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¿Y si…? por himeko-san

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Papá solía contarme cuentos, cuentos fantasticos y extraños sobre el antiguo Egipto. Recuerdo con cariño, como un día después de volver de una excavación en el Nilo, me hablo emocionado sobre una leyenda que había encontrado sobre "Los artículos del milenio"

 

Artefactos antiguos, hechos de la magia de los dioses egipcios mas poderosos, que en las manos correctas; llevarían al mundo a una época de paz. Pero si caían en las manos equivocadas, la humanidad estaria a la merced de la oscuridad.

 

Por suerte, decía papá, el mismo Ra encerró a un poderoso espíritu en uno de estos artefactos, este ser era el guardian de estos artículos y despertaría cuando el objeto donde fue encerrado sea activado por su legítimo dueño. Cuando era pequeño, amaba tanto esa historia, recuerdo contarla a mis amigos y era feliz al ver sus rostros maravillados.

 

Aun recuerdo con ilusión cuando cumplí 10 años, mi querido padre espero a que apagara las velas de mi pastel para entregarme mi regalo; una bella caja hecha de oro, que contenia piezas de un rompecabezas.

 

Papá me dijo; "Sientete bendecido hijo, he encontrado uno de los artículos milenarios, ahora es todo tuyo"

 

Fue un buen cumpleaños.

 

Y fue el último cumpleaños que pase con mi papá, un mes después su avión se estrello en el Amazonas.

 

.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.

 

-- ¡Es tu fin Marik! - Anunciaba el moreno con voz potente y severa, tan característica de él.- ¡Acepta tu destino!

 

-- ¡Esto no puede ser! - El aludido dio un paso atrás completamente aterrado ante su inminente derrota.- ¡Maldito seas, faraón! - Grita antes de recibir el golpe de gracia.

 

Y a todo volumen, se escucha el "FATALITY, SUB ZERO WINS" por toda la bendita casa. El llamado faraón brinca en el sofá celebrando su victoria, mientras el muchacho de cabellera ceniza maldice todo lo que respira tirando el control de Xbox one al suelo.

 

-- ¡¡Quiero revancha!! - Le grita el menor de los Ishtar, sentándose otra vez en el sofá.

 

-- Cuando quieras, donde quieras, her~ma~ni~to~

 

-- Que hermanito ni que concha de la re podrida lora, ¡deja de dar saltos, te vas a cargar las tablas del sofá!

 

Esta escena no era nada nueva para este par de hermanos de crianza, estas peleas fraternales y discusiones mundanas eran comunes en la casa Isthar.

 

 

Atem Ishtar, fue adoptado por esta familia a los 10 años de edad cuando su padre, el único familiar vivo que tenía, murió en un desgraciado accidente de avión. Se habia ganado el curioso apodo de "faraón", dado por su propio hermano, ya que Atem con su piel morena, su potente mirada roja y sumado a su forma de ser daba aires de realeza egipcia (sin mencionar su obvio atractivo fisico)

 

Además, el era dado a la joyeria de estilo ostentoso, como los dos grandes aretes dorados que siempre usaba para salir a cualquier lado.

 

Pero dentro de la casa, era el pequeño hermano de Odion, el mejor amigo de Marik y, no sobra decir, el consentido de Ishizu, la mayor de los Ishtar.

 

Pero eso no cambiaba algunas cosas, por mas que parezca todo felicidad, Atem desde que su padre paso a mejor vida, se había vuelto problematico. No era un bully (el despreciaba a ese tipo de gente) pero era dado a los ataques de ira y no era cosa extraña que se peleara cada tanto.

 

Por lo cual, su hermana mayor y prácticamente su segunda madre, busco una solución a esto.

 

-- Marik, Atem… -La bella pelinegra se asoma, viendoles con aire serio y frío, ese gesto era común en ella cuando iba a regañarlos o darles un sermón. - Vengan al comedor, debo informarles algo.

 

-- ¿Ahora que hiciste Atem…? - Su hermano de crianza le vio de reojo, un poco fastidiado.

 

-- ¿Yo que?, no me he peleado… Esta semana. - Murmura un poco nervioso, ambos comparten un suspiro y se levantan, al llegar al comedor se sientan en las primeras dos sillas que ven.

 

-- Chicos. -Empieza la pelinegra, a su lado estaba Odion que tenía la misma mirada que su hermana, severa y seria. - Debo informarles algo importante; cuando acabe el verano ambos irán a un internado.

 

-- ¿¡Que?! - Responden al unísono, se comparten una mirada de horror.

 

-- Pero, hermana, no entiendo… -Habla el joven rubio/cenizo, bastante contrariado.- ¿Un internado, en serio?

 

-- Ni loco ire a un lugar donde me vayan a raparme todo el cabello. - Gruñe molesto, cruzado de brazos.

 

-- No es un internado militar Atem. - Extiende dos panfletos a los jovenes, Marik toma uno curioso mientras su hermano toma el otro con desanimo. - Es un internado de dos años, tiene excelentes recomendaciones y sabe tratar con jóvenes problematicos.

 

-- Oh… -El rubio ve de reojo a su hermano, sabia que ese comentario iba con él.

 

-- ¿Ahora soy problematico…? - Murmura dientes para afuera con una ceja alzada.

 

-- Atem… -Le habla su hermano mayor, relajando el gesto y viendolo más amablemente.- Hace un mes apenas te metiste en un gran pleito en tu escuela, acabaste con una costilla rota y con mas de 30 puntos en tu rodilla.

 

-- ¡Ellos me buscaron, yo solo me estaba defendiendo!

 

-- Pudiste simplemente evitar la pelea. - Le recrimina su hermana, viendolo pesadamente, el muchacho baja el tono y se encoge en su silla.- Además el que te "busco", acabo con dos dientes menos, un cuello ortopédico y una pierna enyesada.

 

-- Gr… - Gruñe por lo bajo frustrado y se cruza de  brazos, apartando el rostro.

 

-- Lean el folleto, hay cosas interesantes para ambos, hacemos esto por su bien, solo queremos que sean unos buenos chicos. - Dijo Odion, regalándoles una sonrisa cariñosa y una mirada de cariño, su hermano mayor era así, una gran piedra de apoyo para ellos.

 

-- Lo se, pero tampoco me pone muy feliz estar alejado de mis amigos por dos malditos años. - Refunfuña aun arisco con la idea.

 

-- Creo que será lo mejor, tal vez debas cambiar a un ambiente no tan toxico.

 

-- Oh, ahora mis amigos son toxicos.

 

-- ¡EN FIN! - Marik se levanta, toma de los hombros a Atem y lo levanta.- Leeremos los folletos y nos informaremos, gracias por su interés, iremos a nuestro cuarto. -Saca a empujones a su hermano del comedor, actuó rápido, no deseaba una pelea entre Atem y su hermana mayor.

 

-- Ah… -Suspira la egipcia, masajeando sus sienes.- Ya tengo migraña.

 

-- Ten calma, hermana. - Rie un poco acariciando su cabeza.- Vamos, te prepararé un té de hierba buena.

 

-- ¿¡Por que hiciste eso!?  - Se queja viendo a u hermano con su ceño fruncido y su furiosa mirada carmín encendida. Su hermano retrocedió instintivo, esa mirada furiosa y demandante del faraón daba casi tanto miedo como la mirada severa de su hermana.

 

-- Para evitar problemas. - Toma a su hermano de los hombros viendolo a los ojos.- Escucha, ella nos ama, a los dos y quiere lo mejor para los dos, ¿entiendes eso no?

 

-- Lo entiendo, pero…

 

-- Nada de "peros" -Niega con su cabeza.- tampoco me convence demasiado esto, pero entiendo por que nuestra hermana lo hace; quiere que seamos hombres de bien, quiere mantenerte alejado de los problemas, ¡por que a ella acabara con el corazón roto si un día la llaman avisando que tu estas preso por una pelea callejera!

 

-- … - La mirada de Atem se suaviza, es cierto, su hermana no soportaria una noticia así.- Lo se…

 

-- Entonces deja que ella haga esto por nosotros, a pesar de todo estaremos en el mismo internado, si me necesitas estaré ahí para tí. - Sonrie con cariño y junta sus frentes, choca su puño levemente contra el pecho de Atem.- Somos hermanos de alma y corazón, no te dejare a la deriva.

 

-- Marik…- Sonrie con aire dulce, suavemente hace lo mismo, coloca un puño en el pecho de Marik.- Yo tampoco, si se meten contigo dime e ire a patear traseros, hermanito.

 

Mas en la noche, ambos hermanos tenían que preparar sus maletas desde ya. Atem no estaba muy emocionado, arrugaba su ropa dentro de su maleta de mala gana revisando su closet, entre cajas de zapatos y juguetes viejos, encontró algo que creyó nunca volvería a ver.

 

-- … - Toma la hermosa caja dorada y la abre, quedándose embobado ante las hermosas piezas de oro.- Nunca lo arme, no tuve el tiempo. - Sonríe con cariño y cierta tristeza.- Bueno, seis años después, pero nunca es tarde.

 

Empieza a encajar las piezas una a una, con una paciencia que parecía ajena a él. Tardo unas tres horas aproximadamente, sentado en el suelo de su closet, pero por fin, coloco la última pieza.

 

- Una pirámide… - Dice impresionado, el ojo de horus parece brillar por unos segundos.- Oh, me voy llevar esto sin duda alguna. -Sonrie hermosamente acariciando la pirámide dorada con suavidad y nostalgia.

 

*.*.*.*.*.*.*.*.

 

"Yugi~ "

 

Al escuchar su nombre, abre de golpe los ojos, estaba confundido y aturdido por completo, se encontraba frente a una enorme tablilla de piedra. Usaba ropas extrañas para él, un largo faldin hasta los tobillos, los pies descalzos pero cubiertos de joyeria, por la zona del torso un vendaje grisaseo/amarillento tapaba sus pectorales, más estaba seguro que no estaba herido de alguna forma.

 

-- ¿Don-donde estoy? - Murmura en un tono de voz bajo, brazaletes de oro vestian sus brazos y una gargantilla en su frente a juego con unos grandes aretes, tenía su pelo muy largo hasta la cintura esponjoso y desordenado, color negro violetacio, con algunos mechones rubios.- … Agh… -se agarra la garganta sintiendo ardor.- "Me duele, no entiendo, que pasa…"

 

"Tu deseo fue escuchado…."

 

 

 


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