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SEGUNDO OMEGA por sombra_larga

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaa siento tener tan abandonada esta historia, pero prometo ya ponerme las pilas, esta historia no sera muy larga, pero ya tengo preparadas mas historias, espero les den una oportunidad. Gracias por leer.

Besos:D

Presente

*Hashirama*

Después de haber tomado una larga ducha caliente al fin bajo a las cocinas, me siento mejor, después de tantos meses. Me empiezo a sentir un poco más como mi mismo y no como el muñeco en que me convertí luego de mi error.

Madara tuvo la consideración de no decirle nada a nuestros hijos, a veces me causa vergüenza, pero no encuentro el valor para explicarles a mis hijos porque su padre no es el único malo de la historia.

Hace dos meses pensé que todo entre Madara y yo estaba retomando su curso a la normalidad, pero solo algunas semanas después Madara me dio una noticia que por un momento hizo que mi corazón muriera.

“Naruto esta embarazado, el idiota renuncio al trabajo y piensa criarlo solo…si tú quieres esto puede quedar así” era la primera vez en mi vida que veía a Madara tan apenado, ni si quiera pudo mirarme a los ojos, sé que no se acostó con ese muchacho a propósito, pero igual tenía presente los sentimientos que Madara jamás me diría en voz alta, en los meses que estuvieron separados sus hijos no tuvieron reparos en informarle de las escapadas nocturnas que tenía su padre con su joven secretario.

Además, los esposos y esposas perteneciente a las aburridas organizaciones en las que se veía obligado a participar no se contuvieron a la hora de lanzar venenosos comentarios.

Estuvo esperando por meses ese doloroso tirón que daría su lazo, cuando el contacto físico de su alfa con otro omega empezara, más este parecía nunca llegar, y cuando al fin se presentó no fue el lacerante dolor que sintió en medio de su aventura, sino a penas una molestia pasajera, como una cuerda incomoda ajustándose a su cuerpo.

La extraña manera en que sucedió no le quito el dolor que le ocasiono en el corazón, en su alma.

Pero no pudo evitar pensar en cómo su marido había retomado esa tranquilidad que los años le habían quitado, muy a su pesar, no necesitaba hablar con Madara para notar como esa libre felicidad de su juventud regresaba.

 Y fue ahí que la idea que había estado rondando en su mente regreso con fuerza, muy pocas personas tenían el conocimiento del antiguo matrimonio Senju, pero alguna vez su padre tuvo bajo su manto a dos omegas. No hubo mucho tiempo para que la noticia se divulgara después de todo, incluso el mismo tenía pocos recuerdos del segundo omega de su padre, un bello omega de cabellos grises, los mismo que heredo su hermanito Tobirama. El omega murió en el parto y su propia madre crio a Tobirama como suyo, era un tema tabú en la antigua mansión, pero siempre hubo un altar dedicado a ese omega, en donde religiosamente su padre y madre rezaban todas las mañanas.

Era una idea estúpida y de la cual aún no está seguro de no arrepentirse, pero no pudo evitar pensar que tal vez esto era lo que necesitaba su matrimonio.

Y más aún cuando le pidió a Madara ver al omega.

*******

-¿Es aquí?- no puedo evitar preguntar, aunque a decir verdad Madara se veía tan sorprendido como él.

El chofer estaciono el auto frente a una pequeña casa amarilla, ubicada entre una lavandería y un puesto de ramen, estaban en un vecindario familiar con muchas casas abarrotadas. No tenía la información de cuanto era la paga del secretario de su esposo, pero si algo sabia era que no eran unos cuantos yenes. No es que la casa estuviera en deplorable estado, pero se veía muy sencilla a los ojos del matrimonio.

-es la información que me dio el equipo Senju-sama- le respondió el chofer, viéndole a través del espejo.

Sin decir más ambos bajaron, sintió a su esposo tensarse cuando encontraron a Naruto-kun saliendo del puesto de ramen con dos grandes bolsas en la mano, que acabaron en el suelo cuando el omega los tuvo en su rango visual. Los ojos azules se abrieron enormemente y el cuerpo moreno retrocedió unos pasos.

A decir verdad, no era lo que Hashirama esperaba, se había encontrado con Naruto-kun muchas veces, y siempre le cayó bien el chico, a diferencia de otros omegas mantenía sus feromonas guardadas ante su esposo y siempre le dio un trato amable. Siempre tuvo una imagen de él, un omega alegre y lo suficientemente inteligente para durar tanto tiempo como empleado de su esposo.

Pero verlo así, a mitad de la calle, vestido solo con una franelilla y unos shorts naranjas, con los ojos un poco humedecidos cuando entablo mirada con su persona. Le dio más la impresión de un niño perdido, que de un omega adulto.

Él fue el primero en acercarse a ayudarle, intento recoger las bolsas tiradas en el suelo, pero las pequeñas manos morenas le interrumpieron para luego apartarse rápidamente al hacer contacto con las suyas.

El niño se derrumbó ahí, en medio de la calle llena de ramen, llorando y bajando la cabeza, susurrando “perdón Hashirama-sama” muchas veces.

A partir de ahí todo fue un torbellino para los tres participantes de esa relación, esa misma noche sentados en la pequeña sala del omega rubio les planteo su idea de una relación compartida. No era desconocido ese tipo de unión, en el pasado era muy común, pero en estos tiempos era muy raro. A pesar de la tensión del momento no pudo evitar soltar un resoplido al ver semejante mueca de sorpresa en su esposo.

Era una solución sencilla, pero a la vez profundamente complicada, adaptar una tercera persona al lazo era algo que se trabajaba despacio, ya que, si compartir emociones con una persona era abrumador, tres era un caos.  Pero era aún más peligroso dejar un omega embarazado sin lazo y más aún, sin marcar. Hashirama sabia por carne propia el peso que traía al cuerpo de un omega el embarazo, era necesario el apoyo de un alfa. El corazón de madre de Hashirama se rehusaba a dejar desamparado al pequeño omega rubio.

Era estúpido, pero Hashirama podía ver una pequeña luz al final del pasillo para el embrollo en que se había convertido su relación.

***

Como cada mañana se enfundo en un kimono, el de hoy era de un lindo color menta, con obi gris, abrió las puertas corredizas que daban a los preciosos jardines, era una mañana algo fría, pero aun así se escuchaban el tronar de los pajarillos amarillos, se sentó al pie del elevado piso de la antigua casa Uchiha y con pasos metódicos procedió a cepillar su largo cabello, untándole en el proceso aceite de almendras. La fábrica que producía el aceite había cerrado hace años, pero Madara le había conseguido miles de botellas recurriendo a pequeñas extorsiones en el proceso, recordar esas románticas idioteces siempre le hacían sonreír.

Una vez termino volvió a adentrase en la casa, para nuevamente salir y repartir las semillas entre los múltiples comederos que tenía distribuidos. Inspecciono que no hubiera ninguna clase de yerbajo entre su jardín para luego ahora si dirigirse a la cocina. Para la mayoría se le haría tedioso tener que recorrer todos los días el largo puente que unían ambas casas, pero para el que lo hacía desde hace muchos años, era algo agradable. Una cosa más de su rutina como amo de casa, su primera tarea del día: asegurarse de que todos en esa casa salieran desayunados.

Cuando al fin llego a la cocina se encontró la enorme sorpresa del rubio omega desayunando y charlando alegremente con su desde hace años cocinero, una alfa llamado Chouji-kun. De espaldas a él, vestido con el típico traje, sentado en un pequeño banco contra la enorme mesa ubicada en medio de la abastecida cocina.

-¡en serio tebba! el ramen debería ser todas la comidas del día- todos los empleados sonreían sin dejar hacer sus tareas diarias, pendientes del joven omega que parloteaba sin cesar.

-no soy idiota Naruto, Uchiha-sama ya me dio la dieta que les asigno el doctor- no pude evitar sorprenderme ante tal muestra de confianza, no recordaba haber visto a sus empleados tan relajados como con ese muchacho- oh, Hashirama-sama buen día-

Al igual que él, la mayoría de las personas en la habitación parecieron dar un salto, de alguna manera algo se quebró en el ambiente porque todos se apuraron a salir del cuarto.

-buenos días Chouji-kun, Naruto-kun- intento sonar lo más casual que pudo, pero aun así pudo ver como la espalda del omega rubio se tensaba. A pesar de la clara acción de incomodidad el omega más joven se giró hacia el con una gran sonrisa.

-¡buenos días Hashimara-sama!- regresándole la sonrisa tomo asiento en unos de los alto bancos en la mesa junto al rubio, que parece tensarse aún mas pero no hace amago de apartarse, la mirada azulina observa el vaso de licuado de fresa como si fuera la cosa más interesante del mundo. Me lamento al pensar que todos los días el rubio ha estado desayunando aquí apartado por completo de la familia, yo atribuía sus ausencias en el desayuno a las náuseas matutinas, o tal vez solo quería creer eso, pero es hora de poner de mi parte.

-Chouji-kun me puedes dejar a solas con Naruto-kun por favor, solo será un segundo- el alfa regordete que se había limitado a concentrarse en su tarea frente a la estufa solo asiente amable, dejando en la mesa un plato rebosante de huevos con tocino y tomates frente al rubio, una taza de té caliente frente a mi- gracias Chouji-kun-

-un placer Hashirama-sama- el alfa hace una pequeña reverencia antes de salir por la gran puerta de roble, seguramente en camino a buscar a su explosiva esposa, una beta que trabajaba como sirvienta desde hace varios años.

-¿sucede algo Hashirama-sama ? si he hecho algo, perdone, yo le dije a Madara que no era buena idea…- con la desaparición del alfa las palabras nerviosas del omega más joven salían disparadas como balas, mire asombrado como el cuerpo del rubio temblaba mientras el olor acido del miedo emanaba de él, negué rápidamente dándole unas torpes palmaditas en la espalda. Me punza la culpa, de solo imaginarme en sus zapatos, esperando a mi primer cachorro, en una casa ajena en donde todos parecen odiarme.

-por supuesto que no Naruto-kun, deja de disculparte, en realidad soy yo el que te debe una disculpa- no pude retener la risita temblorosa al ver la cara de Naruto-kun, los ojos azules abiertos al máximo- hace ya dos semanas te mudaste a la casa y en todo este tiempo he dejado que mis hijos te traten de una deplorable manera- vi como el rubio empezaba a negar nuevamente pero le detuve, tomando un poco inseguro la mano que descansaba en la mesa- no Naruto-kun, la actitud de mis hijos no tiene excusa, yo no los eduque así- asevero dándole un ligero apretón en la pequeña mano, el rubio al final afianza el agarre de nuestra manos-después de todo ahora eres parte de la familia, creo que es hora de comportarnos como tal-

Ambos temblamos ante ese contacto, una extraña corriente recorrió mi cuerpo, una chispa, una energía que se expandió hasta recaer en mi marca, supe que Naruto-kun sintió lo mismo al ver como llevaba su mano a su propia marca. Algo dentro de mi volvió a encajar, un engranaje más acomodándose, abriendo otra puerta ante el lazo compartido.

Igual de sorprendidos, nos quedamos un buen rato en silencio, asimilando esa carga de emociones que nos llegaba a través del lazo. La calidez se expandió en mi pecho al sentir esa suave y dulce fragancia, incluso energía, que solo podía provenir de una nueva vida formándose, era como si algo se hubiera desbloqueado, permitiéndome sentir cada poro del otro omega, era extraño, sumamente diferente a lo que sentía con Madara, aquí sentía…comprensión, algo menos pasional y sexual, era un lazo delicado y tierno.

-¡¿están bien?!- sin soltarnos de la manos vemos a Madara llegar corriendo.

….

*Naruto*

Rio abiertamente al ver a mi alfa entrar a la cocina, la camisa sin fajar, solo con un calcetín puesto y la larga melena negra despeinada, incluso Hashirama-sama está intentando ocultar su risa. Los rojos ojos van de un lado a otro desquiciados, recayendo al fin en nuestras manos unidas. Con la confusión plasmada en la varonil cara por fin deja de transpirar para acercarse a un paso inseguro.  

-sentí algo extraño en el lazo- explica en un susurro ronco.

-si tebba, yo igual lo sentí, pero no estoy seguro de lo que sea- me encojo de hombros- pensé que eran las náuseas otra vez, por los tomates asquerosos que me obligas a comer, pero no, Hashirama-sama igual lo sintió, ¿verdad Hashirama-sama?- Madara y yo volteamos sorprendidos  al escuchar la estruendosa carcajada de Hashirama-sama, no tengo idea del porque pero un calorcito me recorre el pecho al ver la sonriente cara del omega junto a mí, desde que lo conocí muy pocas veces lo había visto sonreír de esa manera.

-si Naruto-kun, yo también lo sentí, y por favor deja de decirme sama, creo que nuestra relación lo amerita- siento el rostro caliente cuando la mano del castaño me da una ligera caricia en el cabello- es hora de cambiar las cosas-

Doy un salto cuando escucho el gruñido de Madara salir de lo más profundo de su pecho, lanzando una descarga de placer por el lazo, incitándome a ofrecerme a mi alfa, para luego ser envuelto por un fuerte brazo, sentí el cuerpo de Hashirama-sama vibrar junto al mío, las feromonas con un dulce olor a madera y lavanda por primera vez me parecieron deliciosas, calentando aún más mi cuerpo, Madara también suelta feromonas y los gruñidos no están ayudando nada a mi cordura, si sigo así ensuciare mi traje, en medio del abrazo grupal logro visualizar la cara de Hashirama-sa…no, Hashirama, con un bonito sonrojo y los ojos fuertemente cerrados, le veo enterrar la cara en el cuello del alfa, la mano de Madara bajando por mi costado me distrae, intento contener los gemidos, pero oír los de Hashirama solo hacen que abra los ojos y gima por la escena.

La mano de mi alfa se pierde en el kimono, masajeando seguramente un pezón, Hashirama abre también los ojos, tiemblo nervioso cuando le veo acercarse, la dulce fragancia de su cabellera me llega, cierro los ojos cuando los suaves labios se posan encima de los míos, apenas una caricia insegura, hasta que yo me armo de valor y lamo los labios ajenos, recibiendo enseguida permiso para adentrarme en esa boca que nunca pensé se sentiría tan bien.

No sé qué está pasando, pero no siento que el calor deje de subir en mí, es como si estuviera en celo, pero tal vez peor, ya que un calor ajeno se une al mío, puedo sentir como mi necesidad se junta con la de Hashirama, y como el deseo de Madara me aplasta, es tan asfixiante que me empiezo a quitar yo mismo el saco, siendo ayudado por Madara con los botones de mi camisa.

-¿Qué está pasando tebba?- no sé cómo consigo formular la pregunta con la boca de Madara en mi cuello y las manos del otro omega en mi pecho, el apretón en mis muy sensible pezones me saca un fuerte alarido.

-no tengo idea, pero en verdad los necesito- la necesidad en la voz de Madara expresa el sentimiento que grita en el interior de los tres.

Es cuando al fin me atrevo a bajar el kimono del otro omega, que el escandaloso grito nos hace despertar a los tres de ese profundo trance de placer.

Nunca había visto a Madara tan sonrojado hasta ese día, haciendo todo lo posible para disimular la erección mientras Hashirama intentaba volver a acomodar el obi que se había desatado, yo atiné a cubrir mi pecho desnudo con las manos, oculto detrás de Madara pude sentir la asesina mirada de los todos los hijos de este.

***

*Madara*

Nunca había sentido tantos instintos asesinos hacia mis hijos hasta ese día, de solo recordarlo hace que mis orejas ardan. No puede creerlo, más de veinte malditos años con hijos y nunca habían tenido esa clase de accidente. Suspira pasándose una mano por la cara, un vano intento de borrar el sonrojo que seguramente aún seguía en sus mejillas.

-¿estás bien tebba?- presta atención a la cara igualmente sonrojada de su pareja mas joven, hasta ese momento los tres habían caminado desde la cocina hasta el largo pasillo que se encontraban recorriendo ahora, todo en un total silencio sepulcral, ninguno queriendo ver la cara del otro, demasiados avergonzados por lo ocurrido anteriormente, era extraño, nunca había sentido un calor así, se atrevería a decir que era incluso mas fuerte que los celos vividos en la plenitud de su juventud.

-esta bien Naruto-kun, solo esta avergonzado- sorprendido miro como Hashirama respondía por él y más aún se dirigía al rubio con mas confianza de la que había demostrado nunca, en el último mes, el calor que le invadió en la cocina había borrado por un momento las palabras dichas por Hashirama en momentos antes de los besos, Madara en verdad se esforzó porque su entrepierna se mantuviera dormida al recordar el hermoso beso entre sus dos omegas, fue algo que nunca pensó vería, un verdadero tesoro que se esforzaría por conservar por siempre en su memoria.

-puede decirme solo Naruto, Hashirma-sa…Hashimara- Madara juraría que por un momento se le disloco el cuello por la rapidez con la que volteo a ver su rubio omega. Había dejado fuera de su vista a los omegas por tan solo unas horas, pero al parecer solo eso había bastado para que ocurrieran cambios importantes, esa extraña sensación en el lazo se lo confirmaba- y no se de qué te avergüenzas tebba, no es a ti al que vieron medio desnudo, ni el que mancho su ropa interior-

-¡Naruto!- la escandalizada cara de Hashirama, roja hasta no mas poder, le hizo soltar un bufido de diversión, se llevo una mano a la boca intentando contener la risa.

-¡Pero es cierto! ¿Qué tu no mojaste tus boxers?- el rubio miraba serio al omega mayor-no se si es por el embarazo pero en verdad me voy a tener que cambiar hasta de pantalón-

-dios mío Naruto ya basta por favor- la súplica de su esposo le hizo imposible retener por más tiempo la carcajada que se le escapo-¡y tú no te rías Uchiha Madara, no puedo creer que los niños no hayan visto así!- Hashirama se tapaba el rostro, al fin habían llegado a las puertas de sus habitaciones, una frente a la otra, a la izquierda la de Hashirama y a la derecha la de Naruto.

-ya están bastante grandecitos como para saber cuando no deben de interrumpir a sus padres Hashirama- continúe picando, mi esposo solo me miro con gesto angustiado, no lo veía tan rojo desde que me vio por primera vez desnudo, era adorable, hace mucho que no me permitía relajarme tanto estando los tres juntos.

Por un momento nos quedamos en silencio, recordé que debíamos salir ya pronto para el trabajo y que alguien debía de desayunar sin peros, me giré a mi rubio omega.

-ve a cambiarte cariño, no nos queda mucho tiempo y aun tienes que tomar tus vitaminas- el rubio hizo un puchero antes de asentir, dedicarle una sonrisa a mi esposo y entrar al cuarto sin peros, tal vez entendiendo el ambiente. Nuevamente me gire hacia mi omega castaño, me sorprendí un poco por encontrarme su mirada tímida, esa que me daba cuando había hecho algo malo y sabia me enojaría, no quería que se sintiera fuera de lugar al estar juntos yo y Naruto, me acerque un poco, pase un mano por su mejilla.

-¿todo bien amor?- fui el primero en hablar, el me miro inseguro. Se alzo de puntitas, cerré los ojos al sentir sus labios tocar los míos, al abrirlos me encontré con esa sonrisa que me había enamorado desde un principio, esa sonrisa cálida y hermosa.

-creo que las cosas puedes funcionar Madara- en solo una fracción de segundo pude sentir un enorme peso quitarse de mí, con esas simples palabras, dios, maldición, no sabía cuanto necesitaba oírlas, pero saber que las cosas no se están yendo al carajo hace que mi alma se eleve.

Ahora soy yo el que lo atrae de la nuca, uniendo nuestros labios en un beso húmedo, puede que este loco, pero puedo sentir un poco de esa deliciosa esencia a canela que tiene Naruto en la boca de mi esposo, eso combinado con la lavanda de este hace que quiera quedarme por siempre en ese beso, pero como siempre el maldito oxigeno nos quita esa oportunidad.

-yo también lo creo- la voz de Naruto hace que los dos demos un brinco, recargado contra la puerta, con otros pantalones, nos observa con un sonrojo.

Maldición podría entrar al nirvana en estos mismos momentos. En un impulso jalo al rubio de un brazo para resguardarlo en mi pecho, siento como ambos omegas pasan los brazos por mi cintura, ambas respiraciones en mi cuello hacen que me estremezca.

-¿piensas ir con solo un calcetín al trabajo tebba? a los accionistas le vas a encantar- puedo sentir la sonrisa de Hashirama en mi cuello.

-cállate mocoso, arruinas el momento-

*Sai*

-no puedo creer el descaro de ese niño- alzo la mirada de la pantalla de mi celular al escuchar la voz embravecida de Fugaku onii-san, dejando a medio escribir mi respuesta para mi precioso mapachito, decido centrarme en el cotilleo que se ha convertido la hora del desayuna, que normalmente ocurre tranquila y silenciosa, en las ultimas semanas mas que nada incomoda por la llegada del nuevo omega rubio de su padre.

- ¿niño? Si solo le llevas dos años Fugaku- Kakashi se gana la atención de todos, solo él y Mikoto se atrevían a contestarle a mi hermano mayor cuando estaba en semejante estado de ira-y no vi que Hashirama-sama estuviera muy incomodo con la situación- a mas de uno en la mesa se le cruzo el temor de que a mi hermano le diera una embolia en ese mismo momento, la mirada que le dio a Kakashi hizo caer un sepulcral silencio en la mesa. Las feromonas de ambos alfas comenzaron a invadir el comedor haciéndome pica la nariz. Pude ver como Obito le paso una mano a su esposo por el brazo, tal vez preparándose para detener la pelea que se veía avecinarse, Mikoto nee-san hizo lo mismo acariciando sutilmente la mano de mi hermano sobre la mesa.

-será mejor que prepare a Rin para el kínder, ayúdame querido- era obvio el intento por menguar las cosas de Obito, mas nadie dijo nada, en silencio el peligris se levanto siguiendo a mi hermano omega.

- ¿Qué mierda le pasa a Kakashi? - sorprendido volteo a ver a mi hermano Izuna, pocas veces insulta, tal vez si fuera otra ocasión me burlaría, pero en estos momentos hasta yo se que es mejor guardar silencio- no entiendo por que defiende a ese niño-

-tal vez Naruto-kun no sea tan malo, parece hacer feliz a su padre- se que no soy el único sorprendido por el comentario de Mikoto nee-san, la cara de Fugaku onii-san me dice que es el mejor momento para irme. Sin despedirme de nadie me levanto dando un ultimo sorbo a mi jugo que apenas había tocado, al igual que la sopa de miso, que en otras circunstancias habría acabado en unas cuantas sorbidas.

Decidí que lo mejor sería regresar unos días antes a la universidad, ya no soportaba estar ni un segundo mas en esa casa, prefería mil veces mas pasar el rato con su mapachito, tal vez le robara algunos besos. Sabiéndose el camino con los ojos cerrados salió de la casa Senju para cruzar el largo pasillo que la unía con la casa Uchiha, tal vez para muchos sería un hastío tener recorrer tanta distancia todos los días solo para tomar el desayuno, pero para el era algo normal, que hacia desde que tenia memoria, en ese pasillo dio sus primeros pasos al igual que lo hicieron en su momento sus hermanos mayores, además la vista a los enormes jardines siempre eran inspiración para sus pinturas, los paisajes al óleo sacados de su casa siempre eran los preferidos de sus maestros en la universidad de artes.

Entro a su cuarto donde empezó a recoger las pocas pertenencias que había llevado para las dos semanas que tenia de vacaciones, mientras se aseguraba de tener todo en orden recordó la escena vista esa mañana.

Sus padres nunca habían sido unos puritanos, siempre habían sido cariñosos entre ellos, eso hasta hace poco mas de un año, cuando de la nada su padre se alejo de su madre, eso en verdad le dolió, ver como su ultimo año en la preparatoria, que debía ser el mejor de su vida, se convertía en una pesadilla por los constantes silencios incomodos en su hogar, incluso había noches en donde su padre no llegaba a dormir, y a la mañana siguiente podía escuchar a su madre sollozando en su preciado jardín.

No entendía cómo podía un amor como el que siempre se profesaron sus padres podía haberse convertido en esa fría y vacía relación que tuvieron por tantos meses, Sai no sabia como sentirse con su padre, hace mucho que se negaba a dirigirle la mirada, no podía odiarlo, era el hombre que admiro toda su niñez, pero ahora se había convertido en ese alfa sin piedad que hacia llorar a su madre y ahora traía otro omega como reemplazo, no entendía que es lo que esperaba, ¿Qué lo aceptaran así como tal?

El no pensaba aceptar ese omega rubio en su vida, aunque su padre lo expulsara de su casa, pero lo que vio esa mañana lo hizo dudar de su decisión por un momento, si, era un hecho que sus ojos podrían haberse prendido en llamar por las escena que presencio, pero también olio esa esencia que tiene enterrado en lo mas profundo de su mente desde que era cachorro, tal vez su primer recuerdo incluso, lo primero que sintió al nacer: la esencia de sus padres mezclada en una perfecta sincronía, los cítricos uniéndose suavemente con el olor a madera y lavanda, ese olor era el que le tranquilizaba en las noches de tormenta y el que siempre lo hacia estar en un extraño estado de felicidad y tranquilidad.

Esa misma esencia le hizo creer por un momento que sus padres se encontraban solos y que al fin se habían reconciliado, que todo volvería a la normalidad, pero imperceptiblemente ese olor se coló, introduciéndose muy sutilmente, ese olor a canela que por un momento le pareció bailar en igual sincronía con el de sus padres.

Era extraño y lo odiaba, pero estaba dudado de su autoproclamado rechazo hacia ese omega rubio.

Decidido a que ya no lidiaría mas con esto termino de cerrar la maleta, se puso la chaqueta negra y tomo las llaves de su auto, determinado a largarse de esa casa.

Doblo la esquina, dirigiéndose al cuarto de su madre para despedirse, se lamentaba por él, pero ya no aguataba esa horrible atmosfera, además el sabía que Izuna onii-san estaría siempre ahí para defenderlo por si algo fuera a ocurrir.

Mas no pudo dar un paso mas por la escena que, nuevamente, se encontró, retrocedió en total silencio, algo emocionado si debía admitir al ver como sus progenitores se besaban como siempre hacían, destilando litros de miel, mas esa suave voz le hizo brincar, rompiendo su ilusión.

-yo también lo creo- con asombro vio como omega rubio se unía a sus padres, su madre sonreía como hace mucho no le veía.

Sai salió corriendo de la casa, arrancando de un jalón, ocasionando que las ruedas chirriaran violentamente. En verdad necesitaba ver a su gruñón mapachito.


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