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Una vez en diciembre por Naru_shipers

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Miró con desgano la pizarra, escuchaba las risitas y los comentarios hirientes de sus compañeros, el maestro hacia oídos sordos de lo que ocurría, era idiota pensar en siquiera hablar de su situacion con sus padres, ninguno lo iba a escuchar.

Después de todo, aquellas botellas llenas de bebidas alcohólicas eran más importantes que su integridad a ojos de sus padres.

Suspiró. Cuando el timbre sonó, su cuerpo de forma automática se movió, recogiendo sus cosas y acomodandolas en su mochila para luego dirigirlo a la puerta.

Quería evitar quedarse en compañía de sus "amorosos" compañeros. Por eso mismo, se dirigió con rapidez a casa, al llegar, abrió la puerta, pasó por la sala de estar —lugar en el que se encontraban sus padres, borrachos—, subió las escaleras y entró a su cuarto. Se quitó el uniforme y luego se tiró a su cama. Se sentía cansado a pesar de no haber hecho mucho que digamos.

Cerró los ojos, relajándose. Su respiración se fue suavizando. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontraba en un lugar completamente desconocido, era muy... Brillante.

Observó con desconcierto, buscando su cama, su cuarto, algo conocido. Sólo logró dar con un joven de oscura mirada. Este le sonrió, extendiéndole una mano.

—¿Estás bien? — parpadeó levemente, mirando con confusión al que le extendía la mano.

—Yo... ¿Donde estoy? ¿Quien eres tú? —Musito. Confundido.

—¿Oh~? Mi nombre es Osomatsu — sonrió, rascando curiosamente la parte baja de su nariz— tú eres Ichimatsu ¿No es así? Te he estado observando, y la verdad. Quería ayudarte un poco.

—¿Ayudarme? ¿De que estás hablando? —preguntó, arqueando una ceja.

—Pues~ tu vida amigo mío es de todo, menos hermosa —sonrió con burla, provocando que el chico de mirada amatista frunciera el ceño— quiero ser tu amigo, ambos estamos solos así que... —se encogió de hombros.

—¿Quieres ser mi amigo? —pregunto escéptico— ¿Que ganarías con eso?

—No ganaría nada, es aburrido estar solo ¿no te parece? —preguntó, suspirando, el de ojos amatista desvió la mirada, hasta el momento el chico enfrente suyo era el único que deseaba ser su amigo— Ichimatsu, déjame ser tu amigo — sonrió y volvió a extenderle la mano.

—Esta bien...— respondió, tomando su mano de forma reticente.

Al hacerlo, su ropa cambio, se volvió algo más elegante y cómoda, sus cabellos se acomodaron, dándole un mejor aspecto.

El de ojos negros lo guió hacia una puerta, al atravesarlo, el espacio blanco y brillante, se volvio una zona llena de flores y naturaleza, un lugar muy colorido y relajante.

Observó con asombro, viendo a todos lados, escuchó la suave risa de Osomatsu, este lucia el mismo traje que él, sonrió levemente, casi de manera imperceptible.

—Ichimatsu-kun ¿te gustan los animales?

Pasó todo el rato jugando con pequeños felinos, riéndose de las ocurrencias de Osomatsu, jugando con él, conociéndose. Era agradable, si le quitabas el hecho de que era muy infantil.

Osomatsu lo acompañó de vuelta a la puerta que había atravesado al momento de llegar ahí.

—Te veo después ¿te parece? —Osomatsu le regaló una sonrisa alegre, mientras le desordenaba los cabellos de forma cariñosa.

Asintió, cruzando la puerta. Al estar del otro lado, sus ojos fueron abiertos.

¿Había soñado todo eso? ¿Tan desesperado estaba por tener un amigo?

Bufó, sintiéndose molesto consigo mismo.

Se levantó de la cama, dispuesto a colocarse el uniforme, ni si quiera había comido la noche anterior. Y no le quedaba tiempo para darse un baño si quería llegar a tiempo. Corrió a la escuela, no es como si estuviera ansioso de llegar, simplemente se quería ahorrar problemas.

El día a su parecer pasó muy rápido, se sentía ansioso de cierta forma, aunque no comprendía realmente el porque.

¿Era por el sueño? Osomatsu le dijo que se verían de nuevo. Pero ¿como?

Río de manera amarga. Debía dejar de pensar idioteces. Sin embargo, y sintiéndose idiota. Repitió el mismo procedimiento de la vez anterior.

Al volver a abrir los ojos, se encontraba de nuevo enfrente de la puerta, sintió su corazón latir de forma desenfrenada.

—¿Otra vez? —musitó para si mismo.

—Bienvenido, Ichimatsu —la alegre voz de Osomatsu hizo que sonriera.

—Estoy de vuelta... Osomatsu —se sintió bien al decir eso, sus padres dejaron de darle la bienvenida hacia mucho tiempo.

Una suave risa escapó de los labios del de ojos negros.

—Ichimatchu ¡hoy comeremos helado! —musitó, rodeándo los hombros del de ojos amatista.

Lo jalo dentro de la puerta, haciéndolo reír. Se sentía feliz estando al lado del chico. Su primer amigo.

Comieron helado, y pelearon de forma juguetona con el postre. Ensuciandose.

Día tras día, al volver de la escuela, sin pensar mucho, se tiraba a su cama para así poder ir al extraño mundo de su amigo.

Bromear juntos, reír, bailar, jugar.

Su vida gracias al chico de sus sueños, —de forma literal—, había cambiado mucho, ya no se sentía tan sólo, cada día se levantaba con una sonrisa, sus notas habían mejorado notablemente y todo gracias a él.

Osomatsu.

Ese día, había estado muy participativo en clase, cosa que molesto a sus compañeros. Quiso irse, evitarlos, sin embargo:

—¡Aun no terminamos contigo, idiota! —un jalón de cabello lo hizo retroceder.

El jalón sólo había sido el inicio de la lluvia de golpes que se vino después. Logró escapar en un descuido, de sus ojos caían lágrimas, su cuerpo estaba adolorido.

¿Por qué le hacían eso a él? ¿Que hizo para merecerlo?

Al llegar a casa, fue corriendo a su cuarto, tirándose a su cama para cerrar con fuerza los ojos.

—Duérmete, duérmete... —musitó de forma repetida. Quería verlo. Necesitaba verlo.

Estuvo horas acostado en cama, sin poder conciliar el sueño, estaba inquieto. No podía dormir.

Resignado se levantó de la cama, vio la hora en su reloj de pared. Era muy tarde.

2:38 am.

Bajó a la sala, yendo al baño del primer piso, dentro habían pastillas para el insomnio, tomó el frasco yendo a su cuarto. Ya en el, tomó uno.

Apenas vio a Osomatsu, se tiró a sus brazos, sollozando levemente.

—Ya estoy aquí —musitó, dándole suaves palmaditas, alejo un poco de su cuerpo al de ojos amatista, sólo para poder verle la cara y tener facilidad al depositarle un beso en la frente.

Ichimatsu sintió sus mejillas arder, Osomatsu le regaló una hermosa sonrisa.

—No llores, Ichimatsu, esos idiotas no merecen tus lágrimas — asintió, siendo apretado en los brazos del chico más alto.

Desde ese día comenzó a ingerir pastillas para dormir, a cualquier hora, sólo para escapar de su cruel realidad.

Un día, sin poder evitarlo, se quedó dormido en clase, su maestra al darse cuenta de las pastillas que traía, llamó a sus padres.

Trato de explicarles, más sólo se ganó gritos, insultos y un buen golpe en la cara.

Ese día, se había quedado dormido de tanto llorar. Osomatsu sólo pudo consolarlo. Susurrando palabras alentadoras. Le dolía ver al de ojos amatista llorar de aquella forma. Más no podía hacer más que consolarlo.

Cuando el chico volvió al mundo real, observó con preocupación como este le robaba las pastillas para dormir a sus padres, pensó que sólo lo hizo para poder verlo de nuevo. Tal como lo había hecho antes.

Se equivocó. Y lo confirmó cuando esté abrió el envase, tragándose más de 7 pastillas de golpe, junto otro poco más, volviendo a repetir el procedimiento.

—Ichimatsu... No... ¡No lo hagas! — gritó, consiente de no ser escuchado.

La desesperación lo invadía, quería evitar que aquel muchacho hiciera una locura.

Sin embargo, cuando lo vio enfrente suyo. No pudo evitar que gruesas lágrimas salieron de sus ojos.

— Osomatsu... —musito preocupado al verlo llorar.

— ¿Que hiciste? ¡Rápido! ¡Tienes que volver! —con desesperación trató de llevarlo de vuelta al mundo real.

Sin embargo. La puerta comenzó a quebrarse.

—No... —musito desconsolado.

—Yo... Sólo quería estar contigo —Ichimatsu no pudo evitar sentirse mal al ver llorar a aquel alegre ser— ¿acaso tu no? Se que soy una mierda... Pero yo... — sus ojos también dejaron caer la lágrimas que retenía desde el comienzo.

—Ichimatsu —llamó, acercándose a él, al este voltear, capturó sus labios.

Por primera y última vez. Un beso lleno de tristeza, de amor, de anhelo.

Al separarse, Ichimatsu notó un tinte rojizo en las orbes de Osomatsu, sus ojos aún lagrimeaban, sin embargo, y luego de unos segundos, una especie de negrura lo rodeo.

Osomatsu no parecía el mismo, lucia subitamente diferente. Sin embargo, su mirada demostraba que era él. El mismo chico que lo había enamorado.

Acercó su mano a la cara del chico de ojos amatista, dejando una suave caricia.

—Trate de evitarlo, pero fallé... Lo siento.. —musitó.

Atrás de él se encontraba otra persona. Un hombre de cabellos castaños, sus ojos eran verdes, pero no demostraban cariño. Sólo frialdad.

—Choromatsu... Por favor —pidio, viendo con súplica al de ojos verdes.

Ichimatsu no comprendía nada ¿que pasaba?

—Ichimatsu Fukuyama, acompáñame... —ordenó el recién llegado.

No pudo decir nada. Su cuerpo fue rodeado por un brillo, luego, desapareció de la vista de Osomatsu.

—Nunca debiste enamorarte de un humano — Choromatsu lo vio con fastidio, luego desapareció.

"¡Ichimatsu...! ¡Ichimatsu despierta!"

Los gritos de los padres de su amor gritaban desesperados, tratando de traer de vuelta a su hijo.

Mordió sus labios.

—Soy un fracaso — murmuró, sollozando a la par de los progenitores de la mejor persona que pudo haber conocido.

"Espero volver a verte, así como lo hice una vez en diciembre"

Notas finales:

Realmente espero les haya gustado, esta historia fue hecha gracias a una canción que escuche.


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