –

 

 

-Que luches por estar con nosotros y que no te rindas a la primera dificultad…- Rafael no se había dormido y al escuchar mi conversación con Carmen, decidió intervenir. Me asustó al escuchar su voz a mi espalda. Le contemplé aterrado. Había sido descubierto.

-Rafael… es por tu bien…-

-¿Mi bien? Ahora solo necesito amor, ¿tú crees que mi papá me lo va a dar? –

-No se vive solo de amor… lamentablemente hay que comer y…-

-¡Ya basta! Es lo último que esperaba de ti después de todo lo que he tenido que sufrir. ¿Quieres que me vaya? Pues bien, mañana mismo tomaré mis cosas y me iré con mi hermana. No seremos más una carga en tu casa –

-Nunca dije que fueras una carga… Rafa…. Por favor…-

El muchacho se alteró tanto que cerró con fuerza la puerta de nuestra habitación, aunque estoy seguro que vi derramarse lágrimas de sus ojos antes de eso. Todo había sucedido de la peor forma posible.

Y tal como lo mencionó, muy temprano al día siguiente, tomó sus pertenencias y se marchó junto con Olivia.

-¿Qué hacemos? ¿Nos vamos solo nosotros? –consultaba la chica.

-Papá nos vendrá a buscar a la plaza del pueblo. Lo llamé ayer en la noche –

-¿Volvió? ¿Por qué? –

-La culpa, Oli. Debe estar muriéndose por la culpa de haber dejado a la mamá sola –

-¿Y Pablo? ¿No viene? -

-Él va a estar muy feliz cuando sepa que nos fuimos. Eso tenlo por seguro…-

Fue lo último que escuché de ellos, escondido en la habitación de mi mamá, pensando si sería buena idea despedirme. No pude dormir en toda la noche y por eso, a las cinco de la mañana logré escuchar sus pasos al irse de casa.

Finalmente, el miedo, y la vergüenza, ganaron y no fui capaz de despedirme. ¿Acaso sería la última vez que les vería? ¿Podrían regresar en el futuro? Tal vez cuando ambos sean aún más ricos, profesionales y con una vida perfecta, mientras yo siga en esta casa, trabajando de sol a sombra en el campo, viejo y maltratado, con la vida miserable que me merezco.

Adiós Rafael. Adiós Olivia. Juro que siempre los conservaré en mi corazón. Sé que todo esto será para mejor, tal vez no lo vean ahora, pero estoy seguro que tendrán una vida muy larga, próspera y feliz.

 

 


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