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¿Mundo paralelo? por TheStarsGirl

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Partidos de entrenamiento se habían presentando en la próxima semana para Karasuno en Tokyo, y no iban a desperdiciar la oportunidad de ejecutar sus nuevas y evolucionadas armas.


Por esa razón, todo el equipo debía llegar temprano al gimnasio para practicar su sincronización y resistencia.


...


—¡Apúrate Bakeyama! —grita una pelinaranja a lo lejos mientras corría en dirección al lugar donde entrenaban—. ¡Llegaremos tarde por tu culpa!


—¡¿Ehh?! ¡¿Cómo me has llamado, idiota?! —con el ceño fruncido, apresura sus pasos hasta alcanzarla.


Así, ambas empiezan una carrera sin decirse nada; chocando y empujando a personas en el pasillo a la vez. Sin desear que gane la otra, al ver las puertas del gimnasio saltan hacia delante, abriéndolas con un sonido estruendoso.


—¡En tu cara Kageyama, yo gano!


—¡Sal de encima Hinata boke!


—No hay por qué llorar, Kageyama —exclama con pena, se levanta de un salto dejando libre a la pelinegra pero rápidamente coloca un pie sobre la espalda de su compañera de equipo y la mira desde arriba con una sonrisa—. Sólo debes admitir que yo soy mejor que tú.


—¡Vete al diablo, comemierdas! —al escucharla reír, se enoja aún más. Se da vuelta en un rápido movimiento y empuja a Shōyō bruscamente—. Con respecto a lo anterior... —se pone de pie y sonríe de manera aterradora, marca Tobio— Yo gano.


—¿P-por qué sonríes así? —se pone a la defensiva, con los puños en alto—, ¿Quieres pelea? ¡¿Eh?!


—Idiota.


—¡¿Qué?! Ahora si te las ve... —se interrumpe abruptamente por una mano en su hombro. Se da vuelta y sube la mirada al darse cuenta que la persona es más alta que ella— ¿S-si...?


—¿Qué les apetece, señoritas...? —pregunta amablemente un hombre con gafas, este les recordaba a alguien, pero ambas no sabían a quién. Al darse cuenta que él esperaba que digan sus nombres, se apresuran a presentarse, gritando.


—¡Kageyama Tobio!


—¡Hinata Shōyō!


Ambas finalizan con una reverencia profunda.


Al levantarse, estas ven con extrañeza al hombre de en frente, el cuál estaba más pálido y con sus lentes mal puestos, tratando de formular algunas palabaras, o al menos así parecía.


—¡¿QUÉ?!


—Y-yo...


—¡Shōyō, qué linda eres!


—¡Noya-san!


—Bravo rey, ni como chica cambias tu actitud.


—Cállate.


—¡Oi Kageyama! Tú tampoco estás mal, ¿eh?


—Tanaka-san, por favor.


Ambas chicas dirigen sus vistas detrás del hombre —que aún seguía en un estado de shock— para lograr ver quiénes habían dado tales gritos. Kageyama con cara de fastidio, en cambio Hinata estaba sonrojada al escuchar a un chico referirse a ella como "linda". Sin embargo, no logran ver mucho por un grito más fuerte y lamentablemente conocido para ellas.


—¡Kageyama! ¡Hinata!


Un par de chicos exclaman algo confundidos, desde la parte de atrás. Pero son las chicas que se dan vuelta lentamente, rezando en su interior para que no sea justamente esa persona. Las puertas se abren nuevamente, pero esta vez venía todo el equipo, encabezado por su capitana, Sawamura Daichi, la cuál no estaba muy feliz que digamos.


—Ustedes dos —las señaladas se paran rectas para escuchar lo que venía, ignorando los murmullos que venían del fondo, no era momento para procesar otra información.


—¡Daichi, mira! Se parece a ti, muy intimidante, por cierto.


—Suga, no animas...


—¿Yo estaré ahí?


—Ya estás acá.


—¡Tsukishima, maldito, déjame soñar!


—Hagan silencio Tanaka, Nishinoya, Tsukishima.


—Se suponía que todo el equipo tendría que haber llegado juntos —declara—.  Juntos —repite la mayor, se estremecen al recibir una mala mirada de su senpai, un buen momento para que la vice-capitana intervenga.


—Vamos Daichi, déjalos, no hicieron nada malo —sonríe para tratar de aligerar el ambiente. Sawamura sólo suelta un suspiro, rendida. Aún no podía hacer nada en contra de aquel gesto, aún.


—¡Suga-senpai! —las involucradas exclaman su nombre y se acercan a ella— ¡Gracias! —la más baja hace una reverencia mientras que la otra sólo asiente con la cabeza, agradecida.


—¿H-Hinata, Kageyama...? —las nombradas se dan vuelta con un gesto interrogativo para ver luego al hombre que antes estaba en shock— ¿C-Cómo es esto posible?


—¿Posible el qué, sensei? —una voz gruesa y desconocida para el equipo femenino se hace escuchar, esta persona camina desde la entrada hasta ponerse al lado del pelinegro. Mira al frente y sin darle muchas vueltas al asunto se da cuenta, con un poco de temor, de lo que estaba hablando Ittetsu— ¿Chicas?


Un breve silencio se apodera del lugar para luego romperlo con murmullos por parte del equipo masculino, los cuales subían cada vez más de tono por aquella pregunta, que parecía más a una afirmación.


Una vez que la confusión, la indiferencia y la negación pasaran a segundo plano, una voz hace que todos centren sus ojos en aquella persona.


 


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