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Escamas de oro por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

 

Me ha ocurrido un par de veces que insultan la decisión tomada para que X personaje sea el pasivo.

Así que he decidido poner esta advertencia antes de empezar con esto.

La historia aquí creada, aunque contengan algo de occ, fue hecha con amor, PERO también fue creada con la mentalidad para que Reborn sea el pasivo de la relación. Además, en este fanfic existe posibilidad de m-preg.

Como a muchos, a Krat le vale verdura el estereotipo que le hayan dado a X personaje, así que ama la versatilidad, no importa la altura, edad, o alguna otra característica. Con eso aclarado, y bajo su propio riesgo, pueden continuar con la lectura.

 

Los deberes que cumplían eran variados, demasiados para que solo un puñado de sus descendientes lo hicieran solos y menos si su territorio abarcaba tanto espacio, por eso se dividían en tres pequeñas villas de no más de veinte individuos, para así ocupar el área suficiente para no dejar a ninguna criatura o árbol sin la protección que necesitaba. Ese era su objetivo de vida. El ser proveedoras de sanación y cuidados. Todas y cada una enfocada solo a eso mientras se desvanecían entre los árboles y usaban su magia para que las estaciones no asesinaran todo a su paso.

Esas eran las ninfas de los bosques.

Féminas de piel lechosa, mirada brillante, con el iris usualmente cambiante debido a la magia que se acoplaba a las estaciones que sobre ellas pesaban, de cuerpos finos y delicados, inteligencia elevada, sentido de protección en extremo hasta el punto en que adoptaban huérfanos de diferentes especies y los cuidaban hasta que fuera el momento adecuado para dejarlos ir. Protegían el bosque mientras les fuera posible, poseedoras de magia ancestral que las ayudaba a espantar a numerosos enemigos, cumpliendo un ciclo de vida extendido por décadas donde no perdían la belleza de una mujer en plena juventud, pero no eran inmortales y morían cuando debían hacerlo.

Tal vez algo las diferenciaba del resto de sus congéneres que poseían magia y habilidades como ellas, y era su extrema lealtad hacia quien les brindaba protección a sus tierras. Tal era su devoción u honor, que enlazaban sus almas con el ente que les proveía de calma para centrarse en las tareas de vitalidad, y no les importaba denigrarse a vivir una vida a la par que otra ajena a su especie. Ellas cedían su magia para que su protector extendiera su vida, pero el pago para aquello era que vivían a la par que el ente de su adoración. Vivían mientras este viviera, y morían a la par que este se marchitaba. Pero a cambio dejaban a sus descendientes libres para que cumplieran el ciclo de vida normal, porque solo algunas tomaban el rol de “mártires” para el progreso de su gente.

Era raro. Siempre lo fue. Pero para ellas era un verdadero honor.

Ellas reconocían el valor de un ser viviente a través de las acciones desinteresadas, y correspondían a eso con una sonrisa. Su comuna era así, tal vez por eso sus bosques eran los más frondosos, extensos y vivos de todo el mundo que se les fue otorgado para vivir. Porque despedían pureza, acogían la amabilidad, y cedían magia naciente de su propia bondad. Pero también era un arma de doble filo, porque enemigos no les faltaban, y sus tierras siempre estuvieron en amenaza a pesar de que su protector fulguraba como una advertencia mortal para los atrevidos que desearan ingresar a esas tierras.

 

—Madre, ¿estás bien? —asustada, recibía a la azabache de largos cabellos que vio nacer a todas.

—Sí —Lia respiraba agitada mientras se sostenía el brazo herido—. Es un precio bajo con tal de ayudar a nuestro protector y a nuestras tierras —sonreía ante las miradas preocupadas.

—Yo la ayudo.

—El enemigo cada vez es más fuerte —suspiró mientras dejaba que la magia de sus hijas curara su herida—, nuestro señor es fuerte…, pero esta vez el enemigo es otro dragón.

 

Los dragones eran seres egoístas, avariciosos y hostiles, que buscaban solo el beneficio propio, el placer a través de las posesiones materiales, y por eso eran peligrosos. Eran los destructores de sus tierras, el problema que más les costaba sobrellevar, y así había sido hasta hace doce generaciones de ninfas cuando el primer dragón se posó sobre su villa en son de paz, buscando nada más que una estadía corta que se extendió a la par que un sentimiento pulcro nació en el pecho de aquel depredador de tierras.

Porque el primer dragón que decidió volverse su protector, se enamoró perdidamente de los ojos de una ninfa, antecesora de todas las que actualmente vivían en la villa, la más fiera guerrera que combatió hasta el agotamiento extremo. Y a partir de ahí, como si el destino lo deseara, llegaron dos dragones más a brindarles ayuda, en diferentes épocas, durante diferentes periodos de tiempo, hasta terminar en su actual protector que se posesionaba como cuarto dragón guardián.

El dragón albino que los custodiaba era la criatura más imponente, poseedor de belleza sin igual, de ojos azules como el mismo cielo, quien acunaba la magia más estremecedora, capaz de ahuyentar a los enemigos de un solo gruñido, y feroz bestia de combate que en ese punto estaba defendiendo su territorio de una amenaza azulina ciega de un ojo. El dragón enemigo buscaba nada más que llevarse con él las almas de las ninfas, por la creencia de que así extendería su vida un par de siglos. No eran más que rumores dados por la falta de conocimiento de la realidad, sin saber que, si las ninfas lo deseaban, morirían sin compartir su magia blanca para extender la vida de quien deseasen.

 

—¡Mi señor! —fue el alarido aterrorizado de las ninfas que vieron a su dragón en su forma humana, de largos cabellos platas, llegar bajo un manto de rojo sangre.

—¡Que vengan las curanderas!

—Necesitamos agua y plantas medicinales.

—Avisen a la otra villa para que nos releven en la vigilancia de la frontera.

—Se ha ido por ahora —la voz rasposa y dolorida del albino las calmó un poco. Esos ojos ahora grises denotaban una seguridad que era contagiosa.

—De todas formas…, cuidaremos de todo hasta que usted sane.

—Tenemos que revisar si no hay incendios.

—Tranquilas, he apagado todo —el dragón las miró antes de sonreír de lado—. Mientras yo esté aquí, no habrá incendios que no pueda controlar.

—Gracias —todas sonrieron con dulzura—, mi señor Squalo.

 

Pero no podían seguir así, no mientras la amenaza fuera más notable, no mientras no lograran asesinar al dragón azulino del que desconocían la forma humana.

Squalo era capaz de mutar a la forma humana, característica que pocos de su especie usaban, eso según las palabras mismas de Squalo, quien pertenencia a un clan del sur. Lo dragones adoraban ser las imponentes bestias destructoras, por eso mostrarse como un ente tan inferior era considerado un delito para su propio ego. Pero en toda familia había excepciones, Squalo era una de ellas, y los protectores anteriores eran unas pocas más. Dragones que hallaron su tesoro a defender en tierras protegidas por ninfas.

 

—Hay que engendrar varones —fue el comentario dado por Squalo mientras cenaba con todas las ninfas de la villa principal.

—Hemos nacido solo mujeres desde hace décadas —aclaró la líder, inmortal a la par que la vida de su señor, de rubia cabellera, mirada segura y dura pues era la líder de sus hermanas e hijas.

—Pues eso debe cambiar, Dino.

—Somos lo suficientemente fuertes y decididas para proteger nuestras tierras —se sintió algo ofendida por las palabras de su protector—. No necesitamos otro varón que no sea usted.

—No las estoy denigrando —Squalo suspiró entendiendo la negativa de la ninfa que representaba la razón por la que se quedó en esas tierras—. Pero ustedes bien saben que un varón tiene ciertas ventajas físicas que puedo aprovechar para mantener a salvo todas estas tierras.

—Los varones no han sido necesario en estas tierras.

—En realidad —una de sus hijas habló con timidez—, recuerdo que Diana, de la otra villa, me contó que hace algunas décadas, varones nacieron de la sabia sagrada. Fueron protectores que se mancharon las manos para cuidar de nuestro hogar, varones destinados solo a la guerra como prioridad.

—En nuestra naturaleza no está el ceder muerte —Dino permaneció firme.

—Y por eso creo que necesitamos de figuras varoniles que tomen es rol —Squalo las miró con seriedad—. Porque por más que ustedes me ayuden, jamás serán capaces de asesinar a alguna criatura, por más que ésta sea un enemigo.

—Y ¿cómo se supone que vamos a procrear varones?

 

El misterio de las ninfas se centraba en sus nacimientos y en los lazos que creaban con quienes se merecían su aprecio. Squalo había permanecido en esas tierras por años incontables, apreció la forma controlada del nacimiento de las ninfas que no sobrepasaban las dos decenas de individuos en cada locación, apreciado el ciclo imparable que iba del nacimiento a la muerte de aquellas féminas que no estaban ligadas a su existencia. Vio a las que consideró sus hijas perecer ante el paso del tiempo y crió niñas con el mismo cariño que tuvo con su primera primogénita, todas nacidas del cúmulo de sabia en el árbol ancestral y sagrado de esas mujeres.

Al pertenecer a una raza diferente, Squalo veía ese mundo con extrañeza y siempre lo vería así.

Su vida estaba enlazada a cinco féminas distribuidas en las tres villas de esas amplias tierras, estaba consciente de que gracias a eso su ciclo vital se extendería más allá del siglo y medio, y también sabía que era una excepción entre los de su clase. Pero más que eso, sabía que tenía el privilegio de conocer la fuente de magia de las ninfas del bosque, saber su cultura, su objetivo de vida, la forma en que la magia estaba enlazada con la naturaleza y la forma tan especial de nacimiento de aquellas mujeres. Todo centrado en el lazo profundo con las líneas invisibles de la vida.

 

—Dijiste que cuando unieron sus almas a la mía —Squalo caminaba por los senderos sagrados de esas tierras, hacia el centro del bosque más profundo—, extendieron mi vida.

—Lo hice —Dino lo acompañaba, siempre lo hacía, porque tenían un vínculo especial.

—También me dijiste que me volvía algo así como una influencia que se impregnaría en cada granito de arena de este sitio.

—¿A qué quieres llegar, Squalo? —la rubia miraba a su guía mientras daban el primer paso dentro de la zona sagrada, donde los árboles más frondosos y vivos de su tierra permanecían protegidos por la magia de todas las ninfas.

—Que si soy una influencia…, estos árboles responderán a mis deseos —repasó con su mano el rugoso tallo de un árbol joven que, según dijeron, lo representaba.

—¿Quieres intentar traer a nuestras tierras a un varón?

—Quiero intentarlo —se posó frente a los árboles más antiguos—, no pierdo nada.

 

Entre dos árboles gemelos se hallaba un agujero bien definido, vacío en ese momento, pero cuando una ninfa perecía, éste empezaba a llenarse con la sabia que escrutaban esos árboles sagrados, y al cabo de los meses una ninfa se iba formando. Era hasta el noveno mes que la sabia era absorbida por aquel cuerpecito y la recién nacida daba su primer respiro y lloraba dando aviso de su nacimiento. Ya vio el proceso algunas veces y se le permitió ser el primero en cargar a su llamada hija.

Creía fervientemente que podía hacer algo para cambiar un poco ese proceso. Por eso se postró ante los árboles que daban vida y les habló como si lo hiciera con una de las ninfas, o a su madre que apenas y recordaba. Les habló de sus planes, sus ambiciones y su propósito de protección. Posó su mano sobre esos troncos rasposos y respiró profundo, intentando ceder algo de su propia magia para conectarse con aquel encanto ancestral. Se centró en trasmitir sus deseos, se quedó largo rato en ese trance, siendo vigilado con intriga por la rubia, y al final solo pudo suspirar.

 

—¿Funcionó?

—No lo sé —Squalo miró una última vez a esos árboles—, debemos esperar.

—¿Qué sucederá si no funciona?

—Seguiremos como hasta ahora —despeinó esos cabellos color de oro—, peleando con todo y defendiendo estas tierras.

—Confío en ti para eso —sonrió con dulzura.

—Sí, sí —le restó importancia al asunto antes de besar la frente de Dino—, ahora volvamos —le cedió un beso más, pero en esa ocasión en los labios de la chica que se sonrojaba con sutileza.

 

 

 

Notas finales:

 

Si a alguien le suena parecido, sí, este AU lo usé en el día 7 de la semana CanMex. Lo hice porque en ese OS no abordé todo lo que quería y me pareció genial expandirlo para esta dinámica en el R27, yey~

Añadí a Dino fem, porque yolo XD

Ahora la aclaración común.

Este fanfic está destinado a cumplir con el Día 6: Supernatural, propuesto para la actividad R27Week2019 del grupo de Facebook R27 fan club (the chaos club). El borrador ya está terminado y si no se me ocurre aumentar alguna que otra cosa, pues tendrá trece capítulos cortos que se irán actualizando cada día —dependiendo del tiempo que disponga—.

Krat los ama~

Besos~


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