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Situaciones Extrañas por Akins

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Hace un par de años, cuando yo apenas tenía 12 años, nos mudamos a casa de mi tío Kakashi, él conocía a mi padre desde que eran muy pequeños, así que se podría decir que eran amigos de toda una vida. En su casa también vivía su sobrino, Sasuke, él era un par de años mayor que yo. 
 
El pelinegro se había mudado con él cuando sus padres fallecieron en un trágico accidente y al no tener mas familia no le quedó de otra que vivir con Kakashi.
 
El y yo teníamos una especie de pacto, por mi timidez me resultaba muy dificil realizar tareas simples como responder el teléfono, atender la puerta o recibir el correo así que era Sasuke quien hacía esas cosas por mi y yo prometí limpiar su habitación y echar la ropa a la lavadora cuando él no quería hacerlo.
 
Mi papá y Kakashi trabajaban todo el día así que solía quedarme con Sasuke, pero el empezó a entrenar  en las tardes y yo me quedaba solo en casa. Recuerdo que una de esas tardes en la que solía quedarme solo llamaron a la puerta y no me quedó de otra que salir a ver quien era.
 
De pie detrás de la puerta había un muchacho pelirrojo de ojos verdes y grandes ojeras,  de porte serio y semblante frio, traía puesta una gorra y una polera con el estampado del correo, me quedó observando en silencio. Era la primera vez que nos veíamos. 
 
Yo sabía que era él quien siempre llegaba a dejar los paquetes del correo a la casa porque Sasuke me lo había dicho. Sin decirme nada me extendió un pequeño paquete y me entregó una hoja la cual debía firmar con mi nombre para confirma la entrega. 
 
Me tomo unos segundos firmar dicha hoja, el muchacho me miró de pies a cabeza y me hizo sentir muy incómodo, luego se marchó. Traté de no pensar más en ello y me encerré en mi habitación hasta que alguien más llegara a casa. 
 
No pude quitarme la sensación que me causo el contacto que tuve con el pelirrojo. Estuve pensando en ello toda la tarde hasta que Sasuke llegó. Tocó la puerta de mi habitación y  se asomo
 
—¿Qué tal te fue? — le pregunté aún acostado sobre mi cama
 
—Bien ¿Llegó alguien? — preguntó aún sin entrar completamente en mi habitación 
 
—Vino alguien del correo a dejar un paquete para Kakashi— me senté sobre la cama
 
—¿Te dijo algo? 
 
—No — abraze mis piernas para reprimir la sensación que me causó recordar la presencia del pelirrojo 
 
—Kakashi me llamo y dijo que vendrían tarde, llamaré para pedir algo de comida 
 
—Esta bien 
 
Sasuke y yo no solíamos conversar mucho, en realidad, llevábamos muy poco tiempo teniendo conversaciones casuales aún a pesar de llevar viviendo ya un par de meses juntos. Al inicio se me hacia alguien muy serio y pesado pero con el tiempo me di cuenta que no era así.
 
Luego de eso los días eran igual de cotidianos, pero yo volvía a quedarme solo por las tardes y eso no me gustaba. Llamaban al teléfono por las tardes y no respondían, yo solo lo ignoraba, lo que no podía dejar pasar era cada vez que llamaban a la puerta. Quisiera o no tenía que  ser yo quien atendiera pues no había nadie más en casa. 
 
Muchas veces era el mismo chico pelirrojo del correo que me miraba atento con sus grandes ojos verdes penetrantes. Nunca lo oí decir nada, pero no era necesario que dijera algo para hacerme sentir incómodo, me basta solo con la forma en cómo me miraba. 
 
Se le había hecho costumbre llegar siempre en el mismo horario, cuando solía estar solo en casa, antes no solía ser así. Luego de un par de visitas más le comenté a mi papá y a mi tío lo que estaba ocurriendo y lo incómodo que me hacía sentir aquel tipo. 
 
Ellos hablaron con Sasuke y él abandono sus entrenamientos en el equipo de fútbol para quedarse en casa conmigo. Me sentí mal por él y le pedí disculpas, pero el me dijo que de todos modos ya tenía pensado abandonar el fútbol pues ya no le emocionaba como antes. 
 
Con Sasuke en casa ya no debía de ser yo quien atendiera el teléfono o la puerta y eso me tranquilizó mucho. Me olvide del asunto del pelirrojo por un par de semanas.
 
Una tarde llego uno de los amigos de Sasuke, un chico rubio de ojos azules y enorme sonrisa. Aún recuerdo cuando entró en mi cuarto sin pedir permiso e invadió mi espacio personal, se apego tanto a mi que podía sentir su respiración en mi rostro. El me quedo observando a escasos centímetros con una mirada analizadora. 
 
Me asuste tanto que quedé en shock hasta que se separó de mi y con voz muy animada dijo —Sí, definitivamente eres muy lindo —para luego hacer una enorme y encantadora sonrisa que no hizo otra cosa que ponerme nervioso, sentía mi cara arder y mi corazón palpitar a más no poder. 
 
—¡Naruto! — grito Sasuke mientras llebaga corriendo a mi habitación, se le veía muy molesto
 
—Solo vine a conocer de cerca a Rock Lee — dijo él girando su rostro a donde estaba Sasuke
 
—¡Ya basta! Vámonos— le volvió a gritar Sasuke mientras lo jalaba del brazo. 
 
Sasuke nunca más lo volvió a llevar a casa luego de eso. 
 
****
 
Fue una de esas ocasiones en la que baje a la cocina por provisiones que llamaron a la puerta, escuché como Sasuke bajo por las escaleras y atendió a la puerta, yo estaba en al cocina virtiendo las últimas papas fritas que quedaban sobre un plato, le oí hablar con alguien más, era la voz de otro hombre. Nunca antes la había oído y de todas formas no le preste mucha atención. 
 
Me lleve una horrible sorpresa cuando salí de la cocina y mis ojos se chocaron con la imagen del pelirrojo. Él me vio, sus grandes ojos verdes me miraron fijamente por un par de segundos. Fue tanto el impacto que me causó el volverlo a ver que me escondí en la cocina totalmente asustado.  
Sentía tanto miedo y tanto terror, jamás pensé volverlo a ver y no solo eso, también pude oír su voz. Había algo en ese chico que me daba tan mala espina.
 
Estaba tan ensimismado en mi miedo que no oí cuando Sasuke llegó a la cocina. Pegué un grito de susto y él me miro extrañado, yo no dije nada, después de eso me encerré en mi habitación y no salí en toda la noche. 
 
Fue durante la madrugada de aquel día que desperté asustado pues había escuchado ruidos extraños en el patio trasero de la casa. Luego de un par de minutos no volví a oír nada y me asomé por la ventana. Estaba todo oscuro, a simple vista no logré ver nada, pero mientras paseaba mi mirada de un lado a otro lo noté. Había un tipo parado junto a unos arbustos, podia jurar que  era el mismo tipo del correo, no pude ver su rostro pero su silueta y la sensación que me causó era la misma. 
 
De un momento a otro una gran luz me dio de lleno en la cara, nuevamente grite asustado por el flash de lo que parecía ser una cámara, mi tío y mi papá entraron asustados en mi habitación. 
 
Colocaron una patrulla para que cuidaran la casa, no pude verle la cara al tipo asi que no podía colocar una denuncia. Luego de esa noche pase mucho tiempo sin poder dormir. 
 
****
 
Luego de un año de aquel incidente con el intruso en el patio de la casa, todo volvió a la normalidad, no volvimos a saber nada del pelirrojo, al parecer, se dio de baja en la empresa de correos pues nunca más volvió a la casa con ningún paquete. 
 
Poco a poco deje mi timidez de lado, hice amigos nuevos en la escuela. Todo parecía ir de maravilla pero la realidad me golpeó tan duro en la cara. Cuando más seguro de mi me sentía, me ocurrió lo peor que pudo haber pasado. 
 
Esa noche iba tan distraído porque sentía que alguien había estado siguiendome durante el día que tomé una línea errónea del metro y sin darme cuenta termine muy lejos de casa, ni siquiera sabía en dónde estaba, lo peor fue que perdi mi celular y no tenían a quien llamar. 
 
Había mucha gente en las calles, los locales de comida y licorería alumbraban toda la ciudad con sus grandes carteles de luces fosforescentes. Y yo seguía sin dar con la dirección. Eran algo de las 7 de la noche, casi 8 debía admitir. Aún a pesar de toda la gente que me rodeaba empeze a ponerme paranoico, pues de nuevo sentí que alguien estaba siguiendome. 
 
Podía jurar que vi una cabellera roja ocultarse entre la gente. Eso me asustó aún más. De un momento a otro empeze a correr sin saber a dónde iba y sin darme cuenta me halle perdido entre un laberinto de callejones oscuros. Me detuve a respirar y tratar de calmar mi mente, si seguía así la cosa se pondría peor y me dije a mi mismo que nada malo estaba pasando y que solo era producto de mi imaginación. 
 
Pero no lo era. 
 
Escuché unos pasos correr hacia mí y cuando estaba por girar a ver quien era, alguien me abrazo con fuerza por detrás y cubrió mi boca con un pañuelo. Después de eso no recuerdo nada más. 
 
***
 
Cuando desperté oí el sonido de lo que parecía ser una televisión, no podía moverme ni mucho menos ver, tenía los ojos vendados y las manos atadas a mí espalda al igual que mis pies. Tampoco podía gritar porque mi boca estaba cubierta con lo que parecía ser cinta. 
 
Estaba acostado sobre una superficie suave, mi mente lo asocio a estar sobre una cama. Empeze a sentir miedo de no saber que pasaría conmigo y quien era la persona que estaba haciendome eso. 
 
Traté de gritar pero nada pude hacer, mis gritos se ahogaban en gemidos callados por la cinta en mi boca. Luego de un rato escuché una puerta abrirse y unos pasos acercarse a mi. 
 
Me quedé completamente estático del miedo, por mi mente solo pasaban cosas malas que podían hacer conmigo y empeze a llorar. No sé qué tiempo estuve llorando, podía sentir la presencia de la otra persona cerca de mi, sin decir ni hacer nada y eso solo me puso mas nervioso. 
 
Fui sesando mi llanto poco a poco hasta que quede en silencio. Pequeños sollozos escaparon de mi cuando intente respirar con normalidad después de tan prolongado llanto. 
 
Escuché cuando apagó la televisión. Y escuché los suaves y leves sonidos del bullicio de la ciudad. 
 
Cuando por fin me calme por completo esa persona se acercó a mi, pude oler su perfume, era un hombre, acarició mi rostro y mi cabello con suavidad, me quito la cinta de la boca y volvió al lugar en el que había estado observando todo el tiempo. No sabía quién era, ni cómo era el ambiente que me rodeaba. 
 
—¿Quien eres? —pregunté con mi voz adolorida del llanto
 
No recibí respuesta. 
 
—¿Porque me haces esto? 
 
Tampoco recibí respuesta. 
 
Estuvimos en silencio por un buen rato. Pude haber gritado pero por alguna extraña razón mi mente me convenció de que no debía de hacerlo, que era una mala idea porque las cosas podían salir mal.
 
—¿Me lastimaras? 
 
Ya en ese punto me convencí de que el tipo no me respondería, pero quería hablar para sentirme un poco seguro. 
 
Entonces pude oír su voz respondiéndome
 
—No te haré daño... solo quiero verte mas de cerca 
 
Su voz no se me hizo conocida pero mi mente trajo a mi la imagen del muchacho pelirrojo del correo. 
 
—No he podido dejar de pensar en ti 
 
Fue muy incómodo oírlo confesar aquello. Aún a pesar de mi timidez me había empezado a gustar otra niña de mi escuela y siempre pensaba en ella a lo largo del día, así que oír decir aquella confesión de parte de otro hombre me resultó un poco vergonzoso. 
 
Algo dentro de mí quería saber quién era, pero otra parte de mí no lo quería. 
 
—Eres muy lindo 
 
Eso me hizo recordar al amigo rubio de Sasuke y la vez que entro a mi habitación para invadir mi espacio personal. Me quedé callado, ya no quería seguir hablando más, lo único que quería era volver a casa. 
 
—Creo que me gustas 
 
El tipo seguía diciendo esa clase de cosas, poniéndome cada vez más nervioso e incómodo. Se sentó muy cerca mío. En mi mente tenía la imagen del chico pelirrojo del correo y la imagen del amigo rubio de Sasuke. 
 
Acariciaba mi cabello y mi rostro con delicadez, empeze a sentir unas ganas insesantes de querer llorar, me sentía tan intimidado. Siempre me fue muy difícil tener contacto con las personas y ahora que por fin había logrado perder un poco de esa timidez que me caracterizaba, estaba ocurriendome esto. Era horrible. 
 
No pude evitarlo mas y nuevamente empeze a llorar, al tipo no le importó, el siguió acaraciandome y haciendome mimos en el cabello. No golpeó ni me pidió que me callara, tampoco intento propagarse conmigo. Se acostó junto a mi mientras me miraba y me escuchaba llorar. 
 
Perdí todas mis fuerzas llorando y caí dormido. No sé  cuanto tiempo pasó ni cómo ocurrió. 
 
Cuando desperté estaba acostado en medio de una pequeña plaza sobre la caja de arena en la que solían jugar los niños. 
 
Estaba cerca de casa. 
 
Me levante del suelo, sacudi la arena de mi ropa y vi mi mochila a un costado, la tomé entre mis brazos, la coloce sobre mi espalda y empeze a caminar. Era de noche y todo estaba oscuro, solo la luz de unos faroles a lo lejos me ayudó a volver a casa. 
 
Iba caminando inconsciente mientras mi mente recordaba lo que había pasado. Ni siquiera estaba seguro si lo que había pasado fue producto de mi imaginación. 
 
En medio del camino me intersectado mi papá y el tío kakashi en su auto, al parecer me habían buscado durante toda la noche.
 
No supe que decirles, eran pasadas la media noche, yo estaba muy cansado y solo quiera volver a casa para poder dormir. Mi papá me preparo la tina del baño con agua caliente y burbujas como si fuera un niño pequeño. En verdad se asustó mucho durante las horas que desaparecí. 
Mis muñecas y tobillos tenían leves marcas de amarres, las sobe con suavidad y sin saber porque ya había empezado a  llorar. 
 
Habia pasado de una situación en la que sentí peligrar mi vida al lado de un total desconocido y ahora estaba ahí sentado en la tina de baño como si nada malo hubiera pasado. 
 
Me prometí nunca hablar de ello con nadie. Yo seguía con vida y era lo más importante. 
 
Pasaron muchísimos años para que mi vida volviera a la normalidad. O al menos así lo creí. 
 


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