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Entre las cuerdas de tu violín por kiba25

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Notas del capitulo:

Buenas, he vuelto :D mujajaja

Las partes que estén escritas en cursiva se refieren a recuerdos, para que no haya ningúna confusión y eso. En este capítulo veremos algunas partes del pasado de Zoro y la relación con su familia, en la cual, profundizaré un poco más adelante. Habrá un poco de conexión con Mihwak y bueno, poco más.

 

Espero que disfruten :D

 
En aquel entonces todo era bastante diferente, Zoro tenía 10 años y no debía preocuparse por nada, era un niño como otro cualquiera, pasaba gran parte de su tiempo jugando aunque a veces su padre le regañara por no estar estudiando lo suficiente pero para su suerte sus notas nunca eran malas. Sentado delante de su madre soltaba alguna que otra risa cuando la mujer jubaba con su pelo, largo en aquellos días. Tenía el mismo color que la madre y decidió dejarlo crecer cuando era más pequeño y se enamoró de lo liso y hermoso que lo tenía ella.
 
 
 
- ¿Quieres una trenza o una coleta?
 
 
 
-Trenza. Las trenzas son mejores.- Su madre sonrió y empezó a pasarle un cepillo. Al rato el padre apareció por la puerta y frunció el ceño.
 
 
 
-Deberíamos cortarle el pelo, parece más niña que sus hermanas.- La madre se giró algo molesta y Zoro bajo la cabeza.
 
 
 
-No hables así delante de Zoro, puede tener el pelo como él quiera.- Zoro miró de reojo a su padre quién se encogió de hombros y haciendo una línea de sus labios se puso de pie y encaró al hombre.
 
 
 
-¡Idiota!- Zoro salió corriendo y el padre abrió los ojos con mesura mientras la mujer suspiraba e iba tras el muchacho no sin antes pararse al lado de su esposo y reprocharle un par de cosas.
 
 
 
-¿Cuál es tu problema?
 
 
 
-No pensé que se ofendería tanto...
 
 
 
Zoro tenía ya 12 años y poco a poco su crecimiento era más notorio, sentado en la mesa de su habitación pasaba las hojas de uno de sus cuadernos para ver que la tarea de aquel día no estaba mal. Pasado un rato decidió bajar al salón y al encontrarse a sus padres sobre el sofá de forma acaramelada sonrió por lo bajo y se sentó en medio de ambos a modo de sorpresa. La madre llevó ambas manos a la boca tapando así su risa y el padre, aunque dispuesto a regañarlo se abstuvo al ver como Zoro reía cual pillín por lo que lo cogió de la cintura y empezó a torturarlo a base de cosquillas.
 
 
 
-¡Para Papá!- No podía escaparse pero su madre le ayudo molestando a su esposo en un punto que solo ella conocía hasta que soltase al chico e inflase los mofletes. 
 
 
 
-Tienes que hacerte fuerte, Zoro.- El muchacho se puso de pie en el sofá, cogio aire y señalo al padre con el dedo índice.
 
 
 
-Algún día seré un Alfa mejor que tú y tendre una pareja tan hermosa como Mamá.- El hombre le miró con orgullo y le bajo de las nubes sentándolo sobre su regazo para frotar su mejilla en la de aquel chico, por muy duro que fuese a veces, Zoro seguía siendo su cachorro, el cúal fue arrebatado de sus brazos por su esposa quien en broma lo regañaba por decir que había mujeres más hermosas que ella, aunque eso no fuese lo que Zoro había dicho. Aquellos días eran felices.
 
 
Estando cada vez más cerca el momento que lo decidiría todo Zoro se iba notando cada vez más extraño, sabía que algo pasaba pero nunca pensaba que podría ser aquello, frente a un espejo se miraba con cautela, escrutando cada detalle de su cuerpo, tenía ya 16 años y era alto, bastante, llevaba un rato ejercitando su cuerpo y se veía fuerte, pero, según él de una manera diferente...Dejó de mirarse cuando la cabeza de su hermana Kuina se asomó por la puerta. 
 
 
 
-Dice Padre que bajes a cenar.- Zoró asintió con la cabeza y se dió una corta mirada nuevamente, se había cortado el pelo bastante, aunque a su madre le había dado algo de pena el peliverde se excusaba en que un gran Alfa llevaba el pelo corto. Le molestaba también que su madre le mirase de forma preocupada ultimamente, ella sabía perfectamente lo que pasaba, después de todo era su cachorro...
 
 
 
Kuina y Tashigi eran gemelas, sus hermanas mayores que hace poco habían cumplido 19 años, ambas Alfas y mujeres hermosas y rectas, un orgullo para la familia pues una de ellas había terminado con las mejores notas de la ciudad y la otra era un prodigio en cuanto a actividades fisicas se trataba y siguiendo el ejemplo de ambas Zoro quería ser el mejor en todo, para así darle a su padre en todos los morros y llevar su apellido con orgullo. Sueño que fue destrozado con una hoja de papel, una letra y un resultado.
 
 
 
Los resultados se daban através del equipo médico del instituto y había llegado el día, demasiado tiempo de estudio sobre dichas condiciones traían a Zoro un poco del réves, por alguna razón sentía que todo su cuerpo ardía más de lo normal, la parte trasera de su cuello llevaba doliendo un par de semanas y aunque intentaba ignorarlo podía ser una fuerte señal de su destino. Vió como uno de sus compañeros salía con una sonrisa de la enfermería y trago duro, por otra parte Perona que estaba sentada a su lada le acarició la rodilla y le miró con una sonrisa.
 
 
 
-Relájate, estás muy tenso...- El peliverde asintió con la cabeza y cuando escucho su nombre se levantó con algo de lentitud,abrió la puerta y suspiró cuando se metió de lleno en la sala. Había un doctor de espaldas con su hoja de información, el señor se giró a verle con una mueca extraña y Zoro juntó las cejas. 
 
 
 
-¿Roronoa Zoro,verdad?- Asintió y sus pendientes chocaron entre ellos haciendo algo de ruido, el doctor le entrego una hoja y todo se volvió negro, sus manos temblaron sujetando aquel trozo de papel y aunque sabía de sobra que el otro le estaba hablando Zoro no podía oírlo, sintiendo como si se estuviese ahogando dejo caer la hoja al suelo y dándose la vuelta abrió la puerta con fuerza para salir corriendo e huir a algún lugar.
 
 
 
-¡Zoro!- Perona vió como su amigo salía corriendo y entrando en la sala vió la letra que identificaba a los Omegas en grande al lado del nombre de su amigo y se mordió el labio, ella lo sabía o bueno, tenía una idea sobre ello...
 
 
 
-¿Tú eres Perona, verdad?
 
 
 
-Soy un Alfa lo sé, necesito que me digas todo lo que ibas a decirle a Zoro antes...Por favor...- El doctor no tuvo problema algún y le dió a la chica todas las indicaciones que  el peliverde aunque ya conocía por las clases debía empezar ahora a llevar a cabo. Cuando termino la chica le dio las gracias y recogiendo el papel de su amigo salió en su busca, rezando porque estuviese aún en su escondite.
 
 
 
Zoro corrió todo lo rápido que pudo, la palabra Omega se repetía una y otra vez en su mente, giró antes de estamparse contra la pared y tropezándose en el proceso volvió a ponerse de pie con alguna que otra lágrima saliendo de sus ojos, subió las escaleras casi de dos en dos y abriendo una puerta la cerró de golpe para dejarse caer al suelo y esconder la cabeza entre sus piernas. Quería gritar, golpear a alguien pero sobretodo, quería desaparecer. Roronoa Zoro era un Omega.
 
 
 
 
Zoro abrió los ojos y dejó escapar una buena cantidad de aire por su boca, movió la cabeza para despejarse y bostezó en el proceso de salir de la cama e ir a la cocina para ponerse un vaso de agua. Miró el reloj y meditó unos segundos, aún tenía un par de horas de estudio por delante antes de que Perona entrase por la puerta y el tuviese que ir a ese maldito lugar a trabajar. El peliverde trabajaba como camarero en un bar, cuyo  dueño tenía un pub nocturno y a veces a Zoro le tocaba ir, odiaba hacerlo pero debía reconocer que el dineroque ganaba esas noches era más que casi toda la semana que trabaja por la mañana. Agarró su móvil y vio un par de mensajes de una de sus hermanas y uno de su madre,abrió este último y puso una mueca de desagrado, tenía cero ganas de una comida familiar pero debía ir, quería ver a su madre. Dejando todo de lado se sentó en la mesa y se enfrascó en sus apuntes, dentro de poco venían los examenes y debía estar a tope, incluso había dejado de asistir a Kendo esos últimos días, motivo por el cúal Kuina llevaba amenazándolo de muerte por mensajes. Varias horas después escuchó el ruido de la puerta y se quitó las gafas, estaba un poco espeso ya por llevar tanto rato pegado a unos papeles y le vendría bien la presencia de la pelirosa para activarse, Perona, como siempre entró quejandose sobre lo dura que era la vida en una tienda de juguetes y Zoro tan solo podía aguantarse la risa logrando así que su compañera de piso y mayor confidente le diera una mirada llena de reproche. Se encogió de hombros y con una sonrisa fue a la cocina.
 
 
 
-Hoy he comido en casa de Shanks, en la nevera tienes un poco, ya sabes, siempre que le traes algo prepara también para ti.- Perona abrió la nevera entre gritos y lágrimas de alegría, la comida de Shanks revivía hasta a un muerto.
 
 
 
-Bueno, creo que deberías darte una ducha, apestas a Derecho y leyes aburridas. - Zoro soltó una risa y Perona le imitó.- Mientras te preparó algo para que te lo lleves y luego hacemos eso...- El peliverde asintió en silencio y se marchó con la cabeza baja, Perona le miró con tristeza.
 
 
 
Llegó a la terraza y de una patada logró abrirla, Zoro había atrancado la puerta, miró por todos lados y tardó varios segundos dar con aquel cogote  verde. Caminó con pasos lentos y se sentó a su lado com ambas hojas en una mano. Zoro no dijo nada, tan solo miró de reojo la hoja de su amiga y se hizó aún más bolita al ver que Perona era aquello que más anhelaba...Ser un Alfa.
 
 
 
-Zoro...- El chico negó con la cabeza repetidas veces, su cabeza solo repetía alguna de las escenas en las que sus padres habían discutido sobre dicha posibilidad, su madre no tenía ningún problema pero su padre...Aquel hombre era otra cosa y no quería llegar a casa siendo lo que era...
 
 
 
-Tú no lo entiendes...- Perona escuchó aquel susurro y miró al cielo, era verdad, no lo entendía, aunque fuesen vecinos y sus padres amigos, eran familias muy distintas. Sabía de sobra lo estricto que era el padre del chico, su familia llevaba un peso, que para ella era estúpido pero Zoro debía cargar con él...Una influente familia de Alfas prodigiosos y quién iba a ser el hedero sale Omega. Perona sintió un nudo en el estómago, necesitaba lograr que Zoro comprendiese que todo eso daba igual, que él seguía siendo el mismo, el mejor de su promoción y el chico que aún no había perdido una pelea, ésta no podía ser la primera que perdiese...Se levantó de golpe y arrastró al peliverde consigo quien gritando pedía que le soltase.- ¿¡Qué es lo que quieres!? ¡Perona, estáte quieta joder!
 
 
 
-¡No quiero!
 
 
 
-¡¿huh!?- Perona  se detuvo nada más llegar a la puerta y apretó sus puños, estaba preocupada pero también molesta con el peliverde por haber salido corriendo de aquella manera.
 
 
 
-¡Eres un maldito cobarde!- A Zoro le entró un tic en la ceja e imitó el gesto de su amiga, apretó los puños e infló su pecho.
 
 
 
-¿¡Qué cojones te pasa a ti!?
 
 
 
-¡A mi no me pasa nada, es a ti al que si le pasa algo, pedazo de imbécil!-  Zoro gruño y señalo con el dedo a la pelirrosa.
 
 
 
-¡No me insultes, Perona!- Zoro había levantado tanto la voz que la chica se había ido de culo al suelo y en seguida el chico se agacho queriendo pedir disculpas al ver como la otra estaba apunto de llorar.- Perdon, Perona, yo no quería gritarte de esa manera...Lo siento de verdad...-Escucho como la otra resoplaba y empezaba a reirse por lo que sentándose también en el suelo se contagió y ambos soltaron una carcajada.
 
 
 
-¿Ves? Da igual lo que ponga en ese papel...El Zoro que yo conozco no se deja acobardar  tan facilmente...- El peliverde entendió que todo lo había hecho por él y negó con la cabeza. Perona se acercó a él y lo abrazo por sorpresa, dejando de esa forma que el Omega apoyase la cabeza en su pecho y de un segundo a otro empezase a llorar como un torrente. Perona estuvo todo el rato en silencio acariciandolo y esperando a que se calmase. Sabía que Zoro lo necesitaba.
 
 
 
Al escuchar la puerta del baño abrirse se giró terminando de colocar la mesa en la cocina y de un segundo a otro cogió el trapo más cercano que tenía y se lo lanzó de golpe al Omega.
 
 
 
-¡Me da igual que seamos amigos intímos, no salgas en calzoncillos!- Zoro se giró con los ojos abiertos, llevaba una toalla en la mano con la que iba a secarse el pelo y agarrando el trapo que colgaba en su cabeza se lo lanzó de nuevo.
 
 
 
-¡Y tú no duermas desnuda!- Perona se puso roja como un tomate y Zoro sintió un aura de peligro a su alrededor.- N-no...Yo...Yo nunca he visto eso...- Zoro trago duró al ver como Perona se acerba a él con un cuchillo en mano, se arodilló en el suelo y junto ambas manos.- Perdonáme...Por favor, no me mates...- La Alfa le perdonó la vida y a modo de venganza le cambió la comida poniéndole en la mesa un puñado de verduras recibiendo una cara de desagrado por parte del Omega.- Te odio...Me prometiste arroz...- Perona se rió cual diablo y empezaron a comer. Cuando terminaron recogieron entre los dos y Zoro fue a su cuarto, guardo la ropa que necesitaba en una mochila y suspiro. Perona golpeo la puerta suavemente y el Omega sonrió levemente.
 
 
 
-Será mejor que te quites la camiseta.- El Omega obedeció y se sentó en la cama cruzando las piernas, de esa forma le daba la espalda a la chica quien se acercó y quitándose también la suya lo abrazó por detras. Perona empezó a emanar su olor con fuerza, queriendo que este se adheriese al cuerpo del Omega, estuvieron así varios minutos hasta que Zoro sufrió un escalofrió, Perona se alejo pero tardo poco en volver a pegarse al cuerpo del chico. Era algo que hacían cuando Zoro tenía que trabajar por la noche, desde que un Alfa intento pasarse con él por lo que Perona se ofrecía como protección. Le dió un leve masaje y viendo donde estaba la glándula de su amigo se mojó los labios y paso la lengua por dicha zona logrando que el Omega soltase un pequeño suspiro que más parecía un gemido pero era necesario. Cuando acabaron Perona le dio un fuerte abrazo y pegó su mejilla en la del Omega para dejarle un poco más de olor y que nadie se acercse a él.
 
 
 
-Gracias...
 
 
 
-Ten cuidado y si alguien intenta hacer algo, hazme el favor y le partes la nariz o algo por el estilo.- Ambos soltaron una risa y Zoro volvió a colocarse una camiseta. Cogió la bolsa y el casco de motó, se calzó en la puerta y salió despidiéndose en voz alta. Al cerrar la puerta pegó un pequeño salto pues casi choca con el amigo pelinegro de Shanks quien ahora le miraba desde arriba con el ceño algo fruncido.
 
 
 
-Ho-hola....- Shanks apareció por la puerta de su casa y con una sonrisa se colgó en los hombros de Mihwak.
 
 
 
-¡Nos vamos de copas!- Zrandeó al pelinegro que mantenía un semblante serio y los fijos en el Omega quien disculpandose salió casi corriendo aunque no entendía el motivo de la mirada que aquel hombre le daba. Mihwak se giró viendo como el chico practicamente huí y se cruzo de brazos.
 
 
 
-Apestaba a Alfa...- Shanks inspiró aire y asintió con la cabeza, aunque él fuese beta, sabía lo que pasaba.
 
 
 
-Eso es porque se va a trabajar.- El Alfa endureció la mandíbula.- Algunas noches trabaja en un pub y una vez intentaron, ya sabes, abusar de él por lo que cuando tiene estos turnos Perona impregna su olor en él, nunca ha llegado a morderle pero si chupa su glándula.- Mihwak sintió como algo se revolvía en su interior y trago saliva claramente molesto. Shanks se encogió de hombros y ambos siguieron su camino.
 
 
 
 Bajó a toda prisa las escaleras y colgandose la mochila en condiciones se colocó el casco y arrancó la moto. Aparcó y quitándose el casco se bajo del cacharro, llegaba con algo de tiempo por lo que entró, como siempre, por la puerta trasera y saludando al personal se dirigió a los vestuarios. Al entrar se encontro con un Ace, era un chico de su edad, pelinegro y lleno de pecas, era lo más parecido a un amigo que tenía por ahí ya que también compartía los turnos de mañana por lo que poco a poco fueron haciendo migas. Ace también era como él, un Omega, aunque estaba claro que el pecoso lo llevaba muchísimo mejor que él, después de todo no solo tenía pareja sino que esta le había marcado. Eran almas gemelas, algo que Zoro, sabía que nunca tendría...Cerró su taquilla después de cambiarse de ropa y se miró al espejo, aquel uniforme le venía justo, y además, era bastante transparente. Viendose al espejo giró un par de veces hasta que Ace silbó tirandole los tejos y Zoro rodó los ojos.
 
 
 
-Eres de lo que no hay...- Ambos chicos se rieron un poco y Ace se encogió de hombros.
 
 
 
-No puedo evitarlo, alegras la vista chico, lástima que tengas un carácter horrible.- Zoro le gruño en respuesta y el pelinegro volvió a darse la razón hasta que mirarón el reloj y suspirarón a la vez. Era su turno. Zoro fue como siempre detrás de la barra, Ace en cambio tenía que ir mesa por mesa, lo cual, era un poco más desagradable. Aunque no lo reconociese mucho, ese sitio tenía algo bueno, el Omega disfrutaba sirviendo copas y el arte de la coctelería era algo a lo que le había cogido cariño y sin tirarse flores ni nada por el estilo, se le daba muy bien. A petición especial del jefe tenía que dejar salir sus encantos como Omega, no es que estuviese muy por la labor, la verdad pero una bonita sonrisa o un movimiento sútil de cadera significaban propina, lo cual, cogía con gusto. 
 
 
 
Shanks pensó que sería buena idea, Mihwak no sabía nada y por alguna razón al pelirrojo le parecía graciosa la extraña conexión que habían tenido esos dos, no estaba ciego. Aparcó el coche y ambos se bajaron.
 
 
 
-¿Por qué no vamos al sitio de siempre?
 
 
 
-Me han hablado muy bien de este lugar, además, hay algo que creo que te puede gustar....-Shanks le pusó ojitos y Mihwak le miró mal. Entraron, el pelirrojo por delante y el otro siguiendole los pasos.No era un mal sitio, la verdad, las luces eran de un tono morado que invitaba a entrar, observó que había tres barras en puntos claves, las mesas eran redondas en su mayoría y había una pista de baile con un tamaño perfecto. Shanks lo arrastró a una de las barras cuya luz era roja y el pelinegro gruño de rabia internamente al darse cuenta de las intenciones de su amigo. Aquel Omega estaba ahí, batiendo una coctelera  con los ojos cerrados mientras su cadera seguía suavemente el ritmo de la música. Le dió una brusca mirada a Shanks y este tan solo le miro.- Ha sido coincidencia
 
 
 
-Mientes
 
 
 
-Oh vamos Mihi, no estoy ciego, ese chico te llama la atención.- Mihwak quiso agarrarlo del cuello pero no lo hizo, tan solo resoplo y mantuvo una postura fuerte, como Alfa que era.
 
 
 
-¿En que demonios estás pensando, Shanks?- El pelirrojo lo tomó como una victoria.
 
 
 
-No te preocupes, confía en mi.- Le dedicó una mirada llena de desconfianza pero al beta le dió igual, de sobra sabía lidiar ya con el carácter apestoso de su amigo. Le agarró del brazo y medio arrastras lo llevó a la barra donde Zoro estaba sirviendo el coctel con una sonrisa coqueta en su rostro. Cuando el dueño de la copa se marchó Shanks apareció de golpe con una sonrisa de oreja a oreja y sentó al pelinegro a su lado quien no levantaba la mirada del suelo.
 
 
 
-¡Yoh Zoro!
 
 
 
-¿Qué...?- El peliverde se quedó estático, tragó saliva y se mojo los labios, estaba nervioso, aquello era absurdo. Shanks volvió a sonreir mientras que el pelinegro ponía aún más mala cara, si es que eso era posible...Sacudió la cabeza, estaba trabajando.- ¿Qué quereís...?
 
 
 
-Yo quiero un Basilisco.- Shansk fue el primero en hablar y Zoro se agachó un segundo para sacar un  vaso tumbler mediano, donde se sirve dicho cóctel. Dedicó una corta mirada al Alfa y jugueteó con sus manos.
 
 
 
-¿T-tú amigo...?
 
 
 
-Tomaré un Califa.-  Zoro aisntió con la cabeza,el Alfa tenía un gusto exiquisito y volvío con una  copa de cocktail. Primero preparó el del pelirrojo con esmero, lo sirvió con una sonrisa y después se dedicó al del Alfa, moviendo la coctelera vaciló un segundo y cruzó miradas con aquellos ojos, eran de un fuerte color ambar, sentía que lo estaban penetrando y todo su cuerpo sintió una corriente electrica. Todo en aquel hombre era extraño. Mordió su labio y viendo que tenía que agacharse para coger un ingrediente impulsó sus caderas para quese viese lo ajustado que le quedaba aquel pantalón, imperceptible para el pelirrojo pues lo hizo con mucho cuidado, Mihwak cerró el puño con fuerza mientras erguía todo el cuerpo....Maldito niñato, eso fue lo primero que pensó. Zoro al notar que aquella cara tan impertubable mostraba enfado se lamió los labios de forma algo sensual y Mihwak apretó su boca. Le sirvió el cóctel y apoyo la cabeza sobre la palma de su mano.
 
 
 
-Disfrutad de la bebida.- Sonrió algo más normal y Shanks se esforzó por aguantarse la risa, sabía lo que acababa de pasar y Mihwak estaba enfadado, lo cuál, lo hacía aún más gracioso aunque sabía que durante la vuelta a casa tendría que aguantar como el otro olvidaba su papel de Alfa imposible de perturbar y le gritaba una extensa serie de improperios y demás, pero, siempre merecía la pena.
 
 
 
Aquella noche iba a ser divertida.
Notas finales:

¿Qué tal? Me da la impresión de que quedó algo largo pero me gusto mucho la estrecutura en general, el final lo dejo como super abierto y me hace gracia, en fin, hasta la próxima chicos y muchas gracias.

 

 

Nos vemos :3


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