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Always with me por Amelia_Badguy

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Soltó un suspiro terminando de aquella manera su meditación de aquella tarde. En las últimas semanas todo había cambiado de una manera gradual en el universo, por decirlo de alguna manera, es decir, el hecho de que un alma tan antigua se hubiera despertado, porque la nueva vida había decidido abandonar, no era algo que se acostumbrase a ver.

Tony Stark había muerto y Sherlock Holmes era quién se hacía pasar por el millonario, actuando de una gran manera como Stark, pero claro, las diferencias eran obvias en algunos puntos, al menos para aquellos que se habían acercado más al millonario y lo conocían de mejor manera.

Aquel hombre de otro siglo logró que los acuerdos fueran mucho más accesibles para todos, dejando fuera a Ross. Había bastado con menos de cinco minutos para que Holmes sacara a la luz todos los secretos sucios que aquel hombre poseía y sus planes, incluso con pruebas, por lo cual los nombrados acuerdos de Sokovia ya no sonaban tan malos para firmar, al menos una vez que se leyeran con determinación.

Durante esas semanas sus ideas iban y venían, hablando con Holmes, que había aprendido de manera rápida a cómo construir los trajes y como utilizar la tecnología Stark que tenía a su disposición, cualquiera dudaría que ese hombre había nacido hace dos siglos, pues sus ideas iban siempre adelantadas.

Debían hacer un plan, como resguardar la seguridad que se tenía, la cual era una burda ilusión, después de todo en la Tierra habían dos piedras del infinito que serían un blanco fácil para aquel que deseaba obtenerlas, de quién aún no tenían la información necesaria. Todo se estaba haciendo demasiado complicado para él, quién había sido un simple cirujano, obligado de la noche a la mañana a transformarse en el hechicero supremo, un título que no acababa de comprender, pero que siempre intentaba mejorar.

Sintió como su teléfono sonaba y suspiró con suavidad al tomarlo, desbloqueando la pantalla para ver un mensaje de Holmes —su mente había asemejado demasiado rápido la idea de llamar al hombre por ese nombre—.

— "Los acuerdos están ya redactados, pronto se dará la conferencia de prensa. Creo que sería bueno que la gente pudiera observar que incluso los hechiceros están involucrados en esto" — Leyó de manera rápida el texto y sabía que el hombre tenía razón.

Los hechiceros debían salir a la luz, eso era algo que debía salir al público tarde o temprano, llevaban demasiado tiempo escondidos, siglos, protegiendo la Tierra de amenazas místicas, pero aquello que venía simplemente necesitaba el apoyo de todo el mundo.

La prensa tenía sus ojos puestos sobre la situación de los acuerdos de Sokovia, los cuales habían sido reescritos en las semanas que habían seguido de la nombrada guerra civil, mejorados según se decía. Habían quitado varios puntos que afectaban a la gran mayoría, la cual había causado la controversia cuando habían sido presentados por primera vez.

Los Vengadores, si bien ya no tendrían que estar bajo la supervisión de las Naciones Unidas, estaban bajo la responsabilidad de Anthony Stark. Cualquier hubiera cuestionado aquello, pero cualquier daño que se hiciera durante luchas, Anthony Stark sería el responsable sobre aquello, pagar por los daños que los héroes causaran en su batalla.

El dinero siempre había movido el mundo, por ende que los daños producidos por las luchas —más si ocurría una tan grande como la de New York—, no deberían ser pagadas por los estados, sino simplemente por un hombre.

Quién firmara los acuerdos debía atenerse a un protocolo y trabajar como una persona normal, entrenando en el complejo destinado para aquello, dejando sus identidades en secreto, pero todo sería certificado por Stark en su momento, era como si aquel hombre quisiera echarse el peso del mundo sobre sus hombros y a nadie le estaba importando aquello, ni siquiera al mismo Stark, que estaba sorprendiendo al mundo en aquella conferencia, vestido sin sus tradicionales gafas de sol, sino que lucía una apariencia bastante seria, como rara vez se le veía.

Los Vengadores, cualquiera que perteneciera a aquel grupo, debía certificar su poder, ya fuera súper fuerza, magia, súper velocidad, más que nada para llevar un registro de las habilidades que estaban disponibles, pero la información que tomaran de los Vengadores se quedaría ahí, después de todo Stark había amenazado con cosas mucho más graves.

Lo estaban dejando hacer lo que deseara después de ver como había destruido a Ross, únicamente con palabras. Nadie se quería imaginar que podría hacer si actuaba de otra forma. Muchos secretos sucios podrían ser expuestos al público y nadie deseaba aquello.

Los 117 países que habían aceptado los acuerdos debían dar garantía de que sus fuerzas especiales trabajarían a la par con los Vengadores cuando fueran necesarios —en situaciones en realidad extremas—, dejando un paso libre de sus fronteras para aquellos héroes que acudieran.

Sí los acuerdos no eran respetados por aquellos que los firmaran, simplemente se les expulsaría de la organización que Stark estaba formando con los Vengadores, teniendo distintos tipos de penas que deberían cumplir, dependiendo del crimen cometido, podía ir desde multas —que podían ser de verdad millonarias— hasta el hecho de terminar en prisión.

Las modificaciones fueron leídas por el presidente de las Naciones Unidas, que podía observar como todos los periodistas estaban al pendiente de lo que estaba ocurriendo en aquel momento. Estaban dando un resumen de los cambios más importantes que se habían realizado a los acuerdos, siendo que al terminar la lectura las preguntas no se hicieron esperan.

— ¡¿Qué sucederá con los Vengadores que escaparon?! — Era la pregunta que más se repetía y sobre la que más se quería conocer, pues la situación había llamado demasiado la atención del mundo.

— Ellos pueden volver a Estados Unidos sin ningún problema — Todos vieron como Anthony Stark se apresuraba a responder aquella pregunta, de la cual todos querían una respuesta, pero era la respuesta más sorpresiva que pudieran haber tenido, después de todo el caos que había ocurrido, aquellos Vengadores, simplemente podrían volver a casa y ya. Sin presidio, sin nada, sólo volver a lo que conocían como hogar.

— Ahora, respondida la pregunta que todos esperaban, quisiera dar un anuncio. Sí bien aquellos que escaparon a Wakanda son bienvenidos nuevamente, nos hemos visto en la necesidad de crear un nuevo equipo, el cual estará formado por las siguientes personas.

Al decir esas palabras Pepper abrió una puerta al costado del podio donde se encontraban, siendo que todos prestaron atención, dejando ver a Spiderman, War Machine, Vision y a un hombre que no conocían, ataviado de ropas azuladas, con una capa ondeando de forma no natural tras su paso.

— La mayoría conoce a War Machine y Vision, siendo que los nuevos integrantes son Spider-Man y en una alianza con los hechiceros del mundo, tenemos al doctor Stephen Strange, hechicero supero — Terminó por presentar escuchando las preguntas que se venían encima de ellos.

— ¿Cómo pudiste saber que se encontraban en Wakanda? — Para Rhody aún era extraño hablar con ese hombre que no conocía, esa era la verdad. Junto con Pepper y Happy habían buscado información sobre Sherlock Holmes una vez que Strange les explicó que era lo que ocurría, encontrando información en antiguos periódicos donde el hombre siempre salía resolviendo escenas de crímenes, pero siempre cubría su rostro.

La mayor parte de la información se había perdido en los bombardeos ocurridos en Londres durante la segunda guerra mundial, pero aún así habían podido obtener un poco de información, sabiendo que Sherlock Holmes había nacido a mitad del siglo XIX.

Ahora estaba junto aquel hombre en el jardín del complejo que tenían destinado para los Vengadores, aunque claro, la gran sorpresa era ver como el hombre trabajaba con abejas, pues parecía ser un experto apicultor.

— Ningún país más que Wakanda los hubiera aceptado, parecería lo más lógico — A veces hablar con Rhody le recordaba demasiado a Lestrade, el buen inspector al que siempre le tenía que decir las cosas obvias que ocurrían en su vida, los acontecimientos que se escapaban de sus manos. — T'Challa se veía arrepentido de haber confundido al soldado del invierno con el asesino de su padre, era normal que le prestara asilo, era algo elemental.

Con cuidado siguió trabajando con sus abejas, viendo que era lo que les afectaba en este nuevo siglo, sacando la miel que ellas producían, siendo que se giro como si nada con una sonrisa bajo aquel sombrero que llevaba para protegerse de las picaduras.

— Al fin tendremos miel fresca para comer — Había perdido bastante de sus mañas, debido a que estaba en un nuevo cuerpo y tenía que mantener una imagen, sin contar el hecho de que debía proteger a la Tierra de una invasión extraterrestre que se aproximaba.

Sí... la verdad es que deseaba un poco de opio o bien liquido para embalsamar, pero sólo obtenía tabaco y alcohol, pero lo último no era una opción factible. Había leído en los informes que le habían sido ofrecidos, así como en videos, que Anthony había sido prácticamente un alcohólico, por lo que suponía que si llegaba a beber aunque fuera un poco, su cuerpo le exigiría aquello y no necesitaba lidiar además con adicciones con todo el trabajo que debía realizar.

Los dos hombres vieron como un portal se abría ahí en aquel jardín, dejando ver a Strange, cuya capa ondeaba siempre a su gusto, siendo que el doctor alzó curioso su ceja al ver el gusto de Holmes por las abejas.

— Oh, mi querido doctor, ¿nos acompañara a tomar el té? — Le preguntó como si nada mientras guardaba en un frasco la miel obtenida y se terminaba por alejar de los panales de abeja, yendo donde estaba el hechicero y Rhody, quitando aquel sombrero de su cabeza, soltando un suspiró al verse libre de aquello.

— Debí imaginar que respetabas la hora del té, Holmes — Comentó comenzando a caminar los tres hombres al interior del complejo, hacía la sala común, donde había una cocina donde Holmes dejó la miel y puso a calentar agua para tomar su té.

Para todos aquellos que conocieron a Tony Stark alguna vez aún les era extraño ver como tomaba té en vez que el café, el cual había parecido ser su combustible cuando llevaba muchos días encerrado en su laboratorio.

— Oh, ya sabe mi buen doctor, son cosas que uno no puede evitar — Le comentó mirando a los dos hombres que lo miraban curiosos de cierta forma, pero únicamente comenzó a preparar las cosas para su té.

— ¿Cómo actuaras una vez que los otros vengadores vuelvan? — Todos habían querido hacerle esa pregunta, pero habían podido apreciar, en esas semanas que habían transcurrido, que Stephen era la persona más calificada para llevarse con Sherlock. Muchas veces lo asociaban simplemente a que el hechicero no había convivido con Stark y no le era difícil acostumbrarse a un cambio radical de actitud.

— Actuaré como Tony Stark, ¿de qué otra forma puede ser? — Contestó como si nada para servir el agua a su té, comenzando a beber suspirando con suavidad. Se estaba poniendo ansioso, ¿quién diría que terminaría por extrañar al gordo de su hermano que podía decirle las cosas que iban a ocurrir?.

— Un forma bastante extraña, diría cualquiera — Le comentó Rhody, viendo como el hombre se bebía su té casi como para tranquilizarse un poco. Había logrado ser Tony Stark frente a la prensa y las personas, pero el grupo de los vengadores era algo distinto a aquello.

— Basta con que veas los videos que te dio Friday, Holmes — Le comentó como si nada el hechicero. Era extraño, desde que se había aparecido frente a aquel hombre le era normal confiar en él, creer que ese hombre podría sacar todo adelante. — Nadie cuestionara tu cambio de actitud después de haber sido atacado por dos súper soldados y que uno te clavara el escudo en el pecho.

— Como siempre el buen doctor tiene un punto, nada cambiara demasiado — Le dijo con una sonrisa bebiendo su té, aunque estaba nervioso lo oculto en su interior, debían ceñirse al plan, crear una defensa en contra de aquello que amenazaba con atacar la Tierra y salir victoriosos de aquella situación que se avecinaba.


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