Elladan y Elrohir, se abrazaron con fuerza, deseando más que nunca en su vida estar en la seguridad de Rivendel, con su padre Elrond Peredhil y su hermana Arwen. En los jardines de su querido Imladris. Pero no estaban en Rivendel, estaban atrapados por los rebeldes.
Los rebeldes eran un grupo formado por elfos, Ayaris, que vivían mas allá de Mordor y odiaban desde los elfos Noldor hasta los Galabrim. Y cualquier elfo que no fuera uno de los pelirrojos ayaris que fuera atrapado por estos, nunca se le volvía a ver.
-Sabes Elladan, nunca pensé que iba a morir el mismo día que cumpliéramos los 1500 años y por estas pestes de elfos que son los Ayaris.
Dijo Elrohir con la cabeza apoyada contra la de su hermano, ambos abrazados y acariciándose los morenos y largos cabellos.
-Mira la paradoja Elrohir, moriremos el mismo día que nacimos.
Trató de bromear Elladan. Elrohir era el serio de los gemelos, Elladan siempre había sido el bromista de los gemelos.
-Quisiera ver una vez mas a Adar (Padre), a Arwen, a Aragon.
Dijo Elrohir apesadumbrado. Elladan lo abrazó con más fuerza.
-Yo también. Quisiera estar en Rivendel y poder hacer esa visita a Legolas, que le prometimos hacer a Mirkwood para su cumpleaños 1650. Se lo prometimos en la boda de Arwen y Aragon ¿Lo recuerdas?
Elrohir asintió.
-Sí, su cumpleaños es en seis meses. Iba a ser la primera vez que fuéramos a Mirkwood.
Suspiró Elrohir apesadumbrado.
-Siempre pasaba algo y no podíamos. Tal vez después de todo nunca estuvimos destinados a conocer el hogar de nuestro pequeño Laiqualasse (Hoja Verde).
Dijo Elladan con tristeza.
Llevaban dos meses en ese encierro, y la única luz que habían tenido en esa pesadilla, venía de Aiwë. Aiwë era un precioso Ayari pelirrojo de apenas 1000 años, un niño aun entre los elfos.
Era un elfo puro y dulce, a quien llenaba de tristeza la actitud de su pueblo y se había empeñado en tratar a los dos prisioneros lo mejor posible.
Era un príncipe, el hijo menor del rey de los Ayari y el menos querido por su padre, pero el más estimado por los gemelos.
Les había traído mantas a los gemelos, les había cepillado los cabellos, les había traído agua para que se lavaran, ropa para que se cambiaran y sobre todo flores. Todos los días le traía una flor diferente a cada uno, de las que él mismo cultivaba.
-Es una pena que Aiwë tenga que vivir entre estos parias.
Dijo Elrohir recordando al lindo elfito pelirrojo.
-Cierto. Sobre todo por el peligro de que a la larga se resigne a cómo es su gente y termine siendo como ellos. O muera de tristeza.
-Espero que eso nunca pase, Elladan.
Los dos hermanos dejaron de hablar al sentir unos pasos ligeros y veloces que se acercaban. Reconocieron ese andar como el de Aiwë. Y efectivamente, cuando la puerta de la celda se abrió, entró el bonito elfo pelirrojo de ojos grandes y dorados. Se abalanzó sobre los dos pelinegros con la cara radiante de alegría al verlos.
-Amigos, sé cómo sacarlos de aquí.
Exclamó feliz el elfito pelirrojo. El corazón de los gemelos se detuvo al oír esas palabras.
-¿Qué quieres decir Aiwë?
Preguntaron los dos gemelos pelinegros mientras el pelirrojo se sentaba sobre el lecho de mullidas colchas que él mismo le había hecho a los gemelos. El pelirrojo abrió la mochila que llevaba, de la cual extrajo frutas para los prisioneros.
-Verán. Logre infiltrar a los únicos tres ayaris en que confio. Son los trillizos Mithmir, Mircalen y Luinmir, tienen 2000 años, me han criado y son los únicos de todo el palacio que me aprecian. Los tres accedieron a ayudarme a sacarlos de aquí. Hoy a la madrugada, en el cambio de guardias, ellos os sacarán de aquí, en los cinco minutos que tarda el cambio. El problema viene en que tenemos que lograr mantenerlos vivos hasta la madrugada.
-Pero nuestra ejecución será al caer la noche.
Se lamentó Elladan.
- Verán, hay una posibilidad. Luinmir logró convencer a mi padre de que antes de mataros era mejor humillaros.-Ante las miradas de los gemelos, Aiwë apresuró a aclararse. -No se alteren, oigan primero el plan. ¿Qué es eso que los elfos sólo damos a la persona con que nos casamos?
-La virginidad.
Respondieron los gemelos a la misma vez sin entender.
-Bien ¿entonces cuál sería la peor humillación para dos elfos vírgenes?
-Arrebatarnos la virginidad, antes de matarnos.
Dijo Elladan asustado. Aiwë negó con la cabeza.
-No, la mejor forma de humillaros sería chantajearlos para que ustedes mismos regalaran su virginidad, sin estar casados. Y Luinmir convenció a padre de que sería una gran idea.
- Aiwë, ¿estás loco? ¿En qué nos va a ayudar esa descabellada idea?
-Ya sé que es descabellado, indigno y muchas cosas peores. Pero eso los mantendrá con vida, hasta la madrugada, donde podrán escapar. Ya sé que es algo humillante, chicos, pero si uno de los dos cede y regala su virginidad a alguien, eso les daría un día más de vida y tiempo a los trillizos para sacarlos de aquí.
Los gemelos se miraron espantados.
-¿A... a... qui...?
-¿A quién le tendría que dar uno de ustedes su virginidad? No sé quién es en realidad. Sólo que es el elfo más impresionante que hayan visto jamás, es rubio y muy hermoso. No es un Ayari, ningún Ayari aceptaría tener relaciones con ustedes por considerarlos inferiores, pero que conste que yo no lo hago, yo los quiero mucho gemelos.
Elladan y Elrohir asintieron y le acariciaron el pelirrojo cabello a Aiwë para tranquilizarlo, mientras se miraban, pensando en ese descabellado plan.
-¿Y quién es ese elfo?
-La verdad que ni idea. Sindarin, o algo así, se llama la raza a la que pertenece.
Dijo Aiwë. Los dos gemelos se miraron.
-¿Estás seguro de que todo saldrá bien?
Preguntó Elladan. Aiwë asintió.
-Sí. El elfo rubio fue apresado cerca de aquí recientemente y él también se salvaría, si llevamos a cabo el plan, pues Mircalen lo sacaría, mientras Luinmir, Mithmir y yo los sacamos del país a ustedes dos.
Los gemelos respiraron hondo, pero antes de que Elladan hablara, lo hizo Elrohir.
-Yo lo haré.
Dijo el que era el mayor de los gemelos por cinco minutos.
Continuara...