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Su día iba de forma espectacular, por primera vez, desde que se levantó comenzo a limpiar su habitación, como media hora después Kido había entrado para decirle que tenían que surtir la despensa pero al ver lo que hacia, tomo a la primera víctima que iba pasando justo en ese momento. Shintaro fue jalado de improviso y a la fuerza, hacia la calle por parte de Kido y los que ese día.
Cuando terminó, salió a darse una vuelta pues no tenía ningúna responsabilidad en ese momento en la base, como tampoco tenía trabajó, un tiempo a solas le ayudaría bastante. Cuando salió de ahí y comenzó a caminar por las calles, tal era su felicidad que hasta había comenzado a tararear, sin duda Shintaro debía estar sufriendo con creces ya que precisamente ese día era caluroso, cosa que odiaba el ojeroso. Después de unos tal vez diez minutos de caminar, llegó al parque y antes de ingresar, un ser mítico o no sabría catalogarlo, salio corriendo y se escondió detrás de él, lo único que alcanzar a ver fue una trenza de color azul muy larga.
-¿¡Dónde está!?- Llegó de la nada un tipo buscando a los lado, ignorando al muchacho de enfrente.
-No pudo ir tan lejos – Al ver a chico de enfrente vio detrás una larga trenza, triunfante sonrió. -Te tengo mocoso del infierno.
Kano sintió aquellas manos que se aferran a el, se tensaron, dejando salir un suspiro, activo su poder pues por lo visto haría su buena acción del día.
-¿Kido no les advirtió de no molestar a nadie? – Su rostro abarcó una sonrisa maliciosa mientras no se movía del lugar. Vio a ambos tipos que dieron un respingo al verlo quien era.
Sin duda esos tipos ya habían tenido un altercado en el cual, Tsugaro arreglo esos pendientes con ellos y estos al ver al niño que ahora no veían por ningún lado, quisieron cobrarse la contra el por la paliza de su amiga pelirroja y el chico mencionado que le secundo.
-N-Nosotros solo estábamos de paso – El chico enfrente le daba mala espina y como no ubicarlo, si siempre estaba pegado a su líder, miro por su rabillo del ojo y en la esquina vio esa maldita sudadera morada.- Mierda, corre….
Sin más ambos huyeron despavoridos, mientras dejaban a cierto chico de mirada gatuna, riéndose como si no hubiera un mañana, fue un buen juego acercles creer que venía Kido.
-Deberias dejar de esconderte- Miro hacia atrás al niño pues en cierta forma se sentía incómodo. -No creo que te molesten en un buen tiempo…
Pero el chico se quedó estático al ver aquellos ojos, tan puros como el cielo o tan transparentes como el propio mar, unos ojos tan preciosos que transmitían muchas cosas. Ningúno de los dos separó la mirada del otro, Kano estaba demasiado impresionado pero mientras que el dueño veía el rostro del rubio, en su corazón y alma, sentía una pequeña tristeza y nostalgia al verlo.
-Gracias por salvarme -Le regalo al chico su mejor sonrisa- Estaba esperando aun amigo pero ellos aparecieron de repente…
Incluso la voz del niño era bonita, si lo dejaba ahí solo no le pasaría nada pero era consciente de aquellos idiotas no se estarían tranquilos hasta desquitarse, ya más tarde le preguntaría a Tsugaro que hacer con ese detalle, aparte de que se sentía de buen humor podría hacerle compañía al niño hasta que esté estuviera más tranquilo con su amigo.
-Estás de suerte, este día no tengo trabajo así que no tengo problema en ser tu guarda espaldas -Una sonrisa juguetona apareció en su rostro- Y como estoy de buen humor será gratis -Le giño al niño.
Aladdin se sonrojo ante el coqueteo del chico pero acepto la oferta, empezaron a caminar por todo el parque y debes en cuando pasaban por la fuente dónde era su punto de encuentro del niño, aunque no había señales de vida del unicornio, Aladdin fue el que empezó una conversación que capturó la atención del chico de la mentira. Terminaron un buen rato en el área de juegos mientras se les había olvidado, volver a pasar por la fuente, sin saber que la última que pasaron, llegó después Alibaba.
-Para ser tan solo un niño, eres muy inteligente -Veia a su acompañante con cierta admiración- Cuando seas más grande, sin duda serás popular con las chicas~
Ante eso el niño frunció el entrecejo molesto, no le agradaba que lo vieran aún como un niño, jamás lo diría pero ya comenzaba a preocuparse que no diera el estirón.
-Tengo 14 -Amurado cruzó sus brazos y miro a otro lado- Estoy bajito, solo un poquito
Cabe decir que la cara de desconcierto de Kano era digna de una foto, el era bajo al lado de Shintaro, Tsugaro, Seto y ni que decir de Konoha pero a la persona que tenía enfrente apenas y le llegaba a la altura del pecho, aparte sus rasgos eran bastante infantiles, tirándole como unos quizás 10 años. Al ver ese puchero y su actitud, lo hizo empezar a reir, solo incrementando la molestia del otro.
-L-Lo siento -Trataba de controlar el temblor de su cuerpo pero no podia- En verdad tan solo eres un niño -Se le salieron una cuantas lágrimas de la risa.
Cabe decir que ante eso el más chico se molestó mucho más pero cuando volteo para verlo, se quedó perdido en la nostalgia que aquellos ojos desprendían ante los recuerdos, como si esto ya antes hubiera pasado. El niño se acercó hasta estar al frente y a su favor ya que el chico estaba doblado hacia abajo, aprovecho para tomar sus rostro entre sus manos.
-Estás muy equivocado Shuuya… -Su rostro se volvió serio al igual que su voz, acercó más su rostro ante la cara de sorpresa del otro y unió sus labios con los de el.
El rubio se paralizó ante la repentina seriedad del otro y su acción, una corriente eléctrica cruzó por su cuerpo, no se sintió incómodo pero si sorprendido más cuando el más chico profundizó aquel beso. No podía cerrar los ojos pues quedó de nueva cuenta, prendado a aquellos ojos que veían a través de el y que mostraban más cosas de lo que su edad aparentaba.
Cuando terminó el beso un aturdido Kano no podía salir de su trance mientras Aladdin aún sostenía su rostro.
-Te demostraré que no soy un niño -Le sonrió con ternura mientras acaricia con sus pulgares ambas mejillas- Ya debo ir con Alibaba, así que cuídate gatito -Soltó su rostro para después irse corriendo y riendo.
El rostro de Kano se puso tan rojo, por la vergüenza y molestia, activo su poder para que nadie más viera su estado.
-Ese mocoso… -Porque debajo esa máscara de indiferencia, estaba un muy avergonzado chico.
Sin ver el hilo rojo que ahora tenía en su dedo anular serpenteaba conectado aún divertido Aladdin, que ahora huía de un furioso Alibaba. Se volvieron a encontrar pero esto solo seria un desenlace que el propio destino trataria de estropear de nueva cuenta.
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