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Buenas intenciones por 1827kratSN

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—Para la diva, el mejor regalo es el que más brille. Para la perra, unas hermosas gafas oscuras son perfectas. Para las zorras con clase, el oro es lo que cuenta. Para mí, honey, los diamantes me supera.

 

Canadá reía bajito, opacando el sonido de su diversión con sus manos, evitando ver el espectáculo que USA estaba dando encima de la mesa de aquel bar al que fueron juntos. No podía creer que aquel tonto se hubiese bebido una docena de shot de sabores sin parar, y ahora estaban así, él riéndose ante las palabras arrastradas que su hermano estaba dando.

 

—Bro, bájate de ahí —tiró levemente del jean de USA.

—¡Jamás! —elevó sus brazos y meneó ligeramente su cadera de un lado a otro—. Esta es mi canción, darling.

 

Canadá ya no podía soportar sus lágrimas, le dolía el estómago, y eso no pararía. USA estaba de pie sobre una mesa, acaparando toda la atención de los que se hallaban cerca, usando una gorra que formaba parte del uniforme naval, apenas y tenía una camisa ajustada con los botones superiores sin colocar, y seguía moviéndose al ritmo de la canción de Cristina Aguilera.

 

—¡Baila conmigo, Cany! —chilló de forma aguda.

—Claro que no —respiró profundo.

—Sube aquí y mueve ese ¡hermoso! trasero que te heredó Francia.

—¡USA! —sus mejillas rojas por el calor del ambiente no ayudaban—. ¡Ya bájate de ahí!

—Ain't no other man, can stand up next to you —(No hay otro hombre que pueda superarte), USA seguía moviéndose sin pena, bebiendo lo último de su copa—. Ain't no other man on the planet does what you do —(Ningún otro hombre en el planeta hace lo que tú haces), lanzó un beso hacia su público.

—Bro —Canadá suspiró—, en serio, estás dando un espectáculo.

—De eso se trata, Cany —canturreó—. ¡De que me miren todos!

 

Canadá tuvo que en verdad subir junto a USA, maniobrar para cargarlo en su hombro, y después saltar de esa mesa para proceder a pedir la cuenta. Obviamente USA pataleó y protestó, pero el canadiense no iba a ceder esta vez, no cuando ya eran las tres de la mañana. Ya dejó que su hermano se divirtiera lo que deseara. Él estaba cansado, ni siquiera sabía cómo era posible que su hermano siguiera de pie, aunque sospechaba que debido al alcohol, USA no percibía la falta de energía.

Como sea, debían volver a casa.

No había excusa para esa salida, a no ser que Canadá percibiera tristeza en la mirada de su hermano esa mañana y planeara animarlo. Fue él quien le insinuó a USA para salir a beber un rato, tal vez a bailar un poco —aunque eso a él no se le diera bien, para nada bien—, pero en algún punto se salieron de control y ahora estaba cargando en su espalda a un americano completamente borracho y que seguía diciendo cosas sin sentido.

 

—Todos deben amarme, Cany. ¡En especial tú!

—Yo te amo, USA —sonrió mientras maniobraba con las llaves en la entrada.

—Dilo en serio —balbuceaba mientras se abrazaba a esos hombros.

—Lo hago —suspiró cuando por fin pudieron ingresar.

 

USA pesaba, era cierto, pero Canadá estaba acostumbrado a los esfuerzos, no por nada se la pasaba cortando leña con su hacha cada mañana; algunos dirían que era exageración, pero era algo que él disfrutaba y lo tomaba como relajante. El canadiense no necesitaba de gimnasios, solo de su querida hacha y de silencio. La cosa era que no se agitó demasiado mientras transportaba al de cincuenta estrellas hasta su cuarto, todo mientras luchaba porque USA no se deslizara hacia un lado.

 

—Bebiste demasiado —suspiró cuando logró recostarlo y pudo mirarlo de frente.

—No —hizo una mueca—, estoy… shobrio.

—Eso lo dice la gente ebria —rió divertido antes de quitarle los lentes oscuros y dejarlos en la mesita de noche.

—Puedo seguir bailando si quiero.

—Lo sé, pero no quiero que te caigas, Ame.

—Me dijiste Ame —soltó una risita divertida—, como cuando éramos niños.

—Tú siempre serás mi “Ame” —soltó un suspiro antes de quitarle los zapatos a USA—, por eso te sigo cuidando.

—Te amo, Cany —lo miró fijamente—. ¡Te amo, baby!

—Yo igual —le cubrió con la manta—. Ahora duerme, mañana será un mejor día.

—Mis días siempre son geniales, my love…, porque ¡soy América!

—Sí, lo sé.

 

Se aseguró de que América no trajera alguna cadena, le quitó el reloj, lo tapó con una manta extra porque hacía un poco de frío, y luego simplemente quiso irse. Pero en ese día USA no estaba muy dócil y le hizo una pataleta para que no se fuera, así que desistió y se quedó sentado, mirando ese rostro embobado por el alcohol, escuchando sobre lo divertido de su salida y…

 

—Ame, ¿por qué estabas triste?

—Porque mi crush no me hace caso —hizo una mueca—. Y mírame, todos babean por mí… —se besó las manos para enfatizarlo—, ¡pero él no!

—Oh, así que es un “él” —sonrió de lado—, ¿puedo saber quién es?

—Tú ya lo sabes —le señaló con el dedo índice—. Yo shé que tú sabes.

—¿Me puedes decir quién es? —insistió con curiosidad.

—Canadá…

—¿Sí? —lo miró un momento antes de insistir otra vez—. Dime su nombre, Ame.

—Cany.

—¿Eh? ¿Sucede algo?

—Cany, ese es el nombre de mi crush —sonrió.

 

Canadá se quedó mirando a su hermano, perdido en ese sonrojo que de pronto se acentuó, extrañado por aquellas palabras que decían… ¡Oh, por dios! ¿Escuchó bien? ¿Entendió bien? ¿No estaba soñando? ¿Su hermano se acababa de…?

Quedó en blanco.

Las mejillas de Canadá tomaron color y el rojo se apoderó de la mayor parte del blanco que lo adornaba, sus labios temblaron, su cuerpo se tensó, no pudo hacer nada cuando USA le sujetó de los brazos y se acercó. Se quedó de piedra cuando lo vio sonreír.

 

—No te hagas el sorprendido, baby —susurró muy cerca del rostro de Canadá.

—Yo… —pestañeó varias veces e intentó retroceder al sentir la cercanía cada vez más justa de su hermano.

—Te gusta verme sufrir, ¿no? —reprochó fastidiado.

—Ame…

—Eres un chico malo, Cany —susurró antes de deslizar sus dedos por esa mejilla y suspirar al sentir esa piel caliente—. Fingir que no sabías.

—Pero yo no…

—Pues ahora lo sabes.

—Ame, espera —intentó alejarlo.

—Yo siempre obtengo lo que quiero, Cany —fuerzas no le faltaron para sostener esos hombros y empujar a su querido hermanito—, lo sabes bien —se trepó encima de su querido algodón de azúcar.

—Espera, espera —forcejeó, aun aturdido por esa información.

—No —sin esperar más, USA se acurrucó sobre el bicolor, sonriendo como idiota por ese simple acercamiento—. ¡Hueles tan bien, honey!

—Wo, wo, no hagas eso.

 

Pero era imposible, las manos de USA siguieron deslizándose por sus costados, sentía la respiración ajena en su cuello y después suaves roces que ascendían haciéndole cosquillas. Canadá hubiese colapsado por la vergüenza, pero estaba tan animado por el licor, además de que se tomó un café en el camino, que simplemente intentó hacer que USA entrara en razón, pero sin ser demasiado rudo como para empujarlo y quitárselo de encima, aunque logró que mantuvieran la distancia.

 

—Vas a ser mío, Cany~.

—Pero somos hermanos.

—¡Que se joda la hermandad! —rio entre dientes mientras aprisionaba las caderas ajenas con sus piernas—. And if you want, you can fuck me in the future —(Y si quieres me puedes joder a futuro), se atrevió a morder suavemente ese delicioso cuello.

—¡USA! —enrojeció más si es que era posible.

—Tengo buenas intenciones contigo, baby.

 

USA quería cerrar con broche de oro esa noche, por eso deslizó sus manos para sostener las mejillas de su querido hermanito, y le dio un besito de piquito, uno amable y de apenas segundos… Uno semejante al que se dieron cuando eran niños y prometieron que jamás dejarían al otro solo.

 

 

 

Notas finales:

 

Quise hacer un fic cochino desde el principio, pero no pude, tengo que tener un trasfondo o no me sentiría bien jajajajaja.

Hace años que no hago un intento de incesto, aunque sea de dos pedazos de tierra :v, así que bueeee…

Bueno… no sé qué más decir.

Solo que Krat los ama~

Besos~


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