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Impossible por Moochi Hz

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Notas del fanfic:

Este es mi primer fanfiction, ojalá lo disfrúten. Subiré un sasunaru pronto.

Notas del capitulo:

¡Decidido!

 

¡Aquí levantarémos nuestra aldea. Una aldea para que los niños no se maten entre sí!

 

¡Construiremos una escuela donde los niños entrenen para ser grandes y fuertes. Las misiones se darán de acuerdo con las habilidades y la fuerza de cada uno. Crearemos unos superiores que lo dividan todo según el nivel adecuado!

 

¡Una aldea dónde los niños no serán enviados a terribles campos de batalla!

 

 

—¡lzuna! —gritó un alterado hombre de cabellos azabache, Madara—. ¡Aguanta! ¡Te salvaré! —dijo a la par de sostenerlo por el brazo y cintura, apoyándolo sobre su hombro izquierdo.
 
Inmediatamente, Madara quiso encontrar un punto por el cuál salir de aquel lugar, pero un hombre de cabellos castaños, el cuál conocía, se colocó frente a ellos.
 
—Hashirama.
 
—Madara... —blindó su espada a dónde el de cabellos azabache—: No puedes ganarme.
 
Era cierto, no podía, no podían. Bien sabía que él, junto a su clan, se encontraban en un punto en el cuál los Uchiha ya no podían sostener la guerra que una vez comenzó mucho tiempo atrás. ¿Era el fin? 
 
Hashirama lanzo la punta de su espada contra el suelo terroso, enterrando la misma. Tobirama, su posteriormente hermano y Madara, se sorprendieron.
 
—Terminemos ya. —pidió casi en súplica el de cabellos castaños—. Si los ninjas más poderosos, Uchiha y Senju, se unen... los otros países no podrán encontrar clanes que se enfrenten a nosotros... En todo caso, la lucha habrá terminado. 
 
Madara se encontraba seducido por la propuesta que una vez más, Hashirama le volvía a comentar. Era muy insistente, ni siquiera el Uchiha sabía cómo el Senju seguía firme, pese a las anteriores respuestas negativas.
 
—Vamos... —estiró la mano hacia el de cabellos azabache sin quitarle los ojos de encima. Entonces Madara dió un paso hacia delante, dispuesto a ceder, pero se detuvo apenas su hermano se resistió a seguirle el paso.
 
—No lo hagas, hermano.
 
—¡Izuna! —se detuvo ahora viéndole.
 
—No... te dejes engañar. —pidió apenas pudiendo terminar sus palabras. Su herida era bastante grave, aún si no se veía por fuera.
 
—¡Izuna!
 
—¿Ya lo olvidaste...? —preguntó observando a Hashirama—. ¿A todos los Uchiha que mataron?
 
Madara observo su alrededor. Sí, era cierto, habían más Uchiha que Senju, muertos. Algo que realmente le dolía, pero por otra parte...
 
—Lo sabes. —llamó su atención, Hashirama—. Tu hermano morirá si se van ahora. Así que por favor, Madara.
 
—Herma-no. —alcanzó a llamar Izuna antes de desmayarse. Madara saco una pequeña bolita de papel, junto a ella, se encontraba el: Shunshin no Jutsu. Técnica para desaparecer, lo que sucedió a continuación.
 
—Te lo advertí. —habló Tobirama—. Madara no es alguien con el que se pueda negociar. Después de todo es-.
 
—Tobirama. —interrumpió, a lo que este, obedeció. 
 
¿La razón? La expresión de Hashirama era tan diferente a las otras veces que Madara le había negado lo de acabar con la guerra. ¿Decepción? ¿Frustración? ¿Molestia? ¿Tristeza? ¿Rendición? No se sabía.
 
 
 
 
 
 
 
A por la noche, en la pequeña aldea de los Uchiha, todo se sentía tan frío, un aire de luto entre esta, un aire de una guerra perdida. Sí, se podía sentir la amargura de personas que estaban pasando por un momento sumamente difícil, que no sabían con exactitud cómo saldrían de ello. 
 
Más al fondo, se encontraba la residencia del jefe del clan Uchiha, dónde toda esta, se encontraba sin ninguna luz proveniente de adentro. Madara se encontraba cuidando de su hermano en una pequeña habitación, dónde susodicho yacía acostado sobre un futón aparentemente semi inconsciente pues se quejaba de los dolores que la herida le estaba provocando. Cada vez era más.
 
«Lo protegeré.» Recordó aquellas palabras que una vez dijo seguro cuando de niño.
 
—Lo siento, Izuna. —se disculpó Madara cerrando sus puños los cuales estaban recargados sobre sus piernas. Su mirada se fue directo al suelo—. No pude protegerte, lo siento tanto. Pero... sé lo que debo hacer. —dijo levantándose, y mirando una vez más a su hermano, salió del lugar.
 
Por el lado del clan Senju. Hashirama se encontraba frente al río donde conoció a Madara por primera vez cuando niños, mirando este con cierta melancolía, debatiéndose mentalmente si a caso fue su culpa el que ahora hubiese tanta distancia entre él y Madara.
 
«El río es como si junto a este, se llevará toda mi tristeza.» Recordó y entonces miro al otro lado del río, dibujándose una silueta de un pequeño Madara sosteniendo una roca. «Por mientras, mi piedra ya llegó al otro lado.» Volvió a recordar, sonriendo inconsciente, entonces soltó un suspiro, dándose media vuelta para retirarse pero algo llamó su atención, un pequeño sonido de hojas moviéndose al otro lado del río, lo que le hizo voltear rápidamente.
 
Al ver de quién se trataba, este abrió los ojos un poco.
 
—¿Madara? ¿Qué haces aquí?
 
—Lo mismo pregunto. Parece que aún vienes a este lugar, no lo has olvidado.
 
«¿Cómo podría?» Pensó el de cabellos castaños. Un silencio se hizo presente hasta que habló.
 
—Ni tú.
 
—No te confundas, iba a buscarte y tengo que cruzar el río para ello.
 
—¿Buscarme? 
 
—Aceptaré tu petición.
 
A Hashirama casi le daba algo ahí mismo.
 
—¿En serio? ¡Me-.
 
—Pero. —interrumpió—. A cambio debés salvar a Izuna. 
 
Entonces Hashirama cayó en cuenta. Era cierto, Izuna se había ido con una grave herida por parte de Tobirama. Frunció el ceño y entonces volvió a esa postura firme de una persona que se tomaba en serio una situación.
 
—Acepto. Pero en cuanto ayude a Izuna, tendrás que cumplir tu parte.
 
Madara asintió y dando media vuelta comenzó a dirigirse a dónde su residencia, Hashirama lo siguió.
 
No tardaron mucho en llegar, el de cabellos azabache pasó al castaño hasta donde Izuna, entonces se pusieron en marcha a lo acordado. Hashirama tomo asiento en el piso de madera y extendió sus manos sobre el área afectada de Izuna, comenzando a verse una acumulación de chakra sobre este, verdosa. Pocos minutos después, Izuna comenzó a respirar mejor, ya no se quejaba, se volvió estable. ¿Realmente estaba bien?
 
Madara se acercó por el otro lado a Izuna y le tomó una de sus suaves y pálidas manos.
 
—Izuna...
 
Notas finales:

Gracias por leer.


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