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Porque en la adversidad, todavía puedo amarte. por Madam Septal

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Pensándolo bien, hubiera sido mucho mejor declinar a la propuesta de Bardock de permitir que Kakaroto lo custodiara. De haber sabido que en lugar de quedarse en el Palacio Real, ahora estarían conviviendo en la misma casa de los Son, por seguridad según Bardock, desde hace muchísimo tiempo habría respondido a Bardock con un rotundo y poco amable ¡No!. Vegeta se quedó parado en la puerta de entrada, estático y perplejo ante el cambio tan rotundo de ambientes y de espacios. Pasó de estar viviendo en un enorme Palacio a una casa  diminuta y muy mal decorada; de tener deliciosos manjares puestos ordenadamente en bandejas de plata a tener porciones de carne en asquerosos platos; de tener sirvientes que le cedieran todo lo que él quería a levantarse por sí mismo y buscárselo solo. Era un cambio muy brusco y radical. Sin embargo, eso no parecía importarle a su tonto hermano, Tarble, quien estaba tan contento que parecía que se iría de día de campo, y Vegeta estaba que se le crispaban los pelos.

 

-Ni-san, esto es maravilloso. –dijo mirando la humildad de dicha casa, las armaduras eran idénticas solo que éstas no poseían el linaje Real, y unas gorras que tapaban sus rostros, estaban perfectamente camuflados del resto de habitantes. Estaba harto de los lujos del Palacio y de que siempre los traten con respeto con el simple hecho de que les temen, para Tarble era muy buena idea salir de los aposentos Reales y respirar aire fresco, y no precisamente que sea del Palacio.

-No es maravilloso, es una pesadilla, nos amenazan de muerte y tenemos que estar viviendo aquí hasta que tengamos un plan, preferiría que me maten. –dijo Vegeta aun negándose a entrar.

-Vamos, Vegeta, no es para tanto. Además, Bardock-san tiene razón, es mejor quedarnos aquí y ocultar nuestro linaje para evitar ser descubiertos y así también evitar que vayan directo al Palacio a matarnos. Fue una buena estrategia hacernos venir aquí. –sin más palabras que decir, Tarble comenzó a caminar hacia el interior de la casa, ignorando las quejas de su ni-san. Esto era absurdo, estar viviendo en una casucha de débiles era algo que el Príncipe no pensaba tolerar, a la mierda las amenazas de muerte y de quedarse en casa de Bardock por seguridad, él mismo los esperaría sentado en el trono Real con suma tranquilidad y acabaría con ellos. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un empujón para nada accidental en su hombro, mirando de reojo que se trataba de Kakaroto, quien no se molestó en ofrecerle una disculpa.

 

-¿Qué ocurre, ‘’Alteza’’? ¿La humildad de los guerreros de clase baja no va con usted? –dijo irónicamente sin importarle en siquiera dirigirle una mirada.  Vegeta estaba a punto de decirle unas cuantas verdades pero se contuvo, si ese idiota iba a molestarlo entonces no se rebajaría a su nivel, aunque eso conlleve a una muy cercana muerte.

-Entremos de una buena vez. –dijo tomando una bocanada de aire para luego comenzar a dar los primeros pasos hacia la humilde casa.

 

En menos de cinco segundos, Vegeta ya había hecho un vigoroso análisis de la vivienda; la casa era sencilla, con un abundante toque de decoración al estilo rustico, pisos de madera y las paredes estaban pintadas de color hueso craquelado. Dos sillones largos cubiertos por una fina tela tejida a mano decorada con motivos florares y en tonalidades vivas. Detrás de dichos sillones estaba una mesa de madera con un mantel blanco y a su alrededor una seis sillas del mismo material. Unas escaleras en espiral posicionadas al fondo de la vivienda, donde el segundo piso consistían de dos habitaciones y un baño en el centro. La cocina estaba compuesta de un fregadero, alacenas de madera y una pequeña cocina.

Gina, la señora de la casa, se emocionó al ver que los Príncipes Saiyajin estaban en su casa, haciendo continuas reverencias respetuosas hacia ellos, el cual Vegeta sonrojado no pudo evitar corresponder a dichas inclinaciones, saludándola de manera educada, siempre le habían enseñado que a las mujeres se les debía tratar con respeto y determinación, ya que ellas eran las únicas que procreaban hombres de verdad. Tarble no tuvo ningún problema en entablar conversación con su nuevo guarda-espaldas, Raditz el hijo mayor de Bardock era alguien admirable y no se cansaba de escuchar sus hazañas realizadas en las misiones. Raditz en cambio se sentía algo intimidado por el Príncipe Tarble a pesar de ya tener suficiente confianza con él en tan pocas horas, aunque este último intentaba de que éste lo tratara de una forma un poco más ‘’informal’’ y no precisamente como alguien a quien debía respeto, Raditz no daría el brazo a torcer y seguiría tratando a los Príncipes como se merecen. Vegeta, en cambio, mientras su hermano se divertía éste simplemente se quedaba sentado en el sillón sin tener la más mínima intención de sociabilizar, mucho menos de tratar de integrarse a los Son. Con sus brazos y piernas cruzadas, chasqueaba la lengua al ver como un asqueroso guerrero de clase baja le hablaba a su hermano tan libremente como si fuera un individuo cualquiera. Kakaroto estaba instalado en la cocina, mirando con cara de pocos amigos a Vegeta, jamás habría creído que alguien tan arrogante como lo es él estaría en su casa, sentado en su sillón, y mirando su decoración, a simple vista parecía que en cualquier momento escupiría en el suelo demostrando su desprecio.

Luego de una deliciosa comida, y llegada la noche ya era tiempo de distribuir las habitaciones. En la casa había un total de dos: una que le pertenecía a los hermanos Son y la otra al matrimonio. Creyeron que sería injusto y muy irrespetuoso que los Príncipes durmieran en los sillones, así que optaron con que Tarble durmiera en la cama de Kakaroto, que Vegeta en uno de los sillones y Kakaroto en el otro, Raditz dormiría en su cama normalmente. La primera noche no fue para nada agradable, Vegeta y Kakaroto no dejaban de discutir por el espacio, a pesar de dormir en sillones diferentes Kakaroto tenía el sueño pesado y en más de una ocasión se ha pasado dormido al sillón del Príncipe, pegándose a su cuerpo, y ocasionando que ambos se despertaran cada momento a mitad de la noche por los gritos exasperados de Vegeta, siendo contestado por Kakaroto de muy mala manera.

Los primeros rayos de luz se colaban por las cortinas semi-abiertas, dando casualmente en el rostro de Kakaroto, que ante la estorbosa invasión de una repentina claridad atravesando sus parpados, el Son arrugo la nariz y abrió uno de sus ojos negros tratando de acostumbrarse un poco a la luz. No había podido dormir bien, debido a las constantes quejas de Vegeta porque accidentalmente sus cuerpos se encontraban pegados porque el Son solía ser inquieto en el sueño profundo; como mínimo se habrían despertado como unas diez veces en la madrugada, y le parecía extraño que ninguno de su familia se despertara a ver que estaba sucediendo. Se le era muy difícil ya que era una luz muy intensa, así que en un afán de mover su cabeza hacia un lado para que ya la misma no le impacte en la cara, se encontró con la grata sorpresa de que el sillón en donde se encontraba el Príncipe durmiendo estaba vacío, con las sabanas desparramadas por todo el mismo y la almohada tirada en el suelo. Se incorporó casi de un salto y antes de que su familia despertara comenzó a buscar a Vegeta por toda la casa. La cocina, subió las escaleras en espiral para revisar el baño, abrió lentamente la puerta de su habitación y encontrándose con Raditz y el Príncipe Tarble durmiendo plácidamente en camas diferentes, bajo y corrió al patio trasero, todo estaba en silencio y vacío, empezó a entrar en pánico; si algo le hubiera pasado a Vegeta, después de que tenía la orden directa de cuidarlo,  su padre no se lo perdonaría y podría jurar que se hasta lo castigarían sin gozo de realizar ninguna misión. Creyó que lo más sensato era ir e informarle a su hermano sobre la sorpresiva desaparición de Vegeta, así que volvió a subir al segundo piso, entrando de lleno a su habitación y dando pasos lentos y silenciosos comenzó a caminar hacia donde Raditz estaba dormido, no quería despertar al Príncipe Tarble y que se preocupara porque su hermano desapareció.

 

-Raditz, Raditz…-llamo a su hermano a los susurros, zarandeándolo del hombro para que despertara. De a poco el Son mayor iba abriendo los ojos. –Raditz, despierta, perdí al Príncipe.

-¿¡Qué tu qué?! –grito susurrando para no despertar a Tarble, incorporándose de la cama. -¡Kakaroto, una tarea tan sencilla y no eres capaz de cumplirla!

-Lo sé, no sé qué pasó, me desperté y no lo vi en el sillón. –dijo rascándose la nuca en tono apenado.

-Kakaroto, reza a todos los Dioses que al Príncipe no le haya pasado algo malo, de lo contrario lo lamentaras. –dijo quitándose las sabanas de encima, buscando sus pantalones y sus botas.

-¿Qué cosa lamentara? –de repente, los hermanos Son se quedaron estáticos, el Príncipe Tarble había despertado y había escuchado casi todo lo que los Son hablaban; Raditz no se percató que producto del enojo estaba comenzando a elevar el tono de voz, por ende no se sorprende que el Príncipe se haya despertado. Refregándose un ojo,  acostumbrándose a la luz, y viendo que Raditz se estaba cambiando para algo. -¿Algo le paso a mí ni-san?

-¡No! Por supuesto que no, Majestad, él está perfectamente bien. Solo, con mi hermano vamos a ir a la tienda a comprar algunas cosas. –explico rápidamente Raditz, quien ya se había colocado las botas. -¿No es así, Kakaroto? –miro amenazadoramente a Kakaroto, si tenía pensado no seguirle la corriente estaría en graves problemas.

-Claro que sí, nosotros ya regresamos, Alteza. –y como si fueran almas que atrapa el diablo, salieron de la habitación dejando a Trable confundido, sentado aun en la cama.

 

… …

 

-¡Es increíble cómo has podido quitarle la vista de encima al Príncipe Vegeta, o sea, es ilógico! ¡Estaba a tu lado! –grito Raditz caminando a pasos apresurados por toda la aldea, mirando de lado a lado a ver si podría distinguir alguna cabellera característica, afilando su visión.

-¡Cállate, mejor sigue ayudándome a buscarlo antes de que tenga problemas!

-¡Oh, por supuesto que te ayudare, y donde aparezca con un solo rasguño eres hombre muerto!

 

Dieron por terminada la discusión, recorriendo casi media aldea por separado tratando de localizarlo con más facilidad, preguntándole a cualquier transeúnte que se les cruzaba si vieron a alguien con las mismas características que Vegeta, aunque no específicamente dijeron de forma directa que estaban buscándolo, ya que si los habitantes se enteraban que el Príncipe se encontraba en su territorio, y mucho peor, si sabían que estaba desaparecido, no tardaría en correrse la voz por todo el planeta hasta que todos estuvieran al tanto de que el Príncipe estaba en peligro por culpa de la ineptitud de un soldado que no supo llevar a cabo una simple orden.

 

-¿Noticias? –pregunto Kakaroto a su hermano una vez que dieron al encuentro, esperanzado con que Raditz haya podido solucionar su pequeño problema.

-Nada, es inútil, es como si se lo hubiera tragado la maldita tierra.

-¡Son Raditz! –el mencionado se puso pálido ante tal llamado agresivo, volteo la cabeza lentamente hacia dónde provino aquel grito, encontrándose con el Príncipe Tarble que estaba caminando a pasos apresurados hacia él, obviamente con una gorra puesta para evitar ser descubierto.

-Ma-Majestad, pero ¿Qué hace usted aquí? Es muy peligroso que se exponga, por favor vuelva a la casa, allí estará a salvo. –dijo susurrando en su oído, evitando que así los habitantes de la aldea se enteraran que el Príncipe Tarble estaba entre ellos.

-No lo haré, eres un mentiroso, dijiste que irías a comprar a la tienda  y te encuentro aquí, además mi ni-san tampoco está. Exijo saber que está pasando. –Raditz sudo frio ante la mirada tan intimidante de Tarble, al principio lo vio como alguien amable a comparación del Príncipe Vegeta, pero ahora lo desconocía totalmente, jamás creyó que Tarble también tendría ese lado inquietante y malvado, no cabía duda que por algo era hermano de Vegeta, ambos en algún aspecto se parecían. –O tendré que tomar cartas en el asunto.

-Alteza…yo…

-Venir aquí fue la peor estupidez que a alguien se le pudo ocurrir. –los tres presentes voltearon hacia la dichosa voz proveniente a sus espaldas, encontrándose con Vegeta caminando tranquilamente hacia ellos, se ve que se había levantado temprano para salir a ejercitarse, se lo podía notar por sus ropas desgarradas, sus nudillos ensangrentados y una abundante cantidad de sudor resbalaba por su frente, además de que tenía la cara sucia con tierra y el cabello lleno de polvo. Kakaroto se quedó completamente mudo ante esa visión, era la primera vez que se paraba a observar más detenidamente al Príncipe y no pudo descartar el pensamiento de que era alguien apuesto, la primera vez que lo vio ni siquiera noto que estaba en las mismas circunstancias que ahora, solo que aquella vez solo pensaba en pelear con él. Saco ese sucio pensamiento de la cabeza, sacudiéndosela, y camino hacia él con pasos apresurados y una notable molestia en su rostro.

-¡¿Qué se supone que hace?! ¿¡Está loco?! ¡¿A dónde mierdas fue?! –se lo notaba molesto y no pudo evitar apretar fuertemente los dientes para evitar decirle una sarta de palabrotas. Vegeta simplemente arqueo una ceja ante tal atrevimiento, ni siquiera se inmuto ante la agresividad de Kakaroto, al contrario, le parecía irritante y al mismo tiempo divertido. Raditz y Tarble se acercaron al par.

-Fui a entrenar, a tomar aire fresco, no quería permanecer un momento más en esa casa de débiles, ni en esta espantosa aldea. –dijo poniendo sus manos en su cintura y girando su cabeza de lado a lado observando el paisaje. –Que no sirve ni para un maldito calentamiento.

-¿Y por qué carajo no me lo dijo? –fue ahí cuando Vegeta le miro de golpe ante tal pregunta, ¿acaso tenía que dar explicaciones de lo que hacía y de lo que no hacia? ¿Quién se creía que es para tomarse esos arrebatos?

-¿Decírtelo…a ti? –dijo Vegeta estupefacto por el arrebato, señalándolo acusadoramente mientras arqueaba una ceja, mirándolo de pies a cabeza buscando algún ápice de autoridad en él como para andar dando información de su paradero, irónicamente no lo encontró. Tarble notó el repentino cambio de ambiente y quiso intervenir antes de que la situación pasara a mayores y terminaran llamando la atención.

-Caballeros, apuesto a que ninguno desayuno hoy. –entro en escena tratando de tranquilizar el ambiente, pero repentinamente fue callado por Vegeta, quien le mostro su dedo índice indicándole que guardara silencio, mientras se acercaba peligrosamente a Kakaroto.

-Escúchame bien una cosa, insecto, yo no solicite que fueras mi guarda-espaldas ¿está bien? Fue el impertinente de tu padre quien lo hizo sin ningún permiso, y en el estúpido caso que yo tenga que depender de alguien, ese ‘’alguien’’ solo trabaja para mí. O sea, tú trabajas para mí, y no tengo porque darte un informe de mis movimientos.

-Alteza, cálmese, solo fue una broma no lo tome tan personal, por favor disculpe a mi hermano. –esta vez entro Raditz, quien no dudo en meterse entre ambos hombres, ya que se notaba a simple vista que el rostro de Vegeta comenzaba a deformarse y en poco tiempo habría un charco de sangre. Mientras que Kakaroto solo se quedó allí parado, apretando los puños y conteniéndose en golpearlo, ya se estaba cansando de la arrogancia del Príncipe.

-¿Qué yo…trabajo para ti? –apretó aún más fuerte los puños. -¿Acaso soy una especie de sirviente? ¡Yo tampoco pedí que me pegaran a ti, todo esto que estoy haciendo va en contra de mi voluntad! –estaba tan enojado que ni siquiera se dio cuenta que comenzó a tutearlo, Vegeta arqueo una ceja, noto que el hecho de decirle que el Son trabajaba para él era algo que le molestaba y le divirtió la idea de hacerlo enojar más.

-No me importa lo que piense un miserable guerrero de clase baja, tu trabajas p-a-r-a m-i –dijo deletreándole las últimas palabras mientras le picaba el pecho con su dedo índice, en eso Kakaroto no pudo soportarlo más y de un rápido movimiento tomo el brazo acusador del Príncipe y se lo coloco detrás de la espalda obligándolo a caminar hacia un punto específico de la aldea, como si fuera alguna especie de policía sujetando a un ladrón , Raditz emitió un grito ante tal acción, estaba seguro que Kakaroto estaría muerto antes de terminar el día por la reacción tan descarada de su hermano, a Vegeta le divirtió ese arrebato y decidió proseguir con su provocamiento. – Tú trabajas para mí.

-Cállese.

-Tú trabajas para mí. –repitió infantilmente.

-¡Cállese! –caminaron por un rato a un lugar apartado de sus hermanos, en un lugar de muchas rocas de distintos tamaños y colores, se pusieron justo detrás de una enorme, evitando así estar a la vista de la gente.

-¡Ya suéltame! –se zafó de un agarre de un manotazo, y alejándose un poco del Son para voltearse y verle la cara. -¡¿Acaso tengo que recordarte quién soy?! –dijo mientras movía su brazo afectado que ya se encontraba entumecido por la incómoda posición. –¿Quién demonios te crees que eres para tomarme de esa forma tan irrespetuosa? Podría hacerte pagar las consecuencias si lo deseo, insecto. –mientras Vegeta seguía con su monólogo, Kakaroto solo se dignaba a dar vueltas alrededor del Príncipe, estudiándolo como si fuera alguna especie de animal asechando a la presa, aunque Vegeta no se sintió para nada intimidado y decidió proseguir. –Deberías pensarlo dos veces antes de desafiarme, soy tu superior. –y ante esa palabra, y aprovechando que Kakaroto quedo justo detrás de su espalda, de un fuerte golpe de su codo a sus lumbares hizo que Vegeta cayera hacia atrás y comenzara a respirar con dificultad, eso no se lo espero bajo ningún concepto, y tomándose la zona dolorida con una mano.

-Bueno, así es como yo trato a mis superiores.

-¡T-Tu…me sacaste el aire! –dijo atinando solamente a lanzarle una gran roca que fácilmente Kakaroto esquivo. –¡Tienes suerte de que nuestros padres sean amigos, de lo contrario me dejaría matarte y rebanarte!

 

Kakaroto no dijo una palabra, solo se quedó parado allí viendo como Vegeta se retorcía del dolor , realmente no se esperó aquello y con el correr de los minutos comenzaba a sentirse culpable de su accionar, es que él no tenía la culpa de nada, si tan solo fuera como el Príncipe Tarble tal vez llegarían a llevarse bien, pero lastimosamente le toco cuidar al Príncipe más amargado y malhumorado. Kakaroto camino hacia él, colocándose frente y ofreciéndole una mano ayudándole a que se levantara del suelo. Vegeta le miro la mano con total repulsión, pero al notar que no podría pararse solo por su cuenta, opto obligatoriamente en aceptar su ayuda, levantándose con algo de dificultad.

 

-Escúchame, Príncipe, yo creo que comenzamos con el pie izquierdo. –comenzó a hablar captando la atención de Vegeta. –Yo no trabajo para ti y tú tampoco trabajas para mí. A mí me dieron una orden directa, que es cuidar de tu seguridad, por ende si te escapas para entrenar o para lo que sea, yo debo saberlo; si algo te llegara a pasar me matarían. ¡Pero esto es algo que no lograras entender, porque ni siquiera usas la cabeza! –y como si eso fuese un llamado a la solidaridad, Vegeta opto por esta sola vez usar la cabeza, literalmente, ya que de un cabezazo directo a la nariz del Son lo obligo a caminar hacia atrás por el impacto y así evitar caerse, también poniendo su mano sobre la nariz lastimada manchándose de sangre que salía en abundancia. -¡Eres un maldito!

 

Vegeta arremetió contra el Son, lanzando golpes y patadas ágilmente y Kakaroto lo único que hacía era esquivarlos y de vez en cuando bloqueando aquellos poderosos ganchos, ya suficiente tenía que lidiar con aquel golpe que le propino sin saberlo, no quería causarle otro rasguño o de lo contrario lo colgarían, opto por simplemente dejar que el príncipe descargara toda su frustración hasta que llegue el momento de que se canse. El príncipe era alguien fuerte y digno de respetar, pero ahora se estaba comportando como un idiota según la mentalidad del Son. Vegeta sentía que Kakaroto se estaba burlando de él, no le había propinado ni un solo golpe a excepción de aquel en sus lumbares, solo se dedicaba a esquivar y huir; tanta era la intensidad e ira de Vegeta que seguía golpeándolo mientras ambos Saiyajines se elevaban por los aires. Vegeta se tele transportó, Kakaroto no vio venir ese movimiento y cuando menos se lo espero, apareció detrás de él y sin poder reaccionar Vegeta le dio un certero golpe en la cabeza con ambas manos entrelazadas, haciendo que Kakaroto caiga estrepitosamente al suelo. La rotunda caída del cuerpo de Kakaroto provoco que algo de polvo se levantara, impidiendo así la visión de Vegeta desde la altura en la que estaba, así que opto por descender hacia donde había caído el Son, pero a medida que se acercaba al suelo y comenzaba a tener una mayor visión, noto que lo único que estaba allí era un gran agujero de tierra que se formó por el peso que fue estrellado violentamente, todo menos el cuerpo de Kakaroto. Sintió un ki, y ni siquiera logro reaccionar a tiempo, cuando un poderoso puño se estrelló contra su mandíbula haciéndola tronar, estaba atento en caso de que llegara otro golpe, pero en lugar de eso sintió una fuerte presión sobre sus muñecas y como su cuerpo era fuertemente estrellado contra una roca.

 

-¡Ya basta! –un imponente grito hizo que el lugar tiemble, incluso Vegeta se sobresaltó en su lugar, ese grito hasta logro ensordecerlo, incluso dirigió su mirada hacia los ojos negros de Kakaroto que le miraban con enojo. -¡Basta Príncipe! –volvió a emitir el mismo grito con la misma intensidad. Vegeta de una patada directo al pecho del Son logro separarlo de su cuerpo, Kakaroto se incorporó pero no se molestó en corresponderle el ataque. -Príncipe, somos de la misma raza, no tenemos por qué atacarnos entre nosotros, el verdadero enemigo está allá afuera esperando el más mínimo descuido suyo para matarlo; y la violencia no es la solución a nuestras diferencias. –Vegeta automáticamente arqueo una ceja y asintió con la cabeza de modo irónico, creyendo que bajo esas palabras había algo más. –Y no lo estoy diciendo porque ‘’le tenga miedo’’. –hizo énfasis en las comillas con sus dedos. –Yo solo digo que bajo las circunstancias de ¡Oh, por Dios, ¿Qué es eso?! –dijo señalando al cielo y poniendo cara de pánico, Vegeta curioso volteo hacia donde Kakaroto estaba apuntando y allí es donde el Son aprovecho su descuido y logro escabullirse del Príncipe. Vegeta le miro con el ceño fruncido y soltó un pesado suspiro, siguiéndolo detrás.  Tarble y Raditz simplemente se quedaron sentados por ahí, rezando con que Vegeta no haya asesinado a Kakaroto por su atrevimiento de tomarlo de esa forma. Ambos se levantaron de donde estaban al ver al par de Saiyajines caminando tranquilamente como si nada hubiera pasado.

-Ni-san, ¿todo está bien? –pregunto preocupado Tarble al ver que las muñecas de Vegeta estaban marcadas con huellas de dedos y en su labio inferior botaba una pequeña línea de sangre. Kakaroto tenía rasguños en su cuerpo y la cabeza le sangraba hasta llegar a que el líquido viscoso le resbalara por la oreja.

-Estoy hambriento. –dijo desviando la pregunta de su hermano. Una explosión se hizo presente a la lejanía, los cuatro presentes giraron la mirada hacia dónde provino aquel estruendo, viendo como un enorme incendio adornaba la aldea del este. Los primeros maleantes ya estaban comenzando a hacer estragos.

-¡Altezas, vayan a casa, nosotros nos encargaremos!

-Si, como no. –dijo Vegeta en tono irónico y en un segundo se vio rodado de un aura azul para luego tomar vuelo a gran velocidad hacia el fuego. Los otros tres suspiraron y le siguieron el paso, volando a la misma velocidad que Vegeta.


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