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Intoxicación por Yae

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Notas del capitulo:

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27.- Desaparece

 

 

Estaba hecho trizas. 

En el instante que los colmillos de Shisui atravesaron su piel algo en su interior se agitó de manera tan violenta que se sintió cuesta abajo, como si incluso su género secundario estuviese en conflicto.

No era Naruto.

Itachi se hallaba tan cansado que, de no haber sido apartado de su primo, no habría podido oponer ni la menor resistencia a lo que este buscaba.

Aparearse probablemente.

Envuelto por completo en la irracionalidad de su género secundario, creyendo por un instante que Shisui debió ser presa de aquellas drogas tan nocivas para hacerle aquello…

Sin embargo, eso no lo hacía sentir mejor.

Esta vez sintió sus propias lágrimas caer tibias por su rostro, Itachi se dejó arrastrar de nuevo a su celda permitiendo que le aplicaran un vendaje deteniendo la sangre que caía copiosa por su cerviz, como lava ardiendo enloqueciéndolo por la magnánima contradicción en la que ahora se encontraba.

Porque Shisui era desde aquel momento su alfa.

Porque una parte en su interior se revolvía de ansiedad por buscarle, intentando sin éxito que lo llamase en un gimoteó patético.

Aquella misma vocecilla susurrando ahora que su cachorro ya no era deseado, que su hijo sería solo un impedimento para que su alfa lo preñara…

Solo pudo tirar de sus cabellos para intentar erradicar la sensación, odiándose por siquiera permitir que la idea pudiese rondar sus pensamientos.

Porque aún amaba a Naruto.

Al hijo que esperaba.

Su parte racional empujando lo más posible para suprimir aquellos desoladores sentimientos, tratando de mantenerlo cuerdo…

Puesto que Itachi se sintió al borde del colapso, golpeando una y otra vez el duro suelo para que al menos el dolor en sus nudillos espantara sus desdichados pensamientos.

Y aun así aquel suplicio no se comparaba en lo más mínimo con la lacerante sensación en su cerviz, como aquella herida parecía quemar como una dolorosa ráfaga de lava, reventando su piel una y otra vez.

El dolor palpitando hasta impedirle el menor descanso que su extrema extenuación iba acumulando, como un eterno recordatorio de que su sol ya no llegaría nunca más, que no volvería a iluminar su cielo.

Que solo las lúgubres sombras lo rondarían desde aquel día, por su brillante estrella desaparecida.

Abandonado a su suerte sin que nadie viniese por él.

Así de desdichado se sentía.

Porque el tiempo continuaba avanzando.

Imparable e incapaz de contabilizarlo como era debido. Solo aquella aleatoria rutina donde dormiría en el suelo de su celda, tan agotado por la poca comida que le llegaba, casi agardacedio cuando Deidara debía vigilarlo…

Hilando conversaciones esporádicas que no le interesaban, pero que de algún modo le hacían sentir aún como un individuo pensante.

Ya que la otra parte de su tiempo lo pasaría con A, sometido a sus nauseabundos toques y la estúpida forma que tenía de intentar “educarlo”, Itachi no tardó nada en comprender que era mejor guardar silencio en su presencia. Porque era la manera más fácil de evitar que este quisiera golpearlo…

Siempre en el rostro…

Arguyendo que lastimaría a su bebé si tan solo intentaba desobedecerlo…

No obstante, los pocos cuidados básicos que le permitían y sus limitadas raciones de comida hacían evidente que no les interesaba su embarazo.

Tal vez buscando que lo perdiese…

Por eso Itachi hizo todo lo que estuvo en sus manos para cuidar a su hijo.

Contener las arcadas cuando debía acceder a grotescas felaciones, a cualquier orden disfrazada de petición que le hicieran…

Fue sintiéndose más solo con el pasar del tiempo.

Porque no había vuelto a ver a Shisui.

Y la voz en su cabeza repitiendo como rezo desesperado:

No es el hijo del alfa.

Quizá lamentándose por no haber recibido la marca de Naruto, pero aceptando a fin de cuentas con sencillez su desoladora situación.

Itachi entonces detestó a su fuero interno, aquel segundo género que ignoraba su dolor.

Porque dolía, como dolía.

Su corazón perdido en un bosque negro y vacío. Añorando a Naruto, como la luz capaz de guiarlo fuera del tenebroso y peligroso lugar en el que iba anidando.

 

—Estas muy delgado.

 

Dijo entonces aquella mujer que venía a verlo de vez en cuando. Dándole un vistazo fugaz a través de los barrotes, sacándole pinchazos de sangre en alguna ocasión.

 

—No lo alimentan bien.

—Es lo que me dan en la cocina, ya sabes que A es un maldito.

—Hiciste bien en llamarme, Deidara. Voy a llevarlo a mi laboratorio.

—Pensé… —bufó— que estar cerca de su alfa lo ayudaría. Ya sabes.

—Me gustaría decir lo mismo, pero ese alfa aún no ha despertado, creo que la dosis que le aplicamos fue demasiado —la mujer suspiró— ah… si se muere, este omega también lo hará, voy a ponerlos cerca, no quiero más bajas. A y los demás solo reclaman por avances, pero son unos brutos para cuidarlos.

Deidara ignoró lo dicho por ella para acercarse a la celda.

—Allá van a darte mejor comida, el lugar huele horrible, pero es más grande.

Y como si fuese una buena notica le sonrió, Itachi apenas le prestó atención al gesto antes de cubrirse el rostro con ambas manos para contener su deseo de llorar.

Al parecer jamás abandonaría aquel lugar.

Solo pasaría de una celda a otra para no llegar a enloquecer.

¿Qué sucedería entonces cuando su bebé naciera?

 

El gris pasó a ser blanco.

Y como Deidara dijo su pequeña prisión ahora le permitiría espacio para dar al menos unos pasos…

Sin embargo, con ello el dolor punzante en la herida de su marca volvió, tan espantoso que en más de una ocasión clavó sus uñas allí, como si con sus propios rasguños aquello pudiese desaparecer…

Shisui se hallaba tan cerca que su aroma era demasiado profundo, tanto que lo mareaba. Tal vez consolando a su irracional fuero interno, pero haciéndole sentir peor.

Porque Itachi no lo quería.

Por ello no se atrevió a dar ni un paso hacia aquella dirección, donde el cuerpo inerte de su primo parecía aún respirar.

 

Reaccionando sin querer el momento en que lo llamó, una y otra vez pidiendo una explicación que no se atrevería a soltar. Hablándole preocupado, como si desconociese todo lo pasado.

 

“—Itachi necesito saber, ¿te lastimé?”

 

Con un nudo en su garganta matando palabras de reclamo que deseara soltarle Itachi solo pudo nombrar a Sasuke, eliminar al menos la duda sobre si él estaba bien.

Porque las lagunas en los recuerdos de su primo solo intensificaban su mortificación.

Así que cuando lo llevaron con A, se dejó guiar mansamente, había percibido tan solo con un fugaz vistazo a la faz de Shisui, cierta satisfacción…

Felicidad quizá, por aquel vínculo que en Itachi ocasionaba el peor de los martirios.

 

 

[...]

 

 

Naruto se sintió tan somnoliento aquel día, que de no ser tan importante es probable que se hubiese quedado dormido en el automóvil. Ingiriendo una cantidad ya riesgosa de supresores tuvo que ser inyectado aquella mañana, cuando su estómago no pudo retener más pastillas y las devolvió en el retrete.

¿Itachi aún tendría náuseas por el embarazo?

Se preguntó incrementando su malestar, rogando nuevamente porque su esposo e hijo estuvieran bien.

 

Cuando vio a su tía-abuela Mito y a su esposo agradeció que estos no lo increparan, aquella caravana montada fue casi tan silenciosa como un entierro, solo que sin el llanto de los dolientes.

Debieron ser como las diez de la mañana cuando se sentaron en aquella enorme sala de juntas, acomodándose en la hilera de sillas al lado izquierdo, con Fugaku, Sasuke y Hizashi casi al final. Naruto terminó sentándose algo alejado de su padre por consejo de este.

 

“Si sientes que no puedes controlarte es mejor que salgas, esto no es por mí, Naruto. Si quieres ver a Itachi de nuevo no puedes perder la calma.”

 

Le hubo encomendado un sinfín de veces, Naruto por ello permitió que lo inyectaran aguantándose los malestares, porque se conocía. 

Y jamás se perdonaría ser el responsable de estropear aquella oportunidad…

Aunque Sasuke lo observase escéptico.

 

Aguardaron por varios minutos sin decir palabra, como si todos allí ya hubiesen aprendido de memoria cada diálogo que deberían soltar, tal vez incluso temerosos de lo que podrían ceder aquel día.

Naruto seguro de que hasta entregaría su vida por ver a su esposo de nuevo, por hallarle sano y salvo. Porque de no ser así, estaba seguro de no poder continuar.

 

Las elegantes puertas entonces se abrieron, los evidentes guardaespaldas permitieron que los recién llegados se acomodaran en los espacios vacíos. Rechinó los dientes al reconocerlos por las fotografías que Minato les mostrase el día anterior, algo en la nariz de Naruto picó al ver a esa persona.

A.

No pudo estar seguro de si la sensación se debía a algún aroma que su sentido del olfato trataba de descifrar, tan embotado en supresores que falló en su intento.

Así que soltó una respiración profunda para calmarse.

Pero fue su oído el que le hizo respingar para girar hacia su izquierda, notando a Sasuke algo más tenso, un ligero rechinado de sus uñas sobre la enorme mesa de grueso cristal.

 

Relájate, uno, dos, tres…

 

Naruto intentó mitigar la diminuta alarma que se encendió en aquel instante… porque ni siquiera habían comenzado a hablar…

 

—Cuanto tiempo sin verte Minato. ¿Más de una década? —A mantuvo una expresión seria a pesar de que su gesto mostraba una diminuta sonrisa de autosuficiencia.

—Namikaze Minato, los rumores no hacen justicia a tu atractivo, espero hayas oído hablar de mí, Terumi Mei —la llamativa mujer sonrió antes de relamerse los labios.

—Tengo otra reunión en dos horas, vayamos al grano —el más anciano y pequeño reprochó.

 

Cuatro, cinco…

 

—Agradezco que hayan aceptado mi invitación para esta cita.

—Bueno, creo que la curiosidad nos ha movido a aceptar esta reunión. Pero Onoki tiene razón. Vayamos al fondo del asunto, veo que lo que sea que vayas a proponernos involucra a tus demás invitados.

—Y lo hace, espero que los nombres de Uchiha Fugaku, Uzumaki Mito, Hashirama Senju y Hyuga Hizashi no les sean indiferentes.

—Senju… —Mei sonrió de nuevo— claro, tengo un proyecto parado porque se rehúsan a vender algunos terrenos, solo por no desalojar a unas cuantas personas y talar unos árboles.

 

—Entonces creo que podremos llegar a un acuerdo benéfico para todos —Minato inspiró hondo.

—Habla de una vez, las negociaciones largas son tediosas.

—Espero los reconozcas, eso nos ahorraría mucho tiempo.

Naruto vio como su padre le entregó a aquel hombre las fotografías de Itachi, Shisui y Hinata.

Sintió su corazón latir ligeramente más rápido.

La expresión de aquel sujeto sufrió una breve modificación, la tenue burla en sus facciones se evaporó.

 

—¿Y bien?

 

—No creí que me buscases para lo mismo que hace tanto —habló entregándole a sus socios las capturas.

 

—¿Y crees que esta vez va a funcionar?

 

Seis, siete…

 

—Oh, es una suerte que ya los hayas reconocido —Minato esbozó una diminuta sonrisa que ocasionó que A frunciera el entrecejo.

—¿Nos están acusando de secuestro? 

—Mei —hizo un ademán para detener a su socia —entonces hablemos claro. Supongo que esta negociación solo queda aquí, ya sabes cómo se maneja esto. Uchiha entonces...

—Podemos llegar a la cifra que pidan, no habrá persecuciones, la policía de ningún país se dará por enterada-

—Sabes que el dinero no es nuestra prioridad, que podemos conseguir mucho más dando por terminada esta reunión.

 

Nuevamente la nariz y garganta de Naruto comenzaron a escocer, incrustó sus dedos en sus piernas para mantenerse espabilado.

 

—Sin embargo, es una verdadera suerte que hayamos dado con sus familiares. ¿Son sus hijos acaso? —A se puso de pie observando con cuidado a cada uno de los presentes.

—Podemos ofrecerles mucho más que solo dinero —Mito fue quien habló ahora, elegante depositó unas carpetas amarillas, que uno de los guardaespaldas tomó para entregarlas a los otros.

 

—Justo de esto hablaba —sonriente Mei se entretuvo en los papeles —no sabía que los Uzumaki y Senju tuvieran negocios juntos.

—No te precipites. ¿Qué clase de jueguito es este? ¿Están pagando por recuperar a esas mascotas y esperan que creamos que van a quedarse callados?

 

Un silencio sepulcral se instaló tras esas preguntas y Naruto se sintió más enfermo, sus dientes rechinaron, bajó la mirada para dejar de ver a ese detestable hombrecito de nariz roja.

 

Cálmate… ocho, nueve…

 

No eran mascotas.

 

—Desde luego, si hubiéramos querido convertir esto en un escándalo público pudimos hacerlo. Arriesgando la seguridad de ellos, pero mandando al piso su reputación y forzando al gobierno a encerrar a al menos a unos cuantos de ustedes.

 

Entonces Naruto detuvo su peligrosa cuenta, sus dedos dejaron de incrustarse en sus palmas, entornó la mirada viendo a su padre. Con una expresión tan seria que estuvo seguro que estaba utilizando sus feromonas de alfa al hablar.

 

—¿Una amenaza?

—No, ninguno de nosotros hemos venido hasta aquí para amenazarlos, A. Sin embargo, si la negociación falla, no tendremos más que perder, puede que alfas y omegas seamos una minoría ahora, pero ten por seguro que por esa misma razón podemos despertar simpatía en los millones de betas ajenos a sus sucios negocios.

—Que osado, Minato. Esta vez no estás suplicando.

 

Naruto presionó los dientes y devolvió su mirada al piso. Sus nudillos escociendo por deseos de reventarse al golpear a esos sujetos hasta el cansancio.

 

—Esta vez tengo el respaldo suficiente. Y las pruebas suficientes, pero tú me conoces, jamás faltaría a mi palabra.

—Bien, negociemos entonces.

 

Un pitido estridente resonó en su oído derecho, Naruto se sintió realmente enfermo, su lado alfa tratando de sobreponerse a los supresores, gritándole algo que no logró descifrar, jadeó bajito sin prestarle atención a lo que dijeron a continuación, solo voces por aquí y allá esta vez.

Y ligero sudor comenzó a recorrer su frente acelerando sus respiraciones.

Su mandíbula tembló tenue reactivando lentamente sus sentidos adormecidos, los colmillos rechinando.

 

—Ten.

 

Contuvo el aliento ante el susurro bajo, Sasuke quien se hallaba a su lado le extendió un pañuelo blanco. Sus trémulos dedos lo tomaron llevándolo hacia su nariz, la neutra fragancia comenzó a relajarlo, recordándole de alguna manera la misma sensación cuando conoció a Itachi, aquellos inhibidores que utilizaba para ocultar su perfecto aroma.  Agotado se encogió en hombros para cerrar los ojos conteniendo su grima. No podía permitirse el menor atisbo de debilidad allí frente a todos…

Inspiró hondo mitigando sus nervios.

 

—Las fórmulas, la investigación, todo.

 

Pudo oír claramente otra vez. Fugaku era quien hablaba ahora.

 

—Eso si me gusta.

—Yo me quedaré con las acciones y los terrenos.

—Necesitaremos algo más de dinero del que ofrecen para estar de acuerdo.

 

Como un montón de niños mimados fueron repartiéndose todo lo que pusieron a su alcance.

Naruto se juró jamás olvidar aquello.

Poco sabía de las investigaciones del padre de Itachi, pero era consciente de su importancia para la familia Uchiha. Incluso para Minato, pero todo aquello ahora sería cedido.

Cobraría su revancha en algún momento...

 

—Hemos llegado a un trato entonces. Puedes acompañarme, Minato, queda el último detalle por acordar.

 

Su padre salió de la sala de juntas acompañado por aquellos sujetos.

 

Naruto volvió a sentir una ansiedad peligrosa cuando les indicaron que podían irse, que todo había acabado.

¿Entonces cuando vería a Itachi?

En el mismo silencio que ingresaron se retiraron, subiendo a los automóviles que los esperaban fuera.

Mareado fue hacia el auto negro sentándose con la puerta abierta, respiraciones hondas no parecían ser suficientes para que su ansiedad disminuyera.

 

—Naruto, he hablado con Minato sobre tu estado de salud.

 

Respingó cuando oyó la voz de quien se acercó, Mito le ofreció una botella de agua que Naruto no dudó en beber.

—No puedes seguir usando tantos supresores, podrían dejar secuelas a largo plazo —preocupada esta vez le ofreció su pañuelo para que limpiara el sudor de su frente.

—Solo… quiero verlo de nuevo, tía. Solo eso… 

Jadeó un poco más alto sin tomar el trozo de tela blanca.

—Y lo harás, así que debes tranquilizarte.

Naruto tragó pesado, concentrándose en la botella plástica que sujetaba, tratando vanamente de hallar su reflejo en la superficie. 

—Itachi estaba embarazado… —confesó en un susurro— antes de que todo esto pasara acababa de hacerse una prueba que dio positiva… 

Ella abrió un poco más los ojos al escucharlo, acercándose más para poder hablarle bajo.

—¿Minato lo sabe?

Sacudió la cabeza negando—, nadie lo sabe.

—Naruto, mírame —pidió— aunque Itachi regrese, no hay garantía de que no haya perdido a ese bebé.

 

Lo sabía.

Desde luego que lo sabía.

 

Aun así, sus ojos comenzaron a humedecerse, habían tardado tanto en concertar aquello que las probabilidades de que su hijo aún estuviera creciendo dentro de su esposo eran casi de cero. Sin embargo, quería seguir aferrándose a ese diminuto porcentaje, La remota posibilidad de que todo volviese a ser como antes…

 

Engañándose con esperanzas para no enloquecer.

 

—No se lo digas a nadie —gimoteó quedito.

Mito esbozó una tenue sonrisa dándole un par de palmadas en el hombro.

—No te preocupes, voy a encargarme de eso en cuanto todo esto se concrete.

 

Asintió refregando sus ojos con el dorso de su mano, Minato tardó bastante en salir del gigantesco edificio y en cuanto lo hizo todos volvieron a bajar de los vehículos para escuchar lo que tuviese que decir.

 

—El intercambio se llevará a cabo en dos días.

 

¿Dos días?

Naruto estuvo a punto de gritar, aquel tiempo le parecía una exageración, ya habían perdido meses en su búsqueda y retrasar el rescate de su esposo así fuese por horas ya era intolerable.

 

—Quedan documentos por firmar, fórmulas que verificar. No es sencillo, Naruto.

Su padre trató de calmarlo cuando al fin los automóviles se pusieron en marcha.

—En dos días podría suceder cualquier cosa.

—Estamos manejando esto como un negocio, dos días es una miseria comparado a lo que en verdad podría demorar.

Sus dientes volvieron a rechinar entre sí por la presión, sus puños presionados con tanta fuerza que sus palmas comenzaron a escocer, Naruto por un instante observó a Minato con rencor. Detestaba que tuviera razón, que hubiesen cedido hasta llegar a ese punto, simple intercambio de dinero y bienes por la vida de quienes amaban.

 

—Dime que lo viste.

—Lo hice —suspiró sin mirarle a los ojos— necesitaba confirmar que estuvieran con vida.

 

.

 

 

Nunca en toda su vida, dos días le parecieron tan largos. Ni siquiera durante la búsqueda pudo sentir los minutos tan ralentizados, capaz incluso de contabilizar cada segundo que transcurría.

Ahogándose en los últimos instantes en que vio a Itachi, su rostro angustiado y sus desesperados intentos por ayudarlo…

Naruto solo podía sentirse como un inútil al rememorar.

Sin tan solo hubiese sido más fuerte…

 

Cuando al fin llegó el día acordado los nervios fueron tales que en lugar de supresores tuvo que ingerir sedantes. Su alfa tan inquieto consciente de que al finalizar el día podría volver a sentir la espléndida lavanda y consolar a su pareja.

Pero el lado racional en Naruto sabía que no sería tan sencillo, que esperar a que Itachi no hubiese sufrido la menor lesión era una quimera imposible, que incluso el daño ocasionado podría ser irreparable…

 

—Estas sangrando.

 

Se sobresaltó al escuchar a Sasuke, notando a que se refería. Naruto había mordido su labio inferior con tanta fuerza sin ser consciente de la herida provocada.

Se relamió la sangre, sintiendo apenas el dolorcillo, tomando el tiempo necesario para hacer el recuento de sus propias heridas.

Que, aunque pudiesen presentar alguna molestia o dolor cuando aplicaba demasiada fuerza pronto deberían de sanar por completo, sus ojos azules ahora pasaron a contemplar a su cuñado.

Sasuke se veía algo más cansado, como si tampoco hubiese podido conciliar el sueño en aquellos insufribles dos días.

Debía ser por eso.

Suspiró entonces observando de nuevo hacia el frente, aquellas enormes bodegas donde habían acordado el intercambio, aún quedaban algunas horas para el momento fijado. Solo Sasuke, Hashirama, Neji y Kagami padre de Shisui, sin tomar en cuenta el impresionante número de “escoltas” que Minato había conseguido estaban ahí.

Su padre y Fugaku debían hallarse finalizando los últimos detalles para ceder el dinero y las investigaciones.

 

—Mito ya debería estar por llegar —le habló Hashirama, tratando de cortar un poco la tensión en el ambiente.

Naruto asintió sin querer entablar la menor conversación, a sabiendas de que su tía junto a Mikoto se encargarían de conseguir una ambulancia… porque estaban seguras de que sería necesaria.

Aquella idea solo incrementó su constante malestar.

Porque incluso Minato había preparado todo lo necesario para regresar a Norteamérica esa misma noche, consideró por un instante que Sasuke ya no vería a Neji.

Dedicándole otra mirada de soslayo lo apreció demasiado serio, era una lástima que ya no pudiesen verse.

 

 

.

 

 

Y cuando al fin todas sus súplicas y lamentos fueron escuchados, cuando sus ojos volvieron a enfocar ese negro magnético, sus pies se movieron por sí solos ansiando poder alcanzarlo, abrazarlo, besarlo…

Decirle que aún lo amaba, que siempre lo haría…

La sonrisa que hace tanto no esbozaba apareció por sí sola en su breve carrera.

Sin embargo, el gesto se desvaneció cuando supo que no podría abrazarlo…

Se detuvo abrupto en el instante que Itachi retrocedió.

 

 

[...]

 

 

No recuerda en que momento aquella mujer le dijo que le harían un ultrasonido para saber cómo se encontraba su bebé. Itachi se sintió algo feliz, deseaba desesperadamente confirmar que su hijo estaba bien.

Porque aún con el tiempo avanzando imparable no podía apreciar ni el más mínimo cambio en su cuerpo, su plano vientre solo lo dejaba con sus instintos como único medio para saberlo en su interior.

Esa voz exasperante que repetía en su fuero interno que lo mejor sería que lo perdiera.

No es del alfa.

Ansiando en esos momentos supresores para mandarla a algún recoveco en sus pensamientos.

Esos que lo empujaban a buscar a Shisui y sus afectos, como si Naruto ya no importase en lo más mínimo, intentando ignorar en lo posible a su primo para no acrecentar su ansiedad, como deseaba dejar de escuchar sus llamados, que en más de una ocasión lo obligaron a sostenerle la mirada, aunque después solo quisiera deshacerse en llanto.

Sintiéndose como un vil traidor.

 

—Esta algo pequeño, necesito hablar con A.

 

Fue el diagnóstico desalentador luego de que paseara aquel aparatillo por su estómago, sin permitirle siquiera ver en la pantalla la borrosa manchita que simbolizaría a su bebé.

¿Pero cómo mejorar sus condiciones de vida en aquel lugar?

Porque pese a odiar cuando A lo llamaba, había considerado incluso tratar de ganarse sus favores con “obediencia”, no obstante, al solo intentarlo progresivas náuseas lo descompensaron, como si aquella dolorosa marca en el cuello fuera como un collar con correa que Shisui tiraba de vez en cuando haciéndole sentir fatal. Ocasionando una y otra vez que lo amordazaran para castigarlo por algo que escapaba a su razón.

 

—¿Uchiha Itachi, eh?

 

En el instante que Deidara lo llamó por su nombre, Itachi se aproximó a los barrotes de su celda, agradecido de que Shisui no se hallara cerca.

—No sabes cómo me costó sacársela al estúpido de Hidan —sonriente le paseó por delante su identificación, esa que debieron quitarle junto a todas sus posesiones el día que lo secuestraron. Incluyendo su anillo de bodas.

Abrió la boca para decir algo, pero no se atrevió.

¿Estaría buscando cómo chantajearlo?

—Tu apellido se me hace conocido. ¿Tu familia tenía negocios con el bastardo de Danzo?

Itachi quiso hablar, pero algo solía impedírselo, el saberse bajo cámaras de vigilancia todo el tiempo siempre provocaba la sensación de un corte en sus cuerdas vocales.

—Él… no —musitó ronco.

—No, él no tiene la menor influencia aquí. De hecho, mis jefes están molestos con él por negocios fallidos —explicó acercándose a los barrotes para susurrarle—  hoy estoy a cargo de las cámaras de vigilancia. Sabes, tal vez si consigo hablar con A o que tu familia sepa algo, pueda haber una oportunidad, humm.

—¿Por qué… lo harías? —cuestionó bajo, sin estar seguro de sí fiarse de aquel ofrecimiento, demasiado cansado de los intentos de todos esos sujetos por aventajarse con roces bruscos y besos dolorosos. Aunque curiosamente era Deidara quien solo se dedicaba a observarlo como pago.

—Porque me gustas y si te quedas aquí, no habrá mucho arte que apreciar en ti.

La confesión no le provocó ningún sentimiento, pero por un segundo volvió a sentir ligera esperanza.

 

La puerta metálica se abrió en aquel instante y Deidara retrocedió de súbito.

 

—¿Qué haces aquí, Deidara? Sabes que no me gusta que husmeen en mis cosas.

—Solo estaba de paso, quería pedirle el día de mañana libre, humm.

—¿Y desde cuando me pides permiso a mí?

 

Dejó de prestarles atención cuando sus ojos enfocaron a Hinata…

Caminaba al lado de aquella doctora, luciendo mucho mejor que la última vez que la vio. Ahora se mostraba saludable y hasta con un ligero rubor en las mejillas, Itachi tragó pesado.

Al parecer Itachi había funcionado como cambio para que ella se recuperase de su lamentable estado, dejándolo a él como el objetivo principal de todos.

Sin estar seguro de cuanto más podría soportar aquel trato.

 

.

 

Debió ser poco después de eso que los malos tratos de A se intensificaron, sugiriendo que no deseaba lastimarlo y que sería “amable” si lo obedecía, perdiendo la paciencia con cualquier excusa para tumbarlo boca abajo dejando moretones por aquí y allá.

 

—Itachi, por favor. Déjame aliviarte.

 

Shisui susurrándole cuando lo devolvían a su celda blanca, incomodando hasta el menor de sus descansos con sus pedidos que solo revolvían sus sentidos casi obligándolo a correr a su lado. Deseando deshacerse de aquella marca, rasgando su cerviz incontables veces, hasta el punto que tuvieron que mantenerlo esposado para que dejara de lastimarse.

Si la sensación no menguaba estaba seguro de que enloquecería.

Naruto.

 

—Es hoy, es hoy.

 

Emocionado Deidara le habló aquel día, abriendo su celda en la que de momento se hallaba solo. Itachi lo observó cansado, incorporándose apenas cuando el otro ingresó para soltar las cadenas que retenían sus manos contra el piso.

¿Hoy?

 

—Debemos darnos prisa, antes de que los viejos cambien de opinión.

Itachi inclinó levemente la cabeza dando a entender que no tenía idea de qué hablaba, sin pronunciar palabra se mantuvo al ver como Kisame, Sasori y la doctora que lo aguardaban fuera junto a una Hinata levemente sonriente.

A dijo que un tal Namikaze llegó al precio —le susurró— vas a salir de aquí, humm.

Namikaze.

Su respiración se hizo más pesada por unos segundos.

¿Acaso hablaba en serio?

Su corazón comenzó a latir más rápido a medida que lo guiaban entre los pasillos, subiendo por heladas escalinatas.

 

—Eres un omega con mucha suerte, la próxima vez te quedarás conmigo.

 

Fue el murmuro de Kisame mientras vendaba sus ojos antes de introducirlo a un vehículo.

Itachi sintió miedo.

 

—No le hagas caso, solo está dolido porque esta vez no pudo salirse con la suya.

Deidara le habló acomodándose a su lado.

—¿A dónde vamos? —preguntó quedito.

—Ya te lo dije, vas a salir de aquí, tu familia pudo pagarles a los viejos lo suficiente.

 

El precio.

Eso significaba…

 

—Quizá nos volvamos a ver, humm.

 

.

 

La próxima vez que le quitaron la venda de los ojos las voces de Minato y Fugaku le llegaron. Su padre lo abrazaba derramando lágrimas que nunca le vio.

Un mareo progresivo fue consumiéndolo al ver a Minato, sus ojos comenzaron a derramar lágrimas al evocar en su imagen a Naruto.

—Ahora estás a salvo.

Lo cubrieron con una manta y su agitada mirada enfocó a su primo y a Hinata un poco más allá. El aroma que Shisui fue liberando solo lo hizo sentir peor, Itachi se aferró a su padre buscando neutralizar la sensación.

Continuó derramando silenciosas lágrimas.

 

—Bien Minato, he cumplido con mi palabra. Ahora es tu turno.

 

Cuando al fin los sacaron de allí y estuvo seguro de que estaba regresando al fin con su familia, el pánico en su interior fue incrementándose, a la par de sus ruidosas respiraciones, Fugaku en vano trató de calmarlo.

—Itachi, tranquilo, ya terminó no volverás allí. Tu hermano, tu madre están esperando, Naruto también…

 

Naruto…

Naruto…

Naruto…

 

Se cubrió la boca cuando las náuseas se presentaron súbitamente, se dobló sobre sí mismo respirando más ruidoso, sintiendo el sudor correr por sus sienes. Negando una y otra vez, con los ojos ardiendo de tal modo que agradeció que fuese de noche, como si el aire fuera tan nocivo que lo forzó a toser una y otra vez.

 

—Itachi —Fugaku lo sujetó con fuerza para que el movimiento del automóvil no lo hiciera caer.

 

Naruto…

Naruto…

Naruto…

 

Sollozó llevándose esta vez las manos a la marca en su cuello.

¿Cómo podría presentarse frente a su esposo con la marca de otro alfa?

¿Cómo habría de poder si quiera mirarle a los ojos después de todo?

 

—Puedo detener el auto —Minato habló viendo por el retrovisor sin dejar de conducir.

—No, continúa. Salgamos de aquí cuanto antes.

 

Sus lágrimas continuaron cayendo sin que pudiera detenerlas, con el sentimiento de humillación arrastrándose por cada centímetro de su piel. Sus uñas volvieron a incrustarse en su marca.

Como deseaba borrarla…

—Itachi —Fugaku lo llamó preocupado, tomando sus manos con fuerza para que dejarse de hacerse daño —va a estar bien, vamos a solucionarlo.

Le susurró dejándole entender que ya había notado aquel nefasto detalle. Así que Itachi solo pudo aferrarse nuevamente a su padre, como seguro no había hecho desde que era un niño pequeño.

 

Se sintió tan miserable.

Un completo despojo de lo que alguna vez fue, de lo que alguna vez pudo ofrecerle a Naruto.

Por ello cuando pudo divisar a la persona que amaba… retrocedió…

Aunque su corazón quemara de deseos por abrazarlo, temía ser rechazado en cuanto lo supiera…

Que había traicionado aquel maravilloso lazo afectivo que en algún momento habían formado y que los hizo tan felices, que fue incapaz de proteger su unión…

 

 

[...]

 

 

 

Notas finales:

 

 

Saludos, siento la demora, pero he tenido muy poco tiempo libre.

Espero el capítulo les haya resultado interesante, muchas gracias por las lecturas y los bonitos comentarios. Cuídense mucho y nos leemos en el siguiente.


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