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¡Pobre! por jotaceh

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Día 8: Sin pensarlo

 

Nunca pensé que mis compañeros se enterarían de mi orientación sexual, siempre imaginé que lo llevaría en secreto para evitar el rechazo. Sin embargo, nada de eso ocurrió y es que finalmente todos me siguieron tratando de la misma manera.

 

-Al final no era tan grave, solo tenías que dar el paso –

 

Joaquín fue el responsable de todo y quien se quedó a mi lado tras lo sucedido. Como me había distanciado de Emilia y de Cristián, me encontraba solo en los recreos y fue él quien me hizo compañía.

 

-¿Por qué lo hiciste? Digo, no somos amigos y aun así me ayudaste. Incluso ahora, estás a mi lado siendo que podrías compartir con tu grupo de siempre –

 

-Lo que sucede es que mi tía es lesbiana y sufrió mucho en este colegio, así es que sé lo que puede causar el rechazo en alguien. No quería que tuvieras la misma pena que ella... Y bueno, si ahora te hago compañía es porque no puedo juntarme con mis amigos, después de golpear a Cristián, todos se enojaron conmigo-

 

Ahora entendía todo, no era como lo había imaginado Emi, sino que todo se debía al buen corazón del muchacho, no es que estuviera interesado en mí.

 

-¿Y te gusta alguien? – Comentó de pronto el muchacho de cabellera castaña. 

 

Me quedé mudo ante su pregunta y es que nunca nadie me había hecho ese tipo de interrogatorio. Bueno, con Olivia sí ha sucedido, pero no es lo mismo.

 

-Bueno... para serte sincero... yo... no, creo que no me gusta nadie...-

 

Tenía mucha vergüenza, mi lengua se trabó y no pude formular una respuesta coherente.

 

¿Qué se supone que tenía que decir? Está bien, espío a Rafael y lo encuentro muy guapo. Vivimos en la misma casa y nos criamos prácticamente juntos, pero no es que sienta algo especial por él, es solo una atracción carnal ¿no? Y del colegio no me atrae nadie de manera especial.

 

-Qué pena, pensé que yo te gustaba –

 

-¡¿Qué?! –grité sorprendido.

 

-Sí, ya sabes, soy tu protector, el príncipe azul que te salvó cuando más lo necesitabas. Deberías sentir, aunque sea un poco de atracción hacia mí... Eres muy malagradecido –

 

El muchacho se reía como si le causara gracia, mientras yo estaba con ataque al pelo. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? ¿Ahora se quería burlar?

 

-A ver, no porque sea gay significa que me gustan todos los hombres... ¿Me ayudaste solo para sentirte mejor contigo mismo porque se suponía que me enamoraría? –

 

-Sí, de hecho, por eso lo hice –era un descarado de lo peor.

 

-¿No te da vergüenza admitirlo? ¡Eres un hedonista! - ni idea si servía la palabra, solo quería sonar sofisticado, un gay con clase.

 

-No, no me da vergüenza, porque quería que te enamoras igual como yo te amo a ti –

 

No había indicios de mentira en su rostro, al parecer estaba diciendo la verdad. ¿Qué se supone que tenía que hacer ahora? Es la primera vez que alguien se me declaraba, estaba a punto de hacer realidad un sueño que creía imposible.

 

Me quedé callado mientras lo analizaba. No es que no me gustara, pero es que no le había tomado atención antes. En ese momento me di cuenta de su cabello desordenado y de brillante color marrón, sus ojos oscuros, aunque brillantes, que contrastan con su piel pálida. Es alto, como Cristián, aunque es más delgado. Cuando habla mueve la prominente manzana de Adán que posee, y solo en ese momento me percaté que tiene una voz muy grave, como de hombre adulto. Dios mío, que está bastante rico... Digo, guapo.

 

Era mi oportunidad para conocer el verdadero amor, con alguien guapo y tierno, que se preocupa por mí. Era perfecto, estaba a un paso del cielo. Así que me levanté y salí corriendo despavorido. Por la virgencita santísima, ¿por qué nací tan tímido?

 

Me fui a esconder detrás del kiosco, necesita tiempo para meditar bien qué iba a hacer desde ahora.

 

-Quería hablar contigo –

 

Emilia apareció de pronto en mi escondiste, con ese rostro de asesina en serie que suelen colocar las malas actrices de películas de terror.

 

-¿Qué quieres? ¿Sigues pensando que Cristián está interesado en mí? –

 

Para serles sinceros, estaba un tanto enfadado con la chica.

 

-No, de hecho, conversé con él y decidimos darnos una oportunidad. Hemos salido un par veces al río y a la plaza del pueblo, pero quería hablarte de otro asunto –

 

-¿Qué sucede ahora? No pareces muy alegre, si ya conseguiste lo que querías, ¿por qué no sonríes entonces? –

 

-Porque al ver a Joaquín defendiéndote, me di cuenta que es un chico muy lindo, y bastante guapo, así es que ahora me gusta él –

 

No podía creer que Emi estuviera hablando en serio. ¿Acaso está loca?

 

-¿Y Cristián? ¿No era el amor de tu vida? –

 

-Ya no me interesa, ahora que lo tengo me di cuenta que es un tarado –

 

-No puedes andar jugando con los sentimientos de las personas, yo me sacrifiqué para que estuvieran juntos ¿y ahora me dices que te gusta otro? –

 

-Sí, eso mismo acabo de decir. Y espero que puedas dejar a Joaquín solo, para que pueda acercarme a él –

 

-¿Y si no quiero? Quizás ahora quiero estar a su lado, tal vez me gusta –

 

-No seas ingenuo, Joaquín es demasiado para ti, mejor saca esa idea de tu cabeza. Deja que yo intente algo, tengo muchas más posibilidades –

 

Pensé en un montón de malas palabras para decirle, desde el suave desgraciada, hasta el maraca hija de puta bañada en semén de caballo zoofílica inmunda, pero decidí ser decente, callar e irme de ahí antes que mis pensamientos se materializaran.

 

-Espero que hagas lo mejor y no te humilles –

 

Dijo antes que me fuera, como si quisiera demostrar que era más fuerte.

 

Pensaba que era mi amiga, que me quería y toda esa mierda que te enseñan en el jardín de niños, pero ahora me daba cuenta que solo era una egoísta, incapaz de velar por nadie más que no sea su trasero. Y no, no iba a permitir que se saliera con la suya.

 

Entré a clases muy enfadado y escuché la clase aburrida de la profesora de matemáticas. Por mi cabeza solo venían pensamientos sobre lo maldita que era mi examiga, en lo pésimo que me sentiría si es que lograra estar con Joaquín, en lo grandioso que es aquel chico y que se merecía estar con alguien mucho mejor que Emilia, quizás... se merecía estar conmigo. 

 

Sí, no iba a perder la oportunidad de conocer el amor verdadero, así es que me levanté del pupitre, caminé hasta el muchacho, le tomé de la barbilla y lo besé tiernamente. No metí lengua ni nada de eso que muestran en las películas, solo uní mis labios a los suyos, como en drama coreano. 

 

-Señor Soto, apoyo a la comunidad LGBT y me gusta la inclusión, pero creo que besar a su compañero en medio de la clase es un poco invasivo. Vuelva a su puesto, por favor –

 

La docente me regañó y solo en ese momento me percaté que esta vez no estaba soñando, no era uno de mis desvaríos, sino que lo había hecho de verdad. ¡Mierda! Me sonrojé tanto que parecía un tomate, y así caminé regreso a mi puesto. 

 

¿Qué había hecho? "Enfrentaste a la maraca de Emilia", respondió mi lado malvado. Y sí, aunque tenía vergüenza, debía reconocer mi valentía y que había puesto en su lugar a la entrometida esa. 

 

 


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