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Petite mort por Yue Murakami

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Notas del capitulo:

Es el primer fanfic que hago de esta serie, de esta pareja que me encanta tanto. Espero se disfrute la lectura tanto como yo disfrute escribiendo.

 

Dedicado a un grupo muy especial. Las adoro

Enamorarse de Garō es similar a ir en un auto a 180km/h, sabes los riesgos mientras tu cuerpo bombea adrenalina. Acostarse con él es estrellarse contra una pared sin cinturón de seguridad; sus dedos se cuelan en el interior suave, abriéndose paso, son largos y van alcanzando los puntos correctos para romperme la voluntad. La incomodidad es punzante, duele, sin embargo, podría estar pidiendo más y más para perderme en una nube de placer causada por las oleadas electrizantes que me recorren por completo.

 

No hay posibilidad de poder distraerme de cada movimiento que percibo, saca los dedos, está frío, estoy vacío; me quejo de una necesidad tan lacerante que parece rasgarme las entrañas. Junta su boca a la mía, despacio y no es ni de cerca el hombre que conocí en una batalla brutal que casi me cuesta la vida ¿me costara la cordura esta noche?

 

La respuesta es inmediata, siento como su grueso miembro se adentra en mi interior, muerdo su hombro para no gritar, la amabilidad no me sirve en este momento. Deseo la brutalidad para dar el siguiente paso… Garō coordina bien con mis pensamientos, un empuje directo hasta el fondo, se me corta la respiración, mis uñas enterradas en su espalda, está húmedo ¿fui yo? Sangre y sudor combinados. No se mueve y siento que desfallezco.

 

Tengo el cuerpo temblando a la espera, me cuesta trabajo respirar, hablar, no estoy seguro si he dicho en algún punto su nombre. No recuerdo que pasó antes, no sé qué pasara después. Todo se reduce a este momento, la vida entera se me está yendo en una noche prometedora llena de sueños, aunque sé que mi voluntad no cambiará lo que pasara cuando los rayos del sol salgan.

 

Todo se paraliza cuando comienza el movimiento, duele, maldición, duele y no tengo punto de comparación para semejante sensación, sólo puedo pensar que podría romperme en dos. No puedo hablar ante la presión abrumadora de su cuerpo sobre él mío, entre mis piernas está el Cazador de héroes, me habla y no puedo entenderlo, me aferro a las sabanas. Lo único que me queda es este necio espíritu para cobijarlo entre mis brazos.

 

La habitación está sumida en las tinieblas, ni siquiera hay luna. Sólo tengo cuatro sentidos agudizados por la falta de uno de ellos. Eso vuelve la situación mucho peor, es más complicado mantenerme callado, tranquilo.

 

El oído, capta los sonidos obscenos de su boca, jadeos, gemidos bajos para que nada salga de estas cuatro paredes. El choque de nuestros cuerpos, es húmedo y repetitivo, un chapoteo provocado cada vez que decide no darle tregua al movimiento insistente de su cadera estampándose contra mí. Casi puedo escuchar salir de sus labios Badd, no es el apodo de héroe, su voz está cargada de placer y hay un tinte primitivo que me hace temblar cuando dice mi nombre real.

 

El tacto, ese recorrido de sus dedos pasa por mi cuello, el pecho, su palma entera se desliza en mi vientre bajo y me tortura con el dorso de su mano sobre mi miembro duro y necesitado. Es un maldito hijo de puta que tampoco me permite tocarme. Toda mi piel arde con las caricias de sus manos, sus labios succionando y sus dientes marcando a su antojo todo lo que encuentra. Cada que se encajan es una locura creciente, un deseo de gritar su nombre, pero una frustración se apodera de mí cuando noto que no tengo nada para decirle, soy incapaz de articular palabra, solo sonidos de placer que emanan de mi garganta.

 

El gusto, su lengua se encuentra de vez en cuando con la mía, luchan en nuestras bocas ansiosas; no hay forma de describir lo adictivo de ese sabor, de lo que Garō ofrece a manos llenas, sin contención, es generoso; cuando siento mi labio a punto de sangrar en un esfuerzo por no gemir demasiado alto se acerca para calmarme, sus movimientos se suavizan a un compás regulado, él también jadea. Es la relación perfecta de un adicto con la droga, solo que no hay una distinción de quien juega cual papel.

 

El olfato, percibo algo que no puedo distinguir; pero debe ser él que emana una esencia peculiar, se distorsiona, se vuelve fuerte y combina con la mía. Garō olfatea como un animal salvaje debajo de mi cuello, mi cabello negro. Necesito pedirle que se detenga porque me da la ilusión falsa de que me recordara, me prohíbo llevar más allá la fantasía. En mi cabeza se enciende una alarma, su aroma quedará impregnado en mí, en mis sabanas y por un tiempo todo este territorio será suyo.

 

Yo mismo le estaré perteneciendo.

 

La vista falta, no lo veo, no nos reconocemos, solo es una figura apenas distinguible, no hay diferencia si abro los ojos o los tengo cerrados, pero los suyos están encendidos, tan depredadores están brillando como los de un cazador que tiene a la presa deseada, atrapada. Sus manos pasan por mi cabello pegado a mi rostro.

 

—    ¿Estás bien, Badd?— me pregunta cuando decide quedarse quieto, bien clavado en mis entrañas, llenándome por completo. Entonces caigo en cuenta sorprendido que él puede verme entre la penumbra—. Deja de pensar…

 

No puedo responder, las palabras mueren en mi boca cuando toma revancha para reanudar el ritmo, atrapa mis muñecas a cada lado de mi cabeza. Tiene el rostro cerca, me reflejo en sus pupilas, estoy atrapado, cierro los ojos de manera involuntaria cuando embiste allí, se ensaña de tal manera me lleva a contraerme de placer, el calor se incrementa, se extiende hasta los dedos de los pies. Sus manos se sujetan a mi cadera, el agarre es tan fuerte que puedo jurar dejará marcas por varios días. Podría desmayarme, estoy mareado, mi respiración falla, ¿mi ritmo cardiaco también? No estoy seguro, pero él sigue, agresivo, errante, duro. Siento estallar algo dentro de mí cuando mi espalda se arquea, el gemido gutural, profundo acompaña la humedad de mi vientre bajo, pequeños espasmos siguen presentes. El cazador de héroes, el monstruo humano, Garō lo ha hecho dentro, percibo el cálido líquido quemarme acompañado por un gruñido, es una mezcla de placer y dolor; ¿cómo debo interpretar este acto? No puedo ser más tuyo. Ya me he estrellado contra la pared, solté el cinturón de seguridad y sólo me queda el impacto. He muerto por un momento. Jadeando, vislumbro luces alrededor como un caleidoscopio.

 

—    Te amo —susurra con un hilo de voz. Nuestras frentes se encuentran.

 

Yo también te amo quiero decirle, pero sigo regresando poco a poco a la vida; he muerto y sus palabras me resucitan. Es tan injusto que no haya permanecido callado. Ahora tendré que vagar con la mitad de mi espíritu, estoy seguro que lo superare, pero esta noche no. Quiero quedarme dormido contra su pecho escuchando el corazón humano que sigue latiendo.

 

Está frío el otro lado de la cama. Hace frío, me levanto con el cabello revuelto, el dolor en mi cadera que promete días difíciles, además de ocultar las marcas que dejo regadas por toda la extensión de mi piel. Se ha ido, las cicatrices también lo harán, pero ¿ahora qué? Tendré que vivir con un recuerdo tan hermoso, penetrándome el corazón como una aguja de cristal. No voy a llorar, después de todo conocía el peligro y decidí seguir adelante. No morí, sólo he quedado mal herido, es hora de recoger los pedazos que quedan, sanar los huesos rotos, respirar y levantarme. Él no volverá, los criminales deben huir por siempre. 

Notas finales: Petite mort, significa en francés "Pequeña muerte", es así como se define el orgasmo. Sólo un dato curioso.


Espero que les haya gustado, si tienen buenas vibras, lacen su amor.

 

Gracias 

 

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