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El Funeral por Uzuna

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s.

Hace buen rato no subía un fic. Y pues la verdad esté lo estoy trabajando desde hace uffff mucho tiempo. Debo estar construyendolo desde 2018 o quizás antes. Ya saben como es la vida del fandom, uno va o viene, pero el amor siempre está ahí.

Como sea, creo que de los fics que he hecho este es el más emotivo. Me hizo llorar dos veces (y eso que yo se lo que escribí y pues nada... a veces pienso que ridicula al emocionarme con cosas que yo misma cree)

El punto es! espero disfruten el fic, lo lean y vuelvan a leer y pues nada. Los personajes son de kishimoto, una verdadera mieda pensando en como terminó el manga.

 

Notas del capitulo:

Chicos! Cada texto que se encuentre en CURSIVA es un recuerdo. Espero se entienda la dinamica del fic. Si no pues en mi mente quedó genial

Volver a esa vieja casa no estaba mal. No me malinterpreten, la ciudad con todas sus comodidades y su ritmo errático me gustaban. Después de todo llevaba 5 años en ella, pero nada se compara a la tranquilidad que desprende un pequeño pueblo alejado, en una remota localidad del sur.

Era cálido, soleado casi todos los días del año y a una hora estaba el lago más hermoso que alguna vez visité, pero la universidad se encontraba a mínimo seis horas en auto, por lo que las visitas se hicieron cada vez más escasas. 

 

Entró por el umbral de la puerta algo apolillada y camino directamente a la cocina. Dios! conocía tan bien ese lugar. Fue mi hogar por siete años y disfrute cada momento de mi adolescencia entre estas paredes. Generalmente visitaba al viejo en los recesos y como la familia de Sasuke también vivía aquí, pues dos pájaros de un tiro.

Cuando entró en la cocina me recibe el olor picante del curry y la pimienta. Lleno mis pulmones de ese aire y de inmediato hago el enlace entre el aroma y la mujer.

―Abuela. ―Habló algo más tranquilo de lo usual, la mujer rubia con delantal me mira sorprendida.

―Naruto, pensé que llegarías más tarde. ―Sus ojos están hinchados y ojerosos. 

―Decidí encargarme de todo esto yo mismo. ― Dejó de lado mi bolso y tomó asiento en la mesa vieja y manchada. Aún es temprano para almorzar, pero ella me sirve un abundante plato de su estofado especial. ―Para que te repongas del viaje. ―Me dice mientras se sirve una pequeña porción para hacerme compañía.

Ni siquiera lleva sentada medio segundo cuando se pone de pie rápidamente. ―Debo llamar al abogado, tiene que traer el documento ahora que estás aquí. ―Ni siquiera tengo tiempo para decirle que eso puede esperar, cuando ya ha desaparecido por la puerta.

 

―¿Sabes cuál es la mejor receta para pasar una resaca? ―Ilusamente respondo lo que oí de unos amigos en la escuela. ―¿Abundante agua y café? . ―Intento cubrirme el rostro con la almohada pues los rayos de sol están a punto de dejarme ciego. Jiraiya me quita las sábanas de un tirón y ríe estruendosamente. Estoy seguro lo hace a propósito. ―Un plato caliente del estofado de Tsunade. ―Antes de salir de mi cuarto me invita a bajar para comer un poco.

 

El plato, los cubiertos, incluso el mantel. Son los mismo de aquella vez, pero algo falta. Miro hacia mi derecha al puesto vacío. Hay un juego de cubiertos. Seguramente Tsunade lo ha hecho sin pensar. Me pongo de pie y tomó el servicio entre mis manos. Rápidamente los guardo en el cajón correspondiente. Supongo que asi hare con todas sus cosas. 

Para cuando Tsunade ha vuelto ya he terminado con mi plato y me encamino a lavarlo, cuando ella se apresura a detenerme y gentilmente me insta a tomar una ducha. Mis pies pesan más de la cuenta al subir las escaleras. El viaje fue largo y mis hombros están tensos por conducir todo el trayecto sin parar ninguna vez. Quizás debí aceptar el ofrecimiento de Sasuke cuando me dijo si cambiamos y él manejaba, pero supongo que necesitaba concentrarme en algo que no fuera Jiraiya. Tome la conducción como vía de escape.

 

El agua relaja cada uno de mis músculos y con el ruido de la regadera me fuerzo a llorar. Nunca me habia pasado esto. Desde que Tsunade me llamó a las 3 de la mañana para contarme la noticia, había estado tratando de llorar sin lograrlo. Pensé por un momento que era a causa de la sorpresa de la noticia. Que una vez en su casa viendo sus fotos y sintiendo su alma en cada mueble, pared y adorno del lugar, el llanto vendría devastador, pero no.

 

Suspiro algo agobiado y vierto en mi mano el shampoo que tienen aquí. Esencia de vainilla. Leo la etiqueta aunque no es necesario. El olor dice tanto como las palabras. Más de doce años y aún usaba el mismo shampoo, incluso la etiqueta era la misma. ¿De dónde sacaba el viejo estas reliquias?

 

Mi antiguo cuarto, con los posters y los rayones y las manchas que yo mismo hice. El lugar parecía una máquina del tiempo. Con la toalla en la cabeza, abro todos los cajones no sabiendo que estoy buscando. La gran mayoría están vacíos, solo el mueble a un lado de la cama tiene papeles y cajas.

 

“se cita a apoderado para el dia martes 12 del presente a causa del alumno…”

 

Una, dos, tres citaciones para Jiraiya de parte del director de la escuela. Mirándolo en retrospectiva fuí un niño difícil. Todas las citaciones por saltarme las clases o por pelear con Sasuke en los salones. Una sonrisa se escapa de mis labios y por un momento añoro esos tiempos.

―Naruto. ―El golpeteo en la puerta me saca de mis añoranzas y rápidamente me pongo una camiseta para cubrir mi torso desnudo. 

―Ya salgo. ―Aviso para que Tsunade no se preocupe. Luego de la muerte de mis padres, Jiraiya se hizo cargo de mi tomando mi custodia. Y para él y Tsunade debió ser difícil la crianza de un adolescente rebelde, sin considerar mis malas calificaciones. Pienso que fue difícil, pero haciendo memoria creo que nunca vi en ninguno alguna una mueca de tristeza ni verdadero enojo. Ni siquiera un atisbo.

 

Cuando abro la puerta ella me espera con una sonrisa débil en los labios. ―Llamaron de la funeraria, me dijeron que estaba todo listo para la cremación. 

―Cierto. ―Digo algo ido. 

 

―El dia que muera quiero ser cremado. ―El comentario vino tan inesperado que deje de empacar mis cosas y me gire para verlo. 

No debía sorprenderme tanto, el viejo solía hacer comentarios que parecían no tener sentido. ―¿Y eso que tiene que ver conmigo llendome a la universidad?. ―La carcajada no tardó en salir y con lentitud caminó hasta tomar asiento en mi cama, sin hacerme una invitación formal, me senté junto a él.

―Cuando veo que te vas, siendo que hace unos años atrás aún mojabas la cama.

―Oye! ―Mi reclamo queda en el aire.

―Es inevitable pensar en lo mucho que has crecido muchacho ―Su palma, pesada y cálida cae sobre mis cabellos. ―. Estas creciendo y yo me estoy haciendo viejo. 

―En realidad te ves igual que cuando llegue. ―Comento porque en realidad no se que otra cosa decir.

―Tu vida empieza y por ende la mia esta acabando.

―¿Y por qué ser cremado? ¿Quieres ser arrojado al mar? ―Me pongo de pie algo incómodo y abro uno de mis cajones sacando y doblando una camiseta sin prestar verdadera atención a mis actos. 

―Volar con el viento, no suena mal ¿no?

Lo miro de reojo y su sonrisa me abriga el corazón ―supongo que no ―, respondo dejando la camiseta de vuelta en el cajón.

―Además, ―comenta luego de ponerse de pie y caminar fuera de mi habitación, ―mis cenizas podrían caer en alguna playa nudista o en algún yate con modelos playboy.

Su rostro pervertido desaparece nebuloso de mis pensamientos.

 

―Lo mejor es que vaya. ―Tsunade parece pensar en detenerme, pero luego desiste y antes que salga completamente por el umbral de la puerta me habla.

―Le dire al abogado que te encuentre allá, al parecer tiene algo importante de lo que quiere hablar contigo. ―Asiento y mientras camino por las calles que pensé había olvidado, la brisa fría me cala los huesos. Extrañamente hoy parece ser el día más frío del año.

 

He caminado solo unos cuantos metros cuando me encuentro con la señora Sarutobi, ¿cuántas veces pasé por su tienda y pedí cosas a cambio de promesas de pago? ¿Cuánto dinero le deberé? El pensamiento pasó fugazmente por mi cabeza y lamentablemente fue sustituido por Jiraiya cuando el rostro afligido de la mujer me miró con lástima.

Hace años no recibía esa mirada y de cierta forma me molesta verla nuevamente. 

―Naruto-kun, ―me detiene y entrelaza sus manos arrugadas y frías entre las mías, ―lamento mucho tu perdida. ―Con mucha incomodidad retiro mis manos de su agarre esperando no parecer irrespetuoso. 

―Mh. ―No hago más que ese sonido, que ni siquiera podría ser considerado una respuesta, mucho menos una palabra y es que ni siquiera había pensado que se supone debería responder.

Cuando mis padres se fueron, estuve mudo hasta que Jiraiya me fue a buscar e incluso después de eso, cuando llevaba aquí por lo menos dos semanas fue que me digne a decir una frase completa, pero ahora soy adulto, o lo aparento por lo menos, y me siento de alguna forma peor que cuando niño, ya no tengo excusa para no decir nada.

Sigo mi camino, despidiéndome de la vecina con solo un movimiento de cabeza y a lo lejos divisó al mecánico de la ciudad, se que me reconocerá cuando pase por su lado y sé que me dirá lo mismo que todos, pero no quiero. No quiero que me hablen, ni que me miren de esa forma.

 

No me doy cuenta cuando he empezado a correr. Mi aliento sale de mi boca y se forma un vapor en contacto con el frío ambiente. Mis piernas se sienten calientes y mi respiración aún está agitada cuando entro a la funeraria. El sujeto que me recibe parece un muerto, luce pálido y ojeroso, sus manos delgadas y esqueléticas me hacen pensar si será un requisito lucir como la muerte para trabajar aquí, digo, para hacer sentir a sus clientes seguros de sus habilidades, o algo asi.

Me pido internamente que ya cierre la boca y pongo todo mi esfuerzo en escuchar lo que dice el tipo frente a mi.

―¿Que se le ofrece? ―Pregunta amable y por un momento me sorprendo que no sepa quien soy y a que vine cuando pareciera que  todo el mundo me reconocía en la calle.

―Soy Naruto Uzumaki, Jiraiya, él…. ―Deje mi discurso hasta ahí, qué difícil era pedir algo como esto. 

―Ah Jiraiya, claro, se está preparando todo para la cremación. ―Al momento de nombrarlo pareció que todo cobró sentido para el sujeto, quizás no sabía mucho sobre la gente de la ciudad porque su trabajo se centraba más que nada en la muerte.

Camine junto a él hasta un aparador de donde saco un formulario que me entrego. ―Por favor revise los datos y firme la autorización. ―Me indico un lugar para sentarme y me ofreció una pluma. Tomé el documento entre mis manos y empecé a leer.

Luego de cinco minutos, ya había leído el documento 2 veces y estaba empezando a dejar una mancha de tinta en la zona de la firma. De pronto el sonido de la campanilla de la entrada hizo que desviara el rostro hacia la puerta.

Una mujer en sus cuarentas, con una trenza bajando por su hombro derecho, venía con los ojos rojos y un pañuelo cubriendo su boca, no lograba escuchar lo que decía, más que unas cuantas palabras. Servicio completo, féretro y marido. Supongo que tampoco había que saber más. 

Intente centrar mi atención a los papeles en mis manos, pero cuando un gimoteo se escuchó, volví mi vista a la mujer, pero esta vez de reojo. Su rostro estaba rojo y contraído, aguantaba las ganas de llorar y pensé por un momento en Tsunade. Firme el documento sin pensarlo más y salí de aquel lugar lo más rápido que pude.

 

Si bien Tsunade y Jiraiya eran cercanos, nunca supe con certeza si eran pareja. Muchas veces lo vi coqueteando con mujeres y hombres, la verdad el viejo nunca discriminó, no si eran jóvenes, mientras que Tsunade se pasaba las tardes en el hipódromo apostando todo su dinero a Sally, su yegua favorita.

Nunca los vi besarse o tomarse de las manos. Tsunade jamás vivió en nuestra casa, aunque no tenía necesidad siendo vecinos. Supongo que no todas las relaciones son de amantes. Dije al aire y continué mi caminata sin rumbo fijo.

 

Metí mis manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y tomé asiento en uno de los bancos de la plaza del centro de la ciudad, ni siquiera noté lo mucho que caminé desde la funeraria.

De pronto el celular empieza a sonar y con algo de desgano lo saco para contestar.

―¡Naruto! ¿Dónde estás? ―La voz de Sasuke hizo que mi corazón se acelerará, quien diria que luego de más de 13 años seguía provocándome el mismo efecto.

―En la plaza del centro.

―¿Cuál de las dos? ¿La que tiene los juegos infantiles como platillos voladores? ―Al acto eché mi cabeza hacia atrás y observé los juegos infantiles a mi espalda.

―Yep. ―Respondí simplemente para luego recibir la orden de no irme a ninguna parte y esperarlo.

Sasuke tardó sólo 10 minutos en llegar y silenciosamente tomó asiento a mi lado. Lucía fresco y olía perfumado. Estoy seguro que en comparación yo tengo una imagen de mierda.

―¿Cómo están Mikoto-san y Fugaku-san? ―Pregunté girando mi cabeza perezosamente.

―Bien.

Siempre siendo un hombre de tan pocas palabras, a veces pienso cómo es que siquiera soy su amigo. Ah cierto. Estoy enamorado de él.

Me da algo de risa el hecho de que ese mismo pensamiento hace 7 años casi me volvió loco. Supongo que es la diferencia entre la adolescencia y como se llame esta etapa de mi vida.

―No esperaste por el abogado. ―Dijo de pronto y de un momento a otro me alarme.

―Cierto, maldición, ¿aún estará ahí?, debería volver. ―Pero el brazo firme de Sasuke me detuvo y obligó a sentarme nuevamente.

―Ya no está allá. ―Dijo como si no necesitase otra explicación.

―¿Cómo lo sabes? 

―Tsunade me lo dijo.

―Ahhh.

Creo que hoy ambos somos hombres de pocas palabras.

―Vamos. ―Habla luego de un rato. ―No es que me aburra observar al vacío en completo ensimismamiento, pero es hora de almorzar ―Lo miro ponerse de pie y colocar sus manos en sus caderas. ―. ¿Quieres comer fuera o con Tsunade? ―Pregunta y yo no quiero ninguna de ellas.

―¿Qué tal en tu casa? ―Sasuke me mira algo extrañado, pero no dice que no.

 

―Naruto-kun, bienvenido. ―La madre de Sasuke, Mikoto, me abraza afectuosamente y cuando se aleja puedo ver el atisbo de lástima en sus ojos, por lo menos no dice nada y por primera vez agradezco el silencio.

―¿Y Fugaku-san? ―Pregunto al no verlo sentado en el comedor, mientras me quito mi chaqueta de cuero anaranjada y dejó colgada mi bufanda.

―No vendrá hoy a almorzar, está avanzando en el trabajo para tener mañana libre.

De inmediato el rostro de Mikoto se ensombrece y sé que lamenta sus palabras.

―El funeral será a las 10 de la mañana. ―Le informo y pongo mi mejor sonrisa a lo que ella responde de la misma manera. 

Sasuke y yo tomamos asiento, mientras Mikoto nos sirve el estofado de carne. El mismo platillo de aquella vez. Miro a mi izquierda y puedo ver a Jiraiya sonriendo y haciendo un comentario totalmente impropio hacia la madre de Sasuke, 13 años atrás, la primera vez que vi a Sasuke.

 

Durante el almuerzo hablamos de Fugaku, de Itachi, de la universidad, durante una hora me permití estar en una realidad distinta, y por un momento volví a sentir que era yo mismo.

―Recuerdo cuando llegué a la universidad ―Relataba mikoto. ―y mi compañera de cuarto incendio la alfombra de la habitación ―Antes de poder finalizar su relato su rostro adquirió un dejo de nostalgia y supe de quien hablaba. ―. Tu madre, Kushina, siempre fue un dolor de cabeza. 

Mi mente de inmediato trajo a relucir mis recuerdos sobre mi madre. El habanero sangriento, no por nada tenía ese apodo. Pensar que de estar vivos, estarían a mi lado justo ahora. Sosteniendo mi mano. De pronto una angustia indescriptible me inundó y apretando mis manos sobre mis rodillas me pregunté si estuvo bien lo que hice. 

Cuando Mikoto salió del comedor hacia la cocina, inmediatamente me puse de pie. ―Despídeme de Mikoto-san Sasuke. ―Y sin girarme a escuchar sus preguntas ni reclamos, salí corriendo de la casa.

 

No me detuve ni siquiera a tomar mi chaqueta o bufanda, no sentía frío . No sentía nada que no fuera angustia.

Habían pasado más de diez años desde la muerte de mis padres, sin duda muchos años y muchos días, pero nada, ni siquiera mi recuerdo más hermoso de ellos, podría borrar esa última mañana que los vi.

Despidiendonos en el aeropuerto, prometiendo volver al día siguiente y celebrar mi cumpleaños. Su primera y última mentira.

Aun recuerdo mi rabia, el enojo contra ellos por dejarme solo, la culpa, la desolación por no poder decir adiós y no me refiero al adiós de mañana te veo, si no el adiós de gracias por todo. Adiós los voy a extrañar. Adiós los amo.

 

Cuando divise la funeraria a metros de distancia mi corazón latió más frenético, si tan solo pudiera decirle adiós, si tan solo pudiera verlo una vez más, quizás.

La campanilla del local resonó en mis oídos y el rostro del sujeto de antes lució auténticamente sorprendido y abrazó con fuerza lo que traía en sus manos. No tardé ni medio segundo en reconocer la Urna de Jiraiya.

Alcé los ojos aún con esperanza de tener algo de tiempo. ―Lo siento. 

Mi respiración aún irregular me sirvió para distraerme del sentimiento desgarrador que me atravesó en ese momento.

Aún tenía la respiración agitada cuando recibí la urna y la campanilla a mis espaldas me advirtió de la llegada de otro cliente.

―¡Dobe! ―El jadeo de Sasuke me sorprendió y girándome espere que el regaño llegará sin miramiento, pero no fue así.

Sasuke pasó su mirada oscura desde mi rostro a mis manos, que sostenían la urna como sostiene un bebé una persona que jamas a cambiado un pañal, me extendió mi chaqueta y bufanda. ―Abrígate. ―Ordenó y por primera vez en mucho tiempo obedecí sin rechistar.

 

―Tsunade-Obachan ya llegue. ―Grite ahora abrazando la urna posesivamente. 

―Naruto, ¿qué acaso no contestas tu celular?. ―Me hablo molesta desde la cocina y a medida que se acercaba la voz sonaba con mayor fuerza, sin embargo calló totalmente cuando me vio de frente. Sin poder que decir nada, sus ojos se aguaron y se giró dándonos la espalda. ―Iré a preparar té.

Deje la urna con cuidado sobre la chimenea y camine junto a Sasuke hacia la cocina. 

―¿Le ayudo en algo? ―Hablo Sasuke siendo extrañamente amable.

―Si ―La abuela aun me daba la espalda y hacía como si estuviese muy concentrada esperando por que el agua hirviera―, pon las tazas.

Mientras ellos se movían por la cocina preparando todo. Tome asiento y mire fijamente hacia la pared. Específicamente las marcas de crecimiento. 

Una tras otra. 

Mi crecimiento.

 

―Si sigo así pronto seré más alto que el teme! ―comente emocionado.

―Si que te llevas bien con el menor de los uchiha ―habló Jiraiya y yo compuse una mueca de total desacuerdo.

―¡claro que no! ―moví mis manos frenético ―somos enemigos y algún día lo venceré.

El viejo no pudo ocultar la risa que le generó mi comentario, pero luego con cariño acarició mis cabellos. ―Es bueno tener un rival Naruto, te da fortaleza para cumplir tus metas y sobrepasar tus propias expectativas.

Sin correr la mano de mi cabeza alcé la vista y lo miré ansioso ―¿tu tienes un rival? 

De inmediato los ojos del viejo dejaron de reflejar la sonrisa que estaba en sus labios y mirando más allá de mi asintió lentamente.

―Todos tenemos uno.

 

Desde hacía un buen rato que mi taza estaba servida y cuando desvié mi mirada de ella note como Sasuke y Tsunade bebían en silencio.

―¿Él lo sabe? ―pregunte al aire y de inmediato ambos se giraron de forma tensa a mirarme. Ambos sabían de quién hablaba.

Luego de unos momentos de incómodo silencio Tsunade habló sin despegar su mirada de mis ojos ―no.

 

―Ni hablar ―me respondió Sasuke y con brusquedad tomó su bufanda del perchero y abrió la puerta dejando entrar un viento gélido al interior de la casa.

―Sasuke no puedo encontrarlo sin ti ―lo seguí hasta afuera sin siquiera ponerme una chaqueta ―, te necesito.

Esto lo detuvo en seco, miró hacia el cielo dándome la espalda y suspiró pesadamente ―No puedo creer esto ―murmuró con molestia ―¡Bien!, pero yo manejare ―Respondió finalmente, a lo que yo agradecido y serio asentí simplemente, corrí hacia la casa y tomando mi abrigo me despedí de Tsunade.

Sasuke ya estaba dentro del auto con las llaves en la ignición ―El viaje tomará por lo menos una hora ―encendió el motor y volvió a suspirar ―. Usa ese tiempo para dormir ―Extrañamente no me tomó mucho tiempo dormir, el cansancio acumulado, las emociones del día, supongo que todo eso me tenía agotado. De cualquier forma lo siguiente que supe fue que luego de 50 minutos ya nos encontrábamos transitando por las calles iluminadas de un barrio lleno de bares y locales de dudosa reputación y que Sasuke tenía un rostro de completo fastidio y las manos firmemente apretadas en el volante.

 

Esto no seria lindo. 

Aunque tampoco estaba buscando una reunión llena de felicidad. No con la noticia que tenía que dar. Ni con la persona con la que tenía que hablar. 

Ver las luces de neón rojas sobre el letrero me traen recuerdos, definitivamente no los más placenteros. 

 

―Cuando cruces esa puerta quizás veas algo que no quieres ver. 

Mi mirada se centro en Jiraiya que con rostro preocupado me miraba fijamente. Mire nuevamente a las luces de neón y suspire profundamente. ―Sea lo que sea no lo dejaré solo. 

Su sonrisa de inmediato hizo acto de presencia y sacó el seguro de la puerta. 

―No esperaba menos de ti Naruto. 

 

Abro la puerta y sigo a Sasuke hacia el interior del bar. La noche está fría, y en cuanto ingresamos al local nos embarga el calor, la música y el olor a tabaco como si el ambiente nos invadiera el cuerpo completo. 

Sin detenernos más tiempo nos dirigimos a la barra y esperamos a que el bartender nos preste atención. 

―Bienenve… ―Empieza a hablar, pero se detiene a media oración cuando nos reconoce. ―¿Que diablos hacen aquí? ―Me mira de forma amenazadora intentando demostrar hostilidad, pero su cuerpo no miente y con disimulo se aleja de nosotros. 

La actitud me parece graciosa, seguro no ha olvidado lo que pasó años atrás cuando vine. El lugar sigue igual, la música, la luz, el aroma pesado, una mezcla de humo, alcohol y un dejo de sensación ácida. 

 

Abro la puerta de un golpe y el primero en recibirme es un chico de aproximados 20 años y de cabello celeste casi plateado, viene avanzando con furia por que sabe que vengo en actitud conflictiva, pero no alcanza a decir palabra cuando le asestó un puñetazo en la mandíbula que lo tira al suelo. Nunca habría pensado que podría noquear a alguien de un solo golpe, pero entre la furia y el temor, la adrenalina me tenía a mil. 

 

Su rostro sigue igual, y se por su mirada de temor que se acuerda de mi por lo que dejó que Sasuke hable y me mantengo al margen. 

―Suigetsu. ―Le llama la atención. ―¿Dónde está él? 

El tipo mira a Sasuke y luego a mi, y luego a sasuke de nuevo. ―En su oficina, ¿dónde más? ―Responde arisco y vuelve a mirarme. ―No se pasen de listos, cualquier ruido y llamó a la policía ―Ambos lo ignoramos y continuamos nuestro camino a la oficina. 

 

Mi corazón latía desenfrenado y lo único que me mantenía en mediano control era saber que jiraiya me seguía los pasos de cerca. 

―Respira Naruto. ―Como una orden superior tome una gran bocanada de aire y abrí las puertas con decisión. 

 

Del otro lado del escritorio Orochimaru levantó la vista hacia nosotros, su mirada denotaba sorpresa, pero casi de inmediato una sonrisa perversa surco su rostro. 

―Naruto, Sasuke. ¿A qué debo el honor? 

Lo miro fijamente y mi mente se llena nuevamente de los sentimientos de ese día. 

 

―¡¿Donde esta sasuke?! 

―Jiraiya, tranquiliza al mocoso. ―Pidió Orochimaru sin siquiera mirarme. 

―Orochimaru, has llevado esto demasiado lejos, deja a los niños fuera de esto. ―Se adelantó Jiraiya y no recuerdo nunca haberlo visto tan inmenso. Su voz era profunda y su mirada furiosa. Luego centré mi vista en el otro tipo y la sonrisa en su rostro denotaba una diversión casi macabra. 

―Yo podría hacer lo que dices Jiraiya, pero dime, ¿Qué estás dispuesto a intercambiar? 

 

―Orochimaru. ―Mi voz al salir suena rasposa y creo que me falta tomar líquido, la siento reseca. ―Jiraiya murió. 

Es la primera vez que lo digo y se siente como si la tierra de mis pies temblara. Miro su rostro atónito y se que la noticia lo ha agarrado con la guardia baja. A todos nos pasó. ―Su funeral será mañana temprano, en la casa. 

Luego de unos segundos de silencio y con el rostro aún descompuesto habló. ―¿Y qué se supone que debo decir? ¿Gracias por invitarme? Estas al tanto que no éramos los mejores amigos. 

―Lo sé. ―Miro hacia Sasuke que está apoyado en la pared a un lado de la puerta. Lo más lejos de Orochimaru que puede. ―Eran rivales ―Vuelvo a centrar mi vista en el otro. ―. Y se que es un lazo igual de importante. 

Doy media vuelta y me retiro del lugar seguido de Sasuke. Vemos a Suigetsu a la salida y se nota tranquilo ahora que nos vamos. 

Una vez fuera del local respiro el aire puro y siento que me he sacado un peso de los hombros. 

―Ese lugar me da náuseas. ―Escucho decir a Sasuke mientras se dirige al auto, no se si me lo dice a mi o simplemente es un comentario que se escapó de sus labios. Cuando lo saque de aquel lugar no fue mucho lo que hablamos de la situación. Lo único que sé es que como a mi, no le trae los mejores recuerdos. 

Tomó asiento en el lugar del copiloto y lo miró fijo. ―Lamento hacerte volver. 

―Da igual. ―Enciende el motor y el auto ronronea. Mientras avanzamos por las calles recuerdo ver a Jiraiya conduciendo y observando nos desde el espejo retrovisor. 

 

La mano de Sasuke presiona muy fuerte la mía, tanto que duele, pero no puedo dejarlo ir por lo que cierro mi mano con fuerza también. Su rostro está cubierto por su flequillo y sus hombros tiemblan, pero no es a causa del frío. De todas formas me quito la chaqueta y se la pongo sobre los hombros, le pongo la capucha sobre la cabeza y ahora si que no veo su rostro. 

―Todo está bien ahora teme. ―Solo eso digo y apretó nuevamente su mano. Miro por la ventana y mis ojos se empapan cuando lo siento sollozar a mi lado, pienso que me soltara la mano, pero la mantiene prisionera. Y yo me prometo no volver a dejarlo solo. 

 

―Ese día me hice una promesa ―Sasuke me mira con curiosidad ―, No volver a entrar a ese lugar. 

Él sonríe y suspira suavemente. ―Yo también hice la misma promesa. 

Avanzamos por la autopista y antes de llegar a nuestra salida le comenté a Sasuke. ―Toma la salida 18.

Sasuke tardó un segundo en saber a donde quería que nos dirigimos. ―¿Quieres ir al lago? 

 

No me había dado cuenta que me había quedado dormido, mire a mi lado y Sasuke estaba apoyado en mi hombro durmiendo también. Mire hacia afuera y al no reconocer el lugar le hable a Jiraiya. ―¿A dónde vamos? 

Mi voz despertó a Sasuke que desperezándose se incorporó en el asiento. Nuestras manos aún estaban entrelazadas. 

―Creo que es un buen momento para que se detengan y respiren aire puro. ―Comentó mientras se detenía en una casa que parecía abandonada ―. Vamos chicos, hay un par de toallas en la cajuela. ―Salió del auto y se dirigió al patio trasero por el costado de la casa. 

Cuando Sasuke y yo llegamos al lugar Jiraiya estaba sentado en una vieja banca, leyendo una revista de dudosa reputación y fumando un cigarro. Luego de quitar mi vista de él mire hacia donde Sasuke miraba y sentí como me quedaba sin aliento. Un gran lago era lo que estaba frente a nosotros y el cielo despejado hacía parecer que el agua era en realidad el cielo estrellado. De inmediato me saque la ropa y corrí en ropa interior sin frenar hasta lanzarme al agua. 

 

―El lugar luce más abandonado que esa vez. ―Lo escuchó comentar mientras se acerca al mismo banco viejo donde Jiraiya se sentó esa primera vez.

―Este lugar solo me trae buenos recuerdos. ―Me siento a su lado y por la sonrisa en su rostro se que sabe a qué recuerdos me refiero.

―Pervertido. ―Murmura mientras cierra sus ojos y se prepara para tomar una gran bocanada de aire. Lo imito y las palabras que nos dijo jiraiya cuando íbamos de vuelta a casa resuenan en mi mente.

 

―Las cosas no siempre son fáciles ―Habla mientras nosotros en el asiento trasero nos cubrimos con las toallas intentando retener algo de calor. ―. De hecho me aventuraria a decir que en general la vida es difícil ―Sus ojos se centran en nosotros y por un momento me sorprende su seriedad. ―, pero mientras se tengan el uno al otro no hay obstáculo que no puedan sortear. ―Ambos quedamos en silencio y ante esto con voz fuerte nos habló.

―¿Quedó claro?

Ambos asentimos con vigor.

―Bien.

 

Deben ser cerca de la una de la mañana cuando llegamos a la casa. Una vez adentro, Tsunade desde la cocina salta de su asiento y avanza amenazadora. 

―¡Naruto! ¿Dónde estabas? ―Tanto Sasuke como yo guardamos silencio ante la pregunta. ―. El abogado llamó nuevamente y ya que no te encontró me dijo que te buscará antes de la ceremonia. 

Suspire algo cansado, el viaje no había sido muy largo, pero los eventos de los últimos días me tenían tenso. 

―Creo que lo mejor será que tomes un baño y te cambies de ropa. ―Sasuke me habla como si leyera mi mente. Le sonrió y asiento con lentitud. El se despide y sale por la puerta. 

Antes de emprender mi camino al baño Tsunade me detiene. ―Recuerda el discurso. ―Sus palabras me detienen a media escalera y un escalofrío me recorre. ―, si no quieres no te sientas obligado. ―Y su mirada inquieta me anima a hacerlo. 

―Claro que lo haré. ―Subo corriendo y abro el agua caliente.

 

Ya en el escritorio tengo unas cuantas hojas en blanco, un lápiz en la mano y ninguna idea de qué decir. ¿Debería este ser un discurso solemne? ¿debería empezar con alguna broma? ¿haré llorar a la gente que asista? ¿será que seré yo quien se quiebre?

Con fuerza presioné mis ojos buscando sacar alguna idea o algún sentimiento. Por alguna razón no importara que recuerdo de Jiraiya me viniera a la mente no lograba llorar. Quizás cuando mis padres murieron derrame todas las lágrimas de las que era capaz. Apoyo la cabeza sobre las hojas y poco a poco mi mirada se fue haciendo borrosa.

 

―¡Mocoso vas a llegar tarde a la escuela!

 

De un sobresalto me pongo en pie y mi mirada de inmediato se dirige a la puerta en busca de Jiraiya, pero él no está ahí. Son las 6 de la mañana y he dormido en una pésima posición durante toda la noche. 

Bajo a la cocina en busca de algo caliente y noto que golpean la puerta. Me sorprende ver al abogado de Jiraiya del otro lado.

―Buenos días Naruto ―Me saluda cortés y yo lo imito. ―. Lamento venir tan temprano, pero esto no puede esperar más ―Con firmeza sostiene en sus manos un sobre amarillo y sin esperar a que lo invite a pasar se encamina al comedor ―. ¿Puedes despertar a Tsunade? Necesito que esté presente en la lectura del testamento.

Mientras esperamos a que Tsunade Oba-chan se aliste nos sentamos en el comedor y le ofrezco un café. La última vez que lo ví lucía más joven y peleaba enérgicamente con Jiraiya.

 

―¡Sensei! ¡no puede estar hablando en serio! ―El pelirrojo golpeó la mesa con los puños para dar énfasis a su molestia. No era verdaderamente necesario, se notaba la indignación en su rostro.

―Tranquilo Yahiko ―Con calma habló Jiraiya ―. Estas cosas son solo eso. Cosas.

―¡Pero sensei! usted trabajó tanto o más en la fundación de ese club, no es justo que renuncie a él por presiones de Orochimaru.

En cuanto dijo su nombre, de inmediato recordé la conversación que tuvieron esa noche en el club cuando fuimos en busca de Sasuke.

―¡Yahiko! ― le habló con dureza para luego girarse hacia mí con una sonrisa amable. ―¿Naruto no es hora que vayas a clases?

 

Una vez Tsunade Oba-chan tomó asiento, la actitud de Yahiko se hizo mucho más seria y solemne.

―Vengo el día de hoy a hacer lectura de la última voluntad de Jiraiya Sanin, entregada a su abogado en plena facultades y notariada. 

Al momento nos muestra un papel firmado y timbrado en distintos lugares. 

Deja caer el contenido del sobre amarillo sobre la mesa y para nuestra sorpresa resuenan varias llaves y otro sobre amarillo corre sobre la madera. 

―A Tsunade ―empieza leyendo ―, dejo mi casa para que utilice como bien le plazca, con la condición de que mantenga la propiedad sin venderla. 

Miro a Tsunade-obachan y noto como sus ojos se humedecen mientras recibe las llaves que Yahiko le entrega. 

―Se muy bien que puedes sacarle buen provecho a la casa y estoy seguro servirá para cuando al fin decidas jubilar. ―una risa mezclada con sollozo salió de su boca y tanto Yahiko como yo sonreímos. 

Yahiko carraspeó y continuó leyendo ―a Naruto ―entonces mi corazón latió con fuerza, están eran las últimas palabras que escucharía de su parte, y por alguna razón me sentía nervioso. ―, le dejo mi casa en el lago, aquella que tu sabes ―la sorpresa que me embargó fue compartida por Tsunade. ―y todo lo que viene con ella. ―entonces Yahiko me entregó un llavero con una figura de rana tallada en madera y varias llaves adosadas. 

Sin entender mucho qué pasaba recibí las llaves en silencio y dejé que continuara hablando. 

―Jiraiya contrató dos seguros de vida, uno a nombre de Tsunade y otro a nombre de Naruto, y adicionalmente me pidió que te entregará esta carta ―aún mareado por toda la información recibí la carta y buscando alguna clase de respuesta Yahiko negó con la cabeza. ―. El sobre está sellado Naruto, por lo que desconozco el contenido de la carta ―miró a Tsunade ahora que tenía los ojos hinchados y el rostro cansado ―. Ahora que el testamento ha sido leído a los involucrados se hace oficial el traspaso de propiedades y dentro de las próximas semanas se finiquitaran los seguros. 

Ante nuestro silencio, Yahiko con lentitud se puso en pie y realizó una reverencia. 

―Conocer a Jiraiya-sensei fue de las mejores experiencias que pude vivir ―lo mire sorprendido y una punzada de dolor atravesó mi pecho ―, desearle una vida feliz y próspera era todo lo que podía hacer, y por cumplir mi deseo les estoy agradecido. ― una vez hubo terminado de hablar se retiró de la cocina y Tsunade y yo quedamos en absoluto silencio. 

 

No se cuanto tiempo sostuve el sobre en mis manos, pero se que cuando Tsunade-obachan me dijo que subiera a cambiarme de ropa, obedecí sin rechistar. 

Mi traje negro lucía impecable, pero poco me importaba. No podía quitar los ojos del sobre junto al llavero de rana. Tomé el sobre entre mis manos y lo abrí de un tirón. Tomé asiento en la cama y empecé a leer. 

 

Naruto, 

Seguramente te estarás preguntando qué diablos estaba pensando cuando escribí esta carta. Y la verdad es la siguiente. 

Estoy enfermo, lo he estado durante un tiempo. El médico dice que es una afección cardíaca y la verdad tiene sentido. Ya sabes lo mucho que las jovencitas han jugado con mi corazón. Que puedo decir, estoy hecho para amarlas.

Si tu padre me viera ahora, me regaña. Tú padre, a decir verdad creo que nunca conocí a nadie tan excepcional como tú padre, excepto por ti claro está. Cuando Minato llegó a mi tutela, lo cierto es que lo vi como un problema, ¿que iba a enseñarle yo a un niño como aquel? Estaba iniciando un negocio con mi mejor amigo y rival, y la cosa pintaba para algo bueno, pero llegando a casa tenía a este chico de mirada inteligente juzgando cada movimiento. Por supuesto que mis andanzas no terminaron ni mucho menos, incluso podría decir, para vergüenza mía, que el chico se crió prácticamente solo. No fue hasta cuando estaba por ir a la universidad que comprendí lo mucho que se había metido en mi corazón.

Los años siguientes fueron duros, pero llenos de satisfacción. Lo vi enamorarse y sentar cabeza, y cuando te trajo en brazos te juro que fue lo más increíble que haya visto jamás. Lo vi hecho todo un hombre y me avergoncé de mi mismo. Me aleje de lo que considere un mal camino e intente ser parte de lo que era su vida ahora. Tarde mucho. 

Lo siento naruto. 

Por mucho tiempo me sentí culpable. Incluso ahora que te escribo estas palabras me siento culpable. Conocí mucho a tu padre, aprendí de él y lo vi en todo su esplendor. Y aún así no fue suficiente. Desearía poder darte parte de ese tiempo, desearía poder dartelo todo y que vivieras con el más de lo que hiciste. La vida es muy injusta Naruto, yo tuve más de Minato y no lo supe apreciar y tu que tenias todo el derecho a tenerlo en tu vida, lo perdiste a tan corta edad. 

Me arrepiento de no haber sido partícipe del crecimiento de Minato, pero el chico como siempre un paso adelante de mí me entregó el regalo más grande que alguien pudo darme. Ser tu tutor y verte crecer fue como una segunda oportunidad. Una que no merecía, pero de la que estaré eternamente agradecido. 

Por eso cuando lo vea en este nuevo viaje que emprendere le diré que estas bien. Que eres todo un hombre. Fiel a su propio camino y siempre buscando ayudar a los demás. Le diré que es la mezcla perfecta entre él y kushina. Y que no podría haber deseado otro hijo mejor. Eres lo más preciado que tengo Naruto. Y yo verdaderamente te adoro. 

 

Cuando levanté la mirada Sasuke se acercó con prisa a mi. Y con un abrazo fuerte me susurro. 

―Esta bien, Naruto. 

El llanto, el dolor, la angustia. Todo eso se apoderó de mí y presionando mi rostro contra su vientre intente ahogar el grito que salía de mi garganta. Mientras más lloraba y gritaba, con mayor fuerza me abrazaba, y más destruido me sentía. 

Mis brazos se empezaron a cansar, junto con mi voz y mi llanto, perdieron fuerza y luego de un momento pude volver a tragar y respirar con normalidad. 

Mis brazos dolían, mi rostro dolía, mi garganta y ojos dolían. Pero nada comparado con mi corazón. 

Sin decir palabra alguna Sasuke me dirigió al baño y con delicadeza lavo mi rostro, lo seco con una toalla y peinó mis alocados cabellos. Enderezó mi corbata y presiono mi mano con fuerza. Una vez se cercioro que le prestaba atención habló. 

―La ceremonia va a empezar, vamos. 

Y aún tomando mi mano me guió escaleras abajo. Cuando llegamos al jardín, el lugar parecía una verdadera fiesta, adornos en cada árbol, una mesa de canapés y bar abierto. Todos hablando, contando anécdotas y riendo. Definitivamente al estilo de Jiraiya. Mi estómago se apretó. 

Tsunade se acercó a mí y me dio un abrazo rápido. Seguramente si lo prolongaba ambos romperiamos en llanto y esa definitivamente no era la idea. 

―Tu madre se ha lucido Sasuke ―dijo para desviar la pena ―, definitivamente le debo una invitación a cenar. 

―Estoy seguro que le encantará ―respondió más cortés de lo habitual. 

Luego de dar una vuelta por el jardín y recibir el pésame de los asistentes mire el micrófono en el centro del lugar. Tome aire y me diriji a paso firme ante la atenta mirada de los presentes. 

Cuando sostuve el micrófono en mis manos este hizo un ruido que generó que todas las miradas se centrarán en mi y que reinará un silencio incómodo. Mire a Sasuke entre la multitud y me dio una media sonrisa que me llenó de valor. 

―Buenos días, todos los aquí presentes conocieron a Jiraiya de formas que yo jamás veré ―centré mi vista en la entrada del jardín donde logré distinguir una figura conocida ―para muchos fue un maestro, un amigo, un familiar, un sabio pervertido ―la multitud entonces rió, y me sentí más relajado ―, un rival ―entonces hice contacto visual con Orochimaru ―, un amante ―y la mirada de Sasuke me atrapó. ―, pero para mi fue un padre, que me enseñó tres lecciones importantes, número uno, no gastar más de lo que tienes ―la multitud de inmediato sonrió ante mis palabras. 

―número dos, no abusar del alcohol ―más risas se escucharon ―y número tres, no abusar de las mujeres ―tome una copa entre mis manos y haciendo un gesto espere a que todos tuvieran una copa para brindar ―, así que espero Jiraiya, que donde sea que estés, sigas incumpliendo estas lecciones. Salud. 

El salud de la multitud dio paso a risas y más conversación y una vez alejado del micrófono más personas se acercaron a mi a contarme las aventuras que habían vivido junto a Jiraiya. 

 

Cuando toda la gente se hubo ido, me tire pesadamente sobre el sofá suspirando de agotamiento. 

―¿Tsunade se fue con mi madre? ―a mis espaldas Sasuke se quitaba la corbata negra y desabotona el primer botón de la camisa. 

Solo asiento mientras lo veo fijamente. Él conecta mi mirada y se revuelve algo inquieto. ―¿qué pasa? Porque me miras a… ―, pero no lo dejó terminar. 

―Vivamos juntos Sasuke ―lo lanzó de pronto, pero no es un pensamiento que me vino a la cabeza de un momento a otro. ―, no creas que lo digo a causa de la muerte de Jiraiya. Lo llevo pensando mucho tiempo ―sin decir palabra se pone de pie y luce sombrío. Los nervios me embargan más intensamente ―. Este es nuestro último año y ya prácticamente vivimos juntos en tu cuarto de residencia, sin contar que podríamos compartir los gasto y además ―enmudecí al tenerlo tan cerca y podía escuchar mi corazón desbocado. 

Con cuidado acarició mi mejilla y con lentitud se acercó a mi boca. 

―¿qué nunca te callas usuratonkachi? ―sus labios me atraparon con demanda. Casi había olvidado que no nos habíamos tocado ni besado en lo que iba de fin de semana, algo completamente inconcebible para ambos. 

Mi necesidad de él era inmensa, no me había percatado de ello hasta que lo agarre entre mis brazos. No estoy seguro si esta desolación que sentía en mi pecho era a causa de Sasuke, o a causa de la carta que todavía rondaba en mi cabeza o a causa de la muerte de Jiraiya o quizás era todo eso o quizás ninguno. No sabía nada, sólo tenía clara una cosa. 

Con fuerza alce a Sasuke abriendo sus piernas alrededor de mi pelvis y con dificultad lo lleve a mi habitación, o mejor dicho mi antigua habitación. 

El no se quejó como comúnmente lo hace, solo se sostuvo firme de mi ante la posibilidad de que ambos nos cayéramos escaleras a bajo. 

Una vez frente a la puerta de mi habitación se bajó de mí y abrió la puerta de par en par. La habitación estaba oscura, y con una media sonrisa me tomó del cuello de la camisa y tiró de mí hacia la penumbra. ―esto me trae recuerdos. 

 

Fin

 

Notas finales:

uffff que viaje. 

Gracias por leer.


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