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Plan conquistar. por 1827kratSN

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Nadie debería enterarse, nadie debería siquiera imaginárselo, nadie podía saber su oscuro secreto o terminaría en un desmadre digno de…

 

—¡No puede ser!

 

Sí, todo se fue a la verga.

Pero quién se iba a imaginar que el más despistado de sus compas demostraría que de vez en cuando podía fijarse en los pequeños detalles. O que, por pendejo, susurrara que «le tenía ganas a ese cuerpito» sin fijarse que a su alrededor no hubiera ni un alma. Bueno, había un lado positivo que recalcar. Ecuador era confiable, de esas personas que saben guardar secretos y ayudaba a sus amigos.

 

—¿A poco quieres darle una mucha?

—¿Mucha? —México lo miró dudoso.

—Sí, una muchita —Ecuador parecía serio, hasta se cruzó de brazos.

—Mucha… ¿de qué? —quiso aclarar.

—Un beso —rodó los ojos—. Ponte pilas que necesito los detalles si quieres que te ayude.

—Y… ¿en serio me vas a ayudar?

—Tú eres mi pana —le dio un golpe amistoso en el brazo—, mi amigo —aclaró por si acaso—, y yo acolito a mis panas.

—Tengo miedo —suspiró—, pero ni modo. Hay que ver qué vergas pasa.

—¿No será de tomar un traguito mientras me cuentas? —sonrió animado.

 

Dos caguamas después, ambos países se hallaban en una amena plática privada en el fondo de un bar medio decente que aún no estaba al tope de clientela. México era amigo de Ecuador, pero sinceramente no era tan cercano como con los hermanos mayores del tricolor, sin embargo, descubrió que se había perdido de un buen escuchador calmado y confiable, además de un compañero que no tenía miedo de sacar un billete del zapato para invitar la siguiente ronda.

 

—Canadá —Ecuador bebió un poco de su vaso antes de asentir varias veces—. Chucha… Difícil le veo.

—¿Por qué?

—¿No está muy grandote para vos? —esquivó el golpe del mexicano entre risas—. Chendo, chendo —siguió riéndose—. Bromita no más era.

—Pinche pendejo —soltó un bufido, pero terminó riéndose también.

—Tengo una duda más —se cubrió la boca al sentir que eructaría, pero al final solo carraspeó—, ¿serás el de arriba o el de abajo? Porque diferentes portes de palos veo.

—¡Chinga tu madre!

 

Risas y más risas, burlas, golpes debajo de la mesa, un par de rondas más.

Ecuador fue paciente, escuchó cada suspiro y anécdota corta que el mexicano soltó cuando ya estaba animado porque le hizo efecto —un poquito— el alcohol que ingirieron cuando se pidieron sus primeras botellas de tequila. Fue divertido, México lo aceptaba, porque no había podido contarle a nadie sobre su interés casi estúpido por aquel güerito de tierras frías, decir cuánto amaba las sonrisas de Canadá, o lo nervioso que se ponía cuando le tocaba sentarse junto al más alto en las juntas, o de las veces que dijo algo estúpido y terminó peleándose con “la gordis” que argumentaba no querer que su hermano se viera mal influenciado. Cosas más, cosas menos.

Anotación mental: empedarse más seguido con el Ecuador chiquito.

México no estaba seguro de cómo fue que después de desahogarse un poquito, reír hasta casi llorar, explorar los bares de la zona, bailar un rato en medio de sus tambaleos, unirse a un grupo desconocido, y otras cosas: terminó bien pedo y con más de la mitad de los billetes que llevó al inicio. Según supo, Ecuador apenas y había gastado en licor. Como fuera, en un solo día se ganó un aliado para implementar su plan de conquista para con el Perú con hojita.

 

—Empezaremos con algo fresco —Ecuador charlaba con México, ambos en el taxi porque se les hizo tarde para la reunión de la ONU y coincidentemente chocaron a medio camino.

—¿Qué tienes en mente?

—En mis tierras usamos amorfinos —sonrió confiado—, esa no falla.

—Necesito más detalles.

—Escucha.

 

Ecuador carraspeó antes de erguirse en su asiento y mostrarse confiado, hasta se giró hacia México para ponerse en el papel. Carraspeó mientras fingía quitarse su sombrero imaginario, hasta bailó sus cejas de arriba hacia abajo coquetamente. México no pudo evitar reírse a carcajadas ante la actitud de su compañero.

 

—Quisiera decirte cosas lindas en esta noche esplendorosa —Ecuador se tocó el pecho—, que, si un beso tú me dieras, yo te regalaría una rosa.

 

Se dio un silencio largo entre ambos, el uno mirando seriamente al otro, y el otro fingiendo madurez y galanteo. Gracias al cielo el conductor no hablaba su idioma o pensaría en cosas que no son. Tardaron un rato así, antes de reírse por aquella tontería y tomar aire para recomponerse.

 

—Ya entendí —México se rascó la cabeza—, un piropo.

—Llámalo como quieras.

—Tas pendejo —negó.

—Te digo la plena —Ecuador se defendió—. Uno de esos no falla.

—¿Te ha funcionado? —lo miró curioso—. Porque no te conozco ninguna pareja.

—¿Sí sabes que tengo dos ñaños celosos y medio sicarios que me espantan cada levante? —bufó.

—Así que no funcionan.

—No dije eso —golpeó el brazo de México—. Sí funciona, pero tienes que meterle ñeque —elevó su puño cerrado—. Sé creativo, invéntate algo bonito, caliéntale la oreja para que te afloje después.

 

México pensó que tal vez esa conversación con el ecuatoriano debió tenerla después de la junta, porque se distrajo y no escuchó un carajo debido a que sus pensamientos estaban en otro lado. Aunque generalmente escuchaba solo la mitad porque se aburría y obviamente se entretenía hasta con una mosca. Lo que importaba era que se pasó pensando en qué sería la mejor frase a usar para coquetearle al Perú con hojita, porque tenía que ser original, decir algo que le naciera, que expresara lo pendejo que estaba por el güerito ese.

Daba gracias a la virgencita que en esa ocasión no le tocó sentarse junto a Canadá porque tal vez se hubiese acobardado, así que pasaron las horas tranquilas, y casi al terminar la junta ya tenía la frase perfecta. Iba a decirle que le gustaba su sonrisa porque era muy dulce y brillante. También pensó en decirle que le gustaba lo nervioso que se ponía cuando hablaba con alguien nuevo o cuando tenía que tratar con un grupo grande, o que le gustaba que arrugara la nariz mientras pensaba, también le encantaba cuando ladeaba un poco su cabeza como si fuera un cachorrito que estaba intentando entender a su dueño.

 

—Pilas, mijín —le susurró Ecuador cuando la junta acabó y todos se dispersaron.

—No hay pedo —sonrió confiado al detectar a Canadá.

—Sé casual —sugirió mientras se acercaban—, yo te hago cortina —señaló al estadounidense.

—Órale pues —se relamió el labio inferior.

 

México disminuyó la velocidad de sus pasos mientras Ecuador aceleraba los suyos, tenían que aprovechar que Colombia no estaba mirándolos. Le debería una si es que el tricolor lograba separar a la gordis sobreprotectora y manipuladora de su angelito de rojo y blanco, porque hacer eso era difícil. Por eso se sorprendió cuando el pequeño tricolor sujetó la mano del gringo y se lo llevó casi corriendo lejos de un extrañado Canadá, quien no pudo hacer más que agitar su mano en despedida de su hermano.

¿Qué le habrá dicho Ecuador a USA?

Le iba a invitar unos tacos para agradecerle, a la par que le sacaba la información porque de que quería saber, quería.

Y ahí llegó su oportunidad.

Se acercó a Canadá rápidamente, siendo natural, saludando como siempre, guardándose los nervios para otro día e indagando si el güerito tenía algún plan para después de esa reunión. No supo cómo no dijo o hizo pendejadas, pero lo logró y junto con Canadá se alejó un poco del edificio donde se llevó a cabo la reunión. Entre bromas también alejó los pensamientos preocupados de Canadá por el gringo desaparecido y captó toda la atención para sí solo.

 

—Mexico, do you want something to drink? —(México, ¿quieres algo de beber?), hasta en eso era lindo, porque Canadá hablaba en inglés solo para que se entendieran mejor —. I invite you. —(Yo te invito).

—Lo que tú quieras, güerito.

—I need to learn more about your language —(Necesito aprender más sobre tu idioma), rio bajito, porque obviamente no sabía el significado de “güerito”.

—Si quieres yo te enseño.

—I would appreciate it, and I can teach you French if you want —(Te lo agradecería, y puedo enseñarte francés si quieres.)

—Amaría eso.

 

México quiso decirle que aceptaría solo por escucharlo hablar en ese idioma que sonaba muy bien en aquellos labios que quería morder, pero se acobardó cuando se fijó en el leve sonrojo en esas mejillas. Es que le daba ternura verlo así, sentía que no podía dañar la pureza que exudaba Canadá. Aunque en otras ocasiones quería comprobar aquello de que Canadá era el padre del pornhub y se sabía todo sobre…

No. Eso sería ir demasiado rápido.

Lento, lento.

Suave, suave.

Fuera pensamientos impuros.

«Concéntrate en la coca que Canadá te va a invitar»

Ingresaron a un supermercado, rondaron por los pasillos, se dirigieron a los refrigeradores donde había decenas de botellas de vidrio y el mexicano se repitió que ese era el momento perfecto. Tenía que decirle un piropo en ese momento. ¡Tenía que hacerlo!

Lamentablemente, su mente fue un lio y le ganaron los nervios, porque si la cagaba espantaría a Canadá. Además, la mirada azulina se fijó en la suya, el gorrito de Canadá se movió un poco dejando ver un poco de esos cabellos rojizos esponjocitos, escuchó un pajarito cantar —cosa rara—, vio corazoncitos rodeando al maplecito y… ¡Entró en pánico!

 

—Mexico, is something wrong with you? —(México, ¿te sucede algo?), agitó su mano frente al rostro ajeno.

—Yo… yo… —se mordió la mejilla para ponerse serio, y terminó por sonreír confiado.

—You feel good? —(¿Te sientes bien?).

—Yo quisiera que fueras refri… —jadeó— para meterte hasta los huevos—, su boca no respondía a las órdenes de su cerebro.

—Hue…

 

¡México rogaba porque Canadá no lo haya entendido! ¡Quería que la tierra se lo tragara! ¡Cómo pudo sonar tan baboso y pendejo! ¿Acaso era albañil o qué? Aunque en realidad sí llegó a pensar en que quería meterle todo su amor a ese cuerpecito de… ¡No debió decir eso!

 

—¿Huevos?

 

El rostro de Canadá enrojeció poco después, la hojita de maple se vio casi opacada por las mejillas rojizas de Canadá, quien poco a poco dejó de ser bicolor para —casi totalmente— ser un rojizo intenso y abochornado.

¡Lo había entendido!

¡CANADÁ LO HABÍA ENTENDIDO!

 

—Verga —susurró.

 

Dos cosas sucedieron después.

Canadá soltó los refrescos de modo que las dos botellas de vidrio se estamparon en el suelo.

México boqueó en medio de manoteos al aire.

No había sido el mejor piropo de la vida.

Pudo haber salido mejor.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Usé a Ecuador como compinche porque es más fácil para mí usar mis propios modismos que investigar el de los demás XDDDD. Aparte hay poco material de mi bb, así que en algo se tiene que aportar, aunque sea en mención.

Tomaré como referencia a los countries que tienen cabellito e iris, así es más fácil acomodarme a mi forma normal de narrar XD

Hice esto sin desearlo, solo que la idea se me vino a la mente cuando leía piropos de albañil, y bueno, surgió esto. No sé si lo vaya a continuar, aunque podría añadirle algunas ideas cortas sin enlace alguno, no sé. No prometo nada.

Imagen de portada tomada de google.

Muchos besos~

Los ama: Krat~


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