Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Asesinato nuclear por Ghost princess Perona

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Ansatsu Kyoshitsu no es mío.

Notas del capitulo:

Bueno, hemos llegado al último three shot de la saga. La siguiente entrega será más larga, aunque probablemente ya se lo imaginarán. En fin, espero que les guste este fic.

“En serio, ¿qué podría ser más aburrido que esto?” dijo Reishin, apoyando su cabeza contra su mano. Como siempre, le habían dado la misión más fácil que su padre tenía en el escritorio ese día. Por la serpiente azul, ¡ya no tenía cinco años! No le temblaba la mano a la hora de cortar la garganta de alguien, ni las piernas cuando tenía que trepar un muro de energía cristalizada. No necesitaba los mimos, muchas gracias. “¿En cuánto tiempo podemos dar el salto para Anasatsu?”

“Estamos en territorio eldiano, señor, tenemos que tomarlo con calma” explicó uno de los pilotos de su nave, haciendo que rodara los ojos. Esos malnacidos… su papá los llamó sus asistentes particulares, pero sabía bien lo que eran. Niñeras para evitar que resultara herido, algo que ningún otro chico de su edad y talento tenía. ¿Por qué sólo él no podía operar una unipersonal?

“¿Eldiano, eh?” se observó las uñas desinteresado. Una vez tuvo una misión en Eldia, en la mismísima Mytras. Debía asesinar a un tipo llamado Lobov, un ex diplomático importante o algo así, para uno de sus cómplices. Al parecer, recientemente había hecho un trato que no le agradaría a muchas personas, por lo que sus antiguos compañeros desembolsaron una jugosa cantidad en el templo para cerrarle la boca. “Creí que ya estaríamos en territorio marleyano, ¿Qué no hemos cruzado ya la frontera?”

“Según los mapas estelares, en una hora aproximadamente lo habremos hecho y en otra más podremos dar el salto. Hemos logrado evadir la detección hasta ahora…”

“Hum, ¿acaso lo dudaban?” todos se voltearon hacia el chico, que simplemente dirigió sus ojos azulinos hacia ellos. “Anasatsu tiene la mejor tecnología de ocultamiento del universo, es juego de niños para nosotros mantenernos por debajo del radar en este tipo de situaciones, ¿no lo creen?”

“Reishin-sama…”

“Aceleren el paso, nos estarán esperando en casa para cenar, ¿no lo creen?” el templo no era conocido por sus delicias culinarias, pero cualquier cosa preparada en casa era mejor que las raciones que llevaban en la nave para la misión. Ya estaba harto de las barras de proteínas resecas que lo obligaban a comer en las noches. Oh, cómo quería tener sus misiones en solitario ya.

El viaje le estaba resultando tan agobiante… ni siquiera la compañía lo hacía más ameno. De hecho, la compañía era uno de los problemas. Quizás pronto se desharía de él, si podía convencer a su padre de que finalmente había crecido lo suficiente. Incluso podría convencerlo de que le dejara investigar las recientes brechas de seguridad en su templo. Y de paso, tomaría el té con los conejitos lunares antes de reunirse con sus amigos los duendes para ir a la fiesta de jardín del dios serpiente… sí, claro, eso jamás iba a pasar.

Refunfuñando, volvió a pensar en las brechas de seguridad. Anasatsu tenía mucho que ofrecer en materia de combustibles, pero todo eso se almacenaba en una sección separada del planeta. El templo no era una de ellas. Además, los genios que lograron colarse en una de las localidades más seguras de toda la galaxia no se robaron nada… o tal vez sí, más no cosas que pudieran echar en falta. Quizás… quizás fueron…

“¿Qué es toda esa estática?” preguntó, saliendo de sus pensamientos cuando escuchó algo que la radio estaba captando, de uno de los muchos canales que tenían pinchados.

“Parece que estamos recibiendo un mensaje de las fuerzas de reconocimiento de Eldia. Rebota en nuestra antena antes de ir al templo, así que…”

“Pon la transmisión en alto” ordenó, curioso. La Legión era sumamente interesante. A pesar de no tener el nivel del templo, tenía asesinos sumamente capaces. Enfrentar a uno de ellos debía de ser todo un goce. Uno de sus niñeros estuvo a punto de contrargumentar, pero un gruñido de advertencia fue suficiente para que lo olvidara. Unas palabras en alemán salieron de los altavoces “¿Qué están diciendo?”

“Creo que… Rubnik… algo referente a Rubnik” escucharon con más atención. Entonces entendieron. Habían encontrado el paradero del planeta rebelde.

“Interesante” comentó el chico, sonriendo con malevolencia. “Muy bien, cambien el curso hacia Rubnik. No usen el generador de agujero negro, el hipersalto común será más que suficiente.”

“Señor, su padre…”

“Mi padre declaró que cualquier sacerdote en funciones que tenga alguna información acerca de Rubnik debe actuar conforme a la ley del templo. En otras palabras, cazarlos” los demás se revolvieron incómodos, como queriendo recordarle a Reishin su rango. “Y de no estar un sacerdote presente, el acólito de mayor rango tiene poder para ejercer sus funciones. Díganme, ¿Quién es el acólito aquí?”

“Usted… señor”

“Entonces ¿qué esperan? Llévennos a esas coordenadas de inmediato” ordenó con su mejor voz de comando, sonriendo cuando los idiotas que su padre había contratado tuvieron que obedecerle. Esa pequeña victoria fue demasiado satisfactoria para no disfrutarla, aunque sea con una sonrisa se superioridad. Su cabello se estremeció, casi emitiendo un siseo. Le pasó una mano encima, buscando tranquilizarse. No sería bueno que su poder comenzara a actuar en ese momento, demostraría poco control de sus emociones, un rasgo impropio de un profesional.

“Activando hipersalto”

Cuando llegaron al punto de reunión interplanetario, lo primero que los asesinos notaron fue que muchas naves de distintas nacionalidades intercambiaban ráfagas de plasma con unas tipo V y T muy poco convencionales, con armamento mucho más sofisticado que el de algunos humanos. Observó con interés cómo los piratas espaciales de Seanoss se unían a la batalla para sacar provecho de los despojos. A veces le gustaría ser uno de ellos, viviendo con la libertad que ellos tenían… pero no, los de, templo estaban mucho mejor que ellos a pesar de sus reglas. Estaba a punto de ordenar que atravesaran la balacera cuando un cañón muy conocido se abrió en la superficie del planeta.

“¡GENERADOR DE AGUJERO NEGRO!” gritó alguien despavorido, causando una retirada masiva de las naves humanas, mientras que las de Rubnik se ordenaban en una nueva formación. Reishin golpeó el brazo de su asiento con fuerza. Esa cosa era la tecnología que habían robado de Anasatsu hace unas semanas.

“Malditos hijos de perra ladrones del demonio” dijo rechinando los dientes. Demonios, ¿A dónde pretendían llegar? O peor, ¿Qué pensaban transportar con un generador tan grande? Los del templo utilizaban esta tecnología para poder transportar sus pequeñas naves unipersonales de planeta en planeta sin ser detectados, pero uno tan grande era inestable y, aunque pudiera transportar un ejército, también se tragaría los planetas más cercanos. ¿Por qué demonios estaban dispuestos a perder su preciado planeta rebelde?

“Reishin-sama, tenemos que irnos de…”

“¡De eso nada! ¡Vamos a atravesar ese maldito agujero negro y asegurarnos de que no están intentando destruir Anasatsu!” ordenó, tomando el control de la nave desde su asiento de mando. Su nave estaba equipada para soportar la gravedad de un agujero negro, podrían cruzar con mayor seguridad que cualquier otra nave… a excepción de las de Rubnik.

“No están en nuestra contra” trató de razonar con él uno de los chicos, un Takebayashi al parecer. “Nuestro mundo es notablemente neutral, actuamos sólo cuando formamos un contrato con una tercera parte…”

“Para ellos, todos los humanos son enemigos” siguió el pelirrojo, agarrando los controles. “Además, ¿crees que han olvidado los escuadrones de la muerte que formamos cuando la conquista interplanetaria era todavía joven? ¿Cuándo los otros mundos nos pagaban para eliminar a los jefes de los distintos mundos antes de que sus soldados pusieran un pie?” nadie lo contradijo. “Vamos a atravesar ese maldito agujero y punto.”

“Reishin-sama, los escáneres muestran que la masa y gravedad de este en particular es mucho mayor a los que solemos utilizar. Los escudos posiblemente podrán resistirlo, pero sería imposible predecir el destino al que el plegamiento de dimensiones fruto de la gravedad alterada nos…”

“Asumiré las consecuencias de mis acciones frente al sumo sacerdote y su concejo, pero ahora tenemos que detener lo que sea que estén tramando” dijo el joven, accionando los cohetes traseros. Avanzaron rápidamente hacia la inmensa falla dimensional. La nave se sacudió un poco cuando entraron, pero no se hizo pedazos. Ni ninguna de las de en frente, aunque no sentía señales de vidas de muchas. Finalmente vieron una luz blanca en la lejanía, señalando que estaban al final del camino. “¡Prepárense para el reingreso dimensional!”

“Sistema de camuflaje activado” señaló Kayano, una de las chicas que lo acompañaba. Finalmente salieron del túnel de gusano, que se cerró detrás de ellos sin hacer mayores daños en el lugar de destino. Todos respiraron más tranquilos, cosa que cambió cuando notaron la cantidad de basura espacial flotando por ahí, junto con una estación bastante obsoleta, aunque claramente humana.

“Activen los rastreadores” ordenó el Akabane, cediendo el control a sus tripulantes. Él estaba especializado en combate y asesinato directo, ellos tenían más entrenamiento científico. Excepto Kayano, claro, que era experta en infiltración.

“¿Qué rastreadores?” preguntó uno, poniendo las manos en las caderas. Dudaba que los rebeldes fueran lo suficientemente estúpidos como para no retirar cuidadosamente cualquier aparato de marca cuando robaron su tecnología.

“Quizás no tengan rastreadores, pero… este planeta parece carecer de diafanio completamente” señaló Takebayashi, escribiendo en el panel de control. “Las formas de vida aquí están basadas en carbono, como nosotros, y hay una gran concentración de agua en ella. El diafanio suele estar en entornos con formas de vida a base de sílice y, como es un componente primordial de los escudos espaciales…”

“Ya veo” enviaron los sistemas de análisis geológicos ahí abajo, encontrando diafanio en distintos puntos. Por descarte, escogieron el lugar donde la concentración era más alta para el aterrizaje, calculando el punto de ingreso más seguro en esa posición. “Muy bien, chicos, recuerden lo que nos enseñaron y estarán bien. No sabemos cómo serán los nativos, así que no revelen su rostro. Sigan mis órdenes en todo momento” levantó una mano. “Que el pulpo amarillo, el demonio rojo y la serpiente azul nos protejan a todos.”

“Amén” la respuesta fue unánime.

-Una vez en el suelo-

“Estas son las naves de Rubnik, estoy seguro” anunció uno de sus subordinados a Reishin, que chasqueó la lengua. Las tipo T y V que habían encontrado parecían hechas chatarra, cosa que no debía haber pasado si habían robado la tecnología de Anasatsu. A menos que hubieran sido construidas a paso forzado, lo que explicaría algunas cosas. Como que… los que habían participado de ella no pretendían volver.

“Es una misión suicida” entendió él, apretando los puños. “Por alguna razón, este lugar es lo suficientemente importante como para arriesgarse por él… para destruirlo, quiero decir” negó con la cabeza. “¿A dónde se supone que hemos llegado?”

“¿Qué lugar es lo suficientemente importante? Se me ocurren muy pocos… ¿la Haya, quizás?”

“Nah, he hecho algunas misiones ahí y definitivamente no estamos en ese sitio” respiró hondo antes de continuar. “Grupo de búsqueda uno, manténganse atentos por cualquier señal de vida. Grupo 2, procedan como soporte del uno, cúbranles las espaldas de ser necesario. Tres y cuatro conmigo en las mismas posiciones.”

“Señor, el rastro señala que fueron hacia la ciudad” uno de sus hombres informó, revolviéndose nervioso. Debía ser su primera misión, un veterano no se comportaría así.

“Pues ahí es donde iremos”

“Hay muchas señales de calor allá, la mayoría coinciden con el de un humano. ¿De verdad desea seguirlos?” preguntó Takebayashi, pulsando algunos botones en su computadora muñequera.

“Por supuesto”

Cuanto más internaban en la ciudad, menos se parecía esta con las que habían conocido en Anasatsu. Y al mismo tiempo, las personas que veían le recordaban un poco a casa. Sólo un poco. En su planeta natal habían muy pocos lugares habitables y la vida era dura. Las ciudades no albergaban una gran cantidad de habitantes, siendo pequeños focos de vida en un mundo por lo demás desolado. De hecho, el único lugar donde se podían contar los ciudadanos por miles era el templo y su ciudad circundante, TresE. Las cosechas eran de colores oscuros, los animales bichejos con grandes caparazones y carne blanda. Las venas oleosas de su planeta hacían que se necesitaran depuradores para mantenerse con vida. Este lugar, en cambio, se parecía mucho a mundos como Shinobia, Seanoss e incluso Olympia. Por todas partes se veían alegres anuncios de comida, colores vivos y ropas teñidas de otros colores que los sosos e utilitarios camuflajes de Anasatsu o togas oscuras de los sacerdotes.

“¿Dónde se supone que estamos?” inquirió la pequeña Kayano con algo de miedo. Obviamente ella había visto otros mundos así, pero no podía ponerle el nombre a este, lo que era aterrador, ya que los asesinos solían poder reconocer los sitios que habían visitado con sólo un vistazo.

“Creo que extremadamente lejos de casa” comentó Reishin, observando con detenimiento una pantalla en una tienda. El cartel ponía un anuncio de descuento en televisores, pero eso no era lo que le importaba. Lo que realmente había captado su atención era la noticia que estaba siendo presentada a los ojos del mundo por ellos.

“… se ha podido sentenciar con éxito a los asesinos Karma Akabane y Nagisa Shiota por al menos veintitrés asesinatos cometidos en todo el país, incluido el de la madre de Shiota, la señora Hiromi Shiota, de 55 años de edad” anunciaba el reportero. “Las razones del brutal homicidio de la señora Shiota no han sido esclarecidos por los asesinos, pero muchos vecinos han comentado a los medios que la mujer solía abusar de su hijo físicamente de forma brutal, lo que probablemente lo llevó a cometer el asesinato que desencadenaría esta ola de crímenes…”

“No sé por qué, pero este tipo me parece conocido. El otro también”

“Porque los has visto todos los días de tu vida” contestó Reishin, reconociendo el parecido que tenía con esos hombres. Después de todo, ese tono de azul en los ojos y el rojo del cabello no eran precisamente comunes. Tampoco ese apellido. “Son el demonio rojo y la serpiente azul del templo, los reconocería en cualquier parte.”

“No es posible, ¡ellos son dioses!”

“Sí, ahora lo son… pero es posible que no lo hayan sido siempre” dijo el acólito, entendiendo la línea de pensamiento de los rebeldes. Ellos estaban convencidos de que los dioses de sus distintos planetas eran en realidad los primeros colonos, los padres de todos aquellos que ahora poblaban las colonias espaciales humanas. Y por eso invadieron los templos, para robar información… y deshacerse de ellos. “Van a borrarnos de un plumazo a todos”

“Señor, dudo que eso sea posible”

“Sólo hay una forma de averiguarlo” regresaron a toda prisa a las naves de Rubnik. Si tenían suerte, estas todavía estarían en suficiente buen estado como para reactivarlas. Takebayashi era un genio descubriendo entradas a los sistemas informáticos, por lo que les sería imposible mantenerlo fuera. Los tipo virus podían ser taaaaaan malos… y propios de Anasatsu. Escasos como los tecnopatas. “¿Qué tal vas?”

“He podido reconectar los generadores y encender una de las naves. Si tenemos suerte la información aún estará ahí” contestó el chico, quitándose la máscara y los guantes. En seguida su mano se pixeló, permitiéndole entrar a la computadora por un puerto de acceso. Los archivos salieron a pantalla inmediatamente, sorprendiéndolos. “Parece que tenías razón. Lo que significa que…”

“¿Estamos en Terra I? Sí, ya me lo temía” contestó Reishin, pensando en todas las veces que había escuchado los mitos a los pies de las 31 estatuas del templo. Ahora estaba por ver si las historias eran ciertas. “Entonces planean usar las imágenes para descubrir la identidad de los primeros colonos antes de que tomemos sus mundos. Erradicarán a la humanidad de un solo golpe.”

“Pero… son muy pocos… un mundo no se construye con 31 personas…”

“No creo que todos se hayan convertido en dioses” Takebayashi habló por los parlantes. “Estos debieron ser los que aseguraron la supervivencia de nuestra gente. Por eso se convirtieron en los pilares de nuestra civilización en el nuevo planeta.” Todos guardaron silencio. “Aunque hay algo que no veo aquí. Una respuesta ¿Cómo los encontrarán?”

“Muy sencillo, hay algo que este lugar comparte con todos los planetas humanizados a excepción de Anasatsu… un registro civil” chasqueó la lengua. “Esperaremos a la noche y entraremos amparados por la oscuridad a cualquier edificio gubernamental que nos pueda dar esa información. ¿Hay alguno de esos por aquí?”

“Eso creo” Reishin asintió, dispuesto a esperar. Si había algo que los asesinos del Templo de Anasatsu aprendían era la paciencia. Finalmente llegó la noche y con ella el momento de infiltrarse. Se movieron como sombras, entrando por la puerta trasera en un edificio bastante inseguro. “Takebayashi, has los honores”

“Por supuesto” activó una de las computadoras antes de tocarla, infiltrándose en el sistema. Con cuidado, reveló la identidad de al menos 30 de los dioses. Incluido Kōtarō Takebayashi, su propio ancestro. El chico buscó en la red global entonces, encontrando las identidades de los últimos dos. Armados con todo lo que necesitaban, se dispusieron a salir…

“¡Quietos!” gritó una voz. Giraron y vieron un hombre vestido de oficial, apuntándoles con un arma primitiva. Reishin casi se echó a reír, eso no podría hacerle nada a una persona de Anasatsu. “Levanten las manos, pónganlas detrás de la cabeza.” Ninguno hizo ademán de obedecer. “No lo repetiré ¡Háganlo!”

“Claro, señor” el Akabane empezó, haciendo que los demás le siguieran el juego. Se llevó la mano a la máscara, retirándosela al mismo tiempo que desatapa su alta coleta. El policía bajó el arma, creyendo que eran sólo unos jovencitos que habían entrado a tontear. Sacó sus esposas con más calma. “Perdone usted, sólo queríamos ver los registros.”

“No debieron haber irrumpido aquí. Manos al frente” el pelirrojo lo hizo, arrastrando una hebra de cabello. El hombre se acercó para esposarlo, sólo para sentir algo atacándolo. Se alejó de él, sólo para ver una serpiente roja con los colmillos clavados en su brazo. No pasó mucho tiempo antes de que sufriera los efectos de la toxina y cayera al piso. Reishin sonrió, su veneno era una potente neurotoxina, no sobreviviría mucho tiempo.

“Vaya, tu famoso movimiento de la mamba roja. Hace tiempo que deseaba ver eso” comentó Kayano mientras el chico anudaba su cabello y las serpientes volvían a ser pelo. Finalmente se colocó la máscara, escondiendo su identidad.

“Vamos, chicos. Tenemos mitos que salvar” señaló él, pensando en todo lo que sabía acerca del dios demonio y el dios serpiente. Ambos eran sus ancestros, de eso estaba seguro. Incluso su padre lo había mencionado. Por primera vez en su vida deseó saber la verdad, pura y dura, no la historia de niños. ¿Cómo había sido la vida de esos dos sin la interferencia de Rubnik? ¿Antes y después de su exilio? Lo quería saber

Notas finales:

¿Qué les pareció? La historia va a estar centrada en Karma y Nagisa por ahora, pero voy a meter a algunas de sus parejas favoritas en el futuro. Espero que les guste también el siguiente capítulo. Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).