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Lo Que Me Une a Ti por nubelin4

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Notas del capitulo:

Los personajes de Naruto no me pertenecen. 

IX.

 

 

 

 

 

 

Naruto comenzó a tirar de los mechones de su cabello, en un vano intento de menguar la inmensa angustia que sentía. Aunque la palabra angustia se quedaba corta porque también daba lugar al miedo, a la confusión, pero por sobre todo a la rabia consigo mismo. ¿Cuán ingenuo pudo ser al creer en el rostro inocente y las palabras amistosas de Shion? ¡Oh, cuánto deseaba haber seguido el consejo de su padrino! 

 

Estaba sobre el penoso colchón de la cama de uno de los calabozos de la comisaría local. Sus rodillas estaban contra su pecho y tenía la cabeza apoyada en ellas, enroscando su cuerpo en una posición incómoda en la cual había permanecido durante horas. Cuando su cuero cabelludo comenzó a arder, dejó caer los brazos y golpeó la parte posterior de su cabeza contra la pared de cemento.

 

La iluminación era demasiado tenue, proveniente de una bombilla que emitía un zumbido exasperante cada vez que subía un poco la intensidad de la luz. Los calabozos contiguos estaban vacíos, lo cual no le sorprendió, pues el pueblo al ser pequeño tenía una baja tasa de criminalidad, por lo que su única compañía era el guardia sentado fuera de su celda que leía -o eso aparentaba- una revista de aspecto sospechoso y bebía un tazón de café.

 

Cerró los ojos y dejó salir un largo suspiro, derrotado. Nunca en su vida se imaginó a sí mismo atravesando una situación como esta, estar encerrado como un delincuente por algo que ni siquiera había hecho. El dolor de su nariz golpeada era intermitente y la sangre ya había dejado de salir, pero aún le costaba trabajo respirar por esa vía sin sentir dolor. El primer golpe que le había dado el padre de Shion fue tan duro que le tomó más de unos minutos recomponerse, y para cuando estuvo más o menos consciente, estuvo siendo prácticamente arrastrado hacia la cabina de una patrulla con las manos esposadas.

 

Durante todo el trayecto hacia la comisaría trató de defenderse, aclarar tan terrible malentendido, pero todo lo que recibió de vuelta fueron amenazas e insultos en su contra. Le dijeron que ya habían sido lo bastante considerados con él al evitar que Jun Fujimura lo matara con sus propias manos por tratar de aprovecharse de su hija, que ya habían tenido que lidiar con varios hombres de su calaña, y que cualquier cosa que dijera o hiciese a continuación no lo salvaría de pagar por sus acciones. 

 

Tratando de no tocar su nariz, Naruto se cubrió la cara con las manos.

 

Recordó cuando era niño y cómo cada vez que algún matón molestaba a sus amigos, sin detenerse a pensar saltaba en su defensa, sabiendo que después él mismo terminaría hecho una bolsa de moretones. Sus amigos le decían que era valiente, Jiraiya también se lo decía a veces, cuando Naruto con mirada solemne le afirmaba que no le tenía miedo a las tormentas. Así, contra matones y tormentas, frecuentemente le gustaba creerse alguien sin miedo del mundo que lo rodeaba.

 

Pero ahora no se sentía así, por más que lo intentara. Nunca antes se había sentido tan pequeño. La angustia por no tener idea de qué iba a pasar abrumaba cualquier pensamiento esperanzador que formulara su mente. Pensó en lo ocurrido hace un par de horas, en la imagen desastrosa que Shion preparó para vengarse por el sólo hecho de ser rechazada, por no conseguir lo que quería. 

 

Era posible que alguien en su afán de conseguir algo, pudiera caer tan bajo, se preguntó Naruto. Tal vez la manera en la que le había hablado en la cascada no fue la más adecuada, y se sintió avergonzado por ello, pero sólo en una mente perversa cabía la idea de llevar a cabo una cosa tan insólita como la que Shion había hecho con él. 

 

La pena comenzó a subir por su garganta. Su respiración se tornó temblorosa y empezó a mover las piernas con inquietud. Había tantas emociones mezcladas en su interior, cada una de ellas luchando por el dominio. Si seguía un minuto más encerrado en aquel sitio sin hacer nada, iba a perder la cabeza. La calma y él nunca lograron ser compatibles, y aunque…

 

Pasos rápidos resonaron en las frías paredes del pasillo fuera de su calabozo. 

 

Naruto sintió como el aire regresaba a sus pulmones cuando vio aparecer a Jiraiya.

Bajó las piernas al suelo y se levantó de un salto, prácticamente corriendo hacia los barrotes que lo separaban del exterior. 

 

— Padrino — su voz salió como un jadeo. El corazón le latía a mil y su garganta se apretó de sólo pensar en la posibilidad que la única persona que tenía como familia pudiera darle la espalda. En un segundo, todo lo que tenía que decir se tornó confuso, las palabras murieron a medio camino— Yo...yo…

 

El hombre lo interrumpió haciéndole una señal con la mano para que se callara, y tras un corto intercambio con el guardia para demostrarle con apoyo de un pequeño papel que tenía permiso de estar allí, le pidió que le dejara hablar con Naruto. Luego de un momento, el hombre accedió con un gruñido y se alejó a unos metros de ellos, no sin antes lanzarles una mirada de advertencia.

 

— ¿Qué fue lo que pasó, Naruto? —preguntó el hombre con una profunda mirada de preocupación. El menor sabía que su estado era francamente patético, su cara era un lío de moretones y manchas de sangre seca que no se había molestado en retirar, y su cabello estaba hecho un caos.

 

Naruto comenzó a negar con la cabeza, tragando con dificultad— Yo no hice nada, nunca la toqué. Fue una trampa, tienes que creerme, por favor...—suplicó el rubio tropezando con las palabras.

 

— Escucha, escucha niño —comenzó a decir Jiraiya antes de que Naruto continuara hablando— Es difícil lo que te voy a pedir, pero lo primero que tienes que hacer es tranquilizarte. Tienes que estar tranquilo para que pueda ent...—Naruto lo interrumpió.

 

— ¿Cómo esperas que esté tranquilo cuando en cualquier momento me agarran y me llevan a prisión por algo que no hice? —preguntó pellizcando su frente y caminando dentro del reducido espacio de un lado a otro.

 

— Lo sé, Naruto. Pero te necesito calmado para que yo pueda entenderte y me expliques qué demonios pasó después de que te fuiste con esa mocosa —Naruto lo miró con los ojos llenos de dolor— No te estoy culpando de nada —se apresuró a aclarar, intuyendo lo que Naruto iba a decirle— Sé que eres inocente. He cuidado de ti toda la vida y sé que jamás tratarías de dañar a alguien. Quiero saber qué es lo que ella hizo y porqué.

 

Para Naruto, aquellas palabras hicieron que el peso sobre su espalda se desvaneciera. Nadie podría imaginarse el enorme alivio que sintió al saber que alguien estaba dispuesto a escuchar lo que tenía que decir, y más importante aún, creer en sus palabras. Si tan sólo pudiera alcanzar a su padrino para abrazarlo…

 

Tuvo el impulso de desarmarse en agradecimientos, pero sabía que el tiempo estaba en su contra y si quería que Jiraiya pudiera ayudarlo de alguna manera, debía darle una síntesis clara y concisa de lo que había ocurrido con Shion aquella tarde. 

 

Y eso fue lo que hizo.

 

— ¡Qué barbaridad! —exclamó el hombre, horrorizado— ¿Pero recuerdas lo que te dije sobre esa chiquilla? E-Ella tenía esa cosa que no me daba buena espina, ¿pero por qué haría esta locura contigo?

 

— Hoy por la tarde fui a dibujar a la cascada, ¿lo recuerdas? —el otro hombre asintió— Shion me encontró allí y comenzó a decirme cosas...—ante el recuerdo, la cara de Naruto se arrugó— quería que la invitara a salir. En realidad ella ha estado molestandome con lo mismo desde hace años…

 

Jiraiya parpadeó confundido— ¿Por qué no me lo dijiste antes?

 

El rubio bufó— No lo sé, supongo que nunca le dí importancia. Pensé que con el tiempo se le pasaría...ya veo que no, pero hoy realmente se superó y, no sé, quiso obligarme a corresponder su ...—hizo una mueca. Se cortaría la lengua antes de llamar amor a cualquier sentimiento retorcido que Shion tuviera hacia él— Le dije que no. Quería que me dejara tranquilo. No entiendo cómo pudo ser capaz de hacer algo así, engañar a todo el mundo de esta forma —por dentro el fuego de la rabia se reavivó—  Sólo quise ser honesto con ella. 

 

De repente le surgieron unas inmensas ganas de darse contra la pared. ¿Qué tan malo era ser sincero respecto al amor? ¡Él nunca le había dado ningún tipo de esperanza! 

 

Aunque era consciente del interés de Shion, durante todo ese tiempo había tratado de, sutilmente, rechazar cualquier intento de ella en pos de resguardar el corazón de la pequeña rubia que siempre lo miraba entre clases. Ahora que lo pensaba, tal vez ahí estuvo su error, tal vez debió ser más claro desde el principio.

 

— Qué problema, por Dios, ¿qué voy a hacer?— se lamentó el rubio negando con la cabeza una vez más, sumiéndose en el ritmo frenético de sus pensamientos.

 

Jiraiya se frotó la barbilla, meditando los posibles pasos a seguir en base a lo que Naruto le acababa de contar. De lo que esa niña acusó a Naruto era muy grave. Ella siendo tan joven aún y peor, siendo su padre miembro de la policía, Naruto tenía todas las de perder. 

 

Nunca había visto al niño tan afligido, podía notar cómo sus manos temblaban ligeramente y su piel había perdido ese tono dorado para dar paso a un blanco enfermizo. El ceño de Jiraiya se endureció, de ninguna manera iba a quedarse de brazos cruzados esperando a que la solución llegara a ellos. Tenía que hacer algo, y rápido. Primero acabarían con él antes de permitir que arruinaran la moral de Naruto y se lo llevaran a otro lugar donde nada tenía que hacer alguien como él.

 

— Se acabó el tiempo —tronó la gruesa voz del guardia. Se acercó a ellos, su mirada dura instaba a que Jiraiya se marchara. 

 

Luego de chequear la hora en el reloj, el hombre mayor le envió al guardia una mirada fulminante, para después dirigirse a Naruto.

 

— Voy a sacarte de aquí, ¿de acuerdo? —metió su brazo por entre los barrotes para posar su mano sobre el hombro de Naruto— Sé fuerte...al menos por hoy. Encontraré una solución y saldrás de aquí.

 

— Bien —murmuró el menor. Sabía que Jiraiya no podría hacer mucho (aunque más en comparación suya). Por ahora, mientras estuviera encerrado, lo único que le quedaba era confiar en que Shion recapacitara y todo se resolviera.

 

— Recuerda esto, niño. No voy a dejarte solo —enfatizó el hombre con la determinación brillando en sus ojos— Se lo prometí a tu padre, ¿y yo cuando rompo mis promesas?

 

Naruto pensó en los múltiples helados sin cobrar por cada calificación buena en la escuela, o en la motocicleta que nunca llegó para su graduación. Pero...supuso que aquello no contaba ahora, porque debía aferrarse a alguna esperanza y el hombre frente a él era la persona en quien más confiaba en la vida.

 

Sintió un leve escozor en los ojos, y como no supo qué más decir, le dio a su padrino una sonrisa tirante.

 

— Gracias.








El suave tintineo de vidrio chocando entre sí lo fue sacando de su sueño, haciendo que recobrara la consciencia. Lentamente parpadeó para notar que se encontraba tirado en uno de los sillones de su estudio, sus brazos colgando lánguidamente a los lados y su cuello palpitando de dolor producto de haber dormido torcido.

 

A medida que se iba incorporando, Sasuke vio sus zapatos tirados desordenadamente bajo la mesa de centro. La leña de la chimenea se había consumido por completo, dejando una que otra chispa como vestigio del fuego entre las cenizas.

 

Oyó pasos moviéndose detrás suyo, pero antes que pudiera voltear a ver, las cortinas se descorrieron para dejar entrar a la luz matutina. Emitió un quejido ante la intensidad del sol golpeándole en el rostro, y se frotó los ojos con el dorso de la mano.

 

— Es bueno saber que llegaste a casa anoche —dijo la voz de su esposa— Pero un aviso en el momento que llegaste no hubiera estado de más. No pude conciliar bien el sueño pensando que seguías afuera.

 

— Lo lamento —dijo Sasuke con voz ronca poniéndose de pie en busca de agua. Le dolía la cabeza, tenía la garganta seca y un sabor agrio en la boca— Anoche llegué más tarde de lo que preveía. Creí que estabas dormida y no quise molestarte. 

 

Ella estaba de brazos cruzados junto al escritorio y, con una leve inclinación de cabeza, señaló el vaso y la botella de licor a punto de terminar que reposaban sobre el mismo. 

 

— Ya veo.

 

Sasuke se limitó a mirarla y, acorralado, se acercó a la mesa de esquina donde dejaba una bandeja con el jarrón de agua, sirviéndose en un vaso y cuyo contenido terminó de un solo trago. Luego de un incómodo silencio, Sakura se acercó a él con una expresión interrogante.

 

— Ayer te fuiste muy preocupado luego de la llamada de Karin, ¿pasó algo malo?

 

Él sopesó su respuesta. No tenía ánimo para hablar sobre lo que sucedía, tal vez porque él mismo todavía se encontraba en una especie de negación. Observó su reflejo distorsionado en el vaso durante unos segundos antes de hablar.

 

— Nada importante, Sakura —Supo que aquellas palabras no fueron las más adecuadas cuando la mirada de ella se tornó molesta.

 

— ¿De verdad, Sasuke? ¿Nada importante? —preguntó con indignación, tratando de contener su enfado— No creo que por nada importante nos hayas dejado tiradas y además hayas vuelto a beber.

 

Él cerró los ojos en un amago de conservar la calma— Te preocupas en vano si piensas que voy a retomar mis viejos hábitos.

 

— Me preocupa que siempre tenga que rogarte para que confíes en mí —ella se retorció las manos antes de seguir— Esto que te tiene tan mortificado, ¿es sobre Menma?

 

— Sí —tuvo que responder. Ella de una u otra forma terminaría averiguandolo, y a favor de evitar discusiones innecesarias, se inclinó por decirle la verdad.

 

Por un momento la expresión de Sakura se suavizó y miró a Sasuke de forma...Un nudo se formó en su garganta al notar la forma en la que lo miraba. No, repitió incesantemente su cabeza. Cualquier cosa menos esa mirada de lástima.

 

— Oh —murmuró— Lo supuse. Si hay algo en lo que pueda ayudar…

 

Sasuke siempre se había considerado una persona bastante estoica, que a menudo prefería pasar desapercibido y por lo mismo, siempre mantenía un firme dominio sobre sus emociones y escogía cuidadosamente las palabras. Pero ahora, con Sakura mirándolo así…

 

Si había algo que lo sacaba de quicio, era cuando los demás sentían algún tipo de pena por él. Aquello lo transportaba a las semanas posteriores a la muerte de Menma, volvía a transformarse en el pobre joven arruinado, escondido del mundo, que no había podido hacer nada por salvar a su novio. Porque esos ojos lastimeros, sin saberlo, lo hacían sentirse un inepto que no había podido y seguía sin poder hacer nada.

 

La impotencia comenzó a revolverle las entrañas, a inundar sus sentidos y desatar su lengua afilada.

 

— No. No puedes hacer nada.

 

El nudo de su garganta se engrosó al preguntarse mentalmente si aquellas palabras en realidad habían sido para Sakura.

 

— ¡Por supuesto que sí! —dijo ella con el dolor filtrándose un poco en su voz— Yo siempre voy a estar aquí, apoyándote. Eso es algo que juré desde que nos casamos. Tu hija y yo siempre estaremos detrás de ti —con un dedo, ella levantó el mentón de Sasuke para que la mirara a los ojos— Pero para eso necesito, por favor, necesito que seas honesto con tus sentimientos. Tengo que saber cómo te sientes para poder ayudarte. Si insistes en reservarte todo para ti, no solucionaremos nada. Al contrario.

 

Tú eres el culpable.

 

— No lo entiendes —dijo él, impotente al notar como los ojos se le llenaban de lágrimas de rabia y tristeza— Nadie...—Sasuke se detuvo— ¿Quieres ayudarme? Deja que yo me haga cargo, este es mi asunto. Ayúdame y mantén tu nariz fuera de esto —masculló entre dientes, el agarre en el vaso que aún sostenía era tan fuerte que sus nudillos se pusieron blancos.

 

Inútil.

 

Patético.

 

—¡¿Por qué insistes en hacerlo todo tú solo?! —preguntó Sakura levantando la voz— ¿Hasta cuando, Sasuke? Siempre que trato de ayudarte me haces a un lado, ¿qué es lo que pretendes? ¿Acaso no entiendes que lo único que consigues es hacerte más daño?

 

— ¡Ya déjame en paz! —gritó con los nervios al límite, arrojando el vaso hacia el otro extremo de la habitación. El sonido del cristal haciéndose añicos hizo que la pelirrosa respingara. Sasuke quiso retirarse de ahí pero, para su sorpresa, Sakura lo sujetó firmemente del brazo.

 

— ¡Estoy harta! —gritó ella con voz temblorosa— Es cruel la manera en la que deseas que yo me conforme con ver cómo te hundes cada vez más a medida que pasa el tiempo. ¡No sabes lo mucho que me duele! ¡¿Quieres que Sarada sufra también?!

 

Sasuke se giró para responder, las duras palabras de Sakura fueron como una cachetada. Abrió la boca dispuesto a hablar, a expulsar de su corazón lastimado todo lo que sentía en ese momento, pero de pronto, un intenso dolor en el centro del pecho hizo que el flujo de aire se atascara en su garganta. 

 

Su mano voló casi instintivamente hacia la zona torácica, la cual se sentía cada vez más pesada.

 

— ¿Sasuke? —tartamudeó Sakura.

 

Sasuke se tambaleó, y con los ojos muy abiertos del terror, comenzó a jadear en busca de aire. Su visión se fue volviendo borrosa, y lo único que pudo distinguir con claridad fue cómo Sakura lo tomaba por el brazo y comenzaba a darle palmaditas en el rostro para que se mantuviera consciente. 

Notas finales:

Me gusta pensar que hay un paralelismo entre los dos <3<3

 

Muchas gracias por leer :3


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