Un suspiro es lo que sale de sus labios.
Un tembloroso y largo suspiro mientras cierra la puerta.
La luz de la luna filtrándose por las persianas de la cocina, era la única que alumbraba las penumbras de su hogar.
No se mueve mientras observa las sombras complejas que se forman por el lugar, esperando que en cualquier momento su novio apareciera. Pero los segundos se volvieron minutos y nada ocurrió.
Había llegado un poco más tarde debido a que la sesión de fotos se retrasó por la falta de reflectores. Cuando corrió fuera del estudio, creyó que su novio estaría esperándolo con la cena lista, un beso de bienvenida y esos abrazos que tan querido lo hacían sentir, pero toda esa emoción se desvaneció cuando vio el departamento con las luces apagadas.
El aire que había estado conteniendo en sus pulmones, sale de sus labios en un jadeo casi doloroso y sus facciones se desfiguran en una mueca al saber que era el único en el lugar.
Sin pensarlo mucho, y con el repentino animo caído, comienza a hacer todo en automático. Se quita los zapatos mientras pensaba en que habría pasado para que su novio aún no se encontrara en casa. Una nueva costumbre de él que se había estado prolongando desde hace un tiempo. Cada fin de semana, o incluso días de esta.
¿Hace cuánto que no sentía los cálidos brazos de su novio recibiéndolo? ¿Cuándo fue la última vez que habían compartido una comida juntos? Ya no lo recordaba. Repentinamente habían estado demasiado ocupados con sus vidas profesionales que no habían tenido mucho tiempo para hablar.
Su trabajo era de modelo y su novio tenía una pequeña pero fructífera academia de danza. Así que no tenían un horario fijo en el cual llegar, sin embargo, su novio nunca se encontraba. Ya sea de día o noche, cada que llegaba a casa esta se encontraba sola, e incluso en esa semana solo se habían visto unas cuatro veces a pesar de vivir juntos. Y aquello le estaba haciendo llenarse de inseguridades que no quería tener, porque llevaban de novios demasiado tiempo como para desconfiar a estas alturas. Además, sabía que su trabajo lo tenía absorto al igual que él. Si, lo más probable era el trabajo que los estaba haciendo distanciarse, nada más. Y sabía que lo lograrían solucionar (como siempre lo habían hecho).
Pero eso no hacía que se sintiera mejor, que la opresión en su pecho al verse solo en esa mesa con demasiadas sillas mientras desayunaba, almorzaba o cenaba, desapareciera. Tampoco disminuía cuando se acostaba en esas frías sabanas cargadas de su aroma.
Y por eso, para terminar con ese distanciamiento, había hecho lo posible para compensar los minutos perdidos cuando la sesión de hoy comenzó, dando lo mejor de sí a que las fotos salieran bien al primer click. Todo con la esperanza de que su novio ya estuviera en el departamento, esperándolo con los brazos abiertos y esa hermosa sonrisa que él se encargaba de probar cada que lo besaba. Pero no fue así. (Y eso era lo que más le dolía)
La ilusión se había roto cuando abrió la puerta y nada más que oscuridad y silencio le dieron la bienvenida, avisándole que pasaría solo su cumpleaños. Pero no solo su cumpleaños, sino también, ese día cumplían 4 años de relación. No solo se había olvidado de esas 2 importantes fechas, si no con quien las compartía.
Se había olvidado…
—De mi...
Se muerde los labios para evitar que esa pena que sentía en su pecho subiera y se escapara como lágrimas por sus cristalizados ojos. Deja el saco en la percha y arroja las llaves en el mueble sin ningún cuidado. La pequeña caja en su mano, cae con bruces al suelo mientras camina en las penumbras y se pierde por el pasillo hasta su habitación donde, sin quitarse la ropa, se acuesta en la fría cama impregnada del dulce olor de TaeMin.
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