Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ventisca por black_leger

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Una pequeña historia colalosers que inicialmente iba a ser para un concurso de Navidad, pero odio Navidad y amo el colaloser, en fin, solo un pequeño one-shot sobre el comienzo de la resistencia contra la armada.

El vehículo finalmente murió, el tanque se había agotado, pero al menos habían llegado lo suficientemente lejos para perder a sus perseguidores.

Tuvieron suerte de haber logrado huir, fue tan solo por un pequeño descuido que pudieron dejar atrás a la caravana de vehículos tras ellos y encontrar un camino alternativo por el cual poder desviarse para llegar hasta aquella carretera que habían pasado horas recorriendo hasta que la gasolina finalmente se agotó, decir que tuvieron suerte era realmente poca cosa, de haber sido capturados solo existían dos posibles destinos, morir asesinados o ser llevados ante el Líder Rojo para rendir cuentas ante él y en ese caso, morir habría sido un destino mucho más misericordioso.

—Fin del camino.

—¿Enserio? Si no lo hubieras dicho ni siquiera me hubiera dado cuenta de eso.

La sarcástica respuesta obligo a Edd poner una forzada sonrisa en su rostro, no tenía deseo alguno de iniciar una nueva discusión en aquellos momentos y no cedería a la tentación de hacerlo por una estupidez como esa, abrió la puerta y bajo del auto frunciendo el ceño ante la helada brisa que golpeo contra su rostro, nubes de vaho se formaban con su aliento con cada una de sus respiraciones provocando que se viera tentado a volver al vehículo donde al menos la calefacción le mantendría caliente, pero no podía permitirse aquel lujo de regresar y dejarse reconfortar por la calidez del interior, necesitaban continuar moviéndose, incluso si habían logrado perder a los hombres tras ellos siempre quedaba la posibilidad de que se encontrarse con algún otro soldado recorriendo aquellos parajes haciendo, quizás, alguna ronda de vigilancia de los caminos y seguramente para ese punto la orden de reportar o atrapar a cualquier sospechoso ya habría sido dada, la cansada vista de Edd se posó en las cargadas nubes grises que oscurecían el día obligándole a mirar aun con mayor resignación el auto, se acercaba una nevada y la calefacción no sería suficiente para mantener a ambos con vida de quedarse, además, sería bastante patético haber sobrevivido hasta ese punto solo para terminar muriendo de hipotermia; la puerta del copiloto cerrándose de un sonoro portazo volvió a Edd nuevamente a la realidad solo para observar a su compañero de fuga fuera del vehículo antes de comenzar a caminar siguiendo la carretera sin decir una sola palabra.

Desde su posición aun estática Edd solo observo el penoso andar de Eduardo, resultaba casi imposible distinguir si la sangre que manchaba su uniforme era de sus heridas sin atender o de aquellos que habían tenido la mala suerte de atravesarse en su camino, sin embargo, había algo seguro, de los dos, Eduardo había sido quien se había llevado la peor parte, completamente silencioso observo la cojera mal disimulada en su andar y como su brazo herido dejaba un pequeño rastro de sangre tras él, mordió sus labios para evitar la tentación de llamarlo e intentar detenerlo, aunque, incluso si lo hacía, dudaba mucho que Eduardo siquiera se hubiera dignado a girarse a verlo, por última vez miro al vehículo y abrió la puerta con la esperanza de encontrar algo que pudieran llevar consigo, sin embargo no había nada particularmente útil que valiera la pena recuperar, no sin cierta decepción cerro las puertas y arrojo las llaves tan lejos como pudo a un lado del camino antes de comenzar a andar para alcanzar a su compañero.

No miro atrás, no le preocupaba mucho dejar abandonado el auto o que fuera algo que les delatara, lo habían dejado fuera del camino como si simplemente hubieran tenido una descompostura y decidido andar a pie, aunque, eso había sido prácticamente lo sucedido, se había vuelto algo bastante común encontrar vehículos abandonados de aquella forma, alguna veces los soldados detenían los auto y lo que sucediera con los pasajeros, bueno, eso dependían de la mala suerte de los viajeros, además era probable que la nieve cubriera por completo el vehículo cuando la tormenta llegara.

—Podemos encontrar refugio en algunos kilómetros… —se detuvo un momento antes de continuar, a pesar de que el sistema métrico había sido instaurado obligatoriamente desde el triunfo la de armada (una de las pocas cosas que agradecía), estaba seguro de que Edd ni siquiera lo usaría, de hecho, dudaba que siquiera entendiera de lo que hablaba—, millas, quizás cuatro o seis millas.

—No creo que puedas recorrer todo ese camino, parece que vas a desmayarte —comento viendo como rápidamente el rostro de Eduardo enrojecía, retrocedió un par de pasos dándose cuenta de su error y sin comprender lo que había hecho mal.

—¡Ese no es tu jodido problema! —grito o al menos intento hacerlo sintiendo como su garganta ardía ante aquel esfuerzo y su boca se llenó nuevamente de aquel cobrizo sabor a sangre, entrecerró los ojos tratando de calmarse y limpio su boca con la manga de su uniforme creando un nuevo grupo de manchas en ella—. Todo esto es tu culpa de todas formas —susurro.

—¿Mi culpa? —exclamo indignado ante la acusación, deteniendo a Eduardo y obligándolo a verle a la cara—. ¡Yo no te pedí que me rescataras! —el resto de sus palabras murieron al ver la mirada confusa y casi asustada que paso por el rostro de Eduardo y que pronto se vio sustituida por otra cargada de cólera, y en menos de un par de minutos de dialogo, supo que había metido la pata nuevamente, solo que en esta ocasión conocía perfectamente la razón.

Con un movimiento violento que sintió que le arranco el aire de sus pulmones y termino empeorando las heridas de su maltrecho cuerpo, aparto las manos de Edd y retrocedió un par de pasos poniendo distancia entre ellos y maldiciendo la perdida de sus armas.

—¿Preferías que te dejara morir? —nuevamente grito ignorando por completo el dolor y como escupía sangre con cada palabra que salía de su boca— ¡Si me hubieras dicho esa mierda antes, no habría mandado mi jodida vida a la basura! ¡No me habría convertido en un puto traidor! ¡Y no habría un precio por mi maldita cabeza! —estada frustrado, demasiado frustrado y enojado, lo poco que quedaba de su rota vida había terminado de destruirse en tan solo unas horas y todo por el hombre que le miraba arrepentido haciendo que su ira solo aumentara en vez de verse apaciguada—. ¡Si no hubieras sido tan estúpido para dejar que te atraparan, nada de esto hubiera ocurrido! —fue un idiota, tomo una decisión estúpida e imprudente que le había condenado y arruinado lo poco que había logrado en todos esos años—. Ojalá te hubiera dejado morir —no iba a pelear incluso cuando todo lo que deseaba era sacar a la luz toda su frustración acumulada en todos aquellos años, conocía sus límites y su cuerpo ya los había alcanzado.

El hispano se giró sin atreverse a mirar atrás y continuo con su penosa caminata dejando a Edd congelado y sin atreverse a abrir la boca nuevamente, cada palabra fue una certera daga en su contra; si Eduardo no lo hubiera salvado sacándolo de la base de la armada probablemente ya habría sido ejecutado para este punto, su viejo enemigo se había convertido en un traidor para salvar su vida, era irónico que la persona que juro odiarlo y con quien paso años peleando muchas veces sin motivo alguno, había arruinado su vida y renunciado a su seguridad solo por salvarlo, mientras que sus amigos simplemente le había entregado a su muerte, suspiro resignado y agacho la cabeza mientras comenzaba a andar intentando mantenerse siempre por detrás de Eduardo, sabía que intentar hablar o incluso intentar disculparse únicamente empeoraría las cosas y no quería continuar arruinando las cosas con la única persona que había mostrado algo de preocupación por él en años.

El silbido del viento, su andar abriéndose paso a través de la blanda capa de nieve y sus pesadas respiraciones eran los únicos sonidos que llenaba el incómodo silencio entre ellos, Edd solo podía observar silencioso como el paso de Eduardo se había vuelto mucho más lento y dificultoso a medida que continuaban avanzado y la nieve había aumentado su volumen, pero ese idiota no aceptaría ninguna ayuda, especialmente si venia de él, bajo la mirada observando sus manos y su cuerpo sintiéndose culpable, más allá de la golpiza que recibió apenas fue encerrado y un par de roces con algunos disparos que habían dejado algunas quemaduras, se encontraba en mejor estado, fácilmente podría cargar al otro por el resto del camino, no quería dejar que Eduardo continuara con su masoquista castigo instigado por su orgullo, pero tampoco quería destruir la frágil paz que se había instaurado entre ellos, esperaría, en algún momento ese imbécil furibundo y orgulloso se daría cuenta que no podía continuar de aquel modo.

Una ligera capa de escarcha comenzaba a formarse sobre ellos y los copos de nieve se acumulaban sobre sus hombros y cabeza, sus cuerpos temblaban inevitablemente en un intento de continuar preservando el calor, ninguno se encontraba preparado para enfrentar la temperatura que decencia con rapidez a medida que se acercaba la tarde y la presencia de una posible tormenta de nieve se hacía más palpable, si los soldados no habían logrado asesinarlos, seguramente el frío lo haría si no encontraba refugio pronto, con suficiente discreción Edd se acercó hasta el moreno acortando la distancia entre ellos con rapidez y rogó porque la situación no terminara nuevamente en una pelea.

—¿Cuánto falta para que lleguemos?

Eduardo se detuvo ante la pregunta, ya demasiado cansado y un tanto adormecido como para procesar correctamente la situación, sacudió su cabeza intentando organizar sus ideas y limpio sus ojos quitando la escarchar que se había formado en sus pestañas despejando su vista, trato de enfocarse en lo que veía a la distancia, pese a que la nieve volvía cada vez más borroso el paisaje, logro divisar la vieja torre de una iglesia a lo lejos, estaban cada vez más cerca de llegar a su destino y la idea solo hizo que su cuerpo se sintiese aún más agotado ante la perspectiva de encontrar descanso.

—¿Logras ver la torre? —pregunto señalando al frente mirando como Edd asentía—. Cerca de ese lugar, son dos más kilómetros a lo mucho.

Aquella medida confundió a Edd por unos momentos mientras intentaba inútilmente recordar su equivalencia en millas, pero finalmente se dio por vencido reconfortándose con la idea de que dos era un número bajo.

—¿Qué estamos buscando?

—Una casa, ¿qué más?

—Eso no suena muy seguro.

—Claro, ¡soy tan imbécil como para llevarnos a una maldita trampa!

Edd bufo frustrado por quien alguna vez fuera su vecino, incluso en bajo aquellas circunstancias lo único que habían hecho era pelear desde su primer encuentro tras años de separación, era tan ridículo que, si no se encontraran en una situación de vida o muerte, todo eso hubiera resultaba gracioso, trato de ver algo bueno en aquel nuevo arranque de furia de Eduardo y sonrió ante la idea de que al menos su voz había recuperado algo de fuerza tras aquella ultima respuesta.

—Pareciera que ya te habías preparado algo como esto —dijo con cautela a la espera de apaciguar al otro con lo más cercano que podía darle a un alago.

—No para algo como esto en especial, sino para cualquier momento en que tuviera escapar de la armada corriendo por mi vida.

Aquella confesión tomo por sorpresa a Edd, sin embargo, había algo reconfortante en ella, aquello significaba que Eduardo tenía en seria consideración abandonar a la armada quizás no bajo las circunstancias o la forma en que lo hizo, pero, al fin y al cabo, dejarla en algún momento, aquel pensamiento era tranquilizador pues al menos sabía que la lealtad de Eduardo no se encontraba para con el Líder Rojo.

El británico emparejo su paso tras ver como se volvía cada vez más dificultoso el andar de su compañero conforme la capa de nieve a sus pies se hacía más gruesa y espesa, a ese paso terminarían muriendo congelados antes de llegar a aquel refugio al que se dirigían e ignorando las quejas y el débil forcejeo que termino tras unos pocos intentos, obligo a Eduardo a apoyarse en él pasando uno de sus brazos por encima de sus hombros y tomándole de la cintura, aún seguía considerando que cargarlo hubiera sido algo mucho más sencillo, pero dudaba que hubiera logrado hacerlo sin que eso terminara creando un desastre con el que no habría podido lidiar.

Su caminata continúo siendo tan silenciosa como antes excepto por algunas cuantas instrucciones de Eduardo que terminaron por desviarlos de la carretera y los llevaron a través de un poco transitado camio de tierra que se alejaba del principal.

A medida que se acercaba a aquella torre de iglesia y el camino volvía a hacerse más claro y daba señales de un uso más constante, un cierto nerviosismo comenzó a apoderarse de Edd que cada cierto tiempo se detenía mirando a su alrededor como si fuese un animal a la espera de la aparición repentina de un depredador, era inevitable, no estaban en condiciones de arriesgarse a cualquier clase de enfrentamiento y ver ventanas con brillantes luces naranjas delatando la presencia de vida en aquellas viejas casas rurales era algo que le hacía desear alejarse tanto como pudiera de aquellos sitios.

—A la gente de por aquí no le importan los fugitivos, odian a la armada —mascullo Eduardo antes de soltar una risa apenas audible—. Supongo que no es buen momento para andar por estos lugares usando este uniforme.

—No creo que nadie pueda notarlo en estos momentos —dijo intentando autoconvencerse de ello mientras nuevamente miraba a su alrededor—. ¿Cómo te siente?

—Cansado.

—¿Estamos cerca?

—Si, a la izquierda, la casa fuera del camino.

Las instrucciones fueran simples, pero era todo lo que necesitaba saber, quizás fuese la idea de encontrarse cerca de la seguridad, el agotamiento o la larga y silenciosa caminata que había enfriado los ánimos entre ambos, pero aquel fue el dialogo más amable y decente que habían tenido desde que se encontraron.

Si alguna vez hubo un camino hacia aquella casa este se había perdido bajo la nieve.

Aquella era una maltratada cabaña de una sola planta con un aire tétrico y abandonado que solo empeoraba al verse cubierta de nieve. Eduardo se alejó de Edd y comenzó a rodear el lugar deteniéndose poco antes de doblar la esquina, se arrodillo y comenzó a cavar en la nieve para dar un grito eufórico poco después, Edd solo observo como volvía con un paso más ligero y una sonrisa en su rostro mientras mostraba una llave en sus manos.

No dudaron un momento en entrar buscando escapar de la tormenta y con la esperanza de encontrar un poco de calor, sin embargo, el interior se encontraba casi tan helado como el exterior, pero al menos estaban a salvo del viento y la nieve.

Los ojos de Edd se entrecerraron escudriñando en la penumbra, el lugar poseía un aire más acogedor que el mostraba el exterior y por un momento Edd quiso reír ante la apariencia del sitio que parecía más la casa de una anciana que la de alguien como Eduardo.

Se separaron sin decir palabra alguna, era como si ambos se hubiesen puesto previamente de acuerdo en las tareas que ambos debían realizar, sin embargo, al final fue Edd quien se llevó las tareas más pesadas, era lo justo considerando que era el menos herido de los dos.

El fuego ardía en la chimenea calentando la pequeña sala e iluminando el lugar, por esa noche no tendrían electricidad ni calefacción, pero eso sería algo de lo cual se ocuparían a la mañana siguiente, por ahora tendrían que conformarse con pasar la noche en aquella estancia, refugiados en aquel nido de mantas y almohadas que habían formado alrededor de ellos.

Con sus manos temblorosas y envueltas en vendajes Eduardo llevo la taza con café hasta su boca y dio un trago a la bebida quemándose la lengua en el proceso y sintiendo como el líquido quemaba su interior y se asentaba en su estómago vacío, la bebida se encontraba tan endulzada que dejo una sensación amarga en su boca, para ser alguien que paso su vida jactándose se su odio por el azúcar, beber algo como eso resultaba una elección por demás peculiar y que seguramente le dejaría completamente alterado más adelante, aquella pequeña debilidad hacia cualquiera alimento dulce se suponía que era un secreto, uno que sus amigos conocían, ambos, tanto Jon como Mark sabían que cada vez que llegaban a casa y encontraban enormes cantidades de envoltorios de cualquier tipo de dulce o rastro de repostería a medio terminar, eran una señal de que algo se encontraba terriblemente mal, odiaba aquella terrible maña que siempre terminaba con él haciendo obsesivas rutinas de ejercicios en un intento de compensar su desliz alimenticio.

—Gracias —la voz de Edd fue baja, dudosa, como no se encontrará acostumbrado a decir aquella palabra.

—¿Por qué?

—Salvarme.

—¿Enserio? Pensé que podía irme a la mierda, después de todo, no me pediste que te salvara.

Y todo comenzaba de nuevo, Edd rodó los ojos y soltó un bufido frustrado, era sorprendente lo bueno que era Eduardo para recordar cualquier cosa, cualquier pequeño detalle que más tarde pudiera usar para echarle en cara e iniciar una nueva pelea, pero no lo haría, no iban a discutir por muy difícil que Eduardo le pusiera aquella tarea, aunque tampoco podía negar que no había dicho aquello y que el otro estaba en todo su derecho de estar molesto y reclamar, con cierta resignación solo atino a acurrucarse en la gruesa manta que ambos se encontraban compartiendo.

—Yo… lamento lo que dije, fui un idiota —su disculpa no era buena, nunca fue bueno para hacerlo de todas formas, se había acostumbrado a ser él quien siempre solía tener la razón y quien pocas veces tenía que pedir perdón por decir o hacer algo.

Eduardo lo ignoro, no quería y no deseaba escuchar ninguna disculpa especialmente su venia de Edd, para él ya era demasiado tarde para eso, lo único que deseaba era alejarse de él y marcharse lo más lejos posible, era cierto que le había salvado, fue un patético impulso de idiotez que no pudo evitar al ver cómo era arrastrado hasta aquella celda y saber cuál sería su inevitable destino de no sacarlo de aquel lugar.

Había pasado bastante tiempo pensando en lo que haría de ahora en adelante, no quería permanecer al lado de Edd, no porque fuera un fugitivo cuyo precio por su cabeza fuera una tentación para cualquier persona en aquella rota sociedad, aumentando el riesgo de ser capturado o eliminado, sino porque no podía evitar culparlo y guárdale rencor por todo el dolor que había tenido que sufrir a lo largo de los años, su plan hasta el momento se limitaba a marcharse apenas sus heridas sanaran lo suficiente para no necesitar depender de otro, no tenía a donde ir, no tenía recursos, no contaba con ningún aliado y había perdido la única garantía de seguridad que poseía al traicionar a la armada, todo parecía estar en su contra, pero se las arreglaría como lo había hecho a lo largo de todos aquellos años, no era un pensamiento reconfortante, de hecho resultaba triste y aterrador, entonces, ¿por qué no olvidarse de aquella estúpida idea que solo le guiaba a su propia perdición?

—Me he estado preguntando, ¿por qué me salvaste? No era algo que tuvieras que hacer, no tenías que arruinar tu vida de esa forma —expreso sin estar seguro de querer saber la respuesta, pudo observar como el rostro de Eduardo se contraía, como su vista se desviaba y daba un nuevo sorbo a su bebida para tener una excusa y no tener que darle una respuesta—. Creo que estoy pecando de ingenuo, pero, de cierta forma no podía evitar pensar que Matt o Tom aparecerían en cualquier momento y quizás… —quizás le sacarían de aquella jaula, huirían con él y podrían desaparecer del mapa, alejarse y comenzar de cero, comenzar una nueva vida lejos de todo aquello. Quería decir eso, pero no se atrevió, era solo una idea estúpida e irreal, no quería admitir frente a Eduardo que estaba completamente dispuesto a rendirse y dejar de luchar si al menos uno de sus amigos hubiera intentado ir tras él, incluso se encontraba dispuesto a renunciar y unirse a Tord si cualquiera de ellos se lo hubiera propuesto—. No sé porque esperaba tener un poco de piedad, ambos actúan como si ni siquiera nos conociéramos —dijo expresando aquella idea que había pasado años rondando en su mente.

Miro la forma en que los ojos de Edd parecían haber perdido su brillo, podía sentir como algo en su interior se retorcía inquieto provocando una desagradable sensación dentro de él, conocía lo que aquello era, pero prefería pensar que solo era la azúcar comenzando a hacer estragos en su cuerpo.

—Ellos probablemente ni siquiera sepan quién eres o quien fuiste —dijo con tranquilidad meditando sus palabras—. Les lavaron el cerebro como a casi todos los soldados, seguramente lo único que sepan de ti es lo que el tipo al mando les haya metido en la cabeza.

Los ojos de Edd se abrieron mientras intentaba procesar aquella nueva información, sin embargo, todos sus pensamientos prontos se vieron dirigidos a la persona a su lado.

—Entonces, porque tú no…

—La radiación —corto Eduardo con tranquilidad—. ¿Te llevaron a un cuarto rojo?

Edd asintió ante la pregunta recordando como tras aquella golpiza que recibimiento fue llevado a rastras hasta una habitación de la que no podía recordar mucho, cerro los ojos intentando rememorar alguna otra cosa que no fuera el color y la silla en medio de la misma, pero su mente se encontró en blanco.

—Seguramente eso fue lo que evito que terminaras como un maldito zombi más, paso lo mismo conmigo —hizo una larga pausa mientras consideraba si debía responder la pregunta de Edd sobre el motivo por el que le había salvado, ni siquiera él estaba seguro de ello, aunque en el fondo sabia la respuesta, pese a su deseo de culpar a Edd de todos sus males y desear odiarlo, la familiaridad que encontraba en su presencia era algo que había pasado años anhelado—. Creo que solo te salve porque soy un imbécil impulsivo.

No había sinceridad alguna en aquella respuesta, sin embargo, Edd no pensaba intentar indagar en la verdad, tal vez algún día lo intentaría, pero no ahora.

Nuevamente el silencio volvió a la sala, ambos miraban el fuego, pero para Edd aquel espectáculo pronto se volvió aburrido, su atención pronto paso de recorrer la sala a centrarse en Eduardo, su rostro se encontraba hinchado y su labio roto, podía notar el lugar donde un disparo había pasado rozando su mejilla dejando una leve quemadura, había bolsas oscuras bajo sus ojos como si llevase demasiado tiempo sin encontrar cualquier clase de descanso, habían muchos más detalles que captaron su atención debido a su cercanía y por unos momentos se preguntó si Eduardo encontraba desagradable la necesaria cercanía entre ellos para preservar el calor, sin embargo no había otra cosa que pudieran hacer salvo mantenerse acurrucados uno al lado del otro al menos por esa noche, mientras dejaba que sus pensamientos vagaran en suposiciones y preguntas que no se atrevía a realizar, un insistente pensamiento comenzó a rondar por su cabeza, ¿por qué Eduardo estaba solo?, recordaba que tras el incidente con el robot llego a cruzarse con Mark y Eduardo en más de una ocasión, ninguno le dirigió la palabra, de hecho parecían realmente indignados de solo verlo, pero no podía culparlos de estarlo, de cierta forma todo siempre se sintió como su culpa, si hubiera hecho caso a Tom quizás las cosas ahora serian completamente distintas ahora y Jon no hubiera muerto.

Mordió su labio mientras se debatía internamente si soltar la pregunta o no, pero finalmente su curiosidad gano.

—¿Dónde está Mark?

El rostro de Eduardo se desencajo ante la pregunta, parecía consternado, sus manos temblaron para luego aferrarse fuertemente a la taza entre sus manos y Edd obtuvo la respuesta a su pregunta antes de tener una confirmación del moreno.

—Muerto —la respuesta fue seca y prácticamente automática—. Una bala perdida o no lo sé, nos separamos durante una misión y cuando regrese a buscarlo… no hubo nada que pudiera hacer —dijo intentando autoconvencerse de que aquello fue inevitable—. Aunque Mark estaba muerto aun antes de eso.

A diferencia de él, Mark no tuvo tanta suerte, cada memoria de su pasado fue eliminada y sustituidas por las verdades que el Líder Rojo consideraba apropiadas para hacer de ellos soldados leales, paso años fingiendo no recordar absolutamente nada de quien fue en su vida previa a la conquista de la Armada Roja, sin embargo, no pudo evitar tratar de acercarse a Mark nuevamente, creyendo ingenuamente que su mejor amigo aún se encontraba en aquel cascaron vacío, su amistada prácticamente comenzó de cero nuevamente, alguna veces intento hacerle recordar al rubio quien era, como era que se conocían tanto pese a “acabarse de conocer”, como era que instintivamente el rubio parecía leerlo como si fuese un libro abierto, la esperanza que sentía cada vez que Mark respondía positivamente a sus intentos de hacerlo volver fue siempre lo peor de toda aquella situación.

—Yo… —era su culpa. ¿Qué debía decirle a Eduardo? ¿Qué lo sentía? Si Tord había llegado tan lejos, era porque él lo había permitido, porque no le freno cuando pudo, repentinamente se sintió completamente agotado, como si de un momento a otro el peso del mundo se encontrara sobre sus hombros—. ¿Estás bien? —atino a decir preocupado al ver los ojos de Eduardo al borde del llanto y su rostro enrojecido.

—¿Te parece que lo estoy? Perdí a mis amigos por culpa del mismo hijo de puta y en vez de hacer algo, solo agache la cabeza y acepte volverme uno de sus tantos perros de guerra solo para sobrevivir, ¿y me preguntas si estoy bien? ¡Estoy jodidamente fantástico! ¡Feliz de como mi vida se fue a la mierda frente a mis ojos!

No espero ver a Eduardo quebrantarse, debió haberse callado cuando pudo, pero ahora era demasiado tarde para eso, no sabía cómo debía actuar o que decir siquiera, si hubiera sido otra persona habría sabido que hacer, pero tratándose del hispano no estaba seguro, un abrazo, cualquier palabra de consuelo todo se sentía incorrecto, cualquier cosa que realizara seguramente terminaría en una pelea y con Eduardo tomando una decisión estúpida como decidirse pasar la noche en alguna habitación de la casa ignorando el riesgo de terminar con hipotermia, agacho la cabeza y bajo la mirada dejando que Eduardo llorara como si fuese un niño pequeño y por lo desgarrador de su llanto, realmente sonaba como uno.

El tiempo se sintió como algo interminable hasta que el llanto y los gritos cargados de ira, tristeza y frustración acumulada a lo largos de los años finalmente dejaron de escucharse para convertirse un solo un sollozo suave y agotado, su estómago se encogió mientras dejaba que su mano se deslizara por debajo de la manta hasta sostener la de Eduardo que dio un ligero salto, echándose atrás y mirando a la manta como si pudiera ve a través de ella, pese a las vendas podía sentir la calidez que desprendía y como su cuerpo temblaba, parecía dudar y por unos momentos pensó que se apartaría.

Su turno de actuar como un adolescente inseguro llego cuando Eduardo coloco su cabeza sobre su hombro terminando de acortar la distancia entre ellos. De cierta forma, aquellos casi insignificantes gestos se sintieron como algo que llevasen esperando toda la vida, sin embargo, ninguno de los dos lo admitiría, ni siquiera si su vida dependiera de ello.

—Eduardo.

Su única respuesta fue un adormecido balbuceo que únicamente le hizo saber que se encontraba siendo escuchado.

—Estaremos bien mientras nos mantengamos juntos —dijo solo para ser consciente de sus propias palabras segundos después de haberlas dicho.

—¿Juntos? —Eduardo sonrió y soltó una risilla burlona—. ¿Realmente piensas que tengo intenciones de quedarme contigo? ¿No has arruinado suficiente mi vida?

—Eso no… —¿qué debía responder ante aquella acusación? Él estaba en lo cierto, todo era su culpa, no era algo que pudiera negar y era por eso que había tratado de arreglarlo todo, sin embargo y pese a sus esfuerzos, no era una amenaza para Tord actuando en solitario como lo había hecho hasta el momento, sin embargo y pese a ello, podía jactarse de haber sido quien más cerca había estado de asesinar a su viejo amigo—. Se que todo esto es mi culpa y no tengo ninguna excusa, no puedo compensarte nada ni devolverte algo en absoluto, pero lo arreglaré, corregiré todo esto sin importar cuanto me tome.

—¿Arreglarlo? —pregunto atónito de lo que se encontraba escuchando, aquello no debía ser más que un desvarío de Edd, una genuina estupidez— ¿Y cómo diablos piensas hacer eso exactamente? ¡Oh! Ya sé, haciendo la misma idiotez por la que te atraparon, vas a fallar de nuevo, pero esta vez no habrá nadie que se preocupe lo suficiente por ti como para salvarte.

—Me salvaste… ¿porque estabas preocupado por mí? —no quería reír, pero no pudo evitarlo, le hacía feliz que alguien escuchar aquello, ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba escuchar aquellas palabras y resultaba casi un giro por demás irónico del destino que la persona que se las decía fuera la misma que paso años odiándolo y mostrando su completa desaprobación ante el mero hecho de existir en el mismo espacio—. Eres la última persona de quien espere escuchar algo como eso, pero creo que puedo entender porque estas tan harto de todo y porque quieres irte, es mi culpa que tu vida este arruinada, he destruido las vidas de Matt y Tom por no estar ahí, incluso es mi culpa que Jon y Mark estén muertos y sé que no importa lo mucho que me disculpe, mis palabras y mis lamentos no van a cambiar nada de lo que ha sucedido. Quizás no signifique mucho y tal vez solo sean palabras sin ninguna garantía, pero arreglare todo este desastre.

Aquella muestra de sinceridad enmudeció a Eduardo, no había esperado que Edd sintiera que todo era su culpa y que debía ser él quien arreglase todo aquel desastre, no había forma de que pudiera lograrlo, únicamente se estaba lanzando a si mismo a una muerte segura.

—Si parto mañana seguramente al anochecer pueda estar lo suficientemente lejos de este lugar para dejarme ver en algún otro sitio, desviare la atención y quizás puedas permanecer en este pueblo y tratar de recuperar tu vida.

—¿Ese es todo tu maldito plan? ¿Largarte y mantenerte como un fugitivo hasta que puedas pensar en algo?

—Dijiste que tal vez no me afectaría el lavado de cerebro, ¿cierto? Puede que no sea el mejor de los planes, pero podría rendirme y unirme a Tord para poder acercarme lo suficiente para matarlo y terminar finalmente con todo esto.

—Ese es el plan más estúpido que he escuchado, ni siquiera sabes si en verdad vas a poder evitar convertirte en un jodido enajenado como tus estúpidos amigos, solo fuiste expuesto una única vez al igual que yo, no hay nada que te garantice que una segunda exposición no hará el trabajo, y si lo logras, ¿qué pasara después? ¿Acaso crees que todo terminara ahí? Alguien más va a tomar su lugar si muere, distinto idiota, mismo problema, nada va a cambiar —¿por qué se estaba preocupando? Podría dejar que Edd se marchara e intentara ejecutar su ridículo plan, quedarse en aquel pueblo e intentar comenzar de nuevo, podría hacerse de una vida en aquel lugar, la misma vida que había tenido desde que Mark había muerto, una en la que únicamente debía ocuparse por continuar sobreviviendo el día a día—. No puedes hacer esto solo, únicamente harás que te maten —iba a arrepentirse, pero ¿qué más podía perder para ese punto? Sus amigos estaban muertos, desconocía el destino de su familia, no tenía ningún lugar al cual ir, ni una tierra a la cual volver, ¿y su vida? Él ya la había perdido hacía mucho—. Eres demasiado ingenuo si creer que puedes continuar jugando al héroe como antes —en su mente la todas las alarmas de que aquello era una idiotez y la peor decisión que había tomado en mucho tiempo, se encendieron, pero ignoro todas aquellas advertencias—. Te ayudare.

—Tienes mejores oportunidades…

—¿Oportunidades de qué? No tengo nada que perder y mi vida tiene tanto valor como la de cualquier animal, crees que, si tuviera algo que perder o al menos algo a lo que aferrarme, ¿haría esto? No tienes oportunidad alguna de lograr algo si continúas actuando como lo has hecho hasta ahora, no puedes seguir jugando a ser el héroe, si realmente quieres acabar con ese tipo necesitas volverte algo mucho peor de lo que él es.

Había un destello de locura y odio en la mirada de Eduardo, algo oscuro que provocó que un escalofrió recorriera su cuerpo haciéndolo estremecer, pero no podía decir que lo asustara, todo lo contrario, era atrayente, una invitación a unirse a la misma locura, ambos compartían los mismo objetivos, eso era algo que no necesitaba preguntar, sin embargo, aún quedaba algo que le molestaba, un detalle quizás insignificante, pero uno que necesitaba conocer si Eduardo se encontraba completamente dispuesto a ir con él por aquel camino sin retorno a su lado.

—¿Qué es lo que deseas?

La pregunto descoloco a Eduardo, no se encontraba esperando ninguna forma de retribución, pero Edd sencillamente había lanzado la oferta sin que él siquiera se lo hubiera pedido, busco en su rostro cualquier señal de que tuviera alguna segunda intención oculta tras eso, sin embargo y como lo había esperado, no encontró nada, ninguna señal de engaño o duda, aquella muestra de franqueza le desagrado, Edd era de la última persona que esperaba recibir algo como eso.

—Quiero ser yo quien lo mate y colgar su cabeza como un maldito trofeo de caza —dijo esperando ver si algo cambiaba en aquella expresión sincera, pero no hubo cambio alguno, Edd verdaderamente estaba dispuesto a cumplir con aquel capricho casi infantil.

—Dalo por hecho —si eso era lo que Eduardo más anhelaba se lo daría, después de todo por lo que había pasado y por lo que pasaría, era lo menos que podía darle.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).