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La isla del Fin del Mundo por EvakForever

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Notas del capitulo:

La idea original de esta historia nació después de que ví la pelicula "Kongen av Bastoy" del director Marius Holst, por lo cual tendrá una gran influencia en la construcción de los hechos del fic, obviamente nada será igual al final.

En fin, espero y les guste mucho :)

Una vez ví a una ballena nadando con tres arpones clavados… tardo un día entero en morir. Llegamos a estar tan cerca de ella que casi podíamos estirar los brazos y tocarla. Estaba débil por aquellos arpones y también cubierta de cicatrices, de todas las batallas que había librado.

 

LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO

 

La mirada de Ed se perdía en el amplio cielo nublado, era un cielo gris que se extendía en el horizonte y en la infinidad se unía con el mar. Él estaba sentado sobre maderas de la proa de un pequeño Ferri, con sus piernas dobladas a punto de entumirse y escuchando el incesante sonido de las olas golpeando la embarcación mientras avanzaba, también podía sentir el viento frío colarse por su desgastado suéter y enfriarle el cuerpo, anunciando la llegada de un largo invierno.

Hacía ya varias horas que había comenzado el viaje en el Ferri, partiendo del puerto de Oslo y abandonando las tierras del continente, dirigiéndose al fiordo, a la isla de Bastøy, donde se encontraba el Centro de menores. En ese lugar Ed comenzaría su nueva vida, si es que pudiera llamarle así, nunca había sido un chico con suerte, pero con cada tropiezo solo esperaba el poder levantarse y continuar, aprovechando las pequeñas oportunidades que se le brindaba. Sin embargo, la sensación que está vez lo envolvia era como el haber caído en un pozo profundo sin oportunidad de salida, esta vez la desesperanza se sentía más fuerte, mucho más real.

Ed observó a los dos oficiales que se mantenían parados a unos metros, ambos vestidos de uniforme azul entallado, eran los encargados de vigilarlo a él y a los otros dos chicos a su lado, el que estaba más cerca de él parecía de su edad y el que se encontraba más lejos se notaba más pequeño.

El chico que parecía de su edad le dió un leve codazo en el brazo, Ed no hizo caso, deseando no hablar en lo absoluto, sin embargo el codo volvió a golpear en el mismo lugar con insistencia y una fuerza mayor, esto lo hizo suspirar un poco frustrado mientras volteaba a ver al chico de su lado que mantenía una ceja levantada.

—Hola—le habló bajito— ¿Cómo te llamas?

Ed levantó los ojos y puso la cara más molesta que pudo antes de contestar— ¿por qué te interesaría?

El otro chico pareció entender su animadversión pero esto no lo detuvo e incluso le hizo poner una sonrisa burlona—cálmate hombre—alzó los brazos a la defensiva—solo trato de ser amable.

— ¡Silencio!—gritó uno de los oficiales, que solo les prestó un poco de atención.

El chico se calló por un rato, esperando que el hombre volviera a distraerse, cuando notó que ya no los miraba continuó.

—Mi nombre es Alek, Aleksander aunque no me gusta que me digan así, solo Alek o Al, lo que sea—murmuró.

Ed alzó los hombros—no te pregunté.

Ahora fue Alek quien puso los ojos en blanco—parece que eres un hueso duro de roer ¿no?

Al ver que no obtenía respuesta alguna prosiguió—vamos a estar un tiempo en Bastøy y pensé que tal vez… como ambos somos la carne fresca, podríamos apoyarnos… ya sabes, ante los idiotas que de seguro abundan ahí.

Ed hecho un vistazo a Alek, era delgado, de rostro afilado, adornado con dos grandes ojos azules, con largos rizos rubios cayendo de la boina en su cabeza y largas extremidades también. Ed podía adivinar que el chico le ganaba tal vez por un palmo de estatura. En conclusión Alek era lo que las chicas podrían considerar “lindo”.

No era extraño que quisiera hacer algunos aliados para su protección tan pronto y tampoco que buscara tal cosa en Ed, quien a pesar de ser más bajo poseía mucha más masa muscular y un rostro masculino algo intimidante, pero en lo que a él respectaba, Alek no estaba haciendo un buen trabajo en ganar su simpatía.

—Me las puedo apañar solo—finalizó Ed.

—Oh—Alek hizo un mohín con la boca—ósea que eres un lobo solitario, buena esa, pero déjame advertirte Robinson Crusoe, que la compañía siempre le hace bien a cualquiera.

Ed bufó al oír esas palabras, le pareció que Alek sería una verdadera molestia a futuro.

—Pero bueno, ya que al parecer no quieres la mia, este otro buen hombre de aquí tal vez si podría quererla—dijo Alek prestándole atención al chico más pequeño que hasta ese momento se había mantenido callado.

—Uh… ¿qué?—su rostro inmaduro, junto a sus expresivos ojos cafés le hacían parecer un cachorro asustado, Ed casi sintió pena por él.

— ¿Cómo te llamas lindura?—el rubio pareció querer incomodarlo más, o tal vez solo era así por naturaleza, Ed no lograba entenderlo.

—Yo… me llamó Jakob, señor—Alek soltó una risita por tal respuesta.

— ¿Señor?, de verdad que me ofendes, no soy mucho más mayor que tú.

—Lo siento—se sonrojó el niño.

—Pero que pecado, mandar a un leoncito tan pequeño como tú a un lugar lleno de buitres como Bastøy—Alek dijo con dramatismo mientras tomaba entre sus manos el rostro del niño, recibiendo un azote en su brazo por tal acción.

—Sin contacto—dijo el mismo oficial de antes.

Esto pareció apaciguar a Alek pues se enderezó y miró al frente rápidamente—Si señor.

— ¡Cállate!—finalizó el hombre antes de volver su atención a lo que fuera que estuviera haciendo antes.

Con el creciente silencio, Ed pudo mantener su mente desconectada, perdiéndose en el sonido de las olas y unas gaviotas a lo lejos que se combinaban con otros susurros leves, pertenecientes tal vez a la radio de la embarcación, la mezcla de olores del mar se arremolinaba en sus fosas nasales y tenía una ligera sensación de humedad en la piel.

Ed pensó en el rostro de su madre, la última vez que la vio, era un rostro lleno de decepción y tristeza, ella siempre trató que fuera un buen muchacho, pero él simplemente lo había arruinado todo, por su impulsividad. Tenía un sentimiento de culpa muy grande en su pecho, quería corregir eso y para lograrlo debía salir de Bastøy a como diera lugar, debía volver a Tromsø porque ahí era necesitado, pero aun no tenía idea de cómo hacer realidad ese sueño.

Sintió su brazo ser tocado otra vez, al parecer Alek era de los persistentes—Es un imbécil ¿no te parece?

Ed lo miró de reojo—Tú fuiste quien molesto al niño.

—Ouch, solo estaba siendo gentil—refutó Alek muy bajito.

Ed casi sonrió ante la expresión del otro chico, casi—estabas siendo confianzudo, ¿quién te dice que no te podrían dar un puñetazo en la primera oportunidad?

Alek pareció satisfecho—por lo menos ya hablas conmigo señor soledad, y por otro lado, ¿quién me daría el puñetazo?, ¿el leoncito? —señaló a Jakob.

Ed asintió fingiendo seriedad, era obvio que el niño no podría matar una mosca o eso parecía, él ya sabía que no era bueno fiarse de las apariencias, pero algo le decía que Jakob era un buen chico, tal vez porque estaba callado y no era molestoso como el rubio a su lado.

—Por favor, ¿ya lo viste bien?, es una cosa tierna—Ed imaginó las ganas de Alek de tocar al menor—además es tan delgado que creo que su brazo se rompería en el intento—finalizó Alek.

Ed quiso fanfarronear un rato con el rubio—tú estás igual de delgado que él y podría ser yo el que te golpeara de su parte.

Eso pareció sorprender a Alek, pero después le sonrió grandemente—cálmate hombre, ¿acaso no ves mis grandes músculos?— el chico dobló su brazo en una pose común—aunque creo que si tú me golpearas tal vez si podría dolerme un poco.

Esta vez ambos sonrieron, Ed un poco menos que Alek, después de un momento este último volvió a hablar—lo digo en serio— miró a Ed a los ojos, cambiando su tono de voz,  a uno más serio—lo de estar unidos, ya sabes, habrá muchos pendejos en el camino.

— ¿Cómo sabes que yo no soy uno de esos pendejos?, técnicamente no sabes nada de mí, ni porque estoy aquí—dijo Ed también con seriedad.

Ambos estuvieron así por un tiempo, solo mirándose, tratando de escarbar el uno en el otro.

—Estaba tanteando el terreno—habló Alek después—no pareces un mal tipo—finalizó alzando los hombros.

Ed no respondió nada y dirigió su vista al frente, mientras daba un largo suspiro—me llamo Edvard.

***

Tardaron un rato en poder visualizar la costa de la isla de Bastøy, desembarcaron sobre una pequeña pasarela de madera que no se extendía tan lejos de la playa y terminaba en una vieja casita también de madera divida en dos partes por un pasillo central, que permitía llegar a un camino al cruzarlo.

Ed podía escuchar los distintos sonidos de la playa, las olas y cantos de gaviotas, suspiró, debía conseguir una forma de poder escapar, se sentía más atrapado con cada paso que daba y  eso lo frustraba.

Cruzaron el pasillo a empujones y  cuando pisaron la tierra vieron que alguien los estaba esperando, apoyado en una carreta afianzada a un caballo, era un hombre mayor, con una boina café a la cabeza que tapaba su evidente calvicie, sus ojos verdes expresaban disgusto y en su boca mantenía una pipa encendida.

—Así que estos son las nuevas fi-ní-si-mas adquisiciones de Bastøy—habló con burla—se van a divertir mucho aquí.

Los oficiales que los habían seguido hasta entonces les indicaron que subieran a la carreta, ellos hicieron lo mismo después, el viejo se montó al caballo y al cabo de minutos comenzaron a dirigirse a Centro de menores de Bastøy.

Pasaron por un largo camino rodeado de árboles de pino y abedul que terminó hasta que cruzaron un gran arco de piedra cubierto de musgo, Ed pudo divisar la enorme construcción que se alzaba a unos metros y comenzó a sentir retortijones en su estómago.

El centro de menores de Bastøy, era algo como un reformatorio y una casa hogar al mismo tiempo, constaba de un gran edificio de pulcro estilo victoriano, divido en 3 plantas, más el ático y el sótano, frente a la construcción principal se encontraba una gran explanada, a su derecha estaba la cabaña del celador, que era el viejo hombre montado en el caballo, junto a un área de aislamiento, que eran pequeños cubículos de madera sin techo; a la izquierda de la explanada se encontraba un enorme granero.

Al llegar a la explanada bajaron de la carreta rápidamente, los oficiales volvieron a empujarlos obligándolos a que caminaran hacia el edificio principal y mientras se acercaban, Ed pudo observar algunos rostros mostrarse por las ventanas en el segundo piso.

—Ansiosos por nuestra llegada, ¿no crees?—le susurró Alek, Ed no respondió.

Subieron por una gran escalera para poder entrar por la puerta principal que era de madera de cedro. Ya adentro Ed observó otra escalera central que daba pie al segundo piso, a ambos lados de ellos se extendían dos largos pasillos.

Subieron las escaleras y al llegar al segundo piso Ed vio que era prácticamente igual que el primero, una escalera central que daba al tercer piso y a ambos lados extensos pasillos.

En la esquina de la escalera los esperaba un hombre de mediana edad, alto y delgado, vestía un suéter que acompañaba además con un chaleco verde muy feo, en su rostro portaba dos grandes gafas y un bigote asqueroso, Ed casi bufó ante la nueva presencia.

—Desde aquí se pueden retirar señores—dijo el hombre a los oficiales, ellos asintieron y se retiraron subiendo las escaleras al tercer piso.

—Muévanse—los guió el hombre hacia el pasillo por la derecha y hasta llegar a una puerta, donde se leía con letras no tan grandes “jefe de ala” —con la espalda a la pared, ¡ya!—dijo mientras les daba una fuerte mirada despectiva, entró por la puerta y salió rápidamente después, esta vez en sus manos cargaba un tablero con hojas.

—Carlson—levantó la mirada para observar a los 3 chicos.

—Se…señor—dijo Jakob temeroso.

—Vas primero, entra, rápido—Jakob corrió hacia la puerta, el hombre entró con él antes de cerrarla.

—Vaya, que lugar de mierda—habló Alek, centrando su mirada en Ed.

—Apenas hemos comenzado, ¿siquiera sabes dónde estás parado?—Ed le dirigió una mirada vacía.

—Pues claro hombre, en el puto infierno, esos tipos en las ventanas, que jodidos se veían—resopló Alek—tan pronto y ya están viendo a quien pueden echar bronca primero.

—No esperaba menos—suspiró Ed mirando el piso.

Alek iba a contestar algo pero el sonido de la puerta abriéndose lo interrumpió, Jakob y el hombre salieron al pasillo, el niño visiblemente asustado.

—Haugen, sigues—Ed despegó la espalda de la pared, caminó hacia la puerta y entró.

La dichosa puerta daba a una oficina, había una gran cómoda de un lado y un estante lleno de libros del otro, justo al frente había una gran mesa y un hombre sentado detrás de esta. Era un hombre calvó y mal encarado, Ed le calculó a lo mucho 40 años, iba vestido formalmente con un traje gris oscuro convencional.

—Pero que tenemos aquí—dijo el hombre con una ronca voz—tu nombre y apellido.

—Edvard Haugen, señor—habló Ed con el tono más neutral que pudo.

—Haugen, Edvard Haugen—siseó con veneno—traído a Bastøy por agresión a un funcionario de la ley, debiste ser enviado a una cárcel bastardo con suerte.

—Señor, siento su desconocimiento pero yo solo me defendí—Ed volvió a hablar con tono neutro.

— ¡Cállate!, aquí no importa lo que digas—el hombre ensombreció su mirada—soy Casper Nielsen y mantengo el ala B a raya, ¿entiendes Haugen?, no quiero que me causes problemas o de lo contrario voy a destruirte, pedazo de mierda, ¡entendiste!

—Si señor—dijo Ed y se mordió la lengua, tan fuerte que casi pudo sentir el sabor de la sangre en su boca.

—Muy bien—Casper alzó la mano, levantando los dedos mientras hablaba—ni tabaco, ni alcohol, nada de juegos, cartas o dados, Haugen solo necesito que me des una mínima razón y te enviare a los calabozos ¡así!—chasqueo los dedos—este de aquí—señaló al hombre que los había llevado hasta ahí—es el prefecto Strand, a él te dirigirás por cualquier cosa—Casper dejó escapar una risita—Strand entrégale sus cosas—Ed vio al tal Strand tomar una caja en el suelo cercano al estante y entregárselo bruscamente en brazos.

—Ahora eres el interno B-20, ¿quién eres Haugen?

—B-20, señor—Casper esbozó una sonrisa burlona.

—Bien, ahora fuera de mi vista infeliz.

Ed salió de la oficina y volvió a su posición contra la pared, Strand soltó un “Lang entra ya” y vio a Alek desaparecer por el momento, ese lugar era una mierda, no sabía cuánto podría soportar y por como había comenzado supo que la situación solo podía empeorar.

Estuvo un rato en silencio, pues Jakob era muy retraído y callado, hasta que el sonido de la puerta abriéndose, reveló a Alek y Strand otra vez. El rubio se colocó al lado de Jakob y el hombre, después de aclararse la garganta comenzó a hablar.

—Muy bien, escuchen con atención porque no planeo repetir esto otra vez—los 3 chicos asintieron—hay dos comidas por día aquí, el desayuno y la cena, a las 8 y 6 en punto respectivamente, si llegan tarde al comedor, olvídense de comer, tienen hora de lectura a las 9, después del desayuno y el trabajo que se les asigne terminada esa hora lo desempeñaran el resto del día, el tiempo de descanso y limpieza es a partir de las 7, el toque de queda es a las 11, no quiero ninguna señal de vida después de esa hora, ¡está claro!—volvieron a asentir.

Strand los miró por un rato y prosiguió—tienen prohibido hablar mientras se come o se trabaja y nada de conductas indecorosas, ah y una cosa más—les brindó una mirada ensombrecida a los chicos—yo lo escucho todo y lo veo todo, así que no intenten pasarse de listos conmigo o me voy a cabrear de verdad—como no obtuvo respuesta alguna continuó—bien, caminen—finalizó con voz fuerte y los condujo hasta el final del pasillo donde doblaron después a la derecha, hasta el fondo, llegaron a lo que parecían los lavaderos, era un espacio más largo que anchó donde descansaban varios recipientes con agua, asentados sobre una extensa repisa de madera, fueron al otro extremo del lugar donde se encontraba lo que parecía una enorme pileta con agua y había una pequeña sección del baño cubierta con losetas.

Strand sacó unas tijeras del bolso de su chaleco y llamó a que los tres chicos se arrodillaran en línea, comenzó a cortarles el pelo uno a uno, Ed miró a Alek y este casi parecía a punto de llorar por la pérdida de sus rizos rubios que caían a montones en el piso húmedo.

Cuando le tocó a Ed sintió como la mano de Strand tomaba un mechón grande de cabello castaño y lo halaba con fuerza exagerada para comenzar a cortar, Ed sintió su sangre hervir, deseaba con tanta premura moler a golpes a ese hombre, pero sabía que debía controlarse, no quería ir a los calabozos tan pronto.

Cuando la cabeza de los chicos quedó lo más rapado posible Strand continuó—Ahora quítense la ropa y dóblenla, colóquenla aquí—tomó entre sus manos un cesto y lo colocó frente a ellos— agarren ese recipiente para tomar el agua y aquí hay jabón—señaló una jícara que flotaba sobre el agua fría de la pileta y les aventó un trozo de jabón blanco que cayó a sus pies— ¡ya!­—Alek comenzó a subirse la camisa sin quitar el rostro triste de antes y Ed le copió, al poco rato ambos estaban desnudos, a Alek parecía no importarle que le vieran su delgado cuerpo desnudo y Ed trató de aparentar que tampoco le importaba.

— ¡Dije ya B-19!—gritó Strand y ambos chicos voltearon a mirar a Jakob quien seguía con su desgastada ropa puesta y parecía no tener la fortaleza para deshacerse de ella.

Ed vio como Strand comenzaba a dirigirse al niño con visible molestia, también vio como Alek hizo amagó de querer detenerlo pero al final no se movió de su lugar.

Strand despojó al niño de sus pantalones y su camisa con brusquedad, cuando Jakob quedó expuesto un fuerte sonrojo apareció en su rostro, Ed suspiro resignado, ese niño no saldría bien librado de ahí y por alguna razón tenía un fuerte sentimiento de querer protegerlo.

Se bañaron, en lo que Ed imaginó sería tal vez el último baño completo en mucho tiempo, cuando terminaron, Ed pensó en vestirse con la ropa de la caja que le habían entregado antes pero Strand lo detuvo.

—Todavía B-20, se vestirán en sus cuartos, ahora salgan, rápido—Ed quedó estupefacto, los harían caminar desnudos como una forma más de humillarlos, cuando llegaron al pasillo principal, Ed casi sintió ganas de reírse por prever tal situación.

Sobre el pasillo, recargados en las paredes a ambos lados, se encontraban al menos 20 de los internos, entre mayores y más jóvenes, los miraban fijamente, Strand caminó, adentrándose entre ellos.

—Anden, que no tengo su tiempo—dijo burlón el hombre, el primero en seguirlo fue Alek quien le dio un empujoncito a Jakob, ambos caminaron con la cabeza gacha lo más rápido posible sin mirar a nadie.

Ed, por otro lado, no se dejó amedrentar, comenzó a caminar con paso firme y seguro respondiendo todas las miradas, logró ver como algunos se reían entre ellos por su accionar, no le importó en absoluto y puso la cara más intimidante que pudo. Caminó hasta que sintió que un cuerpo le tapaba el paso, era un chico, evidentemente más alto que él, pero igual de musculado, iba vestido con los pantalones de tirantes del uniforme pero sin la camisa azul a botones que los demás portaban, él llevaba una playera blanca y en su rostro ovalado se dibujaba una mirada hostil, lo estaba retando.

Ed le dirigió una mirada cargada con la misma hostilidad y no fue hasta que escuchó la voz de Strand gritarle a la distancia que se movió, el otro chico se hizo a un lado, Ed paso rozando su brazo con el hombro antes de dirigirse hacia donde fue llamado.

—Tan pronto y ya causando conflicto, malditos animales—escupió Strand.

Ed hecho un vistazo a Alek quien le veía sorprendido, después dirigió su mirada hacia la puerta que estaba frente a él.

—B-20 y B-21 compartirán cuarto, debido al horario comerán hasta mañana—se burló Strand.

Ed se sorprendió, no había sentido que el día estaba prácticamente terminando.

—Ahora entren y vístanse. Tú B-19 tienes un cuarto individual, alégrate, velamos por tu bienestar. —dijo Strand con sarcasmo antes de dirigir a Jakob a un cuarto que estaba a dos puertas de distancia del de ellos.

Ya adentro ambos chicos se apresuraron a vestirse, estaban en un pequeño cuarto de 3 x 3 metros, con dos camas a ambos lados de la pared y una vieja mesita de noche entre ellas, estaba colocada frente a una pequeña ventana con el cual podía observarse parte de la explanada, el lugar era frio y muy gris.

—Vaya que hijos de puta, tengo hambre, hace dos días que no como nada—se quejó Alek mirando al techo y después miró al otro chico— ¿y tú?

Ed solo alzo los hombros y se recostó en la cama a su izquierda, tapándose los ojos con un brazo.

—Pensé que ya habíamos arreglado un poco el problema de la comunicación—habló Alek nuevamente con algo de desesperación en su voz, después cambió de tema.

—Como sea, te viste genial en el pasillo, pareciendo tan intimidante ante ese gorila—dijo más animado.

Ed suspiró y esta vez volvió la cabeza a un lado para mirar a Alek que yacía sentado en su cama con los brazos estirados hacia atrás.

—No me importa ese tipo, se nota que significan problemas, prefiero evitarlo—concluyó Ed con cansancio en su voz, tenía mucha hambre también, pero trató de mantener su mente desconectada de tal necesidad, debía dormir para olvidar el dolor en su estómago.

— ¿Y si te busca?

Ed lo pensó un rato y volvió a su posición anterior antes de susurrar—me las arreglaré.

Alek no le preguntó más, acostándose después para tratar de dormir también.

Ed no tenía idea de lo que le esperaba al día siguiente y no podía culparse por estar algo ansioso, sin embargo el sueño no tardó en llegar a él y mientras su mente comenzaba a vagar en su subconsciente y  su cuerpo a desconectarse de la realidad, pudo percibir poco a poco la vista de un ancho mar en sus sueños y a él mismo surcándolo en una pequeña balsa, mientras las olas lo llevaban tranquilamente por un rumbo desconocido.

Notas finales:

Hasta la próxima...


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