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Hear me out por Fullbuster

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Notas del fanfic:

Actualización: último domingo de cada mes. También disponible en wattpad.

Otras historias de esta pareja:

- Ace of hearts.

- Deadly boxing.

- El cirujano de la muerte.

¡El instituto! Sólo era un centro estatal de educación secundaria, eso es lo que pondría en cualquier diccionario que los alumnos consultasen. Para él… era una macabra sociedad jerarquizada donde los más idiotas podían ser algo en la vida... o en la adolescencia. Era un edificio que no sólo albergaba sabiduría, sino también mentiras, confabulaciones, falsedad, hipocresía y sobre todo… rumores. Daba igual ciertos o irreales, allí estaban y una vez te alcanzaban, no podías huir de ellos.

 

Sentado en el murillo del jardín delantero del edificio, un chico moreno miraba sin interés alguno al resto de los estudiantes. Casi todos inmersos en sus grupos, con la gente con la que mejor congeniaba. ¡Él no congeniaba con nadie! Era una respuesta muy simple pero era la realidad.

 

Sus dedos con letras tatuadas agarraron la lata de refresco a su lado y tomó un sorbo antes de cerrar el libro que tenía entre manos. Era el último antes de entrar a su infierno personal. No le gustaba el instituto, de hecho, el único lugar donde se sentía tranquilo era en la propia clase. Sólo debía sentarse y escuchar, tomar sus apuntes y nada más. Lo peor eran los recreos, los pasillos, la clase de educación física… y no era porque él no fuera atlético o se le dieran mal los deportes, todo lo contrario, él era un gran deportista, pero odiaba tener que trabajar en parejas con gente que le odiaba y le miraba con recelo.

 

Terminó de beber y lanzó la lata con tan buena puntería, que entró limpia en la papelera frente a él. Sonrió, aunque las miradas de los estudiantes que iban en dirección al edificio, se fijaron en él. Esos ojos turbios, la mirada de odio o casi asco, cómo movían sus labios balbuceando cosas que él no podía escuchar pero sabiendo que seguían soltando rumores.

 

¡Era un chico con tatuajes! Sabía muchas de las cosas que decían a sus espaldas. ¡Un chico problemático! Metido en bandas, posiblemente en tema de drogas. Sus tatuajes le delataban como un gamberro, porque nadie se tatuaría la palabra “Death” en las falanges, tampoco se tatuaría casi todo el cuerpo si no fuera de una banda, así lo veían los estudiantes. De él, sólo corrían estupideces, de las cuales, la gran mayoría eran mentira, pero todos se las creían. Nadie quería estar cerca de un delincuente juvenil.

 

Respiró profundamente y cerró los párpados unos segundos. Quería mentalizarse para entrar cuando sintió una mirada posarse sobre él. Abrió los ojos y se giró para identificar al estudiante que tan interesado estaba en su persona. ¡Kid! Ese chico era… ¿Para qué negarlo? Ése sí era un mal bicho. Puede que no se codease con bandas, puede que no vendiera drogas o las tomase, pero era un auténtico gilipollas, uno de los mejores jugadores del equipo de fútbol americano del instituto.

 

“Law”, “es Trafalgar D. Law”, “no le mires”, “es miembro de una banda”, “no te acerques a él”, eran algunas de las frases que llegaban a sus oídos entre los cientos de murmullos que se escuchaban a la lejanía. Law simplemente sonrió y mirando de reojo hacia Kid y su grupito de amigos, estiró el dedo corazón, enseñando la letra “A” tatuada en él, aunque su gesto era claramente un insulto a aquel chico popular.

 

¡Le gustaba esa mirada de odio y desprecio en Kid! Era tan fácil de provocar. Sin embargo, a su lado, otro chico captó su atención. Abrió los ojos ante la sorpresa de verle allí y guardó su dedo corazón. ¡Porgas D. Ace! El mejor jugador del equipo, una gran estrella deportiva, el único que permanecía en silencio aunque también le miraba. Por raro que pareciera, no veía odio, ni miedo en sus ojos, tan sólo parecía expectante ante la situación.

 

Flashback:

 

Las clases extraescolares eran un auténtico fastidio para la mayoría de los estudiantes, todos escuchaban el timbre y corrían como si les fuera la vida en ello, hacia la salida más cercana. Sólo unos pocos idiotas se quedaban por la tarde a impartir clases que no contarían para la nota final ni el acceso a la universidad. En su caso… laboratorio.

 

Esa clase se componía de nueve estudiantes, de los cuales, ocho eran chicas. Law era… el uno por ciento de la sección masculina, y aunque nadie le preguntó jamás, su sueño era ser cirujano. La clase de laboratorio era la que más ansiaba durante todo el día. Si por él fuera, jamás habría salido de esa aula.

 

Aquel día llovía con intensidad y todos los entrenamientos deportivos se habían cancelado, incluido el fútbol americano. Para Law… ¡algo irrelevante!, de no ser por la melodía que llegó a sus oídos. Era una guitarra eléctrica y como si del canto de una sirena se tratase, siguió al resto de chicas de su clase que corrían escaleras abajo hacia una de las aulas.

 

La melodía se intensificaba a medida que bajaba los peldaños. ¡Sonaba increíble! Sin duda alguna, era un artista el que se encontraba en el aula de música a esas horas. Aun así, bajó despacio y observó el pasillo llenarse de figuras femeninas. Todas se agolpaban en la puerta de cristal tratando de mirar a la persona que tocaba en el interior, hasta que un profesor salió para echar a todas ellas. ¡Babeaban demasiado! Tanto… como para darle a entender a Law que era un chico el que estaba tocando.

 

El profesor de la clase de tecnología volvió al interior al ver que el tumulto de gente se dispersaba. Fue entonces, cuando Law aprovechó para acercarse. ¡Era Ace! Por unos instantes, se quedó estático. No sabía que tocaba la guitarra, ante sus ojos siempre había sido un chico popular, un deportista, el mejor jugador de fútbol americano que iba con unos capullos. De hecho… le consideraba un capullo como al resto. Aquello cambiaba un poco su perspectiva sobre él.

 

Se encontraba solo en el aula, sin profesor, sin alumnos, casi como un fugitivo escondiéndose para componer sus canciones. Era posible que ni los de su equipo supieran su afición por la música, ya que le gustaba tocar cuando estaba solo porque le ayudaba a concentrarse. Era muy posible que casi nadie supiera esa faceta suya.

 

El lápiz se movía entre los pentagramas, modificando notas que Law no comprendía y al finalizar, devolvió el lápiz a sus labios, agarrándolo con fuerza y colocando sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra para tocar nuevamente, sin embargo, antes de iniciar, sus ojos se desviaron un segundo hacia la puerta. Los dos se miraron unos segundos, pero a ninguno le interesaba hablar. Fue Law el primero en retroceder, caminando nuevamente por el pasillo antes de escuchar cómo Ace retomaba la melodía. ¡Era un chico raro! Apenas se había fijado en él en esos años de instituto y hoy… algo cambió.

 

Sabía que ese chico existía, le había visto en el instituto, le había visto sentado en la mesa con todos esos chicos que se creían demasiado por el simple hecho de ser deportistas y sinceramente… Law pasaba de todos y cada uno de ellos. Pero de camino a su casa, no pudo dejar de pensar en Ace y en que ocultaba algo más que una bonita sonrisa, unas buenas notas o ser el máximo anotador. Había pasado de ser ese chico del que sólo conocía su nombre, a llamar su atención de una manera poco habitual en él.

 

Fin Flashback

 

- Larguémonos a clase – ordenó Kid a toda su pandilla.

 

Ace fue el último de todos ellos en agarrar su mochila, colgársela al hombro y caminar tras ellos. ¡Las chicas sonreían a su lado! Le hablaban y él… él sonreía con amabilidad. Era un chico raro, pero… llamaba su atención desde aquel día. El chico más popular de todos y, sin embargo, el que menos problemas buscaba. Jamás le había visto comportarse como los demás, él no se metía con otros estudiantes, no gastaba bromas de mal gusto y trataba a todos con una educación y amabilidad nada frecuente en chicos de su estatus social o su jerarquía en el instituto. ¡Era realmente raro!

 

***

 

Nunca antes se había percatado en ese chico. A ser verdad, sabía de su existencia porque Kid lo detestaba, pero no le prestaba demasiada atención. Los rumores no hablaban bien de él y prefería mantener las distancias. Verle frente a la puerta del aula de música le tensó. Ace no era de los que usualmente intimidasen a otros, ni siquiera solía dirigirles la palabra y mucho menos… les insultaba o amenazaba, aunque sabía que Kid era de esos. Quizá sí era un idiota más por hacer la vista gorda con lo que hacían sus compañeros cuando podía pararles. Pero… simplemente, él hacía su vida, así lo veía Ace. Entrenaba, jugaba al fútbol, se reunía con sus amigos y estudiaba para los exámenes, nada más. ¡Tampoco les dijo a sus amigos que tocaba la guitarra! Prefería tocar en soledad y centrarse en lo que hacía. ¿Por qué ese chico metido en bandas y drogas estaría allí frente al aula de música? No podía entenderlo, pero desde aquel día, el chico invisible era más visible que nunca. Allá donde fuera, Law estaba.

 

Por unos instantes, sonrió al ver cómo Law levantaba aquel dedo corazón ante los rumores que Kid dejaba escapar sobre él. ¡Tenía mucho carácter! Pero era algo que podía esperar de un chico metido en bandas y en problemas callejeros. Sin embargo, cuando sus ojos se fijaron en él, agachó un poco la mirada. Eran intimidantes y aún sintiéndolos de esa forma, también le hacían pensar que no todo lo que escuchaba de él era cierto. ¿Por qué estaría en extraescolares pudiendo irse con su banda? No tenía sentido para Ace.

 

- Larguémonos a clase – ordenó Kid a toda su pandilla.

 

Aquella frase fue su salvación. Tomó la mochila y salió tras sus amigos en silencio, aunque pronto algunas chicas se acercaron a él para intentar ligar. No quería ser maleducado, sus padres no le educaron de esa forma, así que sonrió y mantuvo una conversación intentando no darles falsas esperanzas, porque la verdad era… que no estaba interesado en ninguna clase de relación sentimental. Ahora mismo, estaba centrado en sus estudios y la beca deportiva.

 

Aquel día no iniciaba bien, pero iba a ser mucho peor cuando su profesora faltó a clase. Sin un tutor para impartir literatura, no les quedó más remedio que unir las dos clases en el salón de actos. Allí, el profesor de la rama de ciencias, impartiría literatura para ambas clases sólo por esa complicación. ¡Law estaba allí! Exactamente como Ace pensaba… había pasado del chico invisible a verlo en todos lados.

 

- No puedo creer que vayan a juntarnos con la rama de ciencias – comentó una chica.

 

- Yo no puedo creer que ese pandillero esté en la rama científica – sonrió Kid casi con incredulidad – seguro que suspende todo.

 

Ace se sentó en una de las filas de atrás, justo tras Kid pese a que éste parecía estar guardándole un sitio a su lado, ocupado enseguida por Bonney. No le cabía la menor duda al moreno, de que Bonney se moría por mantener algo serio con su amigo, aunque éste no estaba por la labor.

 

- Ace, ¿te apetece quedar más tarde para hacer unos pases? – inclinó la cabeza hacia atrás para poder mirar al moreno que recostaba sus brazos sobre el cómodo respaldo de Kid.

 

- Vale. ¿A qué hora?

 

- Como a las… ¿Siete? – preguntó.

 

- Está bien.

 

El profesor había comenzado a impartir su clase hacía unos minutos y aunque Ace sí estaba prestando atención, Kid reía, murmuraba y gastaba bromas entre los amigos. Mal momento en que un chico perteneciente a la otra clase, le mandó callar al no dejarle prestar atención, por lo que Kid se alteró al instante.

 

- ¿Quién te crees que eres para mandarme callar? Eres un inútil – susurró hacia el chico, ahora atemorizado por aquella conducta.

 

- “El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada” – pronunció Law, llevándose la peor mirada que Kid pudo sacar al creer que iba por él.

 

- ¿Qué coño dices tú, pandillero? – se levantó Kid sobresaltado ante aquello.

 

- Johann Wolfgang Von Goethe – se apresuró a responder Ace para bajar el caldeado ambiente que se había creado, al darse cuenta de que Kid no había escuchado al profesor y se creía que Law se refería a él.

 

Todo el salón le miró al instante. Sus amigos sorprendidos ante unas palabras que no conocían y que no pensaron Ace pudiera conocer, el profesor fascinado porque supiera aquello y Law… increíblemente sorprendido sin poder apartar sus ojos interesados.

 

- Vaya… no es sólo una cara bonita – susurró para sí mismo Law con una arrogante sonrisa.

 

- Es… el escritor que dijo esas palabras – concluyó Ace, era la respuesta del compañero a la pregunta del profesor.


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