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¡Pobre! por jotaceh

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaa

Espero que estén muy bien... El giro que ha dado la historia lo había preparado hace bastante, espero que les gusten los nuevos personajes que de a poco van a apareciendo :D

 

Nos leemos pronto!! Espero que todos sus deseos se estén cumpliendo!!! :D

Día 53: El Kevin

 

Fui al colegio y todo estaba normal, traté de tomar atención en clases, pero no podía porque no dejaba de pensar en Rafael. ¿Qué estaría haciendo? ¿Ya habrá entrado a un colegio de excelencia? ¿Se habrá enamorado de alguien? ¿Se habrá contagiado de clamidia después de follar con un tipo con dinero que además de ser muy marica se pinta las niñas de rosado y conduce un Wolkswagen Beatle? ¿O habrá usado condón? Ya saben, todas esas dudas que nacen cuando uno acaba de terminar una relación.

En los recreos suelo hablar con Cristián y con Emilia, que en realidad solo platican de mi mamá y de lo enamorados que están, por lo que el día es tedioso y mi único respiro eran las horas que pasaba en la tarde con Julieta, aunque después de nuestra reunión con las juventudes católicas no la he vuelto a ver. ¿Le habrá sucedido algo?

Ese día iba camino a la casa de mi abuela cuando un vehículo se detuvo a mi lado. Me asusté porque era de esos que suele ocupar los narcotraficantes en las carreras clandestinas. Vehículos usados, pintados con colores estrafalarios y llamaradas de decoración, que suenan como balazos al acelerar y que por dentro se asemejan más a un motel que a un coche.

Comencé a rezar el Jesusito de mi vida y es que ya veía que me descuartizaban ahí mismo para robarme los órganos. Una de las ventanas polarizadas se bajó y quedé anonadado al darme cuenta que la copiloto era Julieta.

-Hola Pablo, ¿dónde vas? ¿quieres que te llevemos? –

-¿Llevemos? Dime que a tu papá le dio el ataque de media edad y se compró este auto – aunque era obvio lo que había ocurrido, tan solo que no quería ver la realidad.

-Ay no tonti, no ando con mi papá, sino que con mi papacito –se río la muy coqueta, mientras veía como una mano morena le acariciaba la pierna por debajo de la falda escocesa de su colegio privado.

-Es el moreno de las juventudes ¿verdad? -

-Sí, ¿cómo lo supiste? Estoy saliendo con el Kevin, y créeme que nunca he sido tan feliz como ahora –

Ahí comprendí lo que había ocurrido. La muy difícil se había seguido juntando con el moreno maleante que conocimos en la iglesia, y por eso no se había podido juntar conmigo. Que prefirió a un onvre antes que a la amistad.

-No te vayas a enojar, si tú me dejaste igual de abandonada cuando comenzaste a salir con Rafa. Además, ¿te cuento un secreto? –la muchacha sacó la mitad del cuerpo del auto para poder susurrarme al oído –Me ha frotado su cosa un par de veces cuando jugamos, y ¡oh por Dios! Que es enorme, una anaconda –

-Julieta, debes tener cuidado, quizás te está utilizando, no le tienes que dar tu virginidad a cualquiera –le hablé bajito para que el Kevin no me escuchara.

-Que suenas como mi mamá… Y no me digas así, ahora soy Juli para los amigos. ¡Nos vemos! –el vehículo siguió su rumbo con la rubia aún con medio cuerpo afuera. Claro, ahora sí es la Juli, ahora que tiene novio maleante.

Bueno, ya está bastante grande como para tomar una decisión, que es dos años mayor y si quiere tener relaciones con ese morenito, allá ella. ¿Y si se queda embarazada? No creo que sus papás estén muy felices con una bendición.

Quedé preocupado y como la muy desgraciada no me atendía el celular, tuve que esperar hasta la sesión de las juventudes católicas para volver a hablarle. Llegué media hora antes para esperarla a la entrada de la iglesia. Que parecía monja tumbado ahí como estatua.

-Wow, ¿y con esa cara besas a tu mamá? Que pareces un demonio –parece que estaba muy enojado, porque aquello fue lo primero que me dijo Roberto al encontrarme ese día.

-¿Y a ti qué te importa? –

-Parece que la falta de sexo te está haciendo mal –se burló de mí en mi cara, y en frente de diosito.

-¿Tú no vas a entrar? –no lo soporto.

-Quizás yo te pueda ayudar…- dijo de pronto, un tanto serio.

Ay claro, el muy desgraciado se quería reír de mí ofreciéndome sexo, como según él me falta. Pero no, no se iba a burlar de mí.

-Nunca tendría relaciones con alguien como tú –lo rechacé con clase.

-Me refería a ayudarte con lo que te tiene de malas, no con el sexo… mal pensado –me quedó mirando mal. Creo que entendí todo al revés.

-Mi amiga está saliendo con un tal Kevin, que no se ve muy decente y me da miedo que le haga algo –le dije lo que me molestaba para cambiar de tema y que se olvidara de mi error.

-¿El Kevin? ¿El de las carreras? –

-Sí, ese mismo, ¿lo conoces? –

-Claro, somos muy buenos amigos - ¡Por dios!

-Entonces… entonces… ¿tú también eres narco? –no podía creerlo.

-¿Qué? Claro que no, y él tampoco… A ver, ¿solo porque se viste de esa manera y porque le gustan los autos de inmediato tiene que vender drogas? Eres bastante prejuicioso – y de nuevo quedé como un tarado en frente de Roberto.

No pude responder nada y es que tenía razón. No tenía pruebas de lo que estaba imaginando, solo eran conjeturas basadas en prejuicios tontos.

-Soy su amigo de infancia y te puedo asegurar que es alguien totalmente decente, no roba ni trafica nada, solo trabaja como mecánico y le gustan las carreras… pero es muy amable y noble, no creo que le vaya a hacer nada malo a Julieta –

-¿Estás seguro? –

-Claro, creo que deberías ir un día a una fiesta en su casa, para que te des cuenta cómo es –

¿Una fiesta? La forma en que lo dijo sonó que ahí habría de todo, sexo, drogas, alcohol y ya me estaba imaginando lo peor de todo. Preferí respirar hondo y desechar aquello, no podía seguir teniendo esos prejuicios y es que por ser homosexual he sido víctima de ese mismo tipo de pensamientos. No, debía ser distinto.

Justo en ese momento apareció el vehículo del Kevin. Se estacionaron frente a la iglesia. Bajó primero el moreno, que andaba con sus pantalones anchos y su sudadera de basquetbolista, con joyas grandes y brillantes en el cuello que iban a tono con los tatuajes en sus brazos. Corrió para abrirle la puerta a su acompañante, a una Julieta que vestía irreconocible. Andaba con un vestido diminuto, que le hacía ver casi toda la pierna y que en el escote mostraba sus pechos. Todo de morado y con un gran número veintitrés bordados en amarillo. Calzaba zapatillas y lo más extraño eran las trenzas en su cabello, muchas y muy delgadas que le hacían lucir un tanto afro, aun teniendo el cabello rubio.

-Hola bro, ¿cómo anda? – el Kevinsaludó con un abrazo un tanto tosco a Roberto, e intentó hacer lo mismo conmigo, tan solo que me adelanté y le estreché la mano.

-Buenas tardes –fui formal.

-¿Te gusta cómo me veo? –Julieta dio media vuelta para mostrar su outfit.

-Te ves… diferente, pero te queda bien –aunque solo quería decirle que se veía terriblemente mal, tan solo que un buen amigo nunca dice eso.

-Te queda genial, Juli… Como para ir a una fiesta. Y hablando de fiestas, Pablo me estaba diciendo que quería ir a una, tú vas a hacer una reunión a la noche ¿verdad, Kevin? Quizás podrías invitarlo –

¡¡¿Qué?!! ¿Cómo se le ocurrió hacer eso? Que no estaba seguro de ir a una de sus fiestas.

-Claro que sí, los amigos de mi mujer son siempre bienvenidos –sonrió el moreno mientras tomaba de la cintura a Julieta, como si fuera de su propiedad. ¡Machista!

-Genial, entonces iremos a la noche –sonreía Roberto.

-Claro galán, vaya con su compañero – el Kevin solo sabía reír, mientras entraba a la iglesia.

Me quedé afuera con el estúpido ojos de chino que me había metido en aquel embrollo.

-No me mires así, si lo vas a pasar bien. Además, es para que te des cuenta que él es buen chico. ¿A qué hora paso a recogerte a tu casa? –

Me sonrojé un poco cuando Roberto dijo eso, y es que sonaba a una cita…. Pero ¡no! No es una cita, solo es una comprobación en terreno sobre la personalidad de aquel sujeto que se llama Kevin, porque soy un buen amigo y protejo a Julieta, no porque quiera conocer un poco más al del tatuaje de dragón. ¡Que quede claro!

 

 


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