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¡Pobre! por jotaceh

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Día 71: Un rufián

 

-No sé qué hacer, ¿cómo voy a criar a un niño? Si apenas y sé cuidarme yo…- decía Julieta mientras caminaba de un lado a otro de su gigante habitación rosada.

-Y ni eso, porque quedaste embarazada…- digo, no es la persona que mejor se cuida ¿no?

-¿Y si aborto? –

De inmediato recordé a mi mamá, todo lo que tuvimos que pasar cuando la encontré sangrando en el baño. Solo en ese momento me di cuenta que mi amiga estaba pasando por la misma situación y que debería sentirse desesperada y sola. Por eso la detuve, la abracé con mucha fuerza y le acaricié el cabello.

-Te prometo que si tomas esa decisión te voy a acompañar en todo momento, no te voy a juzgar y vamos a ir juntos a comprar la pastilla, solo no te guardes esta presión para ti sola –le susurré al oído.

-Mierda, ¿por qué no quedé embarazada de ti? –

-Am… bueno… ¿quizás porque soy gay? –eso fue desconcertante.

-Lo sé, imbécil. Me refiero a que me gustaría recibir esta atención del Kevin –

-Es que no le has dicho, si quieres su apoyo deberías revelarle la verdad ¿no crees? Especialmente teniendo en cuenta que él tiene el cincuenta por ciento de responsabilidad en esto –

-Tengo pavor que me rechace, que esta relación se acabe… Es la primera vez que me enamoro de esta manera ¿sabes? –se veía tan afligida que me dio pena a mí también.

-Él también se ve enamorado de ti, quizás hasta se alegre de la noticia y formen una familia –

-¡Qué horrible! Voy a tener una bendición, eso es tan clase baja y además con un morenito de villa… Es que no pude caer más bajo –

Me quedé callado porque soy igual o más pobre que el padre de esa criatura, así que eso me afectaba.

-Toma tus cosas, vamos a visitar al Kevin –le dije en un momento de la tarde.

Ya era demasiado el nerviosismo de la muchacha, debía hacer frente a sus miedos lo antes posible, porque de lo contrario se volvería loca intentando adivinar qué es lo que ocurriría.

Aunque chistó demasiado, casi dejándome sordo, caminamos hasta la casa del moreno. Ella tiritaba como tetera hirviendo, mientras que yo intentaba no contagiarme con su inseguridad. Ese muchacho debía hacerse cargo de lo que hizo. No puedo creer que los jóvenes de hoy sean tan irresponsables, siempre debería comprar preservativos o esperarse hasta el matrimonio. Ay… creo que me he convertido en mi abuela.

Nos quedamos parados frente a su casa como si se tratara de la oficina de rectoría, estábamos aterrados.

-Tú me trajiste aquí… Toca tú a la puerta –me empujó la embarazada.

Tuve que hacerlo y esperé a que saliera alguien. Para nuestra suerte, o desgracia, justo apareció el moreno, con los ojos más pequeños y rojos que ratón en Jamaica. El padre había estado fumando marihuana todo el santo día, de hecho, cuando abrió la puerta todo el humo salió hacia el patio. Ahora que lo pienso, fue casi una escena de terror.

-Kevin, tu novia quiere hablar contigo – y le mostré a la rubia, que estaba más pálida de lo normal.

-Hola amor, hace tiempo que no te veía, ¿qué ocurrió, cosita? – el sujeto la abrazó como si nada, incluso quiso besarla.

-Cosito… ¿recuerdas que hemos tenido sexo? –

-¿Cómo no recordarlo? Si tus pechitos son tan ricos, mamita –ay por Dios, que me dieron ganas de vomitar ahí y eso que la preñada no era yo.

-Bueno, pasó lo que tenía que pasar –

-¿Te pegaste una infección? Te juro que yo no te he engañado con nadie… O por lo menos eso recuerdo –el muy tarado no entendió.

-Kevin, acabo de estar en el ginecólogo y me ha dicho que estoy embarazada

Hubieran visto el rostro del moreno, fue como un golpe de agua fría, tan impactado quedó que tuvo que sentarse en el suelo para no caer.

-No… No… Eso es imposible, ese hijo no puede ser mío –típica reacción. No pude aguantarme, tuve que entrometerme

-¿Cómo que imposible? ¿Acaso te haces un nudo en la pichula para decir que no eres el padre? Julieta está muy enamorada de ti y no ha estado con ningún otro hombre, por si es eso lo que estás insinuando. El bebé que crece en su vientre es tuyo, y vas a tener que hacerte cargo porque también es tu responsabilidad ¿entendiste muchachito? ¿No te gustó tanto engendrarlo? Pues bien, ahora tienes que hacerte cargo – lo tomé de la polera y le miré directamente a los ojos. Siento que me poseyó algún tipo de policía de la vieja escuela o algo así, porque usualmente no hablo así. Creo que voy a dejar de ver series con mi abuela.

-No… yo soy muy joven para ser padre –

-Y ella también es joven –

-Te ayudo a pagar la píldora, vamos de inmediato para que terminemos con este problema – se dirigió a su novia.

En ese momento lo solté porque no sabía si eso era bueno o malo. Está bien, lo dijo terriblemente y sonaba a un rufián, pero tal vez Julieta estaría de acuerdo. Todavía no me había dicho qué es lo que quería hacer.

Ambos la miramos detenidamente, mientras ella intentaba decidirse, porque se notaba que estaba complicada.

-¿Un problema? ¿Eso es lo que yo soy para ti? –

-Cosita, no es eso lo que quería decir, solo que no quiero ser papá… ¿entiendes? Vamos ahora mismo y terminamos con esto – la tomó del brazo para salir, estaba desesperado.

-No… no quiero –la rubia se detuvo de pronto, cuando ya iban por la calle y me dejaban atrás.

-¿Qué? ¿Quieres tener a este niño? ¿Estás loca? – el Kevin estaba enfadado.

-Sí, es eso lo que quiero. Soy católica y creo en la vida. No importa que todos me vayan a ver mal, voy a tener a este bebé y lo voy a criar sola, porque no merece un papá como tú… ¡Pedazo de mierda! –

Julieta reaccionó finalmente y tomó una decisión. Miró detenidamente al hombre del cual estaba enamorada y le dio un certero golpe con su rodilla en los testículos. Después siguió su camino con la frente en alto, sin arrepentirse de nada.

Pasé por el lado del muchacho, que se retorcía del dolor en el suelo.

-Agradece que no te golpeo yo también, porque eres un desgraciado –le dije antes de correr para alcanzar a Juli.

-¿Amiga? ¿Estás segura de esto? –

-Claro que sí. Me duele, pero me sirvió para darme cuenta que ese rufián no se merece mi amor, ni mucho menos el de este pequeño que voy a tener –

-A eso me refiero, ¿estás segura de ser madre? –

-¿La verdad? No, estoy aterrada… pero creo en Dios y que, si Él me mandó a este hijo, es por algo, algo debe tenerme planeado –

-¿Y qué harás con tus padres? No creo que te apoyen –

-Claro que lo harán, especialmente si no quieren que le cuente a todo el pueblo que ella es una viciosa sexual y él un homosexual reprimido –

-Ay Julieta, tu faceta de mamá leona me da miedo…-bromeé antes de abrazarla. En realidad, me alegró verla decidida, aun cuando está a punto de comenzar el camino más difícil que le haya tocado sortear.

-No me vas a dejar sola ¿verdad? – susurró.

-Claro que no. Te prometo ser el mejor tío maricón para ese bebé – y tocándole la pancita nos largamos a reír. Total, no teníamos otra opción más que echarle ganas.

 

 


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