Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Pobre! por jotaceh

[Reviews - 156]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!

Como estoy en cuarentena y trabajo desde mi casa, he tenido màs tiempo para escribir y aquì les triago un nuevo cap. Espero les guste :)

 

¿Alguno de ustedes pertenece a alguna religiòn? Mi familia es muy católica, así que cuando era niño siempre estaba en la iglesia, tan solo que crecí... y ahora soy más bien agnóstico :P aunque mi mamá piensa que tadavía puede convertirme jajaja

 

Espero que todos sus sueños se estén cumpliendo!

Día 52: Los descarriados

 

Y tal como lo habíamos decidido, el sábado fuimos Julieta y yo a la iglesia para participar de las sesiones de la juventud católica. Nos reunimos en la plaza del pueblo, esa donde se congrega la gente y en cuyo entorno se encuentran la municipalidad, el centro médico, los bomberos y la capilla.

-¿Estamos seguros de esto? Porque yo quiero perder la virginidad y me da la impresión que los que van a este grupo tienen menos experiencia que yo –mi amiga me tomó de la mano mientras nos detuvimos frente a la construcción de piedra, el edificio más antiguo de El Sauce.

-Piensa que siempre es bonito experimentar y aprender ambos al mismo tiempo, ¿no? –

Suspiró hondo y comenzamos a caminar de nuevo. Para serles sincero, tenía mis dudas que resultara nuestra pertenencia en el grupo, pero como estaba tan aburrido en casa y no quería pensar en... Y aquí viene de nuevo el nudo en la garganta.

No hay un solo día en que no recuerde a Rafael, en que no huela la camisa que dejó en mi cuarto, en que vea las fotos en mi celular donde ambos nos besamos. Le extraño y mucho, ya no sé qué hacer con todos los recuerdos que tengo, me vuelven loco. A veces siento que me gusta torturarme, que gozo con la ansiedad que me produce mi actitud autodestructiva al ver imágenes solo para recalcarme que nunca más volverán a suceder.

-Pablo, ¿tienes ganas de llorar? –Julieta se dio cuenta.

-Es que... me acordé de él –

-¿De Jesús? –preguntó y es que estábamos frente al altar.

-No, mensa, de Rafael –

-Ah, bueno... Me dijiste que venías para buscarme un novio. Quizás tú también deberías darte la posibilidad. Por ahí dicen que un clavo saca otro... y que Pablito clavó un clavito, así que debes ser bueno para eso –

Preferí callar y seguir caminando. Cruzamos la puerta de madera ubicada a la derecha del altar y llegamos al patio central de la iglesia, allí donde en el centro se encontraba la pileta que con el sonido de su agua invadía cada espacio del lugar. Nos dirigimos hasta la única sala abierta del pasillo, allí donde suponíamos se reunían los chicos.

-Bienvenidos muchachos, ustedes deben ser los nuevos –el que se veía mayor estaba sentado frente a todos y al vernos en el dintel de la puerta, se nos acercó para presentarnos al resto del grupo. –Ellos son Pablo Soto y Julieta de la Sotta. Los flamantes alumnos nuevos de las juventudes católicas –

Ambos nos quedamos petrificados delante de aquellos ojos que nos observaban con curiosidad, como si fuéramos mercadería. Y nosotros, en cambio, nos sorprendidos al darnos cuenta que estábamos muy equivocados respecto a la gente que asistía a esas reuniones.

-Chicos, ¿tienen algo que decir? –el que nos presentó nos hizo la pregunta.

-Pensábamos que eran más ñoños... no sé, para venir a la iglesia un sábado por la tarde, hay que ser un poco lelo ¿no? – mi amiga no pudo contenerse y dijo todo lo que estábamos pensando.

Y era verdad, imaginamos que nuestros compañeros serían los pernos que se sientan al frente en las misas, esos de camisa blanca abotonada hasta el cuello, de cabellos engominados y bigote negro independiente si son hombres o mujeres. Sin embargo, los que estaban allí no eran esos chicos, sino que otros que nunca había visto antes, que se visten con poleras anchas, pantalones gruesos, muchas muchachas con su cabello teñido y hasta algunos con tatuajes. Que eran todo lo contrario a lo que pensábamos.

El salón se repletó de carcajadas y es que las ocurrencias de Julieta les parecieron divertidas.

-Así que esta es la Barbie con plata que todos hablan... Pues sí, es bastante guapa –uno de los asistentes, creo que el más moreno y el que tenía la vestimenta más delincuencial, se acercó para mirar de cerca a mi amiga.

-Y este otro es el que transforma a todos en gay ¿no? –a su vez, el amigo del otro que acosó a Julieta, se acercó a mí para mirarme como un pedazo de carne. Era un sujeto de mi edad, más alto que yo, contextura media, trigueño, aunque lo que más llamaba la atención en él eran sus ojos, un poco achinados que resaltaban gracias a su cabello rapado. Un aro brillaba en su lóbulo derecho y un dragón serpenteaba su antebrazo izquierdo, un tatuaje a color.

-Bueno, bueno, sin molestar a nadie. Aquí estamos para hablar de las enseñanzas de Dios –intervino el guía, justo antes de sacar una botella de vino de su mochila.

-¿Van a tomar? –Julieta estaba horrorizada.

-Jesús multiplicó el vino ¿no? Entonces tenemos que intentarlo nosotros también... ¿Quieres un sorbo? –

Nos miramos con mi amiga para saber qué hacer, y como nunca nos decidimos, nos sentaron en unas sillas al centro de la habitación y comenzamos a ver como todos, chicos y chicas, bebían de la botella.

-¿Y quiénes son los ñoños que se sientan al frente en misa entonces? –pregunté sorprendido.

-Esos son los del voluntariado, los que van a visitar enfermos y salen a jugar con niños a la calle –me respondió el dragón.

-¿Esas no son las juventudes católicas? –creo que me confundí.

-No, nosotros somos el grupo que creó el cura para atraer a "los descarreados", ya sabes, los que no vamos a misa y estamos bastante alejados de la iglesia –

-Qué horrible, creo que hemos cometido un error. Nosotros no pertenecemos aquí –me levanté para retirarme, me estaba dando miedo estar ahí.

-¿No pertenecen aquí? ¿Sabes que solo por el hecho de ser gay ya eres un pecador? Creo que estás más desviado del camino que muchos de nosotros – mierda, que el muchacho me estaba dejando en ridículo.

-¿Y ustedes cómo saben que soy homosexual? –

-Sí, Roberto, dile por qué –unas niñas sentadas al lado del muchacho que me conversaba lo comenzaron a molestar.

-Porque a éste lo conocen todos en la escuela, si es de los populares –respondió, aunque se sonrojó mucho.

-No soy popular, soy como cualquier otro alumno... Además, ¿de qué hablas? ¿también vas a mi escuela? –

-Claro, pero como yo no soy popular ni siquiera me reconoces... ¿Y cómo está tu novio? ¿Ya volvió a ser rico? –el muy tarado me recordó aquello que había olvidado por un par de minutos.

-No le recuerdes a ese imbécil. Que acaban de terminar –Julieta le golpeó en la cabeza al pelado, como si tuvieran confianza. Después me di cuenta que la chica había cedido a las peticiones del moreno que la acompañaba y había tomado vino de la botella. Parece que ya estaba un poco ebria.

-¿Terminaron? Qué pena, si hacían tan bonita pareja –se río en mi cara, como si le hubiera dado la confianza para hacerme bromas.

Me enfadé un poco, tan solo que no podía irme porque mi amiga estaba tomando y no la podía dejar a la merced de ese morenito que tenía cara de violador. Me quedé, aunque traté de hablarle a los demás chicos del grupo, evitando al molesto de Roberto. Desde la primera reunión ya me cayó fatal.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).