I
Es, a veces, sorprendente como en un solo segundo toda la vida puede aparecer en tu memoria. Tal como si fuera una película mostrándote cada decisión, risa, llanto, discusión o felicidad de los días pasados. Puede que incluso te deje un poco atontado y disperso, pues a esos recuerdos también se le suman, de forma inevitable, los sentimientos pertenecientes a cada uno de aquellos instantes rememorados dentro de tu cabeza.
Fue eso exactamente lo que sintió Kim SeokJin en una noche de invierno, común y corriente, mientras disfrutaba de unas copas con sus amigos del trabajo en un bar céntrico de Seúl.
Y ¿por qué, repentinamente, cada segundo de su vida atravesó inexorable su cabeza, dejándolo así perplejo?
La razón, por supuesto, tiene mucho de casualidad. Algo que él no pensó encontrar frente a sus ojos jamás, mucho menos en ese instante cuando estaba a punto de cumplir treinta y tres años.
Conversaba y reía con SungNim, su compañero más cercano del trabajo, cuando tuvo la impresión de tener unos ojos desconocidos observándole fijamente. Era tan intensa la mirada que percibía en su nuca que no tuvo más opción que dejar de escuchar a su compañero para levantar la mirada y pasearla por la terraza de aquel lugar. Luego de un par de segundos buscando logró dar con la persona que probocaba esos molestos escalofrios en su espalda, todo por la intensidad de aquella inspección. Su rostro se topó con unos ojos negros y brillantes que a pesar del tiempo que llevaba sin observarlos, reconoció de inmediato.
Quince años sin hacer contacto visual directo y aun así SeokJin supo a quién pertenecían y todo lo que provocaron en él en su más tierna juventud.
Kim NamJoon estaba mirándolo fijamente, con la expresión de sorpresa pegada en su rostro de adulto que había cambiado ligeramente a través de los años.
Fue en ese instante donde SeokJin recordó toda su vida, haciendo mucho énfasis en los pocos días que pasó con él, a su lado. Cuando NamJoon era la persona más importante de toda su existencia… aquellos días en los que Jin se sentía absoluta y completamente enamorado de él.
Quizás sí, su corazón palpitó fuerte en el momento donde sus miradas se conectaron y a su cabeza llegaron todas las memorias de sus días juntos… pero nada más que la paz le invadió al segundo siguiente de aquello.
Y siguió en lo que estaba, hablando y riendo animadamente con SungNim mientras SiWon y DongHae se sumaban a la broma.
Jin nunca pensó en que sus miradas se volverían a encontrar, al menos durante esa vida, por lo que a pesar de sentirse aun sorprendido, creyó que aquel choque de miradas no se repetiria durante la noche, o eso intento creer en su cabeza.
Pero a pesar de la decisión aparentemente resolutiva que tomó mientras bebía un jugo natural en la fiesta, no pudo hacer nada cuando tres horas después, veía la silueta de NamJoon en una esquina esperando, quizás un taxi, mientras se mojaba por culpa de la fuerte lluvia que caía a las dos de la madrugada en ese invernal Seúl.
Porque a pesar de que él no quería volver a hablar con NamJoon, su siempre buen carácter y corazón le impidieron hacer la vista gorda y pasar en su coche ignorando su presencia de manera descarada. Él no tenía odio en su corazón y se detuvo frente a él, bajó la ventanilla y se asomó por ella con su sonrisa sincera.
-¿Quieres que te lleve?
-…Eh… no, gracias.
-Estás muy mojado y puedes pescar un resfriado… no hay muchos taxis a estas horas por acá.
Jin pudo notar, claramente, la incomodidad y sorpresa del otro. Preguntaría solo una vez más antes de emprender el camino de regreso a casa sin sentimientos de culpas torturando muy posiblemente su cabeza, pero tuvo que detener esa línea de pensamiento cuando el más alto sacó las manos de los bolsillos de su abrigo y se dispuso a abrir la puerta, entrando con rapidez y dejando ver la estela de su aliento helado.
-Muchas gracias, pensé que iba a morir congelado ahí afuera.
-Tranquilo, no hay problema. Tú me dices por donde… -le dijo mientras cerraba el vidrio y ponía la calefacción del automóvil.
-A mi casa…
-Sí, pero no sé dónde vives.
-Si sabes… vivo donde siempre.
SeokJin asintió entonces, sonriendo otra vez y puso en marcha el automóvil con tranquilidad.
-SeokJin… -giró un poco su rostro hasta encontrarse con el de su nuevo acompañante, sonriendo también sincero y mostrando sus hoyuelos perfectamente-… muchas gracias, de verdad.
Jin no respondió con palabras, sino que otra vez lo hizo con su sonrisa. Aumentó el volumen de la radio para no hacer el camino en silencio, quizás también para evitar la cierta incomodidad que estaba comenzando a expandirse en el reducido espacio de su automóvil. Entonces nuevamente se escuchó la voz de NamJoon que le preguntaba de su vida.
-Y, ¿qué has hecho durante todos estos años?
-Muchas cosas… muchas. ¿Y Tú?
-Algunas, a decir verdad. Unas más interesantes que otras.
-¿Cómo cuáles?
Jin, a pesar de todo, sabía a qué cosas él se refería.
Nuevamente las imágenes de su juventud se arremolinaron en su cabeza comenzando a pasar una tras otra mientras él intentaba poner toda su concentración en la conducción de su auto en aquella noche de fuerte lluvia.
Recordando su historia juntos.
Los días que pasó al lado de Kim NamJoon, quien pensó era el amor de su vida.