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Los "HERMANOS" Choi. por AMC

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Notas del fanfic:

Fue escrito con amor.

Notas del capitulo:

Espero puedan dejar un comentario apoyandome.

❋ ❋ ❋ ❋

Hoy es un día especial para la familia Choi ya que llega un nuevo integrante a esta familia, mamá y papá no pueden esperar a ir por ese chico de otro apellido porque, este chico no ha sido producto del amor de mis padres. Este chico proviene de un orfanato y en unas horas oficialmente seremos una familia de cuatro personas: Mis padres, yo y el próximo intruso. Sí, al parecer sería el hermano menor, el chico más joven de toda la familia en general. Yo no quería un hermano nuevo y si pidiesen mi opinión yo con toda la sinceridad del mundo diría que se fuera, que no habría lugar en la familia para él pero, mis padres no me dejarían objetar su opinión. Hubo días de la semana donde mamá salía del trabajo al igual que mi padre y no volvían hasta muy tarde y todo porque iban a visitar al mocoso de mi nuevo "hermano", pero lo peor era lo que seguía, cuando me atosigaban con cosas sobre él... que de hecho, eran cosas dichas por las encargadas de él en el orfanato porque ese niño era tan raro que no quería ni hablar.

El hermoso y elegante recibidor de la gran casa de los Choi era decorado por un cartel con letras grandes rosas que dictaban un soso "BIENVENIDO HIJO" Y al lado de esto varios globos con helio, todos de distintos colores pasteles. Mi madre decidió vestirnos muy formalmente y era un evento exclusivo para toda la familia, por lo que estaban hasta mis más queridos tíos y primos "celebrando" por la llegada del nuevo miembro de la familia.

Jugaba con mi consola portátil sentado en el enorme sofá mientras mis primos corrían divirtiéndose, las risas de mis tíos y tías hacían eco en la espaciosa sala de espera, la cual era el lugar favorito de mi madre y padre, podrían pasar toda una tarde platicando y tomando algo mientras estaban simplemente sentados ahí. Tan pronto como las grandes puertas se abrieron, todos callaron y voltearon expectantes. Una mujer bella, de estatura promedio y cabellos castaños dio paso primero dentro mientras tendía la mano a una persona pequeña escondida tras las paredes de fuera. Finalmente esa personita tomo suavemente la mano de mi madre y caminaron juntos y pronto mis demás familiares dejaron escapar unas cuantas exclamaciones enternecidas seguidas de un par de elogios, haciéndome fruncir el ceño.

¿Quién era ese niño? ¿Por qué todos se han juntado alrededor de mamá? ¿Por qué es tanta la sorpresa? Deje el juego sobre el sofá y camine a paso rápido y con pura curiosidad reflejada en mis ojos saltones, pidiendo permiso hasta poder llegar con mi madre y próximo a mi padre, quien se encontraba hincado a la altura del niño acariciándole el cabello y murmurándole suavemente unas dulces bienvenidas. Rápidamente supuse que ese chico, el que acapara la atención de la familia y atrae elogios es mi nuevo hermano. Me quedé pasmado observándole de pies a cabeza, varias palabras describiéndole me llegaron a la mente. Era un niño de ojos filosos, cabellos negros como el azabache y piel blanca como una hoja de papel, tanto que me resultaba un poco enfermizo de observar, ese era el chico que estaba parado de forma seria en medio del recibidor, exponiéndose a varios hombres y mujeres que le elogiaban por lo bonito y educado que era.

— ¡Hijo! Acércate a conocer a tu hermano —.Tan pronto como me hablaron levante la mirada y me acerque esquivando a mis tíos y a las personas que no conocía, parecían socios de mi madre y padre. — Hijo mío, el será tu nuevo hermano.

— Hola, soy MinHo. Choi MinHo —.Extendí mi mano tratando de lucir lo más amigable posible.

—... —. Hubo un silencio un tanto extraño, el chico miro con curiosidad mi morena mano por un momento y luego la tomo. —KiBum, Kim KiBum.

Tan pronto como la tomo y la sacudió saludándome de forma tan formal deshizo nuestro apretón como si mi toque quemara como los mil infiernos, cosa que me hizo alzar una de mis cejas y mirar a mi papá. Este acariciaba con cariño las hebras negras de mi nuevo hermano y platicaba con mis tíos quienes le hacían preguntas a KiBum y este asentía a las cuales podía. De vez en cuando nuestras miradas se topaban y terminábamos haciendo una guerra de quien podía esquivar antes la mirada, cosa que solo fue así en mi mente pues KiBum no parecía tener ganas de jugar. Tome mi juego anterior y volví a iniciar una partida nueva pero aun así con el aditivo en manos no podía apartar la vista de mi nuevo hermano, quien en un momento se acercó muy lentamente a mí, arrastrando los pies con esos zapatos caros comprados por mamá. En realidad mi madre preparo todo tan formalmente, hasta la vestimenta de KiBum. Un traje color caqui, por debajo una camisa azul de cuadros y botones negros con su saco de un botón, un short por arriba de las rodillas, calcetas largas blancas y unos zapatos de cordón cafés, daba el aspecto de ser un muñeco de porcelana.

— Hola... —. Hablé cortó. KiBum se había sentado a mi lado hace unos momentos y no había dicho palabra alguna desde entonces, mirando hacia la nada.

— Hola —. Su voz era chillona y sonaba muy refrescante, pero aun así algo infantil. — MinHo, ¿verdad?

— Sí — .Pause el juego y lo mire—. ¿Qué edad tienes?

— 14 Años de edad.

— Soy mayor que tú por dos años —. Sonreí buscando que se tranquilizara y ganara confianza en hablar, pero no sucedió nada.

—Comprendo —. Murmuro.

La fiesta siguió su paso, algunas mujeres venían y apachurraban los cachetes del azabache buscando su simpatía, pero el menor solo sonreía y me miraba de reojo estando —algo —nervioso. Cuando finalmente aquello término tarde por la noche, mis padres hicieron que KiBum se fuese a despedir de todos aquellos invitados con un apretón cariñoso. Cuando termino su "labor" subió al segundo piso acompañado de mi madre.

— MinHo —. Me menciono mi padre—. Subamos a tu habitación, KiBum dormirá contigo por unos días, ¿está bien?

— ¿No habían preparado una habitación para él? —Dije conteniendo un poco mi fastidio.

—Y así es, pero lo necesitábamos aquí para que nos dijese cómo quería que la decoráramos. Por estas semanas iremos de compras para la decoración de su habitación. Por lo pronto hemos puesto una cama individual en tu habitación —. Hablaba mientras subíamos a la segunda planta por las grandes escaleras de mármol pulcro.

Cuando entramos vi a mi madre sobándole la frente a KiBum con mucho cariño y ojos cálidos quien se encontraba arropado hasta cubrir sus labios con esa forma particular, con sus parpados pesándole y escuchando las palabras dulces que mi madre le profesaba. Pronto mi padre se le unió e hicieron que me le acercara para estar la familia completa. Después de unos minutos se fueron y me pidieron que lo cuidase por si algo ocurría más noche.

Me recosté mirando hacia KiBum quien ya se encontraba durmiendo plácidamente. Sonreí por última vez y le desee que durmiera bien en voz baja. Y finalmente me deje llevar por el sueño.

 

 

 

Cuatro años después

 

 

 

— ¡KiBum! Si no te atreves a despertar voy a tener que tirarte de cama, puto flojo —. Dije bajo lo último para que mamá no me reprendiera. Tocaba con fuerza la puerta esperando a que me abriese o mínimo se levantara para llevarlo a la universidad a la cual íbamos los dos.

— No grites, haces que me duela el cabeza, ojón —. Hablaba tranquilo como de costumbre, sobándose la nuca y con su mochila colgando de su hombro.

— ¿Cómo quieres que no grite? –. Dije empezando a caminar al primer piso—. Te he estado tocando la puerta de tu habitación como un hombre de las cavernas e inclusive entre y no te levantabas.

— Solo me encuentro muy cansado —. Dijo despidiéndose de mamá de beso y salía tras mío.

— No desayunaras nada por esto –- Me ponía el cinturón y prendía el coche.

— No tenía hambre, se igual forma no iba a comer, maldito idiota.

Sí, sí. Así el profesor de medicina me seguirá preguntando por tu salud. Eres débil, flaco y te cansas muy rápido, ¿acaso estás seguro de que eres un hombre? Creo que podrías pasar por una mujer muy plana.

KiBum no respondió, hastiado por la idiotez con la que me comporte lo más seguro, y eso solo hizo que me alterara más. En un cruce de peatones voltee a ver el lado del copiloto donde el venía y me sorprendió el verlo tan serio, tan molesto. No dijimos más hasta llegar a la universidad y el que KiBum se bajara azotando la puerta hizo que creciera un sentimiento de enojo por mis adentros, ¿a este que le sucede ahora?

Así fueron las cosas desde el día que llego y dejo el orfanato, aún era serio como cuando era más joven, pero al menos abría la boca para hablar por lo menos dos minutos. En cuanto a nuestra relación de hermanos paso de ser una regular sin comunicación a una mala, él nomas hablaba con mamá y papá pero a mí poco me dirigía la palabra. Continuamente recibe invitaciones de facultades para que se uniera o simplemente para que fuese a una de sus fiestas pero él siempre termina negándose, siendo el sueño de todo adolescente-adulto. Su estilo y belleza era por lo que más destacaba, chicos y chicas siempre tenía por montones, por su simple y "etérea" belleza.

"Los "hermanos" CHOI."

 

Éramos los chicos más lindos del instituto, la familia perfecta. En eventos siempre somos los que marcamos tendencia ya sea por la inteligencia, excelentes inversiones y nivel económico o simplemente la belleza que poseemos pero, Kim no es parte de esto. Kim es el que hace de esto una farsa por la sangre que posee, él no es un Choi y jamás lo será, ¿lo tendría bien claro acaso?

Pasaban las horas con rapidez, entre bromas y pláticas con mis amigos. Disfrutando de la vida de un universitario. Mi celular vibro y lo saque rápidamente, mi sorpresa fue grande cuando vi el remitente y rodé mentalmente mis saltones ojos, no era para nada grato tener un mensaje de KiBum pero, aun así la curiosidad me picaba porque este nunca me mandaba mensajes.

 

"Simulador. Me iré a la casa, no me esperes a la hora de salida. Byen."

Fruncí el ceño ante el cortante mensaje y fue imposible que la duda no me asaltara.

"Yo. ¿Por qué? ¿Te han expulsado por estúpido?"

"Simulador. No, idiota."

 

Alce los hombros y lo deje pasar.

Pase las clases aburrido mientras escuchaba las charlas sin gracia de mis amigos, no estábamos viendo nada recientemente y eso me aburría de más pero, no es que fuéramos flojos sino que al estar saliendo de las pruebas y proyectos de carrera no existía un mayor nivel de estrés y el ir a clase solo significaba escuchar lamentos de los alumnos pidiendo una oportunidad para hacer de nuevo una prueba o mejorar su proyectos, ¿yo? Yo no tenía esos problemas. Soy un Choi, inteligente es mi segundo nombre y aplicado, el tercero.

Cuando las clases terminaron y subí al coche para volver a la casa me puse a pensar en KiBum, ¿qué habrá hecho el estúpido está vez? Nada. El no hace nada más que comer libros y estar serio en la clase mientras el profesor "explica" cualquier cosa que esté estudiando él. Una ligera cólera me corrió cuando pensé en él, algo de él me irritaba y posiblemente era que lo mimaran mis padres cuando a mí me abandonaron, cuando parece ser que lo aprecian más a él. Recorrí el camino a casa entre unos murmullos molestos. Baje cuando entre al portón y me estacione, poniendo el seguro y caminando sin muchas ganas. Fui recibido por la servidumbre y mis padres quienes estaban sentados en el comedor platicando con ceños fruncidos de preocupación, quien sabe porque, iba a ir de largo a la cocina pero la voz cantarina de mamá me detuvo.

 Hola —. Saludaron ambos con una leve sonrisa. ¿Cómo sería si hubiese sido KiBum quien los saludara? —. ¿Cómo te ha ido?

— Bien, todo normal —.Pause y nos quedamos en silencio—. ¿Y el otro chico? –Hable entre dientes sentándome, fijando la vista en mi celular.

 ¿El otro chico? —.Hablo mi padre de pronto prestándome más atención.

Sí, KiBum —.Mire de reojo a mis padres quienes que me miraban con cejas alzadas—. ¿Qué les sucede?

No te refieras de esa manera, después de tanto años... es tu hermano —. Sonó mi madre con un leve tono de enojo—. No puedo creerlo.

No, no lo es—. Negué repetidas veces con mi cabeza, soltando brusco mi celular contra la mesa—. El simplemente llego un día a esta casa, un día de fiesta familiar. Simplemente paso y me dijeron que el sería mi hermano pero, nunca lo he visto de esa forma ya que no lo es, no sé qué tanto les cuesta entenderme.

— ¿Qué dices después de tantos años viviendo juntos? –. Hablo mi madre con voz baja y furiosa.

— ¡Es la verdad! ¿No me entienden? Que les cuesta tanto entender a ustedes dos, ¡él es un intruso en nuestra familia! –Respire fuerte—. Solo llego a ser un estorbo en mi vida. Ni siquiera cuadra aquí, ni con ustedes ni conmigo. El jamás debió salir de ese orfanato donde le encontraron, ni siquiera sé porque lo han adoptado... solo llego a dejarme en la soledad. A empujarme lejos de ustedes y hacerles olvidarme, ¡OLVIDAR A SU AUTENTICO HIJO! ¿No lo ven? Yo llevo su sangre, no... ¡No ese niño que me hace irritar!

— ¡Para MinHo! ¡Para de una buena vez! —. Sentí el enojo brotar lentamente de las palabras de mi madre.

Ni siquiera pude procesar todo, de un momento a otro todos ya estábamos con el ceño fruncido y con un sabor amargo. Por eso odio los malos días en la universidad, sumado KiBum.

— ¡Sí, sí! Mejor me voy a mí habitación, ya me he cansado de discutirles la verdad. ¿Qué tal si le hablan a su hijo menor, el favorito? –. Me levante y camine furioso hasta las escaleras. No pudo ser más grande mi sorpresa al encontrarme a un KiBum a medio bajar, con la cabeza gacha y sus manos nerviosas jugando entre sí, pellizcando sus nudillos. Me sentí un poco mal pero la furia volvió al escuchar a mi padre llamarme entre gritos desesperados. Pase a su lado empujándolo brusco con el hombro provocando que cállese y quedara sentado en un escalón. Aun sin levantar la mirada—. Ahora que sabes que eres un estorbo, ¿Cuánto esperas para empacar e irte? —. Le murmure frío.

Cuando subí todas las escaleras, corrí por el pasillo y me adentre a mi habitación cerrando la puerta de un portazo y con seguro. Me eche sobre la cama y grite contra la almohada, recibiendo y callando mi frustración como siempre. Después de cuatro años había decidido no quedarme más callado pues yo era el único que terminaba destrozado al ser así. Me quede de esta forma por horas e iba a ser así por más tiempo pues no tenía planeado salir de mi habitación, no me importase si fuese así por todo el día.

Golpes insistentes resonaban por fuera de mi habitación acompañados por llamados de mi madre seguidos de los de mi padre pero, de KiBum no había nada. Levante la mirada hacia la cajonera encontrándome con un portarretratos, este llevaba una imagen de la "familia" completa, incluyendo al estúpido de KiBum. Con furia lo tome y lo tire contra la pared, haciendo que pequeños cristales se disparasen hacia el suelo con velocidad. El silencio que llego a inundar a la habitación me desespero y me recosté nuevamente ahora con la vista al techo. Respirando agitado.

Si tan solo no hubieses llegado a la familia todo sería mejor —. Hable pausado y con molestia palpable.

Y tan pronto como caí en el sueño, me desperté con el frío recibiéndome. Pasee la vista por mi cuarto recordando mi mal humor del día de ayer, y me percaté de lo grande que fue mi escándalo tras pisar los pequeños vidrios del portarretratos que arruine al tirarlo. Golpes a la puerta de mí cuarto me pusieron atento, no eran fuertes y no había gritos acompañándolos, simplemente eran toques suaves y una voz igual de blanda que pronto identifique. Me levante importándome poco si los pequeños vidrios se impregnaban con filo en la planta de mis pies.

— ¿Qué es lo que quieres ahora? —. Fue lo primero que dije al abrir la puerta.

— Mamá quiere que vayas a comer, está preocupada por ti —. Hablo mirando de reojo el desastre de mi habitación pero pronto hice que me viese a mí.

— ¿Mamá? —. Hable con enojo, tratando de que se retractara y así fue al escuchar como tragaba saliva y ocultaba su mirada.

— L-la señora... —. Murmuro, encogiéndose. ¿Tanto miedo le doy?

Está bien, puedes irte. En unos momentos iré —. Cerré la puerta fuerte en su cara, esperando que se fuese. Fui a tomar una ducha rápida y cuando termine de arreglarme fui a juntar el portarretratos tirándolo al tacho de la basura y tomando finalmente la imagen que era apretada con fuerza, la tire bajo la cama.

Mientras bajaba, la imagen de mis padres sentados tomando café me hizo pensar en los problemas que me provocaría el haberles gritado pero, solo me senté ignorando sus miradas retadoras.

— ¿No me dirán nada? Hasta han tenido que mandar a KiBum por mí —.empecé a jugar con el mantel caro de la gran mesa.

— Refiérete a él como tu hermano —.Dijo mi madre. Aquí vamos otra vez.

— ¿Por qué? ¿Por qué un papelito firmado dice que ustedes son legalmente sus padres y por ende, yo su hermano? No señores. Él es un Kim, ¿Entienden? ¡UN KIM! Nosotros, la prestigiada familia Choi tiene a un Kim como infiltrado y así es como lo muestran frente a los hombres de negocios, un chico sin apariencia alguna entre nosotros —. Tensé la mandíbula.

— ¡MINHO! –Estalló furiosa—. Así es, ¡siempre será así! Ya estás muy grande como para que te tengamos que explicar que es así, ¿no te das cuenta que él es menor? ¡Tú eres dos años mayor que él, debes entender! Sé maduro por favor.

— ¿Cómo? El solo apareció aquí un día, salió de la nada. ¡Ya dije que él nunca debió salir de ese orfa...!

— ¡NO LO DIGAS! ¡No te atrevas a decirlo! Si tú... si tú lo hubieses visto tan indefenso un día por las calles del centro no dirías lo mismo, se veía mal. Tan frágil y pequeño —. Tembló—. No había nadie para él, un chico abandonado en las frías noches de diciembre con tan solo 12 años. Abandonado y sin compañía alguna. ¡El no siempre estuvo en ese orfanato! Vivió en las calles por dos años seguidos y uno en la institución a donde lo lleve para que lo cuidasen... no podía dejarlo nomás así. Tú te encontrabas tan distante y aun así no te deje. Me sigo preocupando por ti, sigo buscando tu salud y nunca debiste dudar de nuestro amor de padres.

Pero...

— ¡No, no! Tu solo te has creado tus mentalidades egoístas. Él nunca supo sobre el cariño de unos padres, una familia cálida que pueda festejarle sus cumpleaños o logros y el aún no ha logrado sentirse así por miedo a que lo abandones —. Su enojo se apagó lentamente mientras mi padre sobaba su espalda—. Tu solo te has apartado de nosotros, hijo. Debes saber que te amamos a sobremanera pero, no te podemos ayudar si sientes esa furia contra KiBum —. Suspiro y recupero esa mirada dura y fría, tan característica te ella —. Pero, quiero que te quede claro que él es un Choi ahora. No me importa si no lleva nuestra sangre y no me permitiré que lo nieguen como mi hijo porque lo quiero como a uno—. No espero a que le respondiese y se marchó del comedor.

 Ya se le pasara el enojo, así son las madres cuando se meten con sus hijos.

— ¿Inclusive con sus propios hijos? –Hable frustrado. Mi padre quien no había hablado durante toda la reñida ahora me sobaba el hombro tranquilizándome—. No sabía que las cosas hubieran sucedido así.

Nosotros no pensamos que nos encontraríamos un niño de piel clara sucia y temblando de frío o miedo, tal vez—. Me dijo con dureza—. No lo íbamos a dejar allí.

Yo tampoco lo dejaría solo —. Hable con la garganta seca.

Pues está bien, es hora de que lo comprendas y dejes de mostrarte tan egoísta. Tu madre y yo te hemos seguido apoyando y ni siquiera te atrevas a creer que no te queremos—. Me dio un pequeño golpe en el brazo y camino por donde se había marchado mi madre.

Después de la discusión los días siguieron retomando su camino con algo de rapidez, estás llegando a ser semanas y próximo dos meses, eran frescos y silenciosos. Las cosas cambiaron un poco entre la familia pues KiBum, mi hermano menor se había distanciado de cualquier persona con la que antes había hablado con cierta regularidad. Si antes hablaba poco con mis padres y sonreía apenas acostumbrándose a los tratados, todo eso pareció irse a la basura. En momentos después de llegar de la Universidad solo subía a su habitación y se encerraba ahí por horas, a veces ni siquiera comía.

Estábamos comiendo en el gran comedor cuando mi padre suelta el cubierto y me mira.

MinHo, ¿le has dicho algo a KiBum para qué se encuentre en ese estado? —. Me miro con ojos entrecerrados. Mi madre dejo de comer y me miro rápidamente, como si tuviera la respuesta a su más grande pregunta.

 ¿Qué? No, si ustedes apenas y pueden hablar con él, menos yo —. Alce la ceja con cierta molestia al ver que pensaban que yo era el culpable, yo no lo era o eso creo yo.

Lo siento —. Callo mi padre y tan pronto como lo hizo un suspiro salía de sus labios finos.

KiBum se ve tan fatigado, no parece querer nada y al parecer enfermo de gripe—. Hablo mi madre— ¿Deberíamos llevarle a un médico o que venga a casa? –Dijo ahora alarmada.

No te preocupes tan pronto, cariño. A penas hemos iniciado a darle medicación adecuada el día de antier –. Calmo mi padre—. A lo mejor es solo cuestión de abrigarlo y animarlo un poco.

Sí, creo que me calmare un poco —. Respiro y se levantó—. Debo ir a la oficina el día de hoy, ¿está bien? Cuiden y avisen a KiBum que debe comer, si no me encargare de hablar con él, no ha salido desde el día de ayer. Ese muchachito no se me escapará, ¿estará enamorado? —cuestiono más para sí misma.

Está bien... —. Asentimos ambos. Antes de irse, con llaves en mano se acercó a nosotros y nos plantó un beso en la frente a cada uno.

En unas horas nos vemos. Adiós mis amores —. Se despidió y cerró la puerta.

— Bueno, creo que podríamos hacer alguna actividad tú y yo—. Lo miré con ceja alzada y curve mi boca divertida.

— Siempre quise jugar a la consola con mi padre—. Hablé con precaución. Nos miramos en silencio y luego su voz resonó en el comedor.

— ¿Qué estamos esperando? —Dijo con un tono fresco. Ambos nos levantamos y caminamos al segundo piso, nos adentramos a mi habitación y prendí la PlayStation. Le tendí el mando a mi padre y este lo miro un corto momentos para luego tomarlo divertido—. Explícame.

Fue lo último que él me dijo para luego empezar a jugar Mortal Kombat 4. Cosa que me fue divertida al ver como se horrorizaba y se quejaba de los juegos de los adolescentes. Pasamos una hora de esta manera y al final terminamos sentados en el recibidor, esperando por KiBum.

— ¿Por qué crees que se encuentre así? —. Me cuestiono con tristeza papá.

Puede que sean días tristes para él, algún suceso tal vez. No lo puedo decir con exactitud—. Hable lento.

— ¡Ya sé! —. Mi padre grito con una sonrisa en la boca—. ¿Qué tal si salimos los tres a alguna parte? Podemos parar de camino a que coma KiBum, su comida favorita o cualquier cosa que él quiera. Después podríamos ir a pasarla bien los tres, ¿el cine? ¿Centro comercial? Ya veremos. Corre iré a avisar a los empleados que preparen el coche.

Me levante sonriente por la idea de mi padre. Las cosas habían dado un giro en mi vida, ya no veía ni trataba mal a KiBum y más de una vez vi su rostro lleno de confusión por mi cambio tan repentino de actitud. A veces él se alejaba y se iba a encerrar o yo lograba que me contestase apenas, pero había cambiado incluso me siento capaz de cuidarlo yo solo por unas semanas o por mucho tiempo. Toque la puerta de su habitación. La mía se encontraba frente la de él a una puerta más así que era raro que nos topáramos por la tarde. Espere alguna respuesta pero no se hizo ruido alguno detrás de la puerta. Toque nuevamente ahora más insistente esperando a que me abriese pero no sucedió nada.

Respire fuerte y abrí lento, esperando a que saliese enojado y me gritase que lo dejara pero me encontré con el cuarto vacío. Su cama estaba tendida perfectamente y en su tocador no había ni una de sus cremas para la piel, la habitación parecía nunca haber sido habitada.

 ¿KiBum? —Voltee a ver la puerta del baño esperando algún ruido de dentro, él siempre se bañaba escuchando música, al menos eso escuchaba cuando lo llamaba antes para que viniese a cenar, pero nada. Pronto me empecé a alarmar al verificar que no estaba ahí, salí a buscar en la sala de estar pero me encontré con nada y desesperado lo llame por el celular, el cual sonó en la habitación perteneciente a mis padres. Suspire y camine apresurado abriendo la puerta con fuerza. Su celular estaba en la cajonera al lado de la cama pero no había rastro de él—. ¡KiBum!

Baje corriendo los escalones con mi frente sudando, ¿Dónde se había metido?

— ¿Qué sucede, MinHo? —. Hablo mi padre quien venía con una sonrisa, pero se vio obligado a borrarla al ver a su hijo en ese estado.

KiBum, el n... —. No termine de hablar cuando de pronto la puerta principal fue abierta y mi madre entro tranquila, dejando las llaves en la pequeña mesa del recibidor al igual que su bolsa negra. Mi mamá seguramente sintió un peso en los hombros por el silencio que había.

— ¿Qué sucede? —. Nos habló a ambos con el ceño fruncido.

KiBum... —Mencione pero no termine de procesar lo que iba a decir, parándome a mí mismo. ¿Cómo debía decirlo? Mamá se preocuparía demasiado.

— ¿Qué sucede con él? –. Su voz empezaba a sonar desesperada y alarmada—. ¿Piensan quedarse parados sin decirme algo?

 Él no se encuentra en su habitación —. Hice una pausa pero pronto me apresure a hablar—. No se encuentra dentro de la casa.

 ¿Qué dices hijo? Él no ha salido en todo el día—. Trataba de convencerse así misma mientras iba camino arriba. Cuando entro a la habitación del menor de la familia fue y abrió los cajones encontrándose con nada. Por lo contrario su armario estaba lleno de su ropa, la que habían comprado para él. El parece haber huido.

— E-el... ¿Cuándo? —. Pregunto mientras empezaba a sollozar. Yo acariciaba su espalda buscando reconfortarla.

Hoy he entrado a decirle si se animaba a salir con mi padre y conmigo pero, no había nadie. Lo busque por toda la casa y no he encontrado rastros de él—. No pensaba mucho y me encontraba conmocionado—. ¡Debemos ir a buscarlo!

 ¡Sí! ¡Llama a los empleados y pídeles que nos ayuden por igual! Debemos encontrar a KiBum –.La ayude a caminar hacia el piso de abajo, mi padre se encontraba hablando con las autoridades pidiendo ayuda para encontrar a un desaparecido.

Y así fue como el infierno en la casa de los Choi comenzó, la desesperación se sentía entre nosotros. Yo me separe de mis papás yendo a buscar por las partes donde podía estar KiBum pero parecía que la tierra se lo había tragado, no había señal alguna de él. La noche se acercaba fría y con algunas nubes, ocultando las estrellas. No sabía que más hacer, daba vueltas por varias partes del centro esperando verlo en algún café buscando calor pero ya la mayoría de tiendas se encontraban cerradas. El tiempo daba paso a la madrugada y recibí un mensaje de mi madre.

"Mamá. Vuelve a casa hijo, mañana seguiremos y lo encontraremos."

Suspire lleno de frustración y tome un taxi camino vuelta, aun no perdía la esperanza de encontrarlo sentado en algún lugar, espero que al menos tenga dinero para conseguir dormir en algún lugar caliente. Cuando llegue mis padres se encontraban fuera de casa esperándome, ambos cabizbajos y con ojos cristalinos. Nadie menciono nada y nos adentramos dentro de la gran casa y nos sentamos en el recibidor, yo en aquel mismo lugar donde lo vi a él cuándo entro por primera vez aquí, siendo rodeado por varias personas. Inconscientemente voltee a ver el lugar donde él se sentó y me hablo vacilante, donde platicamos y cruzamos palabras por primera vez. Un ruido nos sacó a mis padres y a mí de nuestros pensamientos, alguien bajaba de las escaleras de forma lenta y un tanto ruidosa.

KiBum yacía parado a unos tres escalones de bajar completamente, con sus ojos llorosos e hinchados por las grandes cataratas que caían de sus ojos. Su rostro algo colorado, se agitaba con violencia y se veía obligado a sorber su nariz. Sus ropas algo húmedas y su cabello alborotado.

Lo... lamento —. Susurro mientras hipaba—. Realmente lo lamento —. Cayo de rodillas mientras lloraba con intensidad y hacia reverencias desde lo bajo, rogando por su perdón.

Hijo... ¡Oh Dios mío! —Mi madre de levanto y se agacho para poder abrazarlo— Que bueno que estés bien, ¡NO SABES LO PREOCUPADA QUE ESTABA! No te vuelvas a ir así, por favor.

El asentía múltiples veces mientras se aferraba, me asustaba verlo así de triste. Jamás había visto a una persona que llorase con tal intensidad, mi padre y yo nos acercamos e intentamos hacer que KiBum se levantase pero parecía pesarle la vida. Finalmente él se levantó y volvió a pedir nuestro perdón.

No te preocupes, KiBum —.Hablo ahora mi papá. Le ayudo posicionándose a su lado, cargándolo levemente—. Sera mejor que te vayas a secar y cambiar tu ropa.

Mi madre asintió pues más de acuerdo no podía estar y lo acompañaron arriba a su habitación a paso lento. Él se adentró al cuarto de baño en su habitación y todo el ambiente pareció tranquilizarse un poco. Cuando KiBum salió ya cambiado con su pijama mis padres y yo le obligamos a que se recostase y buscase algo de calor.

Lo siento —.Repitió por enésima vez.

— Sí hijo, te perdonamos mi amor... pero, ¿por qué? –Un silencio se formó en la habitación.

Yo he salido temprano por la mañana a correr un poco, después me entretuve y las horas pasaron sin que me diese cuenta —. Calló pero pronto continúo hablando—. La lluvia me atrapo y cuando llegue a casa no los encontré, pensé que se habían ido y me preocupe pero pensé que era por negocios. Cuando baje a unos minutos y los vi tan preocupados por mí me sentí mal. Lo siento.

Mi madre acariciaba su cabello y suspiraba. Cuando termino de relatar mis padres se miraron y le sonrieron.

Está bien, ya paso –. Ellos sabían que el mentía y tendrían que conformarse con esa mentira porque no querían presionarlo.

Se quedaron unos minutos platicando con él de cosas triviales y yo no había querido entrar. Solo los miraba y me tranquilizaba. Ya todo había pasado, KiBum se encontraba recostado, seguro con nuestros padres al lado, hablándole como cuando era pequeño y era nuevo en la casa. Cuando se aseguraron de que KiBum estuviese bien por segunda vez salieron de la habitación despidiéndose de él con un beso en la frente y cuando estuvieron fuera y me vieron mi madre se me acerco y me abrazo.

Gracias MinHo —.Al igual que con KiBum me dio un beso y me deseo las buenas noches.

Ingresaron a su habitación y me quede solo en el pasillo, viendo la puerta de la habitación de KiBum. Sin pensarlo dos veces ingrese lento, adentrándome en el cuarto apenas siendo iluminado por la luz de la ventana. KiBum estaba arropado hasta los hombros, con la mirada triste puesta en el techo.

— ¿Qué es lo quieres MinHo? –. Murmuro.

Nada realmente... —. Me sentí idiota—. Bueno sí, solo platicar un poco con mi hermano —. Nos quedamos en silencio por unos minutos, parecía que venía a cualquier cosa menos a platicar con él.

No hubiese regresado —. Confesó—. No hubiese regresado con los señores Choi si a ellos no les hubiese dolido mi huida, era estúpido pensar que no les iba a doler, ellos no son tú. Sé que no me creyeron.

— ¿Señores? Entonces, ¿por qué te has ido? ¿Qué tal si me lo explicas a mí? –. Me acomode en el sillón individual al lado de la ventana y lo mire con mirada pacífica.

— Tú lo has dicho MinHo. Señores. ¿No has sido tu quien se molestó porque le he dicho mamá a la amable señora que me adopto? Sinceramente eres más imbécil de lo que creí —. Corto mirándome serio—. ¿No has gritado tu por toda la casa que yo soy un estorbo para tu vida?

No, no. KiBum... —Me aterre por sus palabras, me sentí una mierda de persona al ver como se rompía.

MinHo, contéstame esto. ¿Crees que nunca debí salir del orfanato donde tu madre me metió e hizo que formaran el papeleo de adopción? Un intruso en tu vida... ¿crees que te he quitado el amor de tus padres? Te he dejado en la soledad, no quería hacerte sentir mal —. Hablo con voz entre cortada, recordando cada una de mis palabras dichas hace unos meses. Lagrimas pequeñas caían de sus ojos, mientras su respiración se volvía irregular.

— KiBum... perdóname, fui egoísta, ¿comprendes? —. Hable apresurado —. Yo he cambiado de opinión, no te veo más como un estorbo... ¡jamás lo has sido! Yo me hacía ideas equivocadas. Perdón por gritar esas barbaridades y hacerte sentir tan mal.

— ¿Entonces cual era? –. Me vio sin expresión alguna. Sus palabras me hacían robar el aliento­—. No creo que hayas querido traerme felicidad con esas palabras tan hirientes.

Perdón –.Murmure —. Perdón. Yo tratare de hacerte sentir mejor, que te sientas bien aquí y puedas sentirte seguro.

Los señores... —Paro de hablar al ver que levante una palma y negué con la cabeza.

Tus padres —. Le corregí y él me miro por unos momentos.

Mis padres se han preocupado mucho y me culpo por ello —. Hablo ahora con una pizca de cansancio —. No sabía qué hacer y admitiré que yo, al igual que tú, fui egoísta al marcharme tan repentinamente.

— Lo familia Choi tiene integrantes que piensan en sí mismos —. El ambiente ya no se sentía tan tenso.

La familia Choi y un Kim, recuérdalo —. Sonrió y yo lo mire por unos minutos decidiéndose regalar una sonrisa.

 

 

Las saludos a veces se vuelven despedidas más rápido de lo que uno piensa.

 

Notas finales:

5.9.5.8.


Espero que les gusté esta historia, es mi primer minkey, y puedan demostrármelo con una estrellita y un comentario. Cualquier falta de ortografía, son libres de decírmelo, por favor.


Sean felices.


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