Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

53. El Loco Muerdago de Nana. (31) por dayanstyle

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Choi Seven metió las manos en los bolsillos delanteros, luchando contra el frío del invierno, mientras caminaba por la calle casi desierta, encorvando los hombros en un intento de reducir el impacto de los vientos que soplaban. Sus orejas se congelaron y ya no podía sentir su nariz.
 
 Estaba afuera en el maldito frío.
 
 Apretó los dedos en puños, tratando de mantener la circulación mientras se dirigía hacia la cafetería. Seven no estaba seguro de por qué se detuvo. Estaba en su carro con el cálido chorro de la calefacción, cuando vio la cafetería. Seven estaría en la ciudad por las próximas semanas, pero en realidad aún no había tenido la oportunidad de explorar lo que la villa Kim ofrecía. Pero la calidez del lugar había hecho a Seven detenerse y enfrentarse a los vientos.
 
 Sólo estaba cruzando la calle desde su lugar de estacionamiento al otro lado, pero se sentía como si hubiera caminado un kilómetro lejos de su camioneta debido a los fuertes vientos. A regañadientes, sacó una mano del bolsillo cuando se acercaba a la puerta. Al entrar en la pequeña cafetería, Seven sonrió. Tenían música de navidad. Había pasado mucho tiempo desde que había oído las familiares melodías. Había estado en el extranjero el año pasado en navidad con una firma constructora y supervisando proyectos que tenían un horario estricto y se había perdido de la celebración.
 
 Seven extrañó las melodías navideñas y la alegría de la ocasión en todo el mundo.
 
 Había algo acerca de escuchar las melodías navideñas que le hacían pensar en hogares cálidos y sidra caliente. Sopló en sus manos mientras se acercaba al mostrador y esperó en la fila.
 
-¿ Choi Dong Wook?
 
 Seven se giró y vio a Park Leeteuk entrar en la cafetería.
 
 Wow, de todos los lugares para encontrarse con alguien de su pasado. Seven estaba un poco aturdido. Él sonrió, extendió la mano y estrechó la de Leeteuk. -Mucho tiempo sin verte.
 
 -No me digas -dijo Leeteuk con una sonrisa sincera en su rostro-. No te había visto desde la preparatoria. ¿Cómo infiernos estas?
 
 Seven se encogió de hombros  mientras  veía  el menú. -He estado bien. ¿Y tú?
 
 Leeteuk asintió, mientras metía las manos bajo sus brazos, viendo a Seven como si quisiera recordar viejos tiempos. Tan agradable como era ver al hombre, Seven no estaba en la ciudad para recordar.
 
 -Estoy bien. Ahora soy un detective. No puedo creer que estés aquí en Villa Kim. ¿Dónde vives?
 
 Seven sonrió mientras seguía viendo el menú, sin saber lo que quería beber. -Alquilé un departamento al lado de la  comisaría. Un mundo pequeño.
 
-Así es. ¿Qué estás haciendo ahora?
 
 Seven se movió hacia adelante cuando la persona que estaba delante de él terminó y se alejó. -¿Puedo tomar un chocolate caliente con crema batida? -Se giró hacia   Leeteuk-. Estoy aquí viendo algunos lugares.
 
 -¿Para? -Leeteuk preguntó mientras pedía también un chocolate caliente. Seven tomó la taza de la barra, y se apartó un paso atrás para que Leeteuk pudiera conseguir su orden.
 
 -Solo viendo bienes raíces. -No se le permitía hablar de la verdadera razón para venir a Villa Kim. Seven sabía que no sería bienvenido si le contaba a alguien que estaba aquí para comprar propiedades en el pueblo para un centro comercial. La gente por lo general no se tomaba muy bien ese tipo de noticias, en especial los residentes de los pueblos.
 
 -Vas a tener que venir a cenar a mi casa -dijo Leeteuk, mientras tomaba su taza del mostrador-. Va a ser bueno para ponernos al día desde los viejos tiempos.
 
 Seven levantó su chocolate caliente. -Lo haré. -Tomó un sorbo, se sentía un poco incómodo. No había pensado encontrarse con alguien conocido, y mucho menos a alguien con quien fue a la escuela. Por lo que el señor Kang Ta le había dicho, el lugar se estaba muriendo y los residentes venderían con mucho gusto.
 
 Pero por lo que Seven había visto desde que llegó a este pequeño y pintoresco pueblo, no estaba tan seguro. El lugar parecía prosperar y nuevos edificios estaban construyéndose. Este no era un pueblo moribundo en su opinión. Sin embargo, Seven no estaba aquí para hacer juicios.
 
 Tenía un trabajo que hacer. La corporación Kang Ta había contratado al mejor, a, Choi Seven, para hacer un trabajo, y nada iba a interponerse en su camino.
 
 Ni siquiera un viejo amigo de la preparatoria.
 
 -Te voy a dar mi dirección. -Leeteuk dejó la tasa sobre la mesa y garabateó en una servilleta. Le dio la dirección a Seven-. Ven esta noche. Me encantaría platicar contigo.
 
 -Lo haré. -La oferta sorprendió a Seven. Sabía que Leeteuk había crecido con una madre alcohólica y un padre ausente. El hombre se había roto el culo para terminar la preparatoria, pero Seven había perdido el rastro del hombre cuando él se fue a la universidad. No eran lo que otros considerarían buenos amigos, pero sabía que a veces una cara conocida del pasado era  bienvenida.
 
 -Nos vemos esta noche. -Leeteuk sonrió una vez más y luego salió de la cafetería. Seven no estaba seguro de por qué, pero la idea de una comida casera le atraía. Había pasado demasiado tiempo desde que salió de casa y él no era el mejor de los cocineros. Aunque lo lograba. Cerró los dedos alrededor de la servilleta antes de meterla en el bolsillo delantero, preguntándose si debía ir.
 
 No iba a dejar que sentimientos personales se interpusieran en el camino de los negocios. Le agradaba Leeteuk y había incluso admirado su perseverancia. Pero este negocio era de millones. La reputación de Seven estaba en sus habilidades de lograr la negociación y un acuerdo antes de Navidad.
 
 Además, Seven amaba lo que hacía. Conseguía sentir una enorme euforia de forma natural cada vez que cerraba un trato. El poder y la riqueza eran geniales, incluso las quería, pero para lo que él vivía era para cerrar un gran trato, le daba un subidón como ninguna otra cosa lo hacía. Seven aun no encontraba nada que equipara a la embriagadora  emoción.
 
 Caminando hacia la parte trasera de la cafetería, Seven sacó el teléfono celular. El lugar no estaba demasiado lleno, así que su conversación no se oiría. Le contestaron al segundo timbrazo.
 
-¿Está seguro de su investigación? -Seven preguntó y luego tomó un sorbo de chocolate. Después de viajar por todo el mundo, se sorprendió al encontrar el chocolate tan rico, tan sabroso. Eso no era algo que esperara encontrar en un pueblo tan pequeño. Tomando asiento en un sillón rojo, Seven miró alrededor de la cómoda cafetería.
 
 -Nuestra investigación fue exhaustiva, señor Choi. Villa Kim tiene unos novecientos habitantes, y el ochenta por ciento de la población no tiene trabajo. La ciudad no ha tenido un desarrollo nuevo en años. El promedio de ingresos es tan bajo que estoy conmocionado de que el pueblo aún exista. Los residentes venderán sin problemas.
 
 Seven abrió la boca para decirle a Sung Gu —asistente del señor Kang Ta— que la ciudad tenía varios desarrollos nuevos por lo que había visto, incluyendo un cine nuevo. Pero algo dentro de Seven le hizo quedarse con esa pequeña información para sí mismo. No tenía ninguna razón para hacerlo, pero Seven quería investigar un poco más antes de informarlo.
 
 ¾El pueblo es extremadamente pobre. Comprarles sus propiedades será un regalo del cielo. Ellos pensaran que se sacaron la lotería. ¾Les hizo una pausa y luego habló en un tono preocupado¾. ¿Ya tienes problemas?
 
 ¾No, ninguno. Sólo quería asegurarme de que sus datos eran correctos antes de proceder.
 
 ¾Oh, bueno. He investigado a fondo la ciudad. Al parecer, el alcalde, Kim Jongin, no se preocupa por los ciudadanos. Ha dejado decaer el pueblo a su alrededor. Estoy dispuesto a apostar que él venderá tan fácilmente como todos los demás. Ve con él primero. Si el alcalde vende, todos los demás residentes verán que aferrarse al pueblo en el que crecieron no vale la pena. Si ellos no venden...
 
 Sí, Seven sabía lo que sucedería después. -Tengo los archivos en mi departamento.
 
-Muy bien -dijo Sung Gu-. Espero tu llamada diciéndome que el acuerdo está completo.
 Seven colgó. Odiaba tratar con Sung Gu. El hombre era un quejumbroso besa-culos y nada profesional. El sujeto podía trabajar para un poderoso hombre, pero el trabajo de Sung Gu era cuestionable. El tipo no tenía su investigación en orden. Este pueblo no se estaba muriendo, estaba prosperando. Cómo pudo haberse perdido Sung Gu de esa pieza vital de información era una incógnita.
 
 Seven decidió renunciar a la invitación a cenar. Había demasiado que investigar y tendría que realizarla por su cuenta. Esta era la primera vez que estaba prácticamente ciego en su puesto de trabajo. Sung Gu era un idiota y necesitaba ser despedido.
 
 Dejando caer la taza en el bote de basura, Seven caminó de regreso a su carro. Parecía haberse puesto más frío afuera, así que corrió a través de la calle y se deslizó en el interior del carro, ahora frío. Hizo a un lado la sonrisa en el rostro de Leeteuk. No tenía sentido ceder a sentimientos de nostalgia cuando estaba a punto de clausurar este pueblo.
 Ya fuera que prosperara o no, él tenía un trabajo que terminar.
 
 Y Seven siempre había estado a la altura de sus objetivos.
 
 Una vez que estuvo de vuelta en su departamento, Seven sacó los archivos que Sung Gu le había suministrado y los comparó con lo que había visto en la Villa. No sólo Sung Gu se había perdido del nuevo cine sino también de la tienda de motocicletas Wu. Seven sacudió la cabeza ante la incompetencia. Un niño podría haber elaborado un informe de investigación mejor que este.
 
 Si el señor Kang Ta mantenía a Sung Gu como asistente, la corporación Kang Ta iba a caer.
 Tomando una taza de café de la pequeña cocina, Seven se sentó en el sofá y empezó a hojear el archivo de Kim Jongin.
 
 En realidad no había mucho que leer, pero lo que llamó de inmediato su atención es que no había fecha de inicio para cuando el señor Kim se había convertido en alcalde. El hombre ni siquiera había tenido un contendiente funcionando desde… Seven miró el archivo... nunca. No encontró registros de alguna persona que compitiera contra el hombre, ni que le hubiera ganado, ni que lo hubieran elegido, ni siquiera un indicio de cualquier tipo de candidatura. Era como si el hombre hubiera estado presente desde que la villa fue construida hace más de doscientos años.
 
 Pero eso era imposible. Seven leyó el archivo dos veces, pero sabía desde la primera lectura que no se le había pasado nada.
 «Qué extraño».
 
 Dejando el archivo a un lado, Seven tomó otro, marcado como el archivo Moon. Dio al expediente una lectura exhaustiva, señalando que la familia de ocho no había estado en Villa Kim desde hace tanto como algunos de los demás residentes. Seven no creía que eso fuera imposible —¿Qué jodidos?
 
 Frunció el ceño mientras examinaba el informe anual de los ingresos de los Moon. Seven quedó desconcertado.
 No había manera que Sung Gu fuera tan incompetente. Los Moon hicieron suficiente dinero para mantener a este pueblo diez veces. Algo no estaba sumando. Rascándose la incipiente barba en su mandíbula, dejó el archivo Moon a un lado y tomó la carpeta que contenía las estadísticas sobre el Taller Eli, esperando ver una disminución constante de los ingresos, pero encontró lo contrario.
 El Taller Eli estaba fiscalmente en auge.
 
 ¿Qué infiernos estaba sucediendo aquí? Seven estaba completamente perplejo. Lo que le habían dicho y lo que estaba leyendo, eran dos cosas muy diferentes. Para cuando Seven terminó de leer todos los archivos en su poder, era algo seguro que algún otro había comprado el moribundo pueblo. Sus instintos le decían que había más en esto que simple incompetencia.
 
 Sólo que no estaba seguro de lo que podría ser. ¿Por qué la Corporación Kang Ta lo envió a comprar un pueblo que cualquier hombre ciego podía ver que no estaba muriendo, sino floreciendo?
 
 Sólo había una manera de obtener los datos que faltaban o que estaban siendo retenidos a propósito. Marcó un número que rara vez utilizaba. Si alguien podía descubrir lo que estaba pasando en este tranquilo pequeño pueblo, ese era Jung-nam Kim. El hombre podría descubrir la verdad detrás de la zona 51 si se sentía inclinado.
 -Seven.
 
 La voz era profunda y segura cuando Jung-nam contestó el teléfono. Siempre le intrigaba a Seven que Jung-nam pudiera hacer eso. Seven no tenía registrado su número de teléfono o su ubicación. No lo tenía configurado de esa manera.
 
 Y aun así Jung-nam lo sabía.
 
 -Te necesito para un trabajo.
 -Explícate.
 
 
 
 Seven le dijo a Jung-nam sobre el trabajo que se le entregó y la información contradictoria. Su instinto le decía que algo más estaba pasando, y Seven sabía que no iba a darse por vencido hasta que tuviera todas las piezas del rompecabezas en su lugar.
 
 -Envíame los archivos.
 
 Seven subió los archivos a un correo electrónico cifrado y los envió a Jung-nam. -Llámame cuando sepas algo.
 El teléfono se cortó.
 
 Seven lanzó su teléfono satelital a la mesa de café, dejando escapar un profundo suspiro. Tenía la sensación de que acababa de entrar en un montón de mierda que no iba a lavar de sus zapatos con tanta facilidad.
 
 Tal vez no debería haber dejado de fumar. No le vendría mal un maldito cigarrillo ahora mismo. Metió la mano en el bolsillo para un chicle y encontró la servilleta con la dirección que Leeteuk escribió sobre ella.
 
 Tal vez podría ir a cenar con Leeteuk y ver si su viejo amigo estaba dispuesto a decirle algo sobre Villa Kim. Si alguien podía decirle algo acerca de este lugar, era un residente. Leeteuk no tenía idea de por qué Seven estaba allí, así que no sería tan reservado en revelar los secretos de esta pequeña villa.
 
 Seven tomó una larga ducha y se preparó para su visita. Leeteuk no le había dicho una hora, así que el hombre no debería de quejarse de la hora. Las ocho era demasiado tarde para la cena, pero no para la información.
 Seven no sólo quería terminar el trabajo por el cual vino a Villa Kim, sino que estaba malditamente determinado a averiguar por qué Sung Gu le había proporcionado un montón de archivos falsos. Seven  sabía a ciencia cierta  que  el   señor
 
 Kang Ta no contrataría a alguien incompetente. No, había más en juego aquí de lo que se veía.
 Y de una manera u otra, Seven iba a saber exactamente qué era ese algo.
 
 continuara....

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).