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ALFA por Yaoimyloveforever

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Catorce de febrero.


Día festivo para cualquier persona, ojo, cualquier persona menos para ti.


Este día se había convertido en uno de los peores de tus días.

Planeabas pasarlo junto a Dariel, tu amado novio, habías planeado que empezarías el día invitándolo a un desayuno en su departamento preparado por tus hermosas manos, quizás prepararías uno de tus famosas recetas que te sirvieron en tus días de escuela, posteriormente irían al parque de diversiones pasándola todo el día entre helados, risas y uno que otro beso.


Terminarían en la noche con una deliciosa cena de espagueti y vino, sentados al calor de la chimenea contando las historias que ambos tenían durante todo este año, chistes, de un poco, todo.


Aún eres muy joven para pasar al siguiente nivel por eso era que, a pesar de ya estar en tu estudio superior, no querías tener ninguna relación que pasara a la cama con tu novio.


Lástima que todo tu plan se fue al desagüe.


Bueno, una pequeña parte se salvó.


Lograste entrar al departamento sucio de tu novio, y no era porque así eran sus hábitos, todo lo contrario, entre trabajo y estudios no tenía tiempo para limpiar, incluso aveces no te llamaba durante días y lo entendías, tú misma lo hacías cuando el trabajo era mucho, decidiste ayudarle a limpiar su sala y preparaste el desayuno con tanto empeño que hizo que tarares una canción gravada en su memoria, Rock de los años 80.


Lista para todo, arreglaste parte de tu ropa y tratando de que ningún cabello se saliera de su lugar, emocionada y nerviosa aguardaste, preparándote para lanzarte a los brazos de tu novio cuando apareciera en la puerta de la sala, somnoliento y con la ropa de ayer,


La que se dio la sorpresa más grande de su vida, fue sin lugar a dudas, tú.


Él reía delante de tí, completamente desnudo con un joven, si, chico, de ojos negros y cabello rubio, ambos desnudos y felices, dándose besos y mimos, no repararon en tu presencia, estabas confundida, que decir en estas ocasiones, ¿Gritarle?,¿Golpearle?, ¿Pedir explicaciones?, era la primera vez que pasabas por esto, no sabías que decir, lo que si era seguro era el horrible dolor instalado en tu pecho era como una sensación de cuando caes en tu sueño en una oscuridad completa, tu corazón latía fuertemente, trataste de pensar en qué hacer.

Al parecer unos de los dos se dieron cuenta de que aún estás allí, el chico gritó tapándose sus partes, saliendo de la sala directo a la habitación en la cual ambos habían salido.

Dariel te miraba fijamente, probablemente queriendo averiguar la razón del porqué estabas allí.

Trataste de respirar, con las emociones cargados en tu pecho, no pudiste evitar cerrar los puños molesta, como una erupción de un volcán la ira comenzaba a subir por todas tus venas.

Cálmate, aún debes calmarte, salte de allí antes de que cometas un asesinato, trataste de voltear con un esfuerzo, querías matarlo, en serio.

_ No te preocupes, es solo uno más, lo encontré por allí, como tú_ Dariel o tenía poco cerebro, o era idiota, ahora es donde te preguntas, ¿Qué mierda observaste de él?, era una persona completamente diferente al que conociste_ es mejor que te vayas con toda la basura que me dejaste en la mesa_ ok, no había necesidad de matarlo.

¡LO IBAS A LLEVAR AL MISMÍSIMO INFIERNO Y LO VOLVERÍAS A REMATARLO!

Con la furia como una explosión en tu ser, no pudiste evitarte lanzarte a ese estúpido, oh claro que si ibas a matarlo.

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.

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Lo terminaste de golpear viendo el desastre que dejaste en ese estúpido, algunas partes de su precioso cabello habían desaparecido entre la lucha, su ropa estaba completamente rasgada, con ligeras manchas de sangre y un moretón en su ojo junto al labio partido, el hombre amante de Dariel se acercó a ayudarlo, lástima.

Completamente enojada, aun insatisfecha del golpe, cogiste tu bolso y el abrigo, saliendo de la sala y del departamento escuchando los gritos de tu ex novio pidiendo que regreses y que lo vuelvas a amar, que era tu culpa y que, si ibas a pedirle perdón, regresarían como en los viejos tiempos, lástima que si regresabas ibas solo rematarlo otra vez.

En estos momentos preferirías no verlo y si era posible, nunca.


Vale decir, que estabas caminando en medio de la calle completamente cansada, había que admitirlo, tu puño derecho ardía, probablemente del derechazo que dejaste en Dariel, te sentías triste, querías a alguien quien te apoyara en estos momentos y que mejor que tu mejor amiga.

Buscaste el móvil en tu abrigo, lo observaste preguntándote si estaba bien hacerlo, suspiraste marcando el número correcto, solo tres sonidos después la llamada fue contestada.

_ ¿Hola?, ¿Qué tal la comida? _ preguntó tu mejor amiga efusiva, ella quien también te había ayudado en los planes de hoy dándote siempre ánimos, a excepción de la infidelidad de Dariel.

Trataste de hablar, pero las lágrimas se habían acumulado en tus ojos evitando observar la calle, con la mano disponible lograste quitarlos, los sollozos eran los suficientes bajos para evitar romper en llanto en medio de la calle, agachaste la cabeza llorando en silencio.

_ ¡oh, por Dios!, escúchame, ven a casa y aquí hablaremos, tengo helado, pizza y todo lo necesario, ¡escuchaste! _ asentiste como si estuvieses frente a ella y deteniéndote a un lado de la autopista aun llorando, llamaste a un taxi.

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Después de una larga charla, tu mejor amiga te abrazaba como una madre con su pecho diciendo palabras alentadoras y prometiendo que si veía de nuevo a Dariel, nadie la iba a parar de lo que pensaba hacerle.

_ ya sé lo que debemos hacer_ dijo feliz levantándose de un salto, a pesar de que te negaste, no te sentías con ganas de salir y si es posible de no hacer nada, ella te llevó, te lanzó tu ropa y una vez listas, te llevó a rastras al gimnasio más cercano.

Te preguntaste que es lo que tu mejor amiga tenía en mente, pero todas esas dudas se fueron cuando ella te llevó a la última parte del lugar, donde estaban los sacos de boxeo, con una sonrisa, sabías que algo se traía entre manos.

Te pusiste los guantes y cuando regresaste a mirar al saco de boxeo, ella había puesto el rostro de Dariel en copias arriba del saco de Boxeos y estaba dibujando dos cuernos, listo, búscate a una mejor amiga con sentido del humor y que te defienda como una mamá gallina.

_listo_ le pasaste el guante, habías muchos sacos de boxeo, pero nosotros solo necesitábamos dos.

Ella te miro y tú lo aceptaste, importando poco a las personas detrás quienes murmuraban cosas que a ti no te importaba, oh claro que tu mano derecha aun dolía, literalmente tus nudillos estaban lastimados, pero eso no evitaba golpear a ese falso Dariel.

Esa oportunidad era única y el odio en tu interior aún no está satisfecho.

Te lanzaste a la furia con el pobre saco de boxeo.

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Una mañana, en el departamento de tu mejor amiga, prácticamente a dos semanas de haber roto el saco de boxeo y pagar lo necesario al gimnasio, ella entró a la sala con bolsas de comida mirándote a ti, acostada en unos de los sillones largos observando el techo, pensando en todo y nada.

Con un piyama blanco al cual evitaba que el frió se colara en tu cuerpo.

_ ¿Qué crees? _ dijo eufórica llegando a tu lado escondiendo sus manos detrás de su espalda, te levantaste del sillón curiosa.

_ ¿Qué? _ preguntaste tratando de ver lo que tu mejor amiga escondía detrás de ella, pero no podías, ella más lo escondía.

_Bueno, iba al supermercado después de que todo el helado y la comida se acabara cuando intentaste olvidarte del bastardo ese_ dijo ella sabiendo la regla de ese departamento, el nombre Dariel estaba prohibido.

_ok, al grano_ susurraste exasperada pensando en lo que ella te podría decir, quizás vio a un modelo, una actriz, un chico guapo, ella era muy fan de ello.

_ Bien fui y con lo que me sobró de todas las compras, compré un boleto de lotería diario, donde te ofrecen lo mejor y como justamente tenía el dinero lo compré y ¡GANÉ! _grito emocionado, tú también lo hiciste abrazándola, cuando de pronto su mano estiró un boleto de avión para mañana en la noche.

_ ¡Felicidades!, ¡Ganaste un viaje a Miami! _ gritaste con emoción, pero ella te observaba seriamente aun extendiendo el boleto, de pronto lo captaste, ella quería dártelo.

¡NO!

No podías aceptarlo, ella era quien lo había ganado, si lo recibías te sentirías tan mal por ella, no podías hacerlo, no era tu suerte.

_ No, es tuyo_ susurraste negándote a coger el boleto pera ella insistía en ello.

_Tómalo_ casi te sorprendías de la seriedad en que ella hablaba.

_ no puedo, es tuyo, sabes, me sentiría muy mal si lo agarro, eres tú quien deberías ir, es tu suerte, tú ya me has ayudado lo suficiente con el asunto del bastardo ese, ve_ trataste de hablar con ella, pero, era muy terca y seguía mirándote con la seriedad en su rostro.

_Tómalo, relájate y disfruta, cuando regreses me ayudaras con la mudanza_ ella te enseñó las llaves de su nueva casa al cual pronto sería amoblada.

_ pero es Miami_ susurraste tratando de seguir negándote, pero ella ya te había dejado el boleto en tus manos para ir por las bolsas de compra para acomodar las verduras.

_ya lo visité, lo fotografíe, ya conozco todas sus calles, te lo digo, ve, pero si no quieres, puedes romperlo, no lo necesito_ dijo ella de espaldas a ti, quizás era lo mejor_ además si vas, cuando regresas podrías ser mi ayudante por una semana, ¿Qué crees? _ preguntó mirándote sonriente, su sonrisa siempre era ...especial.

_ Bien, Iré_ tus palabras salieron solas antes de volver a pensarlo, quizás ella tenía razón.

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Amas se habías despedido con fuertes abrazos que iban a extrañar, cinco días en Miami iba a ser el comienzo y también la recuperación de tu corazón roto.

Ella se despidió en todo momento, aun cuando subiste el avión y aún más estando sentada mirándole a través de la ventana donde era tu lugar.

Te despediste, no escuchaste mucho de lo que las azafatas decían, tu solo agitabas tu mano a la dirección de tu mejor amiga.


Las turbulencias en el avión empezaron cuando el avión comenzó a despegar.


te asustes de ello, ¡el avión no se iba a caer!, ¿verdad?


Después de unos segundos que no contaste por obvias razones, el avión se estabilizó y comenzó a volar, observaste como tu amiga comenzaba a verse como una hormiguita en el aeropuerto, de pronto solo veías la ciudad, los relieves y finalmente todo era nubes.


Con un suspiro de valor, prendiste el celular, lista para cualquier pregunta que viniese en mensajes.


Te sorprendiste que Dariel, te mandara en todas las semanas que no se habían visto, mensajes.


"Debemos hablar"


"él es un juego, no importa"


"te amo"


"¿No estas enojadas?, ¿no?"


" Por favor, llámame"


Suspiraste apagando tu celular arrepintiéndote de haberlo prendido, lo guardaste cerrando los ojos más cómoda.


Bien, no se juegan con los sentimientos de las personas, ni las de ella, ni las del pobre joven quien conoció los brazos de Dariel ese día, probablemente el estúpido le ha revelado sus verdaderas intenciones como lo hizo con ella.

¿Por qué no preguntaste sobre el motivo por lo que él te llegó a hacer infiel?

Fácil, no querías saber nada de él y preferirías no verlo, no querías saber sus razones, no quería volverte estúpida entre sus brazos por motivos que probablemente serían mentiras, incluso te preguntaste, ¿Por qué no me fue a buscar durante tanto tiempo?


Cerraste nuevamente los ojos solo por un momento para darte valor, lo que dejaba atrás en París, eran solo tu departamento, el engaño de Dariel y tu mejor amiga.


Porque familia hace tiempo que habías dejado atrás, borrando contacto con ellos, cuando no quisieron aceptar los motivos por el cual, salías de ese lugar para ir en busca de uno mejor.

Extrañabas la navidad con ellos, pero no era posible, ellos mismo te habían hablado de que si te ibas, no debías regresar a casa, todo eso cuando aún experimentabas lo que la adolescencia tenía que ofrecerte.

Pero si extrañarías lo que París poseía en ella.


No encontraste un amor fiel, pero si ganaste muchas cosas, conociste a gente en ella, gente que te trataron muy bien, fotografías, todo.

Lo que más extrañarías, sería los divertidos comentarios que tu mejor decía cuando estabas triste.


Un movimiento hizo que tus ojos se abrieran asustadas, tu corazón dio un salto de temor.


Algo estaba mal.


Una señora delante de mí comenzó a gritar histérica, con ello también vinieron los gritos de las demás personas, niños , se ajuntaban en abrazos y lloraban.

Desde hace un rato las máscaras de oxígeno habían caído del techo del avión en todos los asientos.


Todos señalaban un sitio.


Aprovechando que tu asiento estaba en la ventana, observaste con gran asombro y temor que una de las alas del avión había explotado y comenzaba a prenderse en llamas, algunas partes de ese lado comenzaban a caer.


Las azafatas hablaban esperando calmar a las personas, con aparente calma.


Lástima que muchas personas no se detenían a escucharlas.


_ disculpe, ¿Qué está pasando? _ aprovechaste para hablarle a una de las azafatas que con un ligero nerviosismo pasaba a tu lado, el maquillaje bajo sus ojos se había deslizados dejando lágrimas negras, todo en ella era un caos.


Ella observo a la gente con nerviosismo para luego susurrarme despacio.


_ solo...manténgase tranquila_ dijo corriendo a una anciana que sufría por un paro al corazón en uno de los asientos finales.


_ ¡VAMOS A ESTRELLAR! _ gritó un hombre histérico señalando una de las ventanas, de pronto el avión comenzó a descender en picada haciendo caer a las personas por el peso de la gravedad.

Te sujetaste en tu asiento.

 


_ ¿Qué...?, diablos_ en susurro viste lo que tanto pánico el hombre estaba insinuando, al parecer se estaban acercando rápidamente a una isla.


A gran velocidad.


No hubo tiempo de despedidas ni de abrazos.

Te arrepentías de no haber roto el boleto, y en un pensamiento rogaste para que tu mejor amiga no se culpara de esto.


Viste frente a tus ojos como el avión comenzaba a partirse delante de ti, destruyéndose al momento del chocar con las piedras, ya no hubo nada por hacer.


Cerraste los ojos esperando el final, no podías salvar a nadie, ni a los ancianos ni a los niños, que frustrante.


Te arrepentías de no darle un verdadero puño a Dariel.

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