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Fake Love por maryene - chan

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Fake Love

 

Aquella tarde el sol pintaba el cielo de tonos naranjas iluminando la ciudad de calidez y añoranza, como si te invitara a recordar viejos momentos. Los últimos rayos del día se colaban por la casa de los Beck haciendo que el omega se tomara unos momentos para disfrutar de la preciosa vista, Peter anhelaba sentir el calor de la estrella contra su cuerpo, el fresco viento soplando sobre su piel o las frías lagrimas del cielo recorrer su rostro, pero no podía, ni ahora, ni pronto… tal vez incluso nunca pero no le importaba en lo absoluto, el joven castaño sabía que tenía la suerte de haber encontrando tan buen alfa, uno que le protegía literalmente de todo, con una suave sonrisa le dio la espalda a la ventana centrándose en la comida que preparaba, Quentin llegaría pronto y no quería hacerlo esperar.

Más rápido de lo que imaginó la comida estaba hecha y la pequeña mesa de cristal perfectamente acomodada para dos personas, con una suave ráfaga de aire el aroma de su pareja llegó a su nariz y con una sonrisa se encamino a la puerta recibiéndolo con un fuerte abrazo. Las manos del alfa se deslizaban por su espalda y caderas haciendo su piel vibrar en deseo, era sostenido con fuerza mientras los labios se unían con lentitud en dominancia, el menor se dejaba hacer y deshacer entregándose sin pesarlo.

- ¿Cómo te fue? – Le preguntó el omega separándose apenas lo necesario para poder hablar.

-Ah… Bien supongo, Todos son unos idiotas.

Con una coqueta sonrisa ambos hombres se dirigieron al comedor disfrutando de la suave pasta en salsa de tomate seguido de un jugoso corte Kobe perfectamente cocido sin dejar de mirarse en todo momento

- ¿Quentin?

- ¿Si amor?

Mordiendo su labio inferior y dejando con delicadeza los cubiertos en el pulcro mantel el omega se armó de valor.

-Sé que hemos intentado hablar muchas veces de esto, pero, yo realmente quiero un cachorro… quiero llevar a tú cachorro.

-Peter…

-No, por favor, escúchame… hemos pasado muchos celos juntos y no logro embarazarme, no tengo que salir de casa podrías traer al medico para que me examine.

-Basta.

-Así sabremos qué es lo que hay mal en mi o en ti, pero…

Aquel momento siempre era rápido, su cuerpo se congela y era completamente incapaz de huir cuando las feromonas del hombre le envolvían evitando poder moverse, una de las manos golpeo con fuerza la mesa haciendo saltar todo lo que había sobre la misma y tomando impulso el puño contrario se estrelló con fuerza haciéndole caer al suelo.

Las lágrimas se acumulaban en sus ojos y apenas rozando la lastimada piel mordió el interior de su mejilla, si había algo que el mayor detestara más que no hacerle caso era verlo llorar, pero su piel ardía y quemaba, incluso aquella solitaria lagrima traicionera que se deslizaba por la roja piel aumentaba el dolor, era su culpa, era su culpa que Quentin estuviera tan molesto, estaba tan avergonzado que no quería levantar la vista pero entonces lo vio, la roja mancha de sangre le miraba en el suelo haciendo que el miedo envolviera su débil cuerpo, los sangrados nasales se estaban volviendo más recurrentes de lo normal, cubriendo su nariz escucho la silla deslizarse y poco después la dura mano le tomo por la barbilla obligándole a alzar la mirada deteniendo la pequeña hemorragia.

-¿Ya viste lo que me hiciste a hacer? – Soltó con voz cargada de decepción haciendo que el joven castaño bajara la mirada nuevamente avergonzado y sin más, volvió a su asiento con su comida mientras Peter le esperaba hincado a sus pies, ya sabía lo que seguía, Quentin siempre era lujurioso y salvaje pero cuando estaba enojado… solo esperaba que esta vez no lo lastimara demasiado.

 

          ¿Qué tan difícil era comprender su anhelo? ¿Es que acaso Quentin no deseaba cachorros? ¿O no quería que él fuera la madre de ellos?... Por ahora era no mejor no volver a tocar el tema, derrotado los días continuaron con la misma rutina, la misma desde que tenía memoria, Peter se encarga de la casa como el buen omega que es y en sus tiempos libres leía, dibujaba, o intentaba hacer un poco de ejercicio para no sentirse un holgazán pero algo cambio de pronto un día, por las mañanas las náuseas lo levantaban, súbitos mareos aparecían a lo largo del día e incluso por las noches hasta que finalmente el vomito le había hecho salir de la cama por la madrugada, Peter podía sentir el sudor frio recorrer su nuca, el cansancio hacer temblar sus piernas y brazos pero las risas y lagrimas se manifestaron con euforia, su celo había sido hace dos meses, no necesitaba un estudio para que le dijeran lo que ya sabía, finalmente cargaba al cachorro del alfa.

          Contento se levanto del suelo lavando su boca y una vez fresco volvió a la cama mirando el lugar vacío del mayor, normalmente no le gustaba que saliera de viaje pero esta vez se alegraba que estuviera fuera pues no podía imaginar una mejor bienvenida.

          Sin poder conciliar nuevamente el sueño tendió la cama tomando el frasco de cristal amarillento de su medicamento diario, pero cuando las píldoras estaban cerca de su boca las devolvió, ¿Y si le hacían daño al niño? Él no se arriesgaría, por lo que abandonó la habitación dispuesto a prepararse un saludable banquete.

          Con el estomago lleno el radiante omega se dejo caer en el sofá disfrutando de la vista que la ventana le ofrecía, observaba atentamente a las personas pasear disfrutando del clima, riendo, jugando, solos o acompañados… si tan solo no estuviera enfermo, con un suspiro se recargo en sus brazos recordando el día que el alfa le dijo que había heredado el síndrome de Goodpasture y que por su salud no podía volver a salir de la casa, esta vez, curioso, observo el cristal sin poder darle vueltas a la misma pregunta una y otra vez

          ¿Qué era el síndrome de Goodpasture?

          Sabía que había escuchado de aquella enfermedad antes… pero, ¿En dónde? De pronto su mente se iluminó ¡La clase de Ciencias! El recuerdo era brumoso pero podía recordar al profesor hablar de distintas enfermedades hereditarias, entre ellas Goodpasture, las continuas hemorragias nasales, la fatiga, la palidez, y la debilidad, pero su caso estaba controlado, no le haría daño salir diez minutos al aire.

          Decidido se hinco en el sofá tomando el seguro de la ventana cuando una electrizante y familiar sensación invadió su cuerpo, sin saber la razón, miro sobre su hombro y vio el florero a mitad del camino para estrellarse contra el suelo haciéndose añicos de inmediato, bufando, se encamino tomando las flores llevándolas a la cocina colocándolas en un nuevo florero.

          ¿Hace cuanto tiempo que no iba a la escuela?

          Sacudiendo la cabeza tomo un trapo y bote de basura recogiendo con cuidado los cristales rotos para después secar, pero esta vez no pudo evitar fruncir el ceño al recordar al chico que no le permitía prestara atención a la clase… ¿Su nombre era Ned?

          Aturdido el omega se dirigió al baño, una ducha le aclararía la cabeza, sin perder tiempo, se metió a la tina disfrutando del agua tibia envolverle cuando una placentera sensación le invadió, recordaba unos fuertes brazos rodearle por la espalda, el cálido torso mientras dejaba caer la cabeza en uno de los hombros y las piernas enredadas mientras reía por el aliento que era exhalado contra su cuello.

          - ¡Basta!

          Se recordaba a si mismo riendo, pasándose a la otra parte de la tina comenzando con una pequeña batalla, paredes y suelo eran salpicados de agua hasta que finalmente fue tomado por la cintura siendo besado con una deliciosa lentitud.

          Jadeando Peter salió del agua ahora fría tallando su rostro con furia, la ducha no había servido para nada, vistiendo un sencillo pantalón y playera se sentó en la cama intentando relajarse, esta vez, una toalla era agitada con cariño sobre su cabeza secando el húmedo cabello mientras su mano acariciaba distraídamente un muslo.

- ¿Deberías conocer a May?

          ¿May? ¿Quién era aquella mujer? Levantándose salió de la habitación, caminando hacia la cocina se sirvió un vaso de agua, sin embargo, cuando el nuevo recuerdo lo asalto, se recargo en la encimera permitiéndose sumergirse en sus memorias.

          Nicotine de Panic! At The Disco sonaba en el departamento mientras vigilaba que los gruesos trozos de carne quedaran a termino medio como les gusta cuando de pronto fue abrazado por la espalda con un brazo y la canción le era cantada a todo pulmón, para él y solo para él.

          -Vas a volver a rebanarte la mano, si sigues ocupando el cuchillo como micrófono.

          -Nada que no pueda crecer de nuevo.

          Le contestó mientras acercaba los platos sirviendo la carne tras apagar el fuego, dejando las punzas a un costado para sacar la bebida del refrigerador fue tomado por la cintura y dejado en la encimera con el mayor abriéndose paso entre sus piernas dedicándose a observarse, a observar aquel rostro que tanto amaba.

          - ¿Qué haces? La comida se enfriará.

          -No importa, tengo algo mucho mejor aquí.

          Una sonrisa se extendió por su rostro terminando por unir sus labios en un beso lento y sensual, en el cual, el omega se permitió entregarse por completo pues sabía que aquel hombre jamás le haría daño. Esas duras manos acariciaban con cuidado y lentitud su cintura y espalda haciendo vibrar su piel en anhelo mientras dos o tres dedos se colaban juguetonamente debajo de la ropa, jadeando y deseando más terminaron el contacto inhalando el aire que ya les hacia falta.

          -Será mejor que comamos. – Le susurro sin separarse en lo absoluto y riendo se dedicaron a comer.

          Por alguna razón las lágrimas se habían acumulado en su mirada, tenía tanto tiempo que no se sentía de aquella forma.

          Agobiado con la gran cantidad de sensaciones y recuerdos se sentó en la mesa observando el lugar, era de buen tamaño, dos habitaciones, dos baños, comedor, sala, cocina y un patio que había sido modificado para poder estar en él, era lujoso y las paredes de suaves colores pastel aun que lo hacían ver cálido, se sentía triste y ajeno, en cambio, aquel pequeño lugar en el que su mente se sumergía, de paredes roídas y despintadas, suelo con manchas de sangre imposibles de lavar y muebles viejos era agradable, le hacía sentir a salvo, ese lugar se sentía a su hogar.

Limpiando su rostro observó el reloj, apenas era medio día pero llevaba horas sumergido entre recuerdos, no comprendía, era como si le hubieran obligado a olvidar toda una vida, como si todo lo que había vivido fuera falso, incluso sus propias sensaciones y emociones, sus pensamientos y deseos, como si fuera una… una simple ilusión, pero todo tenia sentido ahora, la razón por la que la marca de Quentin se atenuaba con el tiempo, por la que no podía embarazarse de él, por la que no salía de casa, él, Peter Beck… no, Peter Parker ya tenía un alfa, abrazándose a sí mismo se permitió desahogarse, de pronto se sentía sucio.

          Cerrando los ojos se observó así mismo robando de las papas fritas de su alfa cuando las palabras habían llegado hasta él a través del lazo.

          -Puedo dejar de tomas las pastillas

          - ¿Qué pastillas babyboy? – Le preguntó.

          -Quieres cachorros, puedo dejar de tomar los anticonceptivos y así como somos en 4 semanas estaré embarazado.

          - ¿Qué? No.

          - ¿Por qué no?

          Los recuerdos lentamente se aclaraban podía recordar las hirientes palabras salir de ambas bocas y como lentamente el tono de voz de ambos hombres se alzaba hasta que de pronto se sumergieron en un crudo silencio.

          - ¿¡O no te crees capaz?!

          - ¡Es que tú no eres un omega normal!

          Podía oler el enojo del mayor, quería hablar, pero el fuerte nudo en su pecho ni siquiera le permitía respirar, de pronto su alfa se levantó e inclinándose en la mesa beso su frente.

          -Perdón, termina de comer ¿Sí? - Y sin más abandonó el departamento.

          Arrepentido había llorado y tras llamar a la tía May se encerró en la habitación acurrucándose en la cama, aunque quería irse, sabía le debía una disculpa, pero tampoco quería escuchar a que se refería con “no eres un omega normal”. Odiaba ser el típico omega, pero había momentos en lo que simplemente todas sus inseguridades salían a la luz… ¿Acaso no era lo suficientemente bueno para ser la madre de sus bebés?

Después de un par de horas el omega despertó al sentirse rodeado del aroma y brazos de su alfa.

-No terminaste de comer.

-No tenía hambre.

-¿May sabe que sigues así?

-Sí – Asintiendo obserrvo al mayor estirarse sobre él encendiendo la lampara de noche y cubriendo sus ojos hasta que su mirada se acostumbro a la iluminación, con un tenue suspiro el omega giro sobre su torso hasta recargarse en su espalda para poder mirar a Wade de frente.

-Lo siento, me enojé y dije cosas estúpidas e hirientes… hay veces que estos estúpidos instintos me superan y… lamento haberte hecho enojar.

-No estoy enojado contigo Peter.

-No?

-No. – Con un suspiro tomó una de las manos del más joven. – No eres un omega normal, no para mí… eres mi Petepay, mi omega, mi alma gemela, el amor de mi vida y mi razón de existir, nada me haría más feliz que verte embarazado de nuestros cachorros, puedes imaginarlos, pequeños y hermosos igual que tú, con esa sonrisa que me derrite o esos maravillosos ojos que lo dicen todo y son capaces de ver más allá que él resto… anhelo tener una familia contigo, con todos los cachorros que tu desees, pero cuando la tengamos quiero ya hayas cumplido todo lo que te has propuesto, aún eres joven cariño, debes terminar la escuela, decidir si quieres ser solo el amigable hombre araña… estoy enojado porque, por no controlarme hice que peleáramos.

- ¿Y si solo te quiero a ti? – Susurró el omega con un cálido nudo en el pecho pues sus miedos nunca habían estado tan infundados.

-Sabes que no es así… ese es tu omega hablando, ¿Qué hay de ser el mejor fotógrafo de Nueva York?

- ¿Y si no puedo?

-Mi Peter Parker jamás se rinde sin haberlo intentado todo primero.

          Con una tenue sonrisa rodeó el cuello del más alto besándolo con lentitud, el movimiento de sus labios era suave y romántico, en los brazos del otro ambos parecían encajar cual rompecabezas, sus bocas moviéndose al compás y disfrutando de las sensaciones que lentamente le embriagaban le cedió el control al alfa permitiéndole hacerle el amor como solo el podía hacerlo.

          Al separar sus labios jadeantes por aire se observaron fijamente, aquellas miradas que podía ver hasta lo más profundo de sus almas podían sentir su lazo tensarse en lujuria, y un infinito amor en su estado más sincero y puro.

          ­- ¿Puedes sentir eso? – Preguntó su alfa con voz rota, como nunca se permitía ser observado y con un asentimiento del más joven habló – No soy nada sin ti, te amo con locura, te amo con tanta intensidad que ni siquiera la muerte podrá separarme de ti.

          Con la mirada abnegada en lágrimas se unieron en un nuevo beso, uno en dónde las palabras inexistentes para describir como se sentían no eran necesarias pues sus roces lo decían todo, sus manos desnudándose apreciaban cada tramo de piel, sus ojos adoraban tan bellas formas grabándoselas a fuego en lo más profundo de su existir y sus corazones latían en sincronía demostrando que juntos eran uno solo.

          Un suspiro abandonó la garganta del omega el cual se aferraba al cuerpo de su destinado, observo cada una de las cicatrices, arrugas y expresiones para después perderse en aquella mirada mientras bajaba con lentitud sus caderas siendo llenado por el miembro de quien le abrazaba como si fuera el objeto más valioso del mundo, podía sentir ser llenado hasta lo más profundo de su ser brindándole una exquisita y desconocida lujuria que le hacia perder la cordura, sus labios se rozaban y sus cálidos alientos se mezclaban sin apartar sus miradas, podían ver el deseo, la lujuria, el cariño, y sus propios reflejos bañados en brillante luz y entonces lo entendieron, al conocerse, no encontraron a su otra mitad, se encontraron así mismos y aquellas palabras que todo el mundo buscaba con tanto afán ya no necesitaban ser descubiertas, porque cuando estaban así, abrazados, siendo uno, sabiendo que son lo más valioso para el otro, las palabras eran obsoletas.

          El sonido de los cristales rompiéndose sobresalto al castaño, asustado, limpio su rostro levantándose de la mesa caminando en silencio al corto pasillo sintiendo el aire abandonarlo cuando vio la alta y varonil figura salir de la habitación que servía como biblioteca.

          Wade Winston Wilson, estaba frente a él, internamente el omega juraba poder haber visto el brillo volver a su mirada y con senderos cayendo por sus rostros se fundieron en un fuerte y necesitado abrazo.

          - ¿E-eres real?

          ­-Mi babyboy, mi Petepay, mi Peter… p-perdón por tardar tanto.

          Con las palabras atorándose en su garganta el alfa solo podía asentir tomando con sus temblorosas manos las delicadas del menor, besándolas sin poder controlar su llanto observo entre besos la pequeña figura terminando por romperse en un doloroso alivio al verlo sano a pesar de los moretones que tenía, no podía creerlo, finalmente, después de dos largos y agonizantes años su omega está finalmente entre sus brazos.


Quentin Beck entro a su hogar disfrutando del aroma de la comida , sin duda había preparado lasaña, observo atento los floreros frunciendo al ver los olorosos narcisos, apenas era jueves y su omega cambiaba las flores todos los sábados, apenas era jueves, al igual que nunca antes había colocado flores tan escandalosas, dejando sus maletas junto al sofá observo a su omega salir de la habitación sonriéndole en cuanto le vio, contento, disfrutó del menor corriendo a su encuentro y del lujurioso beso que le entrego.

- ¿Te gustan las flores? Son de las semillas que me trajiste hace algunos meses, finalmente ayer florecieron, ¿A poco no son hermosas?

-No tanto como tú, pero son demasiado penetrantes, quítalas mañana.

-oh… de acuerdo.

Dejándose guiar por el menor tomó lugar en la mesa disfrutando de cada bocado mientras el omega le miraba detenidamente, tras llegar el segundo plato el mayor comenzó a parpadear repetidas veces.

-¿Sabías que tomar las hormas del sexo secundario opuesto puede debilitarte hasta la muerte?

Asustado el alfa intentó levantarse cuando dos manos le sujetaron con fuerza y tras reconocer el aroma su cabeza fue azotada contra la mesa dejándole aturdido y un fuerte dolor en la nariz pues ahora estaba rota.

Las fuertes feromonas de Deadpool se desplegaban por toda la habitación sometiendo al bastardo que le había alejado de su omega, deseaba cercenar aquel cuerpo tejido a tejido pero era su amado quien merecía aquella venganza.

-Es curioso lo sugestionable que es un omega cuando se le mete algo a la cabeza y sobre hormonado por supuesto, puedo jurarte que esta mañana creí que estaba embarazado, obviamente no tome los medicamentos, no sabía si le harían daño al bebe, pero ahora sé que no importa con cuanta desesperación o veces me tomes jamás serás mi alfa… no seguiré perdiendo mi tiempo contigo, ya no…

Observando a su alfa se encaminaron a la puerta, el castaño podía sentir el sudor contra sus manos y el nerviosismo asaltarlo, finalmente saldría de aquel lugar que ahora sabía era una cárcel, pero una risa le hizo detenerse.

-La cantidad de hormonas es muy baja o hubiese notado el sabor… eres mío Peter, drogado o no, lo gritabas cada que te cogía, no importa que tan lejos huyas, volverás a ser mío porque no tienes el valor de terminar el trabajo.

El omega sentir hervir su sangre, girando sobre sus talones tomó uno de los cuchillos de su alfa y jalando con fuerza el cabello de Quentin enterró el metal en su cuello deslizando el filo con lentitud disfrutando de la incredulidad y miedo que embriagaban aquellos ojos.

-No soy tuyo, Jamás seré tuyo. – Habló presionando la herida con furia, sonriendo al verlo ahogándose en su propia sangre susurró justo antes de que la luz abandonara su mirada. – Y jamás lo fui.

 

Fin

Notas finales:

Gracias por leer :3


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