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Un Príncipe para Goenji por Silver Bullet

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Yuuka Goenji, es una niña dulce y alegre, la pequeña consentida de la casa, la luz en los ojos de su nana, la pequeña bebe de su papá y la princesa de su hermano mayor. La más pequeña de los Goenji era la personificación del alma deslumbrante y amoroso de su madre, pero en versión pequeñita.


Donde estuviera la de ojos negros y trenzas, había felicidad. Y todo aquel que tuviera la suerte de conocerla, podía dar fe de eso.


Yuuka era consiente de que al ser la bebe de la casa, su hermano siempre la trataría como su pequeña princesa y ella era feliz por eso. Se sentía una princesa como las de sus películas favoritas, lo que la llevó en más de una ocasión a preguntarse: ¿quién será su príncipe azul?


Pregunta que luego tuvo una clara respuesta. Su hermano mayor.


Amaba a su hermano, porque si ella era una princesa, obviamente su hermano también era un príncipe, su príncipe azul.


Shuuya Goenji era un chico apuesto, amable, muy dulce, buen estudiante, serio y misterioso, con aquella aura que te producía seguridad, porte elegante, siempre iría a tu rescate, leal, buen amigo, deportista y estrella del equipo. El único defecto, era su puntualidad, tenía la tendencia de hacerse desear llegando siempre tarde. Pero eso podía ser ignorado fácilmente.


Pero si, para Yuuka, su hermano mayor sería el príncipe azul perfecto, todas las amigas que habían conocido a su hermano, terminaban enamoradas de él...


Eso no le gustaba.


Desde hace un tiempo, había una idea que no abandonaba la cabeza de la más joven de los Goenjis, si su hermano era el príncipe azul perfecto, él debía tener a una princesa perfecta a su lado. Y eso era un gran problema, porque ella ya era la princesa de su hermano. Cualquiera otra chica que deseara ocupar ese puesto era una intrusa, que venía a quitarle su lugar por derecho.


Ella no iba a permitir eso. Se iba a asegurar de que su hermano permaneciera soltero. Sabía que no podía revelarle ese secreto a nadie, por lo que se encargó de crear varios planes para realizar la operación: "Espantar a Posibles Usurpadoras de Puestos de Hermanas Menores", el último cajón de su mesa de noche, estaba lleno de dibujos con las ideas a desarrollar. Nadie nunca encontraría sus planes malvados.


El tiempo pasaba y Yuuka idealizó una variable que no había contado anteriormente. Su hermano no invitaba chicas a la casa... de hecho no invitaba a nadie a la casa. lo que significaba que Yuuka no tenía la necesidad de poner en práctica ninguno de sus planes, pero con suerte, también significaba que no había ninguna posible nueva princesa.


-*-*-*-*-*-*-


Era noche de hermanos en la casa de la familia Goenji, eso significaba que su nana se iba a un restaurante junto con otras amas de casa vecinas y disfrutaban de una noche sin responsabilidades a la semana, su padre tenía turno en el hospital y no llegaría hasta mañana, por lo que Shuuya era el encargado de cuidarla.


Ese era su preciado tiempo con su hermano y siempre lo pasaban bien. Jugaban algún juego de mesa en el que ella siempre terminaba ganadora. Cenaban algo ligero preparado por su hermano, generalmente emparedados de queso con jamón, para luego comer algunas golosinas, su hermano le contaba sobre sus entrenamientos, partidos y amigos, Yuuka siempre trataba de averiguar si le gustaba alguna chica, pero su hermano solo mencionaba a las managers del equipo muy de vez en cuando. Para cerrar la noche, llenaban la sala de sábanas y almohadas, creando un fuerte para dormir y se desvelaban viendo películas de alguna de sus princesas favoritas, hasta caer dormidos.


Le encantaba la historia de la sirenita, esa era su princesa favorita. Otras princesas que le gustaban mucho eran La Cenicienta y Blanca Nieves. Podía ver muchísimas veces esas películas, pero parece que su hermano estaba algo cansado de las mismas. Por lo que esa noche, le sugirió ver algo diferente.


-¿Qué te parece si hoy vemos Mulán? - no es que Goenji fuera particularmente fanático de las historias de princesas, pero si tenía que ver La Sirenita una vez más, se volvería loco. Aparte de eso, hace un tiempo comenzó a cuestionarse el mensaje que dejaban esas películas.


Todas eran lo mismo, la chica linda maltratada por la malvada envidiosa, que era salvada de su miseria o pesar, por un príncipe encantador que no la conocía.


¡Era un pésimo mensaje!


Básicamente les enseñabas a las niñas que mientras seas hermosa, cualquiera se fijará en ti, sin conocerte. Eso no significa que el primero que se te acerque sea un caballero, al contrario, podía ser un patán que terminaría con un balonazo de fuego en la cara y otras partes.


Si era sincero, prefería que su hermana se encariñara con alguna de las princesas más modernas, Elsa, Mérida, La Princesa y el Sapo o Mohana.


Su favorita era Elsa, irónico siendo él un goleador de fuego, su favoritismo era a la princesa de hielo, pero Elsa daba un mensaje que él quería que su hermana aprendiera, "No puedes casarte con alguien que acabas de conocer" ... o tu hermano terminará enterrando un cadáver en el patio.


El problema, recaía en que su hermana parecía más fanática de las princesas antiguas, pero aún había una posible esperanza a ese problema. Mulán era una princesa relativamente antigua, pero con un mensaje diferente a todas las demás. Ella no necesita que la salven y en caso de que eso sea así, su hermano siempre estará para ella. Goenji, deseaba que su hermana crezca como una mujer fuerte y segura, que jamás dependiera de la opinión de ningún hombre para ser feliz. Pero por sus gustos en películas, estaba seriamente preocupado.


-Mmmmmm - Yuuka pareció pensarlo un poco, su hermano nunca le pedía una película para ver, no quería decirle que no, la primera vez que sugería una. - Esa princesa es rara. Ella no tiene un cuento bonito y el general no es un príncipe.


- A mi me parece una princesa muy interesante, ella no quiere esperar a que un príncipe venga a salvarla, por el contrario, ella quiere salvar a quienes más quiere, Mulán es una princesa guerrera. Y por eso el general comienza a gustar de ella.


- Pero si es muy lindo que un príncipe venga a salvarte - decía Yuuka emocionada - Esa es la más grande prueba de amor verdadero.


- Veamos la película ¿sí? - Goenji sabía que si se lo pedía ella aceptaría al final - Verás que va a gustarte mucho.


Al final Yuuka aceptó ver Mulán, se acomodaron y Shuuya le dio play.


La menor no podía quejarse, antes no había prestado mucha atención a la película, pero la estaba disfrutando, las canciones y los personajes eran muy graciosos.


Sobre todo, le gustaba el grillito, parecía mucho más sensato que el dragón. Su hermano parecía feliz y ella también lo estaba. Le gustó la idea de que Mulán fuera respetada y se hiciera fuerte. También le dio risa ver cómo el general Chang se ponía nervioso al hablar con ella...


Y entonces lo idealizó. Mulán era mujer, pero fingía ser hombre...


Chang comenzó a gustar de ella cuando fingía ser hombre...


Su nana, una vez le había contado que hay diferentes tipos de amor y a veces dos chicos o dos chicas, podían quererse mucho...


¡Eureka!


Ya tenía una solución a su problema, ella podía ser siempre la princesa en la vida de su hermano, si él encontraba a su propio príncipe.


No había lugar para otra princesa en esta familia, pero sí para otro príncipe azul.


Ahora solo debía encontrar uno.


-*-*-*-*-*-*-


Bonito pero guapo, con una voz encantadora y mirada soñadora, inteligente para que a papá le agradara, encantador y radiante, con buenos modales para que nana lo quisiera también, fiel y leal para que no engañara a su hermano, delicado pero valiente, dulce y amable pero con carácter para lidiar con su hermano, risueño y alegre para que jugara con ella, humilde para que no fuera engreído, porque el príncipe azul de su hermano debía ser perfecto... y también debía tener un buen sentido de puntualidad, debía de compensar ese pequeño defecto de su hermano.


Yuuka había comenzado a pensar si alguno de los compañeros del club de futbol de su hermano, podía ocupar ese lugar. Hizo un listado, pero ninguno la terminaba de convencer.


-Endo Mamoru, cumplía con varias de las características, pero fue descartado porque no era muy bonito ni delicado.


-Heigoro Kabeyama... descartado inmediatamente.


-Teppei Kurimatsu, su voz era muy aguda y no era muy agraciado.


-Ayumu Shorinji, aún más pequeño que el anterior... con extraños ojos y poco cabello.


-Shinichi Handa, él no estaba mal, pero era demasiado normal. No sobresalía particularmente en nada, tampoco era malo. Solo era una persona común y su hermano merecía algo más sobresaliente.


-Sakichi Shishido, no... simplemente NO.


-Kuusuke "Max" Matsuno, era lindo, tierno incluso. Pero era demasiado revoltoso para su hermano.


-Ryugo Someoka, él parecía el villano de la película, más que algún príncipe.


-Kakeru Megane, demasiado engreido.


-Asuka Domon, muy alto... vive muy lejos también.


-Yuuto Kido, era raro con esos lentes extraños y la capa, sentido de la moda completamente nulo y también le parecía demasiado serio.


-Kazuya Ichinose, era casi perfecto, con la excepción de que vivía al otro lado del mundo...


-Kazemaru Ichirouta, era casi perfecto para el papel también... el único defecto, era que, por la boca de su propio hermano, se enteró que este gustaba del capitán y aparentemente era mutuo el sentimiento. Lo único que la consolaba, era que gracias a esta última información descubrió que su hermano no tenía problemas por dos chicos juntos en una relación.


Genial, simplemente genial. Se había quedado sin opciones. Definitivo... su hermano moriría solo.


Ya daba por perdida la búsqueda del príncipe perfecto para su hermano, hasta que lo vio. Su propio hermano le había ahorrado la búsqueda...


-*-*-*-*-*-*-


Fubuki Shiro, estaba de visita en el Raimon. El Instituto Alpino se encontraba temporalmente cerrado, la zona estaba siendo azotada por una fuerte tormenta de nieve y por seguridad de los habitantes, habían cancelado escuelas, universidades, trabajos. Hasta el punto de sugerir que evacuaran algunas zonas propensas a avalanchas.


Fubuki les había comentado a sus ex compañeros de equipo y estos ni cortos ni perezosos, le extendieron varias invitaciones al albino.


Dos días después Fubuki ya se encontraba en la ciudad y junto a Goenji, se dirigían a casa de este para instalarse.


-Ya llegamos - anunció Goenji.


-Con permiso - dijo Fubuki, mientras se retiraban los zapatos.


- Hermano llegas... te - Yuuka estaba muda. Su hermano había regresado a casa, con un príncipe. Porque ese chico definitivamente era un príncipe.


- Yuuka ¿Recuerdas a Fubuki? - le preguntó su hermano, al ver a la menor fascinada con el níveo - Se quedará un tiempo con nosotros.


- Mucho gusto Yuuka, estoy feliz de por fin conocerte en persona. - Fubuki le regaló una sonrisa mientras la saludaba.


Piel blanca como la nieve, ojos claros y compasivos, hermoso cabello, sonrisa amable, estatura perfecta para su hermano, voz melodiosa, bonito, con buenos modales, deportista sobresaliente... aún había puntos por comprobar, pero ella ya lo había decidido él tenía que ser el príncipe de su hermano.


-¿Eres un príncipe? - tan ensimismada estaba, que no cayó en cuenta de la pregunta que hizo hasta que vio al chico sonrojarse y a Goenji sonreír.


- Si, es el príncipe de las nieves - contestó su hermano, para vergüenza del chico.


Ya lo tenía, era él, tenía que ser él. Su hermano le confirmó que era un príncipe y su hermano nunca mentía. Ahora solo debía juntar a su hermano con Fubuki y tendría su puesto de princesa eternamente asegurado.


Fubuki se instaló en la habitación de huéspedes, para luego acercarse a almorzar junto a los hermanos y la nana.


Sus modales en la mesa eran impecables, la conversación era fluida y entretenida, fue amable con ella y respondió todas sus preguntas. Ese chico parecía caído del cielo, no solo era jugador de futbol, también sobresalía en muchísimos otros deportes de invierno, alumno ejemplar, muy puntual, buen amigo, inteligente... perfecto.


Fubuki Shiro era perfecto y lo mejor de todo, su hermano se comportaba con él, casi como se comportaba con ella.


Atento al chico, detallista, siempre pendiente de todo lo que pudiera necesitar. Shuuya era serio y poco expresivo con la mayoría de las personas ajenas a su familia, así es que verlo deshacerse en sonrisas; podían ser pequeñas, pero eran sonrisas; con ese chico era una muy buena señal.


La tarde fue muy entretenido, ahora con una nueva persona en la casa, las risas no faltaban. Y todo fue felicidad, hasta que su padre entró por esa puerta.


Esa era la prueba de fuego, nana era feliz con Fubuki, ella también. Pero su serio padre podía ser otra historia...


Yuuka no iba a permitir que su padre arruinara sus planes, le costó muchísimo encontrar a ese príncipe perfecto y no lo iba a perder.


-Buenas noches. - saludó el hombre pasando su mirada por todos los presentes, su hermano se acercó a su padre y vio a Fubuki tensarse a su lado. - Por lo que veo, tenemos visitas.


- Padre, recuerde que le comenté sobre mi compañero del FFI. Usted aceptó que se quedara con nosotros hasta que pase la tormenta en Hokkaido.


- Lo recuerdo. - la cabeza de la familia Goenji, se despojó de su saco y el maletín, siendo tomados por la nana que los acomodó en sus sitios. - ¿Fubuki Shiro, verdad?


- Si señor, mucho gusto. Gracias por recibirme en su hogar. - Fubuki realizó una pequeña reverencia, agradeciendo su hospitalidad.


- Espero que mis hijos le muestren la hospitalidad y buenas maneras que se les ha inculcado. Goenji, me ha comentado la particular situación de su familia, espero que se sienta a gusto con nosotros.


- Han sido muy amables desde que llegué, no debe preocuparse por nada. Se nota todo el amor y buenos valores en los que han sido criados. - Fubuki, pareció relajarse un poco en tan honesta respuesta. - Es agradable, sentir el calor de una familia.


- Me alegro escuchar eso. Me retiro a mi recámara, ya he cenado y el turno ha sido pesado. Buenas noches.


Yuuka estaba feliz, sabía que Fubuki le había caído bien su padre, solo porque este se acercó a conversar con él y se fue con el semblante serio y no con el ceño fruncido.


Parece que Fubuki, hasta tenía esa magia que rodeaba a los príncipes de las películas, que los volvía capaces de sobrevivir a todo.


-*-*-*-*-*-*-


Pasó una semana, una maravillosa semana junto a Fubuki Shiro. El chico era único, alegre, dulce... ya no sabía qué cumplido aplicar en él.


Una de las noches él había hecho la cena para agradecerles la hospitalidad, todos repitieron plato, incluso su padre pidió una pequeña ración extra. Esa noche, su padre habló de lo muy buen joven que era Fubuki. Ahí Yuuka se enteró de que el joven era huérfano, fue ese el motivo por el que su padre esta tan encantado. Sin padres, ese jovencito era responsable, cuidadoso, bondadoso. Tenía buenas notas, sobresaliente en deportes, buenos modales y ahora cocinero... Ambos hermanos estaban impresionados, de como el ojiverde se había ganado a la cabeza de la familia Goenji en menos de una semana. Hasta llegó a mencionar que en el hospital, varios de sus colegas estaban deseosos de presentarle sus hijas al joven visitante, pero él se negaba rotundamente, a entregar a su nuevo "hijo". Parece que el señor quería presumirle al mundo, ese maravilloso joven que hospedaba en su hogar, pero no permitiría que se alejara de ellos.


Nana lo amaba, el cuarto de huéspedes se mantuvo impecable toda la semana, Fubuki siempre se aseguró de limpiar todo lo que ensuciara, los platos de su comida, la ropa, casi parecía que no usaba la cama, de lo bien tendida que se encontraba esta. Aparte de que siempre se ofrecía a ayudarla con la limpieza, hasta compartieron tips para quitar manchas de grasa en ropa. Nana estaba a nada de adoptar a Fubuki como su hijo.


Compartía tiempo con ella, jugaba con ella, aceptó ver todas las películas de princesa que ella quiso, incluso le puso Mulán con tal de mandarle una indirecta.


La había peinado incluso el día que su cabello estaba más rebelde, ese día se tomó mil fotos, se las mostró a sus amigas que estaban encantadas con su nueva trenza.


La acompañó a comer dulces a escondidas de su hermano para que no la regañara.


Incluso evitó que la regañaran pues se culpó en lugar de ella. Un vaso se le había regalado a Yuuka y termino en miles de pedazos en el piso, sabía que la castigarían porque ella solo debía usar vasos de plástico, no de vidrio. Fubuki la salvó diciendo que se le resbaló de las manos a él.


Y el problema de toda esa maravillosa semana, era que Goenji solo parecía un amigo con Fubuki, amigos y nada más.


Por más que trató de juntarlos y enviarles indirectas, no consiguió nada. Nada de nada.


Ella quería ese príncipe como su cuñado, pero su hermano no estaba cooperando en la causa...


Esa noche fue a su cama algo decepcionada, Fubuki se iba al día siguiente, saldría de su hogar con el mismo título con el que entró, amigo... no príncipe.


No podía dormir y su insomnio terminó volviéndose determinación para confrontar a su hermano, iría ahora mismo a su habitación, le reclamaría por ser tan ciego y luego lo arrastraría hasta la habitación de Fubuki para que se le declarara y vivieran un amor eterno. Sí, eso haría.


Se puso sus pantuflas favoritas de unicornio, regalo de su hermano, y muy segura salió rumbo a la recámara de Shuuya. Y planeaba despertar a su hermano con un susto, porque no se merecía un bonito despertar. Ella iba a regañarlo.


Abrió la puerta con toda su determinación y se llevó la sorpresa más grande de su corta vida. Su hermano estaba abrazando a Fubuki y Yuuka estaba segura de lo que vio cuando entró antes de asustarlos, su hermano estaba besando a Fubuki.


Ella iba a gritar, de la emoción iba a gritar, era real. ¡Ambos príncipes estaban juntos! Pero su hermano aterrado corrió a ella, deteniendo su grito de emoción.


-No grites por favor - rogó su hermano preocupado.


Goenji creía que Yuuka se había espantado por verlo junto a otro chico, nada más lejos de la realidad. Pero lo único en lo que pensaba el goleador de fuego, era en que había traumatizado a su hermana. Y por Dios, agradecía que llegara cuando apenas comenzaron a besarse.


Por su parte Fubuki estaba rojo y en completo shock, no era posible que los atraparan justo la última noche de su estadía. Y por la menor... si Yuuka no quería volver a verlo cerca de su hermano, él sabía que debería mantener la distancia, Goenji adoraba demasiado a su hermana como para herirla de alguna manera. Y Fubuki jamás haría que Goenji eligiera entre su familia y él... jamás dejaría que su hermana menor se alejara por su culpa.


Shiro tenía la cabeza hecha un caos total, pensando en todo y en nada al mismo tiempo.


Goenji no estaba mejor, preguntándose cómo explicarle esto de la mejor manera a su hermanita.


Por último, Yuuka solo quería ir a celebrar este glorioso amor. Pobre de las fanáticas de su hermano, pero él ya tenía un príncipe a su lado, Fubuki. Y también la tenía a ella como princesa, no necesitaba nada más.


Cuando estuvo seguro de que la menor no iba a gritar, Goenji retiró su mano dispuesto a calmar las aguas.


-Yukka, pequeña... déjame explicarte - Goenji comenzó a hablar y delirar sobre por qué estaba Fubuki en ese cuarto... realmente no lo estaba escuchando. Su hermano le estaba mintiendo y ella lo sabía, Goenji siempre iba con la verdad, pero solo porque era malísimo para mentir y justo en ese momento hacía una galante presentación de la falta de talento para ocultar la verdad. Ella no necesitaba ver esa triste faceta de su hermano, más interesante era ver a Fubuki nervioso.


-Todo está bien - cortó los balbuceos de su hermano - Yo entiendo y me alegro mucho.


- ¿Qué? - preguntaron ambos jóvenes.


- Ya que todo está más que perfecto, iré a dormir, buenas noches mis príncipes. No se queden dándose besitos hasta muy tarde.


Y con eso, la pequeña de la casa se regresó a su habitación...


-¿Tu hermana nos dio su bendición?


- Papá va a matarme...


No hace falta decir que luego de eso se cortó la inspiración de la noche, habían gozado toda la semana, durante el día eran dos ejemplos de caballeros perfectos, mejores amigos, compañeros de equipos, cuidaban de Yuuka, ayudaban a nana, desplegaban modales frente al doctor, una fachada perfecta... pero en la noche, al asegurarse que todos dormían, Fubuki se colaba a la recámara de Goenji y la pasaban de las mil maravillas.


Su relación era a distancia, por eso esa semana fue una oportunidad que no iban a desaprovechar. Su amor surgió en el FFI y contra todo pronóstico, la distancia terminó fortaleciendo su relación.


Goenji es muy popular, perseguido por innumerables mujeres y hombres, pero tenía ojos única y exclusivamente para Fubuki. Esa belleza andrógina lo volvía loco, piel de porcelana, marcada bajo su toque, el sonrojo que cubría su rostro con un acercamiento osado de su parte, flexibilidad única para complacerlo a él y solo a él. Fubuki era conocido como el príncipe de las nieves, pero de frío no tenía nada, bastaba un beso para derretirlo y un toque para enloquecerlo, nadie más había tenía el privilegio de conocer esa faceta descontrolada del chico, su espalda daba fe de eso, prueba fidedigna de todo lo que disfrutaba Fubuki estando con él, dejando en su morena tez marcas a su manera, desde los omoplatos hasta casi el final de su columna, líneas rectas o en cruz, las uñas habían marcado su espalda y se sentía orgulloso de ellas. Eran la mejor muestra de todo lo que le hacía sentir a su príncipe de las nieves y este en medio del éxtasis, no podía hacer nada más que aferrarse a él.


Shiro también era popular entre montones de chicas, pero lastimosamente para ellas, él prefería morder la almohada y si cierto chico de piel morena era el que lo empotraba contra la cama, pues muchísimo mejor. Su cuello no tenía ninguna marca Goenji jamás lo expondría ante las malas lenguas, pero su espalda, muslos, pecho, estaban mapeados por los labios del goleador de fuego, nadie tenía que saber sobre la intimidad de ellos, su relación era de dos y únicamente de dos, ellos no tenían necesidad de presumirle nada a nadie, muchos menos de demostrarle nada a los demás. Solo ellos podían ver esas marcas, solos ellos tenían el derecho de procalamar la piel del otro como su propiedad. Ser poseído y entregarse a los gloriosos labios del as del equipo era un privilegio que no pensaba sederle a nadie más, ni por asomo permitiría que alguien imaginara lo pasionado que era Goenji en la cama, si verlo en el campo era abrazador, ser penetrado era tu perdición. El chico hacía honor a su título de goleador de fuego, a veces le hubiera gustado ser portero, así sería el único que recibiera los goles de Goenji. Pero no importaba, esos eran detalles que en la cancha podían obviarse, siempre que en la cama de Shuuya, él fuera el único digno de recibir goles. Podrían creer que la distancia enfriaría la relación, pero Goenji siempre se aseguró de no hacerle sentir la soledad, ni la lejanía. Lo atiborraba de mensajes, las videollamadas eran eternas, cuando menos se lo esperaba por correo llegaba alguna carta, un regalo, un detalle. Goenji era maravilloso. Y apasionado, habían descubierto juntos los placeres del sexo telefónico y ni explicarles lo que se siente ver en la pantalla de tu computadora al mismísimo Goenji Shuuya masturbándose solo para ti.


Ambos eran apasionados e insaciables, vivían con hambre bien disimulada el uno por el otro...


Y ahora estaban los dos solos, sentados uno junto al otro, en la cama de Goenji procesando las palabras de la más pequeña de la casa. Sin ganas de hacer nada más... Hasta el sueño les había espantado.


Pero al final Goenji convenció a Fubuki de ir a descansar, él hablaría mañana con la pequeña. Ahora el ojiverde debía dormir, pues era un largo viaje el que tendría en la mañana.


-*-*-*-*-*-*-


-Muchas gracias por todo, tenía años sin sentirme en un hogar. La he pasado de maravilla. - Fubuki se despedía de la familia, en la puerta del hogar. Goenji lo acompañaría a al colegio, donde se despediría del equipo y luego irían a la estación de trenes. - Gracias por acogerme.


- Fue un placer corazón, no podríamos tener mejor invitado - respondió la señora con un pañuelo de limpiándose las lágrimas, ese joven era un amor.


- Jovencito, si algún día necesitas algo, no dudes en contactarnos - el siempre serio y puntual doctor Goenji, estaba retrasando su partida al hospital, con tal de despedirse del peliplata y asegurarse que todo estuviera en orden.


- Muchas gracias, de verdad. - Fubuki estaba disimulando la ansiedad en su interior, era todo sonrisas con el padre y la nana, pero no se atrevía a enfrentarse a Yuuka que lo veía con una gran sonrisa.


-Bueno, ya debemos irnos. Los chicos nos están esperando - anunció Goenji al sentir el onceavo mensaje de Endo llegar.


Un apretón de manos al doctor, un abrazo a la nana y justo cuando planeaba despedirse de Yuuka, la pequeña se le lanzó al cuello abrazandolo y ante el shock de los presentes, la menor susurró una frase que sonrojó a Fubuki, pero pintó una sonrisa en su rostro.


Asintiendo, ante el pedido. Se despidió por última vez antes de abandonar su hogar temporal.


Ya estaba en paz, todo estaba en orden.


-*-*-*-*-*-*-


Goenji trató de averiguar el motivo de su felicidad todo el camino, pero Fubuki no dejaba de repetirle que eso era un secreto entre la Yuuka y él.


Por fin solo en el tren de camino a Hokkaido, Fubuki solo podía recordar la petición de Yuuka. Y lo feliz que era al recibir esa confianza.


-Por favor, cuida siempre a nuestro príncipe de fuego.


Fin...


 

Notas finales:

Espero que disfrutaran este One Shot. Estaba hablando con unas amigas sobre Mulán y ha surgido de alguna manera rara esto. Adoro a Yuuka y por eso es la que más protagonismo ha tenido.


Si les ha gustado recuerden dejarme sus comentarios.


Nos leemos...


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