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¡Pobre! por jotaceh

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Día 87: Un reencuentro bien gordo.

 

-Ok, pero reconoció que le gustas. ¿Qué vas a hacer con eso? –me preguntó Ruka el otro día en relación a Emilia.

Se supone que incluiría al japonés en mi lista de gente para encontrar novio, tan solo que como nos faltaba un celular, tuvimos que acudir a él y se quedó como un operador más. Al final, nos reunimos en mi casa los tres con Cristián.

-Por eso le busco una pareja, para que deje de pensar en esas estupideces –respondí.

-¿Entonces tenemos que buscar a otro gay? –el moreno tuvo una idea brillante.

-Cris, a los gais nos gustan los hombres, no creo que podamos encontrarle una pareja así a Emilia –

¿Cris? En ese momento algo en mi interior se estremeció, y es que el escuchar que el chino trataba así a mi amigo de la infancia me hizo pensar en un sinfín de posibilidades. Oh Dios, por favor dime que este desequilibrado no se está interesando en él.

-Debemos buscar a alguien que la haga sentir segura, que se preocupe por ella, que sea inteligente y cariñoso. No creo que cueste tanto ¿no? –

-Yo con todos los chicos que he hablado se han interesado solo en su trasero –Ruka no era muy optimista.

-Es que tiene un buen culo – alerta de sexo heterosexual.

-¿Te gusta más el culo que las tetas? –alerta de amor platónico gay.

-Ruka, estamos tratando el tema de Emi. ¡Concéntrate! –y deja de traumarme.

De todos modos, el japonés tenía razón. La mayoría de los hombres que se fijaban en ella lo hacían con un interés sexual, y los que eran románticos solían ser tan feos que era evidente que no le atraerían. ¡Lo siento! Sé que es muy superficial, pero teniendo en cuenta el historial de chicos que le han gustado: Joaquín, Rafael y yo, solo se puede deducir que gusta de chicos atractivos.

-Pero si también estuvo con tu mamá, ¿no deberíamos ampliar nuestro rango a mujeres también? – el pequeño oriental fue sagaz.

-¿Ustedes creen? ¿Podríamos tener más suerte con las mujeres? –

Y así emprendimos el camino de la bisexualidad. Grande fue nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta que las mujeres son igual de calientes que los hombres.

-Mierda, que se siguen interesando solo en su trasero. ¿Qué sucede con este mundo? ¿Acaso todo el mundo piensa solo con la entrepierna? –estaba estresado, no podía creer que luego de estar una semana buscando chicas no hayamos logrado nada.

-¿Y si cambiamos las fotos? Tal vez es el ángulo, podríamos mostrarla más inocente – esta vez fue Cristián quien me sorprendió con su idea.

Tal vez nuestra estrategia de marketing era la incorrecta. Podía tener sentido, lo malo es que todas las selfis que encontramos en el Instagram de Emilia eran sexonas, y es que la chica no se toma otro tipo de ángulos. Así que debíamos hacerle nosotros mismos una sesión de fotos.

-Ok, pero tienen que ir ustedes dos. Yo no quiero verla –

-¿Nosotros? A mí apenas me conoce y con Cris tiene una mala relación por lo que sucedió con tu mamá. ¿No me habían contado eso? –

-Sí, pero es que no puedo mirarla a los ojos después de enterarme que ha estado interesada en mí todo este tiempo. Sería muy incómodo –

-Tú eres el único de nosotros que es capaz de convencerla a sacarse fotografías. Y debemos ir ahora, porque si tengo que pasar un minuto más en esta casita tan pobre, te juro que me suicido al llegar a mi mansión –Ruka volvió a repetir lo mismo que dice todos los días y es que parece que le da alergia venir a mi casa, todo porque es de bajo presupuesto. Bajísimo, tan bajo como los deseos ocultos que está desarrollando por mi amigo.

Tuve que aceptar y con mucho miedo salimos de mi cuarto. En el comedor nos encontramos con Julieta, que estaba dándole pecho a su hija.

-¿Qué hacen todos los días encerrados en el cuarto? ¿Una especie de orgía? –

-Claro que no, si yo no soy gay –Cristián se adelantó en responder, aturdido con verle medio seno a la rubia.

-¿En serio? –preguntó Ruka un poco atormentado.

-Es evidente que es hetero, si le está viendo las tetas a Julieta –fui un tanto directo y es que la pobre muchacha prefirió tapar a su hija con una mantita para que no viéramos su piel.

-¡Es mentira! ¡Nunca haría eso! –

-¿Y cómo se ha portado Eugenia? Anoche no nos dejó dormir –pregunté recordando lo terrible que ha sido mi vida desde que le dieron de alta.

Creo que no les había comentado, pero la madre y su hija duermen en mi cuarto. El hospital les dio una cunita que colocamos en una esquina de la habitación y desde ahí la niña llora toda la noche, como si se tratara de un murciélago que suele dormir de día. Han sido días terribles, porque no nos deja descansar. Tan solo que no nos podemos enojar, porque es natural, más que mal, está recién nacida.

-Ay por Dios, si suenas como si fueras el padre –bromeó Julieta, intentando sonreír, aunque el peso de las ojeras en su rostro no le dejaban abrir más la boca.

-Yo no, ese papel se lo está ganando Federico. ¿Te vendrá a ver hoy? –

-Claro, después de su trabajo me vendrá a ver – es decir, pasará de la cosecha, porque últimamente todos están trabajando ahí.

Finalmente me armé de valor y nos pusimos rumbo a la casa de Emilia. Reconozco que tiritaba de miedo, porque la estaba evadiendo hace bastante tiempo, tan solo que, si no conseguía fotografías decentes, no lograría encontrarle pareja y así, no me la sacaría nunca de encima.

El timbre sonó y a los segundos unas pisadas resonaron tan fuertes que pensamos había sido un temblor. Alguien de un gran peso se acercaba a nosotros. La puerta se abrió y nos encontramos frente a una niña regordeta.

-Buenas tardes, ¿se encontrará Emilia? –pregunté un tanto confundido, por lo que yo sabía ella no tiene hermanas. ¿Quién era ésa?

No recibí respuestas, y lo único que obtuve fue un codazo de Cristián, quien luego se acercó para decirme algo al oído.

-Es ella, imbécil –

Y ahí quedé congelado. ¿Qué mierda había pasado? Si solo hace un mes que habíamos salido de vacaciones, hace cuatro semanas que no la veía en clases. ¿Cómo es que pudo engordar tan rápido? ¿Fue a visitar a Willy Wonka o qué?

-¿Qué quieren? –la castaña se sintió incómoda y reconozco que fue por mi culpa, porque no podía dejar de ver su envergadura.

Nuevamente recibí un codazo, pero ahora para que atinara a hablar.

-Am, lo que sucede… es que… trajimos pan… digo, que Ruka se compró una cámara nueva y queríamos ir al río para sacarnos fotos. Como hace tiempo… mucho, mucho tiempo que no nos vemos, queríamos saber si querías ir con nosotros – ése era el plan.

-¿Qué? ¿De qué hablas? Si ahora está demasiado gorda, ni siquiera le vamos a poder enfocar con la cámara – Buda bendito, que Ruka no tiene tacto.

-No, no quiero salir –

Emilia se sintió evidentemente mal por el comentario del japonés, por lo que intentó cerrar la puerta, tan solo que por instinto coloqué mi mano en el dintel para impedir que se marchara. Y sí, la muy desgraciada no se dio cuenta y me dobló la mano.

-¿Pero por qué la colocas ahí? –preguntó asustada luego de escuchar mi grito de dolor.

-No importa… no importa… Solo no te encierres. Ven, vamos a salir –

En ese momento mis miedos desaparecieron y me di cuenta que había cometido un error. Pensé solamente en mí, en lo incómodo que era saber que mi amiga sentía algo romántico por mí y no me percaté que, al alejarme, la condené a la soledad. ¿Con quién más se iba a juntar?

-No quiero salir, no quiero que la gente me vea tan fea –escondía el rostro entre su cabello.

Suspiré profundo antes de continuar.

-¿Qué sucedió? –No me respondió en ese instante, pero sí nos dejó entrar a su casa y cuando ya estábamos sentados en su salón, comenzó a hablar.

-Me sentí estúpida al haber caído en tu mentira a Ruka, y haberte revelado mis sentimientos de esa forma. Era obvio que no querrías hablar conmigo, pero extrañamente no le caigo bien al resto de chicos en el colegio y no tenía con quién juntarme durante las vacaciones. Y como tenía el dinero que me dieron por alejarme de Rafael, comencé a pedir mucha comida. Al principio eran chocolates, luego bombones, pizzas, hamburguesas, un día pedí una parrillada para mí sola… al desayuno. ¡De desayuno! –

Estaba avergonzada, a lo que atiné solo a tomarla de las manos para que sintiera mi apoyo.

-No te preocupes, nosotros estamos aquí para ayudarte… -

-Yo no me junto con gordas, traen mal karma –

-¡Tú le diste plata! Si no fuera por eso, ella no estaría así de obesa. Así que nos vas a ayudar –le grité a Ruka. Y es que era nuestra responsabilidad con ella. Y Cristián también, porque o si no se va a aburrir en vacaciones.

Ahora debemos buscarle novio y, además, ayudarle a bajar de peso.

 

 

 


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