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Lazos de sangre por LORD GRIM

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Notas del capitulo:

 

Hola a todos los lectores, he visto que la historia que publiqué si tiene varias visitas pero aún ningún comentario. 

La verdad espero que conforme avance la historia tenga más aceptación... 

 

Por ese motivo público la continuación, esperando que les guste. 

 

Saludos a todos 

El tiempo no se detiene, fluye constantemente como el cause de un río a cada vuelta aperece algo nuevo. 
 
Habían pasado 25 años desde la llegada del joven príncipe a la Casa de la Luna, debido a su condición de hanyou su forma de crecer era muy diferente a la de un demonio común, ahora tenía la apariencia de un niño humano de 5 años, ante eso lo consejeros del actual Lord del Este llegaron a la conclusión de que el por cada 5 años pasados el menor ganaría un año en apariencia y madurez. 
 
Y que una vez llegando a ese punto su crecimiento quedaría estancado por algunos siglos, se mantendría joven y fuerte, condición que beneficiaba a los intereses de aquel reino ya que iba ser capaz de procrear varios herederos con grandes habilidades.
 
Dejando de lado lo anterior el cachorro era hiperactivo, cariñoso, curioso, juguetón y muy dulce con todos en el palacio, los sirvientes, soldados y demás lo adoraban por su forma de ser tan amable y respetuosa además de que su caracter era más afable que el del amo y señor del lugar.
 
En pocas palabras el pequeño príncipe era la adoración de todos en la Casa de la Luna, situacion que no agradaba demasiado al Lord del Este. Para Sesshomaru, el cachorro era la luz de su vida y no toleraba que su hermano fuese amable con nadie más que con el. El mayor era sumamente protector con su hermano ya que desde su llegada se mantenía lo más cerca posible de el, alejándose solo cuando fuese 100% necesario, de igual forma era posesivo en extremo hasta el punto de no permitir que tuviera su propia habitación, durante 25 años había dormido juntos en los aposentos del señor del lugar.
 
Para todos en la Casa de la Luna no era un secreto la situación entre ambos hermanos, sabían de ante mano que el mayor tras mirar a su hermano por primera vez se había imprimado en el y viceversa, aquello no era algo fuera de lo usual, por lo que comprendían el actuar de su señor y lo respetaban. Aunque si fue una sorpresa que es union se diera cuando el príncipe tuviera apenas una hora de nacido. 
 
El único que desconocía aquella situación que compartía con su hermano era el mismo Inuyasha, debido a su edad y condición de hanyou no era capaz de comprender esos temas tan complicados, pero si era capaz de sentir un apego enorme para con el mayor, le gustaba estar a su lado y aprender de el, no se quejaba de dormir a su lado aun cuando había querido su propia habitación tiempo atrás, al contrario se sentía muy feliz de hacerlo. 
 
- Señor Sesshomaru - llamó uno de los tantos consejeros reunidos en aquella sala, buscando las palabras adecuadas para tratar con su señor o de lo contrario morir por osado - El consejo comprende su postura pero... la mayoría cree que el príncipe Inuyasha aún es muy joven, aun no es tiempo de revelarle ¿cuál es su posición en la Casa de la Luna? - explico preocupado que una noticia tan grande afectará el desarrollo del principe 
 
El Lord del Este miró fijamente a aquel viejo demonio, logrando que el temor lo invadiera pues era bien sabido que cualquiera que se opusiera a los deseos del amo del lugar, le esperaba un muerte lenta y dolorosa. 
 
- Le ruego me disculpe- pidió el demonio realizando una exagerada reverencia - No fue mi intención contradecirlo, lo único que deseamos es su felicidad y la del príncipe. 
 
- Si esos son sus deseos - hablo otro para intentar controlar los ánimos - La instrucción del príncipe Inuyasha comenzará de inmediato. 
 
La sala del consejo fue quedándose poco a poco vacía, dejando solo al Lord del Este, quien no permaneció mucho tiempo más, ya que deseaba ver a su hermano, avanzó con su usual elegancia hasta el ala destinada para la familia real, donde seguramente encontraría al menor en alguno de los jardines. 
 
- Hermano - una voz risueña llamó su atención. 
 
Tal y como lo supuso el cachorro se encontraba en el jardín principal junto a la fuente, mirando los peces del estanque y al percibir a su hermano mayor se acercó corriendo hasta quedar de frente. 
 
- Hermano - dijo realizando una reverencia, pues que pesar de su corta edad su nana le había enseñado algunos modales básicos. 
 
- Inuyasha - llamó el mayor para después cargarlo entre sus brazos y así poder aspirar su olor, mismo que con los años se habia vuelto más fuerte y adictivo para su pareja. 
 
- Hermano ¿dónde has estado? - pregunto con la típica curiosidad de un cachorro, especialmente porque tenía alrededor de una semana que el mayor abandono la Casa de Luna.
 
- Fui a resolver alguno asuntos - respondio el mayor que comenzó a caminar por los pasillos del palacio con su hermano en brazos - Cuestiones del terrotoria de nuestro reino. 
 
- ¿Bajasta a tierra? - pregunto en cachorro emocionado, moviéndose inquieto en los brazos de su hermano.
 
Desde que tenía memoria Inuyasha siempre había permanecido en la seguridad de la Casa se la Luna, un palacio oculto entre los cielos muy por encima de la tierra, motivo por el cual todo lo referido al mundo de abajo le llamaba la atención ya que era desconocido para el. 
 
- Dime... por favor ¿Como es el mundo de abajo? ¿Hay montañas, lagos, campos, aldeas? ¿Conoces el mar? - pregunto ansioso pues jamás había visto con sus propios ojos todo lo que nombraba, únicamente por los pergaminos en la biblioteca y lo que escuchaba de los sirvientes o soldados.
 
- Suficiente - dijo el mayor logrando con eso calamar al inquieto cachorro, pero también pegandolo más a su cuerpo. 
 
Sesshomaru detestaba que el menor tuviese esa enorme curiosidad por el mundo exterior, no era una idea prudente que el cachorro bajase a la tierra, su condición de hanyou y peor aún de beta lo convertía en una presa fácil, para cualquier demonio, ya que no contaba con ninguna clase de entrenamiento. 
 
Dicha situación podía cambiar cuando se le iniciara su instrucción en combate, a pesar de ser aún muy pequeño, tenía bien desarrolladas sus habilidades básicas, entre ellas su olfato que le permitía rastrear con éxito algunas cosas como los pasteles de luna de la cocina, por más que las cocineras los ocultara el príncipe lograba hallarlas. Su velocidad era muy buena para alguien de su edad, por lo visto iba a ser muy rápido en un futuro, su vista y oido de igual forma le ayudaban en sus travesuras. 
 
- Aún eres muy joven para visitar la tierra - expreso el mayor deteniéndose frente a una enorme puerta de madera tallada.
 
- Pero... - el cachorro intentó protestar, más no tuvo éxito ya que el mayor libero un poco de su yoki, con eso lograba tranquilizar al menor que sin saberlo adoptaba una postura de sumisión.
 
- Muy bien- dijo el Lord al mismo que ingresaba en su habitación, misma que compartía con su hermano. 
 
Sesshomaru había estado fuera de la Casa de la Luna una semana entera, todo por cuestiones políticas y ahora lo que más deseaba era llenarse de la escencia de su pequeño hermano. Al llegar a la cama se acomodó en ella, acunando al menor entre sus brazos, aquellos los dejó en un estado de relajación inmediata. 
 
- Hermano - llamó nuevamente el menor - Hueles muy bien. 
 
Eso último hizo sonreír al mayor con satisfacción al saber que su hermano lo reconocía como su pareja destinada, el esperar que el cachorro alcanzara cierta edad para formalizar totalmente su relación era frustrante pero aunque adorase a Inuyasha en estos momentos su cuerpo no servía a sus deseos, pero ya estaba en tiempo de ser educado para dicho fin. 
 
- Inuyasha - llamó el mayor captando la atención del más joven que lo miraba atento - A partir de mañana iniciará tu instrucción, ya estas en edad de educarte para que cuando llegue el momento ocupes el lugar que te corresponde junto a mi. 
 
- Si hermano - fue todo lo que el menor pudo decir, ya que a pesar de no entender lo que el mayor dijo, cumpliría sus deseos ya que algo lo incitaba a obedecer en todo a Sesshomaru, así había sido desde que tenía memoria y algo le decía que así sería para siempre. 
 
- Bien... ahora no te mueves - fue todo lo que dijo el mayor. 
 
Ambos hermano se quedaron juntos en aquella cama, ninguno parecía tener intenciones de dormir, solo permanecerían uno junto al otro en silencio, disfrutando de la compañía mutua. 
 
25 años después 
 
A pesar de que la Casa de la Luna estuviese oculta entre los cielos, aquel palacio tenía unos impresionantes jardines, que lucían más como grandes bosques, especialmente los del ala de la familia real, toda la estructura era rodeada por altos muros y oculto detrás de una barrera que lo mantenia escondido del mundo entero. 
 
De improviso una sombra atraviese los jardines a toda velocidad, tras de esta un grupo de guardias la seguían de cerca, para estos últimos darle alcance era una tarea difícil pues, a quien perseguían era en extremo veloz para su edad, además unas cuantas trampas puestas estrategicsmente dificultaban su tarea. 
 
El misterioso ente avanzaba cada vez más rápido, su objetivo eran los muros que rodeaban el palacio y posteriormente la barrera la cual una vez atravesará podría llegar hasta el mundo de abajo. 
 
El muro no fue un impedimento ya que pudo pasarlo de un salto, aún sentía a los guardias siguiéndole el paso pero estos se encontraban mucho más atrás de el, sonrió satisfecho ya que solo faltaba la barrera y entonces alcanzaria su objetivo, aceleró el paso hasta contemplar el último obstáculo en su camino, debía prepararse ya que la caída sería larga. 
 
Un último esfuerzo... y lo logró atravesó la barrera, ahora se encontraba volando entre las nubes, dentro de poco comenzaría a caer, al fin después de mucho soñar con el mundo fuera de la Casa de la Luna, ahora con 50 podría verlo. 
 
Pero dicha alegría no duró mucho ya que fue atrapado por una estola que conocía perfectamente, esta lo envolvió con velocidad y con fuerza lo jalo nuevamente al territorio de la Casa de la Luna, atravesó la barrera, pasó por encima del muro y terminó cayendo en una pequeña laguna. 
 
El hanyou sintió como era liberado una vez que entraba en el agua, permaneció abajo por unos momentos más ya que era consiente de lo que ocurriría una vez que saliera a flote, cuando el aire escaso poco a poco subió a la superficie, una vez ahí tomó aire para tranquilizarse. 
 
- ¿Que pretendías Inuyasha? - esa voz lo hizo suspirar, era evidente que el dueño estaba molesto por lo visto tendría una larga reprimenda - Estoy esperando tu respuesta Inuyasha. 
 
El menor intentaba evitar la mirada de su hermano el cual estaba parado junto a aquella laguna con los brazos cruzados mirándolo severamente, Inuyasha aunque no se dignara a mirarlo era consciente que su hermano estaba molesto y no es que estuviese arrepentido de sus acciones, pero no quería escuchar su reprimenda. 
 
- Nada - fue lo único que el medio demonio dijo, para empezar a nadar a la orilla algo enojado de fracasar en su plan. 
 
Una vez en la orilla se levantó, sintiendo sus ropas mojada y pesadas, con calma escurrió su kimono, luego su cabello y se sacudió como lo que era un perro, esperando así quitarse en exceso de agua, por lo visto necesitaría un baño, así que comenzó que caminar en dirección al palacio, ignorando a su hermano quien no se mostró conforme con la actitud del más joven. 
 
- Inuyasha - el mayor alzo la voz y libero su yoki logrando someter al medio demonio, que solo pudo quedarse quieto con las orejas caídas en señal de sumisión y a la espera de una reprimenda. 
 
El Lord se acerco hasta el cachorro para observarlo, tenía la apariencia de un niño de 10 años, pero su verdadera edad oscilaba entre los 50, a su cuerpo le faltaba desarrollo pero sus habilidades físicas habia sido explotadas adecuadamente la mejor prueba era que logró evadir a los guardias solo con su velocidad y todas las trampas que escondió para impedir que fuese alcanzado mostraban a alguien muy inteligente al momento de una planeación militar.
 
Poco a poco los guardias fueron llegando a aquel claro donde se encontraban los hermanos, algunos parecían muy agitados y otros tenían algunas flechas alojadas en sus armaduras, había dos que tenían pintura en sus rostros y otros tenían ramas entre sus cabellos, aquello generó una sonrisa en el medio demonio al saber que su plan habría funcionado de no ser por su hermano mayor. 
 
- Retírense - dijo el Lord a sus sirvientes que apenas llegaban al lugar, por lo visto seguir a su pareja no fue tarea fácil. 
 
Cuando ambos hermano se quedaron solos el mayor envolvió con un abrazo al menor, pegándolo a su cuerpo para comenzar a acariciar el fino cabello blanco, el mas joven se dejó hacer sin protestar especialmente porque el yoki de su hermano se mezclaba con el suyo, sabía que el mayor estaba molesto y preferían dejarse hacer cuanto este quisiera que escuchar sus reprimendas, además no podía negar que disfrutaba de esos momentos. 
 
Hace aproximadamente un año atrás le fue revelada su naturaleza como beta, situación que no le molestaba ya que sin importar nada golpearía a cualquiera que intentase ponerle un dedo encima. Sin embargo, lo más importante fue aceptar que desde su nacimiento estaba emparejado con su hermano mayor y que cuando el momento llegara debería cumplir las funciones para las que fue educado los últimos años. 
 
Sin embargo parte del crecimiento también incluyó etapas de rebeldía, como sucedía ahora, había estado encerrado por 50 años en la Casa de la Luna, no conocía nada más que su hogar y sentía mucha curiosidad por el mundo bajo sus pies, deseaba verlo más que nada en el mundo pero su hermano no le permitía poner un pies fuera del palacio. 
 
- Has mejorado - comento el mayor muy tranquilo a pesar de que su pareja intentó escapar. 
 
- No lo suficiente - declaró el medio demonio aún frustrado por su fallido plan. 
 
- Conoces las reglas - continuó el Lord mientras miraba el muro y pensaba lo cerca que estuvo aquel cachorro de abandonar la Casa de la Luna - No debes abandonar el palacio bajo ninguna circunstancia. 
 
- Odio el muro y esa maldita barrera - escupió el más joven gruñendo, harto de vivir como una princesa en una jaula de oro.
 
- Aún eres joven para poder visitar el exterior - explicó el mayor intentando convencer a aquel embravecido cachorro, porque eso era un cachorro, haciendo una rabieta. 
 
- Tengo 50 años, no soy ningún niño - gruñó molesto por ser tratado como un crío - Puedo cuidarme solo - cruzo los brazos en señal de indignación.
 
- Tal vez en uno años más - decreto el Lord para así comenzar el retorno al palacio, junto a su pareja - Es verdad que eres muy hábil e inteligente - menciono recordando como los profesores de su hermano se referían a el - Pero el mundo exterior está lleno de peligros para los cuales aún no estas preparado. 
 
Dichas palabras afectaron al más joven el cual bajo la mirada decepcionado, pues a ese paso jamás podría salir de la Cada de la Luna para conocer el mundo. Por su parte Sesshomaru notó el repentino cambio de su hermano, así que llevo sus manos hasta el rostro del medio demonio, lo tomo del mentón para levantar su rostro y mirarlo detenidamente, aquel cachorro se ponía más hermoso con el paso del tiempo. El hanyou al sentirse observado desvió la mirada con evidente nerviosismo, que el mayor actuase de esa forma lo ponía incómodo. 
 
Tras haber revelado a Inuyasha el papel que desempeñaría en las tierras del Este, la relación entre los hermano se tornó incómoda más para el menor, pues estaba consiente de que en si era la pareja de su hermano, es decir, que en algún momento concebiria los cachorros de ambos. Tiempo atrás uno de sus maestros le explicó en qué consistía la reproducción de diversas especies de demonios, al principio eso no fue algo que llamase su atención, pero al saber que debía hacer precisamente "eso" con su hermano lo ponía nervioso. 
 
- Vamos a nuestra habitación- escucho la orden del mayor y lo único que pudo hacer era girar su rostro para evitar que lo viesen sonrojado. 
 
Sesshomaru era consiente que su hermano era aún pequeño, aún cuando ya fuese plenamente consiente que era su pareja destinada, en ocasiones sentía que el menor se tensaba con su cercanía, aquello era normal ya que a esa edad lo que la mayoría de los demonios quería era recorrer el mundo, causar estragos e incrementar su poder e Inuyasha no era la excepción. 
 
No obstante en peligro aún era inminente, por todas aquellas tierras se habia corrido la voz que el segundo hijo del General Perro era un hanyou y no cualquiera sino uno del tipo beta, lo cual muchas veces generó conflictos entre ese y otros dominios, a pesar de que todos eran conscientes que el príncipe era el destinado de su propio hermano, Sesshomaru ya había perdido la cuenta de cuantos cuellos tuvo que cortar por aquellos que osaron desear a su compañero. 
 
Tras una pequeña caminata llegaron a la habitación que compartían, en si las cosas no habían cambiado mucho ya que Inuyasha sabia que su hermano no dormía casi nada y que era el único que ocupaba la cama para eso. El Lord solo hacía uso de la cama para compartir unos momentos con sus pareja, en la cual se mantenían abrazados y mezclando su yoki aquello con el fin de marcar de alguna forma su territorio. 
 
- Ven conmigo - ordeno el mayor que ya se encontraba sobre la cama, ampliamente cómodo. 
 
Inuyasha no se negó en ningún momento ya que tras aquella orden se recostó al lado de su hermano, que lo recibió entre sus brazos. Aquellos momentos eran sagrados para ambos, debido a que por los compromisos que ambos tenían como parte de la familia real, el tiempo que podían compartir era escaso. 
 
En aquel simple silencio en que ambos se acompañaban, el más joven buscó la mirada de su hermano, sus ojos dorados... como los suyos, tan iguales pero a la vez tan diferentes, fue entonces cuando se atrevió a preguntar algo que sus corazón reclamaba saber desde hacía tiempo atras. 
 
- Sesshomaru - llamó el hanyou atrayendo la atención del mayor que lo miró intrigado ya que podía sentir como su compañeros estaba intranquilo - Si soy tu pareja destinada - por lo visto no encontraba las palabras adecuadas para terminar su pregunta. 
 
- ¿Que es lo que te preocupa? - pregunto el demonio expulsando su yoki con el fin de tranquilizar a su hermano menor. 
 
- Quiero saber... - hablo el mitad demonio - ¿En qué momento se completara el lazo? - se sonrió ampliamente - Es decir, cuando intimaremos - un sonrojo apareció en su rostro, era evidente su nerviosismo ante dicho tema.
 
Aquella pregunta tomó por sorpresa al Lord, pero no demostró ningun cambio en su semblante, lo que su hermano necesitaba saber era algo que ni el mismo sabia, ya que hasta este punto se había contenido, pues muchas veces deseo consumar su unión en el pasado, lo cual era difícil pues el menor adoptaba una belleza sublime con el paso del tiempo, aún así era evidente que no era el momento. 
 
- Todo a su tiempo- contestó el mayor acariciando con sus finos dedos el rostro de su hermano, deleitandose con aquella piel tan similar a la porcelana. 
 
- Me dirás que soy muy joven - pregunto el medio demonio que disfrutaba del toque, fastidiado que dicha respuesta era lo único que recibía últimamente.
 
- Tal vez - fue toda la respuesta que recibió el hanyou, riendo un poco, por lo visto las cosas no cambiarían en algún tiempo.
 
Inuyasha no pudo preguntar nada más ya que su hermano lo atrajo más a su cuerpo, para así liberar más de su yoki con el fin de tranquilizarlo, lo cual funcionó pues perdió los deseos de querer conversar al instante. Si bien tarde o temprano ese momento llegaría, no había nada que pudiera hacerse solo esperar y aceptar. 
 
El era el hijo menor de Lord Inutaisho la bestia comandante, antiguo Lord de las Tierras del Este; actual Principe de la Casa de la Luna, compañero del actual Lord Sesshomaru segundo hijo del comandante perro, título que lleva desde el día de su nacimiento y no por desicion propia, pero aún así debía aceptar su destino uno del cual no podía escapar.
 
Notas finales:

Bien eso es todo por el momento espero que les haya gustado. 

 

Espero sus comentarios para saber si vale la pena continuar con esta historia. 

 

Siendo todo por ahora, me despido... 

 

Amor y cohetes 

 

LORD GRIM


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