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Intoxicación por Yae

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Notas del capitulo:

Advertencias: Abuso, intento de violación.

Queda una advertencia más, pero como cuenta como spoiler así que esta al final, pueden adelantar para verla.

 

 

25.- Ahora me siento tan…

 

 

La primera vez que consiguió juntar sus labios con los de Itachi se sintió maravillado, una fulgurante chispa pareció encenderse en su interior. Satisfecho con la cercanía los codició una y otra vez.

Como si aquel amor fuese una especie de droga, a la cual se había convertido en un adicto, sufriendo por su abstinencia cuando lo dejó en el momento que sus demonios internos lo rebasaron, logrando que abordara un avión en un abrir y cerrar de ojos.

Así que cuando renovó su cercanía sintió llegar a lo más alto, envuelto en el maravilloso aroma y llevando su luz a cada rincón oscuro que le sugiriese que debía alejarse de aquel omega.

Porque no era un omega simplemente, era Itachi.

Dueño de aquella cautivadora voz, que como sinfonía perfecta encantaba a sus oídos.

Fue por eso Naruto se prometió hacer su mejor esfuerzo, intentar con toda su voluntad ser mejor persona para él.

Porque estaba tan enamorado.

 

Por ello su cuerpo forzó cada micra de su resistencia para intentar protegerlo, no porque Naruto fuese un alfa, sino porque Itachi era la persona que más amaba. 

Porque su esposo ya estaba esperando al hijo de ambos.

Aquella diminuta réplica que simbolizaba su amor.

Y lo intentó.

Incluso cuando el dolor ya no podía ser obviado, cuando cada penalización por las heridas recibidas ralentizaba uno a uno sus movimientos…

Lo intentó.

Una y otra vez, hasta que dejó de apreciar el rostro angustiado de Itachi, hasta que su cuerpo dejó de responderle.

Hasta que supo que le había fallado.

Su conciencia se mantuvo aletargada sin que fuese capaz de discernir cuanto tiempo transcurría, su cuerpo demasiado agotado para erguirse aún, por más que su fuero interno y su corazón lo forzasen a levantarse de donde sea que se hallase para ir a buscar a su esposo, para regresarlo sano y salvo a su lado.

No fue hasta que un estallido de angustia llamándolo que su conciencia se reactivó.

Debió ser una descarga tan aleatoria que Naruto solo recuerda haberse sentido atrapado, con la certeza de que Itachi lo estaba llamando, que necesitaba su ayuda, tiró de los amarres, de cualquier cosa que lo estuviera reteniendo.

Sin embargo, no logró liberarse.

 

Me está llamando.

 

Su desesperación solo fue incrementándose, detestando a sus carceleros, agotando nuevamente sus fuerzas en sus agobiados intentos porque lo dejaran marchar al lado de su pareja, sus ojos ardieron, sus colmillos picaron por la impotencia. Gruñó tan alto como pudo, deseando ser lo suficientemente amenazante para que lo dejasen. Sintiendo como si su corazón fuese molido contra sus costillas, presionando tan desesperado que podría detenerse en cualquier momento.

Sin poder distinguir el menor rostro a su rededor.

Y a medida que la sensación fue escalando hasta el punto que creyó que enloquecería, esta paró tan abruptamente que la huella de Itachi fluyendo a través de sus venas se evaporaba por completo.

Solo entonces reconoció su entorno.

Blancas paredes y ensordecedores pitidos de aparatos médicos, Naruto se sintió desolado, como si hubieran cortado de cuajo el centro de su corazón. Dejando un hoyo espantoso que no tardaría en comerse todo a su alcance.

Las lágrimas al fin pudo sentirlas caer.

 

—No está… ya no está…

 

Deseando ahogarse en ellas, porque aquel lazo que lo llenase de dicha en su momento se había desvanecido.

Y temió lo peor.

Aturdido casi no logró reconocer a su padre, sus palabras y aquel tono que parecía preocupado, demandando una explicación.

 

Porque Naruto no entendía nada, porque las lágrimas cayendo por su rostro no se detenían, su aliento muriendo con paredes ilusorias cercándolo en su desdicha. Podía palpar el dolor en todo su cuerpo, en su brazo herido y en su abdomen apenas tratando de regenerar el daño, sin embargo, aquello no le interesaba, más agonía le provoca la incertidumbre por su vínculo desaparecido.

—Naruto, necesito que me escuches.

No lo hacía, no quería hacerlo.

—¡¿Qué pasó con Itachi?!

Sus hinchados ojos se entornaron con esfuerzo al reconocer la voz de Sasuke por sobre la de Minato, su cuñado lucía descompuesto, con el ceño fruncido con angustia y los labios temblando ligeramente.

Entonces se trataba de eso…

Se habían llevado a Itachi.

Y sin darse cuenta, las lágrimas continuaron cayendo, Naruto se sintió deshecho, por menos de instante la faz de Sasuke le recordó a la de su esposo, intensificando esa corriente lacerante que plagaba su corazón.

 

 

.

 

 

Debió tomarle algo más de tiempo a su conciencia espabilarse por completo de la urgencia por salir de allí, de buscar a su pareja sin la menor pista o plan, solo deambulando por cada calle hasta que la suave lavanda pudiese fungir como el rastro que necesitaba.

Pero fueron los supresores con los que saturaron su torrente sanguíneo los responsables de que pudiese hablar claro, explicar lo último que vio antes de caer y dejar a Itachi a su suerte…

Se sentía tan culpable.

Porque sus esfuerzos por protegerlo fueron insuficientes.

Patéticos pataleos que no lograron poner a salvo a su pareja.

Consciente de que era un completo fracaso.

 

—Hay una muchacha, su nombre es Sara. Conozco a su madre y aunque su fortuna es demasiado moderada, era la opción después de Itachi, creo que puedo llegar a un acuerdo con su familia, no parece ser mala persona, es una omega muy linda.

 

Al instante que Naruto logró procesar aquellas palabras estuvo a nada de saltarle a su padre y mostrarle los colmillos, obligarlo a que se retractara por solo mencionar que debería casarse con alguien más.

Pero eso no lo ayudaría en nada.

Y Naruto sabía que necesitaría toda la ayuda disponible si deseaba volver a ver a Itachi.

—No voy a casarme con nadie más… —habló lento, como si su lengua no pudiese vocalizar de manera adecuada.

—¿Por qué? 

Bajó la mirada al estar seguro de que Minato ya tendría una idea de lo que había estado ocultado, agradeció entonces que ambos estuvieran solos en aquel momento. Demasiado pausado fue levantándose de la cama de hospital, sintiendo a la perfección el olor a fármacos en todo el lugar, con solo la luz de aquel ocaso rayando con sus últimos rayos el frío piso de baldosa. Naruto contuvo un jadeo adolorido cuando debió sostenerse por sí mismo.

—Porque amo a Itachi… —incapaz de sostenerle la mirada a su padre prefirió concentrarse en las líneas a sus pies, comenzaba a sentirse mareado.

—¿En tan solo dos meses? El tiempo que perdamos es invaluable, Naruto. Te daré una oportunidad más, dime exactamente como conociste a ese muchacho.

Naruto maldijo a su padre, lo maldijo por ser el único en aquel momento capaz de ayudarlo, lo maldijo por necesitarlo.

Su respiración fue más pesada.

—Cuando llegué a Japón esa vez… lo conocí simplemente porque trabajaba en el café donde yo fui a pedir empleo. Creí que era un beta, pero aun cuando lo supe omega no me importó y comenzamos a salir… —inspiró hondo palpando sin querer la herida en su estómago, sintiendo que quizá estaba volviendo a sangrar—, creí que todo iría bien, pero el momento en que su celo llegó —otra respiración forzada se le escapó— recordé lo qué pasó con ella, me sentí tan enfermo que lo dejé solo en el peor momento. Por eso cuando acordaron el compromiso él me pidió cancelarlo, luego pude… conseguí explicarle… ¡todo iba tan bien!

Se llevó ambas manos hacia sus cabellos tirando para tratar de contener aquel horrible sentimiento que lo empujaba a usar la violencia para conseguir información sobre su pareja, para salir corriendo de allí.

Su respiración se fue acelerando, doliendo hasta los nudillos de sus puños, como si hubiese golpeado el duro concreto con desesperación.

Sus ojos se anegaron y los cubrió con ambas manos para no echarse a llorar, era por completo menester que Minato comenzase a mover sus influencias.

—Entonces Itachi era la novia que pregonabas tener.

—Lo amo tanto… —gimoteó— por favor…

Y sintiéndose atorado en su posición, desvalido para lo que ahora necesitaba, no tuvo más opción que rogar si con ello conseguía ayuda, se dejó caer de rodillas ante su padre, conteniendo su llanto en tanto inclinaba la cabeza para suplicar.

—Te lo pido… ayúdame a encontrarlo. No soportaría perderlo… 

Naruto calló cuando la grima le anunciaba que de nuevo se pondría a llorar, el silencio del lugar enloqueciéndolo al no saber si su padre lo ayudaría o si tan solo buscaría la manera de que pudiese cumplirle el trato con cualquier otro omega, deseando que no fuese así, que Itachi no corriese el mismo destino que su madre.

—Haré lo que quieras… —hipó en medio de su sollozo, tentado tal vez a decirle que su esposo estaba embarazado.

Oyó al fin el ruido de los costosos mocasines, Minato se puso de cuclillas para quedar a su altura y solo entonces Naruto se permitió levantar la mirada, ansiando por una vez ver la sonrisa paternal que hace mucho le dejó de importar.

—Bien, vamos a encontrarlo. Tienes mi palabra, pondré todos mis recursos para que podamos hallarlo, no va a “simplemente” desaparecer.

Un alivio visceral sintió al oírlo y aunque fue incapaz de expresar la emoción en gestos, al menos pudo conseguir lo que requería en aquel instante.

—Ahora quiero que te levantes, cada detalle, hasta lo más mínimo que recuerdes de aquel día será importante. Voy a llamar a Pain y a Hashirama, necesitaremos toda la ayuda posible.

Naruto asintió, limpiando sus ojos y nariz con el dorso de su mano. No creyó que Pain aún estaría vivo.

—En cuanto lo hallemos, debes regresar a América, eso no estará a discusión.

Dijo de último mientras se ponía de pie.

 

[...]

 

¿Por qué debía doler tanto?

Sentía su corazón estrujarse en cada ocasión que los veía juntos, como aquel niño rico tenía el privilegio de tomarle las manos, de besarlo.

Regodeándose por haberse llevado lo que más amaba.

Pese a ello, aquel día que lo citó fue incapaz de decirle que amaba a Itachi, que le daba igual el hecho de ser primos y estaba seguro… al menos lo estuvo de que sus sentimientos sí fueron correspondidos.

Fue innegable que Shisui acumuló resentimiento hacia Naruto, solo por ser el afortunado que terminó desposándolo sin el menor mérito. Tal vez fue debido a esa emoción que se supo incapaz de revisar la gravedad de sus heridas cuando cayó ensangrentado a unos metros de donde se hallaba.

¿Acaso ansiaba verlo muerto?

Quitarlo de su camino de un modo tan definitivo para que jamás volviese a interponerse entre él e Itachi, era incorrecto, sin embargo, una egoísta parte en su interior fantaseó con la probabilidad.

Cuando lo apartaron del lado de Itachi comenzó a forcejear, no podía permitir que algo más le sucediera. Pero de inmediato aquel aroma conocido y tan nauseabundamente dulce acaparó todos sus sentidos, una mezcla pesada que lo mareó en un santiamén, el calor se precipitó con mayor fuerza de la que recordaba con lo sucedido con Izumi, forzando aquel fogonazo desde el fondo de sus entrañas, para arrastrarlo a ese estado donde su sentido común era sedado hasta que su lado alfa emergía sin control.

Fue fácil en aquel momento ser sujetado con violencia, cuando sus colmillos escocieron al extremo de que atacó a sus captores tratando de lastimarlos con ellos, respirando ruidoso al instante que un bozal fue a parar a su boca, la estructura metálica que lo hizo sentir como un animal, incapaz de retirárselo al tener ambas manos sujetas por cadenas. Recibiendo una tras otra aquella dosis de droga que enloquecía sus sentidos.

A Shisui no se le permitía abandonar aquel estado constante de alerta, dejando los leves lapsos de lucidez para que pudiera alimentarse de un modo hasta asqueroso con aquella indumentaria que indudablemente le dejaría marcas.

Pese a ello era consciente de que debió intentar algo más en aquel instante, en aquel único momento antes de que los atraparan, apostarlo todo a aquel disparo, esperar que Itachi reaccionase para evitar cualquier daño en represalia. 

Pero fue incapaz.

Su privilegiado cerebro tan embotado de celos falló olímpicamente, debió considerar mil y un opciones antes de deleitarse en la probabilidad de considerar muerto a su rival de amores…

Podría reír de su propia estupidez…

Si tan solo aquel horriblemente dulce olor se atenuara un poco.

La celda donde lo mantenían era espaciosa, al menos para otorgarle la libertad de retorcerse cuando las brasas que parecían hasta calcinar su alma eran insoportables. Aquel deseo por hallar un omega, aparearse y marcarlo picando en cada fibra de su cuerpo.

A Itachi quizá...

Con las luces brillantes en lo alto impidiéndole descansar, apagándose esporádicamente tal vez por un par de horas antes de volverse a encender.

Estaban agotándolo sin duda, el estrés y los nervios fueron rebasándolo, porque es probable que hubiese soportado mejor el encierro de no ser por aquellas drogas qué filtraban en su entorno de modo constante. Parasitando sus sentidos y pensamientos con necesidades tan básicas que era humillante.

Su cerebro demasiado estimulado para concentrarse en buscar una vía de escape, en siquiera considerar el estado en el que su primo se hallase, deseándolo bajo suyo para que pudiese pertenecerle al fin.

Shisui perdió la cuenta del tiempo transcurrido bastante pronto.

—En verdad pareces demasiado urgido.

Voces aleatorias solían acercarse a su celda para burlarse, forzándolo a azotarse contra los barrotes para al menos sobresaltarlos con la acción, como un animal salvaje enjaulado.

Solo entonces las palabras de Sasuke revolotearon con más fuerza en su dopado cerebro.

Sean quienes fueran aquellas personas quienes los retenían, los trataban como animales que debían ser domesticados. Tratando de aflorar todos sus instintos para usarlos en su contra. Utilizando esas drogas como un veneno que saturaba toda la sangre en sus venas, infectándolos con aquella parte irracional que los separaba de los beta.

Shisui no recuerda en que momento lo sacaron de allí, con el dulce aroma chocando contra su nariz tan profundo que su visión fue demasiado borrosa, tratando de percibir algo más allá de ese narcótico, llegado a ese punto le daba igual que un omega o un beta estuviese a su alcance, solo ansiaba a alguien para aplacar aquel magma que parecía emerger de todos sus poros, incrustar sus dientes en algo…

En alguien…

Su empañada vista al fin logró aclararse un poco cuando aquel delicioso aroma le llegó, aquel perfecto perfume que siempre anheló.

Lavanda.

Como ese maravilloso jardín que una vez visitó al llegar a América, donde pudo perderse entre las espléndidas flores y le hicieron sentir en casa, junto a la persona que amaba.

Itachi.

Es probable que embotado por el recuerdo y al fin un perfume deseado que no prestó más atención a quien emitía el aroma, sonriendo cuando le retiraron el bozal, liberando sus colmillos.

—No vayas a lastimarlo

¿A quién?

Solo deseaba, ansiaba atrapar la fragancia en sus manos, probarla con sus caninos y llenarla de su esencia.

—Shi… Shisui…

Sonrió más amplió cuando lo escuchó. Su alfa se regodeó por la oportunidad, histérico por las feromonas que iba soltando, como si estuviese seduciéndolo, haciéndole perder aún más el control.

Obtendría su alma y cada parte de su corazón.

 

 

[...]

 

 

Luego de aquella horrible experiencia y cuando se lo permitieron Itachi se quitó aquella mordaza de la boca, escupiendo la sangre acumulada. El dolor punzando en sus comisuras heridas, sus ojos ardiendo por las lágrimas de humillación que no pudo contener, se sentía sucio, asqueado por los moretones en sus brazos, por las manchas blancas entre sus piernas. Sus temblorosas manos formaron puños que no tardaron en estrellarse contra el duro piso, buscando con más dolor, quizá… recordarse porque había permitido todo aquello.

Porque seguiría permitiéndolo.

 

Bebé.

 

Tardaron un par de días en devolverlo a su diminuta celda, al fin cerca de una ventana pudo llevar mejor la cuenta del tiempo transcurrido. No obstante, tener que complacer a aquel repugnante sujeto solo acrecentaba su desesperación, detestando aquella mordaza que era usada cada vez que intentaba hablar, como un simple aditamento para adiestrarlo sin piedad.

Itachi resentía más los golpes cuando la llevaba puesta, esos que se llevó cuando quisieron bañarlo como a algún tipo de animal, retorciéndose cuando aquel hombre parecía sentirse tan satisfecho con su desolación.

—Eres una mascota tan bonita.

Repitiendo una y otra vez, oh, como deseó dejar de escucharlo.

Así que cuando al fin se supo solo en la diminuta y húmeda celda, se soltó en llanto silencioso, rogando que todo aquello no fuera en vano, que Sasuke estuviese a salvo, que pudiese ver a Naruto pronto y que su bebé…

Que su hijo no llegase a sufrir ningún daño.

Cansado se arrimó sentado contra una de las paredes contemplando sólo penumbras, penumbras y la escaza luz de aquel simplón bombillo.

 

A dijo que se iría de viaje unos días, podrás descansar un poco, humm.

 

Itachi apenas reaccionó a aquella voz, posando su agotada mirada en la bandeja que deslizaban por aquel pequeño espacio en los barrotes al ras del piso, el olor de la mezcla le produjo náuseas, consciente de que debería comerlo después, ocultó su rostro entre sus rodillas, deseando que Deidara se marchase cuanto antes, ver su cabello rubio y ojos claros sólo le provocaba deseos de ver a Naruto, poder abrazarlo y rodearse por su olor. Las lágrimas volvieron a precipitarse haciéndole sentir peor.

—He estado pensando… soy un artista, ¿sabes? —soltó una risa casual como si Itachi deseara escucharlo— me gustaría que posaras para mí. A cambio puedo-

—¿Sacarme de aquí acaso? —al fin le respondió con otra pregunta, en tono bajo, pero lo suficientemente audible, elevó la vista tan solo un poco, molesto por la “conversación esporádica”.

—Oh… —Deidara soltó una pequeña exclamación a medida que se acercaba más —eso te costaría un poco más que solo modelar para mí, humm.

Otra risilla vino inmediatamente después e Itachi presionó los dientes.

—Solo bromeaba —sacudió su mano derecha con desinterés— no puedo tomar ese tipo de decisiones. Y hay cámaras en todos lados —esta vez su dedo índice señaló el techo que solo se iluminaba del todo cuando encendían las luces fluorescentes.

Itachi tragó pesado mordiéndose la lengua para no decir más, tal vez solo se trataba de una trampa, para que A lo golpeara después por haber “hablado”.

Se mantuvieron en silencio por unos minutos, Itachi volvió a hundir su rostro entre sus rodillas.

—Me dijeron que estás pre… uh, ah —se relamió los labios— embarazado.

Esta vez no respondió, ser tratado como una mascota lo hacía sentir más miserable, como si todos los privilegios que alguna vez pusieron a su disposición solo hubiesen sido dados con la intención de segregarlo.

—Supongo que tendrás más hambre, volveré más tarde con otra ración, danna no está así que yo te vigilare por ahora, humm.

Itachi agradeció quedarse solo, sus ojos aún escocían por las lágrimas que se le escapaban, recostándose en el suelo llevó ambas manos a su plano vientre.

Estaba tan cansado, pero se supo incapaz de dormir.

 

 

 

Al menos durante unas horas, luego de haberse forzado a comer, conteniendo las repentinas náuseas para no devolver el poco alimento que colocaban a su alcance se recostó en un rincón, cubriéndose con la polvosa cobija que le permitieron, pudo dormitar en relativa calma, unas cuantas horas al menos.

Rememorando el día de su boda.

El maravilloso momento cuando al fin los declararon esposos, la alegría que sintió y la percibida en los ojos azules de Naruto, sus dulces atenciones y gestos.

Cada suave beso y caricia que recibió esa noche.

Cómo sintió que Naruto fue por completo feliz con su cercanía, todo después de eso fue simplemente mejor, una constante escalada en su relación. 

En medio de sus remembranzas y su leve narcosis sonrió, dejando que aquella solitaria lágrima de felicidad se escabullera por sus ojos cerrados, desvaneciendo su amargura por unos instantes.

Sin embargo, el placebo de sus memorias se vio abruptamente interrumpido, cuando el metal rechinó y excesivo peso lo presionó contra el piso.

Sus ojos se abrieron e intentó removerse sin conseguirlo, el aliento de esa persona chocó contra su mejilla revolviéndole el estómago.

—Solo quédate quieto y abre las piernas.

Itachi contuvo la respiración, viendo a Kisame encima de él, aprovechando su extenuación para colarse en aquel diminuto espacio para…

Lo evidente.

Y pese a su agotamiento actuó tan rápido como pudo, antes de que lo sujetaran de ambas manos, girándose del todo para poder golpearlo con su rodilla en aquel lugar vulnerable, Kisame se apartó raudo adivinando la acción, llevándose en cambio un certero empellón por parte de sus piernas, que no llegó a derribarlo, pero si alejarlo. Itachi entonces enfocó la celda abierta y temiendo lo que le harían de permanecer ahí es que se arriesgó a un escape sin la menor certeza de que pudiese llegar más allá de aquel lúgubre pasillo. Se levantó a toda prisa buscando el suficiente espacio para evadir al enorme y espeluznante hombre. 

Es probable que de estar en mejor condición lo hubiese logrado, su huida se vio frustrada en cuanto lo adelantó un paso, Kisame aprovechó su cabello suelto y enmarañado para sujetarlo con fuerza y esta vez él, mandarlo contra la pared.

Itachi jadeó por el impacto, aturdido por unos segundos para ser tomado de nuevo por el cabello y sacudido esta vez contra el piso, un quejido se le escapó cuando esa pesada mano presionó su cabeza contra el piso.

—Inténtalo una vez más y tendrás que llorarle a tu cachorro como a una mancha de sangre.

Sus ojos se abrieron asustados.

¿Acaso también lo sabía?

Probablemente todos allí, por eso incluso Deidara hizo mención de aquello, sus manos trataron de levantarlo del piso, pero de un tirón lo voltearon para que Kisame se sentara sobre su estómago, casi dejando ir todo su peso. Itachi contuvo la respiración. Sus manos fueron sujetadas por las muñecas.

—Puedo decir que intentaste escapar, está muy oscuro para que las cámaras enfoquen bien que está sucediendo —sus afilados dientes esbozaron una sonrisa— o es que acaso deseas perderlo, si es así puedo ayudarte.

—No… —habló quedito, respirando ruidoso al sentir más peso en su vientre, desesperado por quitárselo de encima.

—Entonces… ¿Vas a quedarte quieto? Prometo no lastimarte y nadie lo va a notar.

Un mareo repentino le hizo cerrar los ojos al percibirlos húmedos. 

¿Porque debía permitir aquello?

Presionó los dientes al solo considerar que incluso en esa sucia celda lo forzarían usando a su bebé como un chantaje.

Su bebé.

El hijo de Naruto y suyo.

Quiso controlar su respiración, pero fue inútil.

—Abre las piernas.

Sollozo amargo al tener que obedecer, cuando el peso fue retirado y lo sintió acomodarse allí, cuando las heladas manos tentaron a retirar su camiseta desgastada y aflojar sus pantalones. Sus labios agrietados y comisuras magulladas ardieron cuando esa boca lo besó y esa lengua se paseó por su dentadura al mismo tiempo que se restregaba en su entrepierna.

Itachi no se atrevió a abrir los ojos, sintiéndose aún más cansado.

Los temblores en su cuerpo ya eran inevitables y más cuando la rasposa mano tomó su flácido miembro intentado estimularlo, sin conseguirlo. Pasando más allá, rozando su entrada.

 

Sus dientes rechinaron resignado a lo peor.

 

—¡Hey, pescado gigante!

 

Un grito y un estruendoso golpe a los barrotes metálicos interrumpieron la escena.

Itachi volvió a contener la respiración, abriendo los ojos asustado. Las luces no tardaron en encenderse por completo a medida que los pasos de alguien retumbaban.

 

—¿Es que quieres unirte? —Kisame ofreció burlón sin levantarse de encima de Itachi —eres tan entrometido.

—Por si no te has dado cuenta, yo me encargo de la vigilancia hasta que el danna regrese, humm —con gesto de pocos amigos se plantó en la entrada de la celda apoyándose en el metal.

—Puedo dejártelo después de una ronda.

—¿Ah? ¿Es que quieres que el viejo y A se enteren que estás tratando de cogerte el omega preñado?

—Si no abres tu sucia boca no tienen por qué saberlo.

Itachi soltó respiraciones rápidas para evitar un ataque de pánico, las manos que lo molían contra el piso, no cedieron ni un poco.

—Ya, pero no tengo ganas de hacerte el favor y menos quedarme en la sala de vigilancia viendo tu asqueroso pene azul, humm.

Solo entonces Kisame se levantó, con el ceño fruncido amenazando con su enorme estatura y compleción.

Itachi no tardó en levantarse para acurrucarse en un rincón, deseando que esos hombres no llegasen a ponerse de acuerdo, acomodó su desmantelada ropa como pudo antes de abrazarse a sí mismo, sin cesar su apresurada respiración. Una migraña comenzaba a palpitar en sus sienes y las náuseas regresaron.

—¿Desde cuándo tan obediente, Deidara? No me hagas recordarte a la pequeña Sally.

El otro chasqueó la lengua antes de sonreír—, ese favor no te lo debo a ti y aunque quisiera dejarte el camino libre, no apagué las cámaras antes de venir. Así que, si quieres una excusa convincente para tratar de engañar a A, no cuentes conmigo.

Kisame no dejó de sonreír perverso y asintiendo pasó de largo al hombre más bajo.

Cuando las pisadas se alejaron tanto que dejaron de oírse, Itachi se permitió respirar más pausado, atento a que el otro esta vez quisiera lastimarlo.

Deidara bufó, para relamerse los labios después.

—Kisame es peligroso —explicó cerrando de nuevo la celda— lo he visto romper huesos con facilidad, pero como dije, las cámaras están encendidas, humm.

Entonces Itachi pudo notar un ligero sudor frío correr por la frente de Deidara.

—Así que hagamos de cuenta que esto no pasó —volvió a relamerse los labios llevando esta vez su diestra a su rostro para limpiar su propio sudor, dejando ver un curioso parche en aquel ojo que siempre cubría su largo fleco —la doctora mandó un cambio de ropa para ti, lo traeré mañana con el desayuno, creo que esta vez podría haber algo de carne.

Y como si aquel ataque no hubiese sido más que una escena que puede ser borrada, se alejó dejándolo solo de nuevo. Entonces Itachi ya no pudo contener sus lágrimas llevando ambas manos a su cabeza, tirando de su cabello con frustración, su hipar empañado de sollozos fue lo único que oía.

Se permitió llorar hasta que el cansancio lo detuvo, seguro de que debería recomponerse para una “próxima vez” y no terminar quebrándose delante de ninguno de esos monstruos.

 

 

.

 

 

Desafortunadamente ya no pudo dormitar por completo las noches siguientes, con aquella duda calando hondo en sus pensamientos, que en cualquier momento alguien más llegaría para amenazarlo o devolverlo con A para que este pudiese seguir humillándolo, quizá colocando una escudilla con croquetas y agua para que se alimentase de allí.

 

Se sentía tan cansado.

 

Y nadie parecía llegar a su lado para espabilarlo, para liberar aquel peso que lentamente iba destrozando sus esperanzas con el paso de los días.

 

Naruto.

 

Debió llamarlo una y otra vez en medio de su ofuscación constante, añorando regresar a su hogar, poder al fin edificarlo junto a su esposo, un lugar cálido donde Sasuke los pudiese visitar, donde su hijo podría crecer feliz…

 

Una y otra vez sus pensamientos le jugaron en contra, haciéndole recapitular los momentos junto a Naruto tan vívidamente, que se deshacía en angustia cuando los barrotes volvían a su rango de visión, como si algo en su interior estuviese acrecentando su desesperación por regresar a su lado.

Su hijo quizá.

Así que cuando aquella mujer que vio la primera vez regresó y volvió a llenar su entorno de ese profundo aroma que emulaba el inicio de su celo, sus entrañas se retorcieron de deseo por Naruto.

—Necesitas estar muy relajado para esto, es solo un pequeño experimento. Pero A ya lo autorizó.

Le dijo rociando más de aquel narcótico a través de los barrotes, Itachi cubrió su nariz, pero de igual modo el dulzón hedor le llegó, revolviendo sus instintos y provocando que sus piernas comenzaran a temblar. Estaba embarazado, no había manera de que un celo en él se precipitase.

Al menos no, uno natural.

La sonrisa en Sasori le hizo sentir enfermo, como se deleitaba con sus jadeos cada vez más audibles, esta vez acompañando de uno de los sujetos que lo capturaron, el de cicatrices en el rostro, simulando extender el largo de su boca.

Se mantuvieron así por bastante tiempo, solo observando como el estupefaciente iba desmantelando sus pocas defensas, provocándole soltar jadeos y gemidos cada vez más altos, como el temblor en sus piernas se iba acrecentando hasta sentir la humedad comenzando a recorrer su entrepierna.

Casi se sintió desfallecer cuando el calor fue casi insoportable y no parecían dar señales de apartar aquel aroma de él, sus ojos comenzaron a picar por la sensación al igual que su nariz, se cubrió la boca nuevamente para contener las arcadas. Sentía su rostro arder hasta el punto que el fogonazo lo forzó a doblarse sobre sí mismo, incapaz de formular alguna palabra o pensamiento coherente.

Necesitaba a su alfa.

A Naruto.

Gimoteó desesperado cuando abrieron al fin la celda.

—Tardó más de lo esperado —Sasori lo tomó por ambos brazos colocándole las esposas— creo que voy a vomitar.

—Depende del omega, algunos tienen más resistencia a las feromonas y más si son artificiales, y este se encuentra preñado. Lo más probable es que el efecto no dure demasiado, llévenlo rápido.

—Creí que A quería a ese cachorro.

—Y lo quiere, pero de momento no podemos saber si de verdad es de un alfa. Además no vamos a lastimarlo.

Los oía hablar, pero era incapaz de entenderlos correctamente, incluso el ligero piquete en su brazo pasó desapercibido ante las nuevas olas de calor recorriéndolo como aflicción inestable incinerando todo a su paso.

No opuso resistencia cuando vendaron sus ojos, cuando el temor de la incertidumbre debió hacerse presente, boqueando una y otra vez cuando el aire parecía escasear de sus pulmones.

Naruto.

Naruto.

Debió repetir como un rezo mientras lo tironeaban de un lugar a otro, dejándolo al fin sobre la baldosa que no ayudó ni un poco en aplacar las brasas en su vientre bajo. Trató de espabilarse para quitar la venda de sus ojos, soltando resoplidos constantes, aún con las esposas pudo constatar que estaba sujeto a algo.

Debía salir de allí.

Naruto.

Sus alarmas fueron activándose una a una cuando aquel aroma con una pizca de sal llegó a sus fosas nasales, aquel inconfundible aroma a mar.

—Shi… Shisui…

Balbuceó como pudo, tirando de la cadena que lo mantenía casi a nivel del piso, permitiendo arrellanarse solamente. Su respiración más pesada cuando los jadeos de alguien más fueron acercándose.

No es el alfa.

Su fuero interno pareció gritar y sus amagos por soltarse solo fueron mayores, Itachi boqueó una y otra vez cuando el calor en su cuerpo lo forzaba a retorcerse de escalofríos de anticipación, seguro de que su aroma se estaba expandiendo de un modo tan acelerado como el de la otra persona ahí.

—Shisui… —balbuceó retrocediendo lo más que podía— no es… —jadeando más alto cuando su lengua no quiso pronunciar más.

 

—Eres una mascota desobediente, necesitaremos de nuevo la mordaza.

 

Se sobresaltó al oír la voz de ese hombre sin poder identificar el origen del sonido, solo más jadeos y resoplidos ruidoso tan cerca como el fuego a punto de quemarlo. Oyó un gruñido alto entonces, antes de alguien se le abalanzara mandándolo al piso, provocando su cabeza chocar contra el piso aturdiéndolo.

Y pese al calor enloqueciéndolo trató de apartar aquel peso extra.

—Omega… omega… mi omega… 

Itachi se revolvió desesperado, luchando contra la corriente eléctrica destrozando su sentido común y el pesado aroma de Shisui acaparando sus sentidos, sin siquiera poder considerar lo que pudieron hacerle a su primo para arrinconarlo a ese estado.

—¡Shisui, para! —logró hilar al fin cuando los tirones a su ropa y su cabello fueron insoportables, sus manos y piernas intentando alejarlo sin conseguirlo, con el calor bullendo por completo en contra de su voluntad y entorpeciendo cualquier acción. Sus ojos anegados comenzaron a humedecer la venda.

—¡Mi omega! 

Oía sus gritos, gruñidos y jadeos ruidosos, como los rasguños y mordiscos sobre su piel ocasionaron heridas que seguramente ya estaban sangrando. Itachi sollozó tirando con tanta fuerza de las esposas que hasta sus muñecas sufrieron los cortes, repitiendo a gritos cuando su atrofiada lengua se lo permitía, que lo soltase.

—¡Soy yo…! —gimoteó cuando terminaron por voltearlo, cuando su cráneo golpeó tan fuerte contra la baldosa que un vértigo repentino casi logra dejarlo inconsciente.

Con tantos movimientos bruscos la venda en sus ojos comenzó a ceder dejándole apreciar ligeras luces por todas partes, apenas iluminando el sombrío lugar, unas risas se escabulleron entre sus súplicas y los resuellos ruidosos de su primo y los de él.

Itachi hizo un último intento por apartarlo, tratando de girarse para golpearlo con su rodilla.

¡Naruto!

¡Naruto!

Suplicando que su esposo lo ayudase en aquel instante.

Tiraron de sus caderas con tanta fuerza que sus brazos fallaron al estar sujetos, quitándole todo punto de apoyo, volvió a golpear su frente contra el piso viendo ahora la roja sangre comenzar a derramarse empañando su desenfocada visión.

—...no lo hagas… —suplicó ya sin poder contener su llanto.

El endurecido miembro de Shisui restregándose contra él, destrozando con violencia toda su ropa, rasgando su piel con los cierres y botones que iba cediendo.

 

—No parece que vaya a hacerlo, deberíamos detener esto.

—Solo un poco más.

 

De nuevo voces y risas a su alrededor, Itachi trataba de llevar sus manos a su cuello en un inútil intento por protegerse, pero nuevamente las cadenas impidiéndoselo. Su pulso acelerado hasta lo imposible temiendo lo que sucedería.

 

Cuando los colmillos se incrustaron en su piel mordió su lengua con tanta fuerza para contener su grito de dolor que la sangre no tardó en escurrirse de su boca. Itachi sintió por un instante que todo enmudecía, como si una parte de él hubiese sido cercenada, un trozo invaluable arrancado a medida que los caninos de su primo presionaban cada vez más en su cerviz, de modo tan violento que más sangre cayó. La tibia sustancia oscureciendo a la vez que se expandía en el piso.

Sus lágrimas no se detuvieron y su corazón dolió, tanto que en aquel instante hubiese preferido que se detuviera, que sus latidos pararan para siempre, llevándose con ello la desoladora realidad de haber sido marcado por su familiar.

Como todo iba a reduciéndose a Shisui, a su aroma y a su presencia, infestando sus desordenados pensamientos haciéndole sentir como un vil traidor.

Como la criatura más detestable sobre la faz de la tierra, un despreciable infiel por permitir aquello y un asqueroso y desleal omega que cargaba con el cachorro de quien ahora no era su alfa…

Así que solo pudo llorar, incapaz de canalizar la avalancha de sensaciones que estaban enloqueciéndolo, borrar todos sus recuerdos que aún le hacían ansiar a Naruto…

Lo giraron esta vez boca arriba, seguro de lo que seguiría pero ya sin la fuerza para oponerse a lo que el otro quisiera de él. Empujándolo con su duro miembro aún encima de la poca ropa que aún no lograba destrozar, Itachi oyó aplausos como los que dan al final de alguna función de circo, se supo entonces la atracción principal de aquel enfermo espectáculo y la sonrisa sádica en labios de su primo como foco de iluminación.

—...mi omega…

Le farfulló feliz, feliz en esa mueca descolocada y bestial, con su sangre manchando sus labios… escurriendo por sus colmillos. Con la mirada afilada, casi rojiza por las escasas luces del lugar.

Borrando aquella imagen de quien fuese aquel platónico amor en su adolescencia, extinguiendo todo rastro de confianza que albergó hacia esa persona.

Itachi se sintió morir antes de que apartaran a Shisui de encima, antes de que más personas lo arrastraran lejos de su alfa, tratando de controlarlo, gruñidos enloquecidos que se fueron haciendo más lejanos.

 

Estaba tan cansado…

 

Naruto...

 

 

[...]

 

 

Notas finales:

Advertencia: marca forzada.

 

 

Saludos, muchas gracias por las lecturas y los bonitos comentarios, agradezco mucho a quienes continúan aquí pese a todo. Espero no haber tardado mucho esta vez.

Debo dar una aclaración, casi desde que empecé este fic tuve la idea de tratar este tema, la mordida de un alfa sobre un vínculo deseado. Si bien es obvio que ambos celos fueron inducidos e Itachi está embarazado de Naruto, no se puede negar que al ser algo físico, influye tremendamente en sus instintos.

Como expliqué desde un inicio, aquí las mordidas se pueden deshacer, pero no es un proceso rápido ni feliz. Además, Shisui sigue creyendo que ese matrimonio solo es arreglado.

Cualquier duda y sugerencia es bienvenida. Cuídense mucho y nos leemos en el siguiente.

Yae.


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