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Casi Efímero por gravitycb

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Capítulo 1

 

 

Mientras una mezcla de humor y pesar se reflejaba en su mirada, de ojos color negro en forma de almendra, tan oscuros y profundos como el mar, ChanYeol Park observó como su abuelo daba una vuelta alrededor de aquel deportivo Bugatti Divo que acababa de llevar. Un automóvil de lujo, último modelo y pieza exclusiva de la marca, se fabricarían cuarenta como ése. La emoción del viejo al estar observando un vehículo tan único y potente, era palpable.

 

—Un automóvil valorado en cinco millones de euros.

 

Nicos, un hombre alto y fuerte, todavía derecho a sus setenta y cinco años, sacudió su canosa cabeza y esbozó una sonrisa de aprobación como si fuese un niño pequeño.

 

—Es una locura —continuó —, pero me alegra ver que vuelves a tener interés en cosas como éstas.

 

ChanYeol no respondió al comentario de su abuelo, y continuó observando aquella escena con una expresión distante, haciendo gala de su legendaria reserva. Las publicaciones dedicadas a su persona, en ocasiones tomaban un carácter más sensacionalista, señalando que el multimillonario dueño del Banco PCY era «bello». El banquero detestaba a la prensa y tenía poco tiempo para tales banalidades. Su rostro ovalado de tez clara, de cabello negro con un corte de pelo estilo pompadour, si bien sus orejas quizás no cumplirían con el prototipo que Da Vinci había impuesto, complementaban sus facciones definidas, las cuales poseían una simetría que llamaba la atención entre las personas: mentón fuerte, nariz recta ligeramente respingada en la punta, su boca de labios definidos y llenos le daban un aire sensual que sugerían un carácter fuerte que era más que una advertencia para los inexpertos, si es que su cuerpo con altura de un metro ochenta y cinco centímetros, hombros anchos, torso largo y ancho de músculos definidos, de brazos fuertes y manos grandes, no lo hacía de igual forma.

 

—Aún eres un hombre joven, sólo tienes treinta y un años —señalo Nicos Park con cautela. Desde hacía un tiempo tenía cierto temor de enfrentarse con su nieto, y rara vez se atrevía a intentar traspasar su resistencia —. Comprendo que quizás no puedas olvidar el dolor, pero es hora de que vuelvas a tomar las riendas de tu vida.

 

Absorto por la ingenuidad del viejo. ChanYeol se limitó a murmurar con rotundidad:

 

—Hace mucho que retomé las riendas de mi vida.

 

—Lo único que has hecho desde que murió SooYoung ha sido trabajar, ganar más y más dinero, realizar negocios cada vez más importantes. ¿Cuánto dinero puede uno ganar en toda una vida? ¿Cuánto de aquello necesitarás? ¿En cuántas propiedades puedes vivir?

 

Nicos Park extendió los brazos como un gesto ilustrador, abarcando la maravillosa casa de campo que tenían delante. Upper Fairfield era simplemente una muestra, de la gran cantidad de propiedades que tenía su nieto.

 

—Ya eres uno de los hombres con mayor fortuna, incluso has permanecido por años en el listado de la revista Forbes —añadió Nicos.

 

—Pensaba que el lema de los Park era ascender y avanzar.

 

ChanYeol reflexionaba sobre aquel sentimiento muy propio de la humanidad, el cual consistía en nunca estar realmente satisfecho con lo que se tiene, la triste realidad de anhelar algo más, algo distinto.

 

Había sido preparado para ser un hombre centrado en los logros profesionales, con crueles instintos de depredador. Era competitivo, ambicioso y agresivo cuando se enfrentaba a un desafío. Cada aspecto de su crianza había sido cuidadosamente planeado para garantizar que su formación y educación creasen un hombre exitoso, lo contrario a su fallecido padre, que había sido un vago toda su vida y consecuentemente una vergüenza para la familia.

 

—Estoy orgulloso de ti, tremendamente orgulloso —se apresuró a asegurarle su abuelo en tono de disculpa —. Pero la vida puede ofrecerte tantas cosas diferentes... a una fusión o un negocio nuevo. El romance puede parecerte un concepto anticuado…

 

—Pues claro que he tenido amantes —apretó sus preciosos labios, pensando que el respeto que tenía hacia su abuelo refrenó su deseo de darle una respuesta más mordaz —. ¿Es eso lo que quieres oír?

 

Nicos arqueó una ceja con pesar.

 

—Me interesaría un poco más, si me enterase de que has estado con la misma persona más de una semana.

 

Exasperado por la censura, ChanYeol respondió rápidamente, y la rabia pudo más que la tolerancia.

 

—No estoy disponible para mantener una relación seria. No tengo intención de volverme a casar.

 

Su abuelo lo miró con sorpresa.

 

—¿Acaso he hablado yo de matrimonio?

 

Nada impresionado por la expresión de ingenua de su abuelo, ChanYeol optó por callar.

 

Tristemente, era demasiado consciente de que por el mero hecho de ser hijo único tenía una responsabilidad adicional. La cultura tradicional griega valoraba enormemente la continuación del apellido familiar. Por consiguiente, sus abuelos vivían de acuerdo a los principios de su generación. Pero ChanYeol se sentía con igual derecho a defender sus opiniones, y creía que la honestidad era suficiente. Como no tenía el más mínimo deseo de ser padre, tampoco tenía planes para volver a casarse. Ser madre había sido el sueño de su fallecida esposa, por no decir su obsesión. Desde que falleció SooYoung, no veía razón para fingir algo que no deseaba.

 

—No quiero otro cónyuge… Menos hijos —reconoció ChanYeol, en tono conciliador pero con gesto indiferente —. Entiendo que esto te perturbe; pero así son las cosas y no pienso cambiar.

 

Nicos Park estaba pálido. Despojado de sus anhelos de felicidad para su nieto, consumiendo su cálida personalidad, de pronto parecía viejo, turbado y sin saber por dónde sostenerse. ChanYeol se sintió muy mal, pero ahogó el repentino deseo de suavizar el golpe y darle falsas esperanzas a su abuelo. Uno debía decir lo que sentía.

 

 

 

 

∞∞∞∞

 

 

 

 

Ya hecho un experto en mercaditos de segunda mano, BaekHyun se unió inmediatamente al competitivo ajetreo mientras revolvía en un montón de ropa de bebé. Con gesto victorioso sacó un conjunto de chaqueta y pantalón, preguntando el precio a la señora del puesto.

 

Costaba mucho más de lo que podía permitirse, y lo devolvió al montón con cierto pesar, debido que hacía tiempo que había aprendido que sus verdaderas prioridades eran tener un lugar donde vivir, comida y calor. La ropa era lo cuarto en su lista de necesidades para la supervivencia, de modo que el tener algo nuevo y elegante estaba fuera de su alcance. Encontró un suéter y un pantalón cuyo precio podía permitirse. Y aunque las dos prendas eran usadas, todavía estaban en buen estado. Los mellizos crecían tan deprisa, que vestirlos a los dos era un desafío continuo. Al pagar, la vendedora le ofreció rebajarle el precio del conjunto de pantalón, pero BaekHyun se sonrojo, negando amablemente, dándole las gracias, puesto que ya se había gastado el dinero que tenía previsto. La lástima que vio en los ojos de la mujer, le avergonzó.

 

—Son unos niños preciosos —dijo la vendedora del puesto con reticencia.

 

Había notado que aquel joven de cabellos rojizos no llevaba anillo, y aunque quería ser una mujer caritativa no aceptaba que un joven fértil fuese abbi soltero.

 

BaekHyun miró a sus hijos, sentados el uno al lado del otro en el gastado cochecito de bebés doble, y una sonrisa de orgullo paternal iluminó brevemente el áspero gesto de sus labios. SeHun y LuHan eran unos bebés preciosos, muy despiertos y receptivos para sus nueve meses. La combinación de cabello negro y ondulado, tez de clara y grandes ojos cafés oscuros, les otorgaba un aire angelical que resultaba engañoso. A los mellizos les encantaba llamar la atención y no paraban quietos, armaban mucho escándalo cuando se enfadaban y lloraban mucho cuando estaban aburridos; y para colmo, apenas dormían. Pero BaekHyun los adoraba, y a menudo los estudiaba con la aturdida sensación de que era imposible que hubiese tenido dos hijos tan inteligentes y preciosos. No sólo no se parecían a él, sino que tampoco tenían su carácter. Sólo en los momentos de depresión, cuando se enfrentaba a un agotamiento extremo, reconocía que era una lucha durísima atender sus constantes exigencias.

 

De regreso a casa, se fijó sin querer en las personas jóvenes. Le molestaba cuando le daba por pensar que quienes no tenían hijos parecían más jóvenes, más alegres y atractivos. Al pasar delante del escaparate de una tienda vio su reflejo y tuvo ganas de llorar. Tiempo atrás, con arreglarse un poco habría podido decirse que era bonito. En el presente, sólo quedaba un recuerdo de aquello: era un joven delgado, de barbilla angulosa y boca pequeña de labios delgados, estatura media, contaba con un metro setenta centímetros, ojos castaños en los que destacaba un tono rojizo a la luz del sol, su cuello era largo y esbelto, nariz pequeña y respingada, sus caderas proporcionadas a su cuerpo, manos delgadas de dedos largos, de un tono de piel claro, cabello rojo con un largo a la altura de su cuello, con un corte asimétrico que apenas se arreglaba. Su aspecto era anodino, era un joven del montón. Suspiró con angustia, pensando que el padre de LuHan y de SeHun jamás volvería a mirarlo si lo viese así.

 

De nuevo se maravilló de que aquel hombre se hubiese dignado a fijarse en él. Le había parecido tan romántico que un hombre tan espectacular y atractivo, que literalmente podría tener a cualquier persona, hombre o mujer, le hubiera elegido. Sin embargo, el paso del tiempo y los crueles avatares de la vida habían destruido una a una sus quiméricas ilusiones, obligándolo a enfrentarse a una verdad más difícil de soportar. En ese momento, BaekHyun aceptaba que el mayor sólo se había fijado en él porque había sido la única persona que había tenido a mano cuando le había apetecido tener una relación sexual. Él le había entregado todo lo que el mayor había querido, sin exigirle nada a cambio. Jamás  le había visto como un igual, sentía que siempre recordaba que el menor pertenecía a una clase social inferior ya que, por ejemplo, nunca habían tenido ninguna cita. Cuando se le había pasado la adoración inicial, el mayor lo había plantado con tanta rapidez que sólo de pensarlo le entraban escalofríos. Nada le había dolido tanto como aquel frío y cruel descenso en picada de la fantasía a la realidad.

 

Sólo unos minutos después de regresar a su pequeño apartamento, su casero apareció a su puerta.

 

—Vas a tener que marcharte —le dijo sin rodeos —. He recibido otra queja del ruido que tus niños hacen de noche.

 

BaekHyun lo miró horrorizado.

 

—Pero todos los bebés lloran…

 

—Y dos bebés hacen el doble de ruido.

 

—Le doy mi palabra de que haré lo posible para tenerlos callados.

 

—Eso me dijiste la última vez que hablé contigo, y nada ha cambiado desde entonces —lo interrumpió el hombre sin piedad —. Te doy dos semanas de aviso. Si no te vas voluntariamente, te echaré yo. Así que vamos a hacerlo del modo más sencillo posible. Ve a los servicios sociales, y pronto te buscarán otro sitio.

 

Horrorizado por su beligerante actitud, BaekHyun trató en vano de razonar con él. Mucho después de que aquel hombre se hubiese marchado, el de cabellos rojizos seguía sentado abrazándose las rodillas mientras trataba de dominar la profunda desesperación que le asaltaba. Se daba cuenta con horror de que no tenía modo de contravenir tal orden, teniendo en cuenta que varias personas se habían quejado de él y sus hijos. Además, no tenía fuerzas para culpar a los demás inquilinos de haber protestado. Las paredes eran muy finas y los mellizos lloraban a menudo por las noches.

 

El apartamento necesitaba una remodelación, los muebles estaban viejos y gastados, las instalaciones que tenía que compartir con los demás vecinos eran un tanto sórdidas, pero de todos modos la habitación había llegado a ser su hogar. Y, lo que era más importante, el edificio estaba bien, la zona era bastante respetable y segura. No tenía miedo cuando iba por la calle; a diferencia de cuando había estado embarazado, que se había pasado un par de meses en un apartamento de un barrio del centro de la ciudad. El tráfico de drogas y las bandas armadas estaban a la orden del día en esa zona, había temido por su vida cada vez que había puesto un pie en la calle.

 

Aunque había estado a punto de acostar a los mellizos para que echaran una siesta, se dio cuenta de que tendría que volver a salir inmediatamente. En dos semanas, estaría sin casa, y necesitaba darle a los servicias sociales el tiempo suficiente para que les buscasen otra. ¿Desde cuándo había caído tan bajo que ya no tenía ni fuerzas para ser independiente? Pestañeó para tratar de dominar las ganas de llorar. Tenía veintitrés años. Siempre había sido independiente, dinámico y trabajador. Pero no se había dado cuenta lo difícil que sería criar a dos niños solo. Desde luego, en los últimos meses de embarazo había trazado entusiastas planes para retomar su carrera profesional. Había esperado poder volver a trabajar a tiempo completo, no tener que depender de las ayudas sociales para sobrevivir. La mala salud, los problemas de vivienda, los costes de transporte y las noches en vela habían aniquilado sus esperanzas.

 

Transcurrió una semana lentamente, durante la cual BaekHyun hizo todo lo posible para encontrar un lugar donde vivir. Pero las pocas posibilidades que le surgieron terminaron todas en nada. A mediados de la segunda semana empezó a entrarle el pánico, y una trabajadora social le informó que tendría que trasladarse a un hostal con habitación y desayuno que ellos le pagarían.

 

—Acabarás odiándolo —le advirtió su amigo ZiTao Huang —. La habitación no será sólo para ti, con lo que no podrás hacer lo que te apetezca, y probablemente ni siquiera habrá instalaciones donde cocinar.

 

—Lo sé —murmuró BaekHyun con pesar.

 

—Y los bebés tampoco serán bienvenidos allí —suspiró el joven con quien se había conocido en el hospital —. Te trasladarán de allí enseguida. ¿Por qué te dejas pisotear, BaekHyun?

 

—¿A qué te refieres?

 

—Me dijiste que el padre de los mellizos tenía dinero. ¿Por qué no haces algo para que un poco de ese dinero te beneficie a ti? Si el canalla es millonario y conocido, incluso podrías vender la exclusiva a la prensa.

 

—No seas bobo —BaekHyun se apretó las sienes con sus dedos.

 

—Por supuesto, tendrías que darle un toque sensacionalista a la historia. Decir por ejemplo que en una noche hicieron el amor diez veces, o lo insaciables u obscenas que eran sus exigencias en la cama.

 

BaekHyun sintió su cara enrojecer.

 

—No, yo no…

 

—Los detalles sórdidos son los que hacen interesantes esa clase de chismes, y los que te proporcionarán montones de dinero. ¡No seas tan educado! Ese tipo es un canalla. ¡Merece que lo pongas en ridículo!

 

—Tal vez, pero yo no sería capaz de hacerlo. No es mi estilo. Agradezco tu ayuda, pero…

 

—Jamás saldrás del arroyo con esa actitud —ZiTao volteó los ojos maquillados con delineador azul —. ¿Te vas a quedar ahí cruzado de brazos? ¿Y dejar que el tipo se salga con la suya? Si de verdad quieres a esos niños, tendrás que hacer lo que sea necesario para darles una vida mejor, BaekHyun.

 

El de cabellos rojizos se estremeció como si le hubiesen dado una bofetada.

 

ZiTao lo miraba con expresión desafiante.

 

—Es cierto, y tú lo sabes. Estás dejando que el padre de los niños… ese ChanYeol cómo se llame… Estás permitiéndole que eluda sus responsabilidades como padre.

 

—Llamé al Servicio de Protección a la Infancia…

 

—Sí, como que ellos tienen tiempo y recursos para ponerse a localizar a un magnate de los negocios extranjero. Él es millonario. Se negará a hacerse una prueba de paternidad, o se marchará del país, quién sabe qué estrategia ocupa para eludir a los mellizos. Si te empeñas en llevar esto por la vía legal jamás verás nada de él —pronosticó el otro con cínica convicción —. Si quieres saber mi opinión, sólo te librarás de tus problemas actuales si le cuentas algo a la prensa del corazón.

 

BaekHyun no pudo dormir esa noche. Pensó en los sacrificios que había tenido que hacer su propio abbi para criarlo. Su padre enfermó cuando él aún era un niño de seis años, y para salir adelante, MinSeok había tenido que trabajar limpiando, de mayordomo, cocinero, empleado doméstico, entre otros, para poder sobrevivir, mientras su padre se recuperaba en el hospital, en el cual debió estar por un largo tiempo.

 

En la oscuridad de la habitación, BaekHyun seguía disgustado y nervioso. Aquel hombre lo había dejado plantado, había ignorado su petición de ayuda, rompiendo su necio corazón. Había tomado la decisión de morir de hambre antes que pedirle de nuevo ayuda. ¿Pero dejaría que su orgullo le impidiese cumplir con su deber hacia sus hijos? ¿Tendría su amigo razón? ¿Podría haber hecho más para presionar a ChanYeol?

 

Notas finales:

Esta historia es la primera adaptación que hacemos, actualizaremos con una frecuencia constante (aún por definir), también de encuentra disponible en otras plataformas.

Esperamos dejen sus comentarios y continúen leyendo.

 

 


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