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Todo lo que dejé. por Ju Patter

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Notas del fanfic:

Quizá al principio no sea tan comprensible, pero conforme pasen los capítulos y continúe la historia. Espero se vayan aclarando dudas y afinando detalles. Comienza en un punto medio la historia, es decir, hay un pasado que contar, pero lo dejé para más delante. Espero disfruten su lectura y sigan leyendo. Mis disculpas si en algún punto descuidé la ortografía, espero sea entendible.


No soy muy de describir aspectos, es que muchas veces siento que esas cosas salen sobrando y la verdad no soy muy buena escribiendo. Pero como es un fanfic (los personajes pertenecen a otra persona y su obra es muy popular) ustedes ya conocen el aspecto de estos tipos, así que no creo sea un inconveniente, pero igual haré un esfuerzo en describir.


Espero les guste y me dejen un comentario para saber si voy por buen camino.

Notas del capitulo:

No me pertenecen los personajes, son todos o en su mayoría de Masami Kurumada (no iba a dormir si no lo ponía xD).


No estoy segura de que advertencias hacerle posiblemente tenga incesto, pero para esa parte de la historia falta un resto. Del lemon no lo había considerado pero quizá me anime y lo meta, la verdad no lo sé.

I

Mu siempre había sido una criatura frágil, a sus quince años su altura era más baja que la medía, sus brazos y piernas siempre habían sido delgados, pero en los últimos días habían enflacado aún más. Llevó el cabello largo desde que era muy niño y así lo conservaba, éste era de un color lavanda. El pobre chico había pasado por tantas cosas a tan corta edad que él mismo se compadecía, ya no hacía nada más que estar encerrado en su cuarto. Pero para su buena suerte una de esas noches su triste vida tendría un cambio.

Mu dormitaba recostado sobre su cama cuando el llanto de un infante lo despertó. No era una sorpresa para él, muy a su pesar la situación se repetía noche tras noche desde hacía una semana. Cambiando la rutina, en la cual solo se quedaba acostado hasta que el ruido cesaba, se levantó de la cama y con algo dificultad salió de su cuarto. Con mucho cuidado y sujetándose de las paredes de la escalera de caracol bajó hasta la habitación donde suponía estaba el niño que desesperado lloraba, entró procurando no hacer ningún ruido. Solo había una cuna en el centro del cuarto, le sorprendió que el bebé siendo tan pequeño estuviese solo.                                                                                       

 Una oleada de sentimientos lo estremecieron, por un lado, no quería ceder, aceptar a ese niño fue una bofetada a su orgullo. Pero solo era un chiquillo olvidado que como él sufría de la cruel soledad. Se decidió a verlo, de inmediato le pareció perfecto, era un pequeño bebé rojizo de apenas dos semanas que movía sus extremidades frenéticamente de un lado a otro. Armándose de valor lo tomó en sus brazos, el niño dejó de llorar pero seguía quejándose. Lo abrazo más, hasta sentir el calor que el pequeño emanaba y caminó de un lado a otro intentando arrullar lo.

La puerta se abrió y aunque Mu la escuchó perfectamente fingió que no, se limitó a seguir caminando con el bebé quien aparentemente había conseguido calmarse. La persona que entró a la habitación era Shaka, un joven de veintitrés años, de esbelta figura con largos cabellos rubios. Tenía un puesto diplomático y se le consideraba una de las mentes más impresionantes del reino.

–Su alteza, no esperaba verlo aquí –dijo Shaka mientras se acercaba a Mu–. Deme al niño, debe estar exhausto.

–Me encuentro mejor, gracias por preocuparte –contestó Mu mientras se giraba lentamente para encarar a Shaka–. Estaba dormido y de pronto escuché un montón de lloriqueos.

–Perdóneme –el rubio se inclinó haciendo una reverencia–. Estaba ocupado poniendo en orden unos manuscritos.

–¿Ya has vuelto a tus antiguos quehaceres?

–Sí su majestad desde hace ya tres días comencé a traducir algunos libros. Nada que requiera un esfuerzo mayor, es por eso que tardé en venir a atender al pequeño príncipe, estaba acomodando unas cosas.

Esa confesión resultó para Mu un golpe más en su autoestima, su única responsabilidad en ese lugar era ser un buen consorte y dar a luz a los hijos del rey. Pero Saga sería incapaz de pedirle un consejo a él, su esposo tenía veinticinco años y el apenas quince, era ridículo de solo pensarlo. Por eso Saga había preferido a Shaka, no solo era hermoso, sino que también era inteligente y tenía responsabilidades dentro de la corte.

–Deme al niño, su alteza.

–No, déjame sostenerlo un poco más ­–le pidió Mu suplicante.

–Como usted diga –Shaka se retiró de la habitación.

Mu sonrió cuando la puerta del cuarto se cerró dejándolo solo con el niño. Caminó de un lado a otro arrullándole hasta que comenzó a sentir sus piernas terriblemente pesadas. Fue ahí cuando recordó que estaba convaleciente y debía descansar. Se acercó al cuna dispuesto a dejar al bebé pero la idea dejarlo solo le inquietaba. Cuando estaba por recostarlo el niño sujeto con su puño la manga de Mu. No pudo dejarlo, así que lo llevó a su recamara.

Mu puso dos almohadas de forma que sirvieran como barrera para el pequeño y lo acomodó entre ellas. Se recostó en el lugar de siempre yaqué el bebé ocupaba ahora el lugar en que se suponía dormía su esposo, pero que en realidad pocas veces había ocupado. Mu no tardó mucho en caer profundamente dormido.

Pasarían algunas tres horas para que la puerta de la recámara real fuera abierta. El rey hacía presencia en sus aposentos. Recién llegaba de tener una conversación con Shaka, el rubio estaba desconcertado por la actitud reciente de la reina. Para Saga fue algo extraño escuchar que Mu había vuelto a caminar, desde su ultimo parto pensó que el chiquillo se quedaría más tiempo en reposo. Se acercó a la cama y se sentó a un lado de su consorte. Tenía que hablar con él y resolver lo que sea que estuviera pasando por su mente.  Con infinita calma acarició los cabellos lavanda esperando a que su dueño despertara.

–¿Qué pasa? –preguntó Mu adormecido.

–No pasa nada, Mu –Saga tomó la mano de Mu y la besó.

–Entonces ¿por qué estás aquí?

–No se te escapa nada, pequeño. Shaka… ­–un nudo se formó en la garganta del rey. Le hubiera gustado no haber mencionado ese nombre frente a su esposo–. Shaka ¿quiere saber por qué has traído al niño a tus aposentos.

–Yo…– Mu bajó la mirada–. No lo sé, estaba llorando solo en su cuarto y de pronto…no sé, no lo sé, Saga. Cuando menos pensé ya lo tenía en mis brazos.

­–Mu, cálmate. Ni Shaka ni yo estamos molestos, solo nos pareció extraño que quisieras cargarlo. Cuando lo presentamos a los nobles no parecías soportar su presencia.

–Perdóname –pronunció Mu con la mirada fija en el suelo–. No era mi intención ser grosero…- sintió como algunas lágrimas traicioneras brotaban de sus ojos–. Pero mi hijo fue enterrado como un perro y no tuve la fuerza suficiente para defender su cuerpo…

–¡No te alteres! –Saga se levantó rápidamente de la cama–. Tienes que ser más fuerte que esto. Sin heredero el reino no me habría dado su apoyo, me verían como una figura vacilante. La gente de Austrannor no necesitaba saber sobre nuestro hijo muerto cuando podían alegrarse por este otro niño –soltó un suspiro–. Sé que lo que te pedí, fui algo insensible, pero era lo correcto. Ahora las cosas están más calmadas, con el tiempo te darás cuento que fue lo mejor.

–… perdón.

Un silencio se apodero de la habitación, Saga se recargó en la pared mientras mantenía la mirada fija en Mu quien seguía mirando el suelo.

–Quiero quedármelo, Saga.

–¿Por qué? - preguntó el rey.

–Porque es mi hijo.

–Mu, no es tu hi…

–¡tú fuiste quien dijo que sí! –Mu alzo la vista y conectó los ojos verdes de su esposo–. Me dijiste que si mi hijo moría el bebé que esperabas con Shaka tomaría su lugar. Que sería tu heredero y tendría que actuar como su madre.

–Pero Mu…

–¡quiero hacerlo! Por favor Saga- lo miró suplicante. –Déjame ser su madre. Yo no he tenido verdaderas ocupaciones desde que llegué aquí, déjame ser su madre, Shaka tiene otros quehaceres que parecen interesarle más no creo que se niegue.

–¿Seguro que es lo quieres?

–Sí.

–Hablaré con Shaka.

Con el alboroto el bebé comenzó a inquietarse, Mu de inmediato lo tomó en sus brazos y comenzó a mecerlo tiernamente. Se descubrió el pecho y comenzó a alimentarlo, mientras le susurraba palabras tiernas. Saga todavía no había dejado la habitación así que observó la escena, convenciéndose así mismo que la nueva actitud que Mu estaba mostrando era conveniente. Siendo sincero el rey sabía que Shaka no tenía amor ni aptitudes maternas para con el niño. El rubio siempre consagro su vida a los estudios y su servicio al reino. Aunque bien no era una persona fría sí era una persona eternamente distante de los demás.

Notas finales:

Gracias por leer.


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