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¡Pobre! por jotaceh

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Día 95: De viaje y reencuentro

 

¿Pueden creer que no conocía la capital? Por eso cuando fui con Ruka y Rafael quedé impresionado, no sabía que era tan grande, que tenía tantos edificios tan altos, que había tanto automóviles por las calles y que la gente era tan maleducada. Tropecé más de cinco veces con personas que venían caminando en sentido contrario, y ninguno se paró para disculparse.

-Qué campesino -exclamó el chino secuestrador.

-Mira, ahí hay un policía, ¿te parece si voy a denunciarte? -tenía que ponerlo en su lugar. Después de eso, se calló.

Mi idea era ir directamente al Centro de salud mental donde estaba encerrada Olivia, pero llegamos tarde, por lo que obligué a Ruka a que nos pagara una habitación sumamente costosa en un hotel de cinco estrellas.

El lugar era hermoso, con piso de mármol, finos cuadros colgados de las paredes de más de tres metros de alto, alfombras tan largas como mis ganas de dormir esa noche y el personal más atento que he conocido. Todos eran amables y es que, si supieran la cantidad de dinero que tuvo que pagar el japonés, se quedarían tiesos, con eso vivo el resto de mi vida, pero como la idea era aprovecharme del desgraciado ése, hice vista gorda y disfruté de las comodidades del hotel.

Cuando estaba sumergido en el jacuzzi con hidromasajes, con los ojos cerrados disfrutando los chorritos de agua, sentí la presencia de alguien más. Para mi suerte se trataba de Rafael, que al rato me abrazó con fuerza. En todo el viaje hemos estado muy cerca el uno de l otro, como si quisiéramos recuperar todo el tiempo perdido.

-¿Pablo? ¿Qué tienes pensado para sacar a Olivia? –

-Mañana en la mañana verás, pero te prometo que todo saldrá bien –

-Confío en ti… -me sonrió con esa carita tan linda que tiene.

-¿Por qué eres tan lindo? –

-Porque te amo, por eso me vez lindo –

-Claro que no, si siempre te he encontrado guapo -sonreí, extrañaba tanto esto.

-Pablo, no me sigas diciendo eso, que me pasan cosas –

Tan solo en ese momento me percaté que ambos estábamos desnudos dentro del jacuzzi. ¡Oh por Dios! Hace tanto que no tenía sexo que creo que se me había olvidado de que yo también podía tener, no solo mis amigos, mi abuela o mi mamá, ¡yo también!

Y Rafael tenía razón en algo, que, si le seguía diciendo lo hermoso que es, terminaría con una enorme erección, una tan grande que se la vi porque se proyectó sobre el nivel del agua.

-Lo siento, qué vergüenza -se sonrojó el rubio.

-Qué tímido estás ahora, recuerdo que antes no me hubieras pedido disculpas –

-Tienes razón… -y en ese momento me tomó de la cintura, me dio un beso y al mismo tiempo, me restregó su erección en la cintura.

¡Santa Cachucha! Que esa noche prenderíamos fuego después de mucho tiempo y no me importaba si el bosque se quemaba por completo, solo quería ese tronco que sentía en mis glúteos. Los besos fueron escalando hasta el punto de que ambos estábamos tan excitados que no podíamos seguir estando tan separados, siendo que estábamos abrazados.

Decidido, me senté sobre sus piernas aun estando dentro del jacuzzi. Metí mi mano al agua y tomé su pene para guiarlo a la entrada de mi cuerpo, ahí donde quería tenerle sin compasión, con todo el deseo que mi cuerpo expide. Poco a poco comencé a introducirlo, mientras veía el rostro de placer de Rafael, que disfrutaba de esto aun más que los chorros de agua a presión que le llegaban en la espalda.

El movimiento fue bajando hasta el punto en que le tenía por completo atrapado con mis carnes.

-Qué rico, estás muy estrecho -comentó extasiado.

-Te estaba esperando a ti –

Durante todo el sexo nos besamos como dos locos, mordiendo nuestros labios mientras me balanceaba sobre su placer, a veces tan rápido que sudaba aun estando mojado, y otras más lentas para sentir cómo palpitaba su ser dentro de mí.

Esa noche dormimos muy juntitos y todo fue hermoso, como si no nos hubiéramos separado jamás. Lamentablemente al otro día tuvimos que levantarnos temprano para ir hasta el centro donde se encontraba Olivia.

-Tú no puedes entrar porque te conocen, así que tendremos que ir solo Ruka y yo -le dije a Rafael estando frente al edificio.

-¿Estás seguro que todo saldrá bien? –

-Claro que sí, haremos todo lo posible por sacarla. Recuerda que la quiero desde que somos niños -me despedí de él, tomando a mi arma decisiva: el japonés y sus millones.

Así entramos al lugar solicitando una reunión con la directora.

-Ella está muy ocupada, no creo que pueda atenderlos -nos dijo su secretaria. Una vieja momia que se le olvidó quedarse en su sarcófago.

-No entiende, esto es de vida o muerte –

-¿Qué puede ser tan importante? –

-Nuestro padre está a punto de morir y quiere hacer un donativo importante a una institución de salud mental. Nosotros estábamos pensando en este centro, pero tenemos los minutos contados, en cualquier momento papá morirá y no podrá ver su obra realizada -inventé.

-¿Ustedes son hermanos? -preguntó la vieja ajustándose las gafas, como si no me creyera y tuviera que vernos mejor.

-Sí, pero de diferentes madres, ¿entiende? -en ese momento me acordé de que Ruka era asiático.

-En ese caso…-solo cuando hablamos de dinero fuimos tomados en cuenta. Cinco minutos después estábamos sentados frente a la directora, otra momia más.

-Me alegra saber que tan ilustre familia quiera ayudarnos en nuestra labor de…. -quería dar su discurso la vieja.

-Sí, sí… vamos al grano. Él es Ruka Mikitani, está forrado en dinero y les dará una gran suma para que nos deje llevar a Olivia Eguiguren -ahora sí dije la verdad.

-¿Perdón? ¿No habían dicho que venían por una donación de su difunto padre? –

-No, claro que no… creo que su secretaria escuchó mal, debe ser que a su edad ya confunde historias. Nosotros venimos aquí para llevarnos a Olivia y somos capaces de dar todo el dinero que necesite –

Ruka me veía consternado, como si le doliera dar un poco de plata, siendo que es más rico que el propio presidente.

-Bueno… la situación del centro no es de las mejores… y dinero es dinero…-sí, la vieja era corrupta y le gustó el olor al dinero.

Así, una hora después, estábamos sobre un taxi a la entrada del centro de salud mental esperando a que saliera nuestra querida amiga.

-¿Estás seguro que resultó todo bien? –

-Claro que sí, si Ruka fue muy generoso -le respondí a Rafael, que parecía muy nervioso con toda la situación.

-Casi me quedo en bancarrota después de firmar ese cheque -el chino era un llorón.

-Si tienes suficiente, no seas alaraco –

Al rato vimos la puerta abrirse y al lado de la directora se encontraba Olivia, no había cambiado en nada, seguía tal como la recordaba. Corrí para encontrarla, al igual que Rafael que había hecho todo lo posible con tal de sacar a su hermanita de ahí.

-¿Qué le sucede? – le preguntó el rubio a la encargada y es que la muchacha se veía desorientada, como si no estuviera en este mundo.

-Está drogada, los primeros días fue muy violenta con todos, así que decidimos doparla diariamente para que pueda controlarse y por, sobre todo, no lastime a los demás pacientes

Me enfadé demasiado tras escuchar sus palabras. ¿Cómo se les ocurre hacerle algo tan grave a Olivia? Ella siempre fue una chica muy tranquila, era incapaz de dañar a alguien, probablemente ellos no la trataban bien y por eso reaccionó de la forma en que nos contaron. Sin embargo, no pude decir nada para defenderla, porque no podía ganarme el odio de la directora. Por el monto de dinero que le habíamos pagado aceptó ayudarnos a esconder a mi amiga fingiendo que ella todavía se encontraba internada, no avisándole a su padre sobre su desaparición y seguir cobrando el arancel como si siguiera allí internada.

-Te prometo que desde ahora no te harán más daño, estarás con las personas a quienes amas -Rafael abrazó a su hermana con mucha fuerza.

Finalmente abracé a los dos para tenerlos nuevamente cerca, para sentirlos como cuando éramos niños, para cerciorarme que era real, que las lágrimas de mi amado eran ciertas, pero que nacían fruto de la alegría, de la dicha de haber recuperado a su hermana perdida.

 

 

 

 


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