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Draco's Plan por JennVilla

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Los días pasaron rápidamente llenos de cambios y acontecimientos inesperados.

Barty Crouch estaba actuando extrañamente. Karkarov, según Severus, era un mortífago y vigilaba a Draco y a Harry por igual. Pansy y Blaise, eran novios. Según Blaise, por proteger a Pansy de cualquier chico malintencionado. Según Pansy, porque quería ser la primera en la lista de conquistas de Blaise, en no ser rubia.

La estúpida de Rita Skeeter seguía con más comentarios mordaces sobre Harry. Ahora, según ella, por declaraciones de la tonta de Laughalot, Harry y Granger tenían una relación. Sobra decir que Draco, llevado por la molestia que le causaba el que no dejaran en paz a Harry, y también de que le emparejaran con otra persona, decidió dejar en claro las cosas. Harry era suyo, y nadie podía meterse con él.

Así que después de la clase doble de pociones, Draco se encargó de que Laughalot y todos sus compañeros, vieran cómo besaba a Harry con pasión desenfrenada. Todos estaban con la boca abierta, y Granger tenía una pequeña sonrisa de agradecimiento.

— ¿Por qué hiciste eso? —le había preguntado un descolocado Harry, después del impacto inicial.

—Porque si quieren publicar algo más en El Profeta, entonces que sea cierto. Tú estás conmigo y sólo conmigo, Harry. Además de que me he encargado de que Skeeter reciba un pequeño mensaje.

Y era cierto.

Draco y Blaise, días antes, estaban yendo a Herbología cuando habían visto a Lisa Laughalot hablar con la rubia reportera. Nada extraño pasó hasta que de la reportera no quedó nada salvo un pequeño escarabajo verde. Un animago no registrado podía tener problemas con el Ministerio. Y Draco esperaba que Skeeter fuera lo suficientemente inteligente para que dejara tranquilo a Harry.

En esos días también había tenido que lidiar con otro problema. Como resultado de las hormonas locas suyas y de Harry, Lucius Malfoy los había pillado infraganti en un pasillo. Gracias a Merlín sólo se estaban besando.

La expresión y la mirada de su padre no le revelaba nada, y Draco quiso desaparecer. Harry, con su estúpida valentía Gryffindor, se había interpuesto entre los dos Malfoy y había mirado retadoramente a Lucius.

Su padre sólo había sujetado la barbilla de Harry con el bastón. Sólo eso, gracias a Merlín.

—Espero que sepa lo que hace, señor Potter.

Y con eso, había girado sobre sus talones y seguido su camino diciendo sobre su hombro, con voz suave:

—Sólo los ojos, Draco.

Draco enrojeció y no quiso darle explicaciones a Harry.


—Es de vital importancia que Harry tenga las tres Reliquias en su poder para la tercera prueba. Lo de la Varita y la Piedra lo tengo solucionado.

—Muy bien, Draco —felicitó Dumbledore—. Pero dime, querido muchacho... ¿Hablamos de la misma Varita? ¿Mi Varita? —cuestionó el director— ¿Has pensado en que puede suceder que Harry no sea compatible con esta? —terminó diciendo, con una sonrisa astuta que nada gustó a los dos Malfoy.

—Dumbledore, ¿acaso usted va a negarse a colaborar? Además, estamos hablando de la Varita de Sauco. No creo que haya un problema con eso, ¿o sí? —replicó Lucius.

—No quise decir eso. Lo que quise preguntar a tu hijo, Lucius, es cómo excusará que Harry utilice mi Varita en la prueba. Y sobre la compatibilidad... Creo que necesito averiguar algo sobre ello.

—Eso no importa, Albus. Ya pensaremos en algo. —dijo Black, desde su lugar. Lucius le miró con desdén, no así Draco. No era conveniente enemistarte con familiar más cercano de tu novio, ¿no?

—No Chucho, tú te quedas fuera de esto. A fin de cuentas, no es como si pudieras hacer mucho, salvo venir a una reunión a la que no se te ha invitado. —siseó Severus.

Black le miró atentamente, y luego sonrió con picardía.

— ¿En serio deseas eso, Snivellus? —preguntó con retintín. Severus aferró con fuerza su varita y Dumbledore sonrió.

—No quisiera interrumpir su amena charla, pero tenemos algo entre manos. Así que, por favor, continuemos en lo importante.

—Black —carraspeó Draco—, usted tendrá que encargarse de Moody, para que no meta las narices en cuanto a la Capa. —Draco reafirmó su postura, al ponerse de pie al lado de Lucius.

— ¡Uy! —silbó Black— El pequeño dragón ha hablado, y Sirius ha obedecido.

—Tiene actitud de mando, Chucho. Algo que es mucho pedir de tu parte. —dijo Lucius orgullosamente, al tiempo que ponía una mano en el hombro de Draco. Como si estuvieran conectados, los dos rubios alzaron una ceja en desdén; la famosa marca Malfoy.

Black rio, pero no se opuso a su tarea. Dumbledore se levantó y paseó por su despacho, con gesto pensativo.

—Creo que es hora de que nos retiremos. El próximo viernes será un día atareado. Severus, ¿tienes alguna idea de cómo atacará Voldemort esta vez?

—No, señor. Hace mucho que él dejó de actuar como siempre lo había hecho. Y yo ya no estoy en sus filas como para dar por sentado cualquier cosa.

—Pero fuiste uno de ellos, Snape —rebatió Black, con desprecio—. Y tú también, Malfoy.

— ¿Y eso qué tiene que ver, Black? —gruñó Severus— ¡De nada nos sirve! El Señor Tenebroso no sería tan necio como para conservar sus antiguos métodos para que los que hemos dimitido, saquemos conclusiones de sus próximos movimientos.

—Un par de espías no nos vendrían mal. —dijo Black entre dientes.

—Pues yo no voy arriesgarme estúpidamente. —sentenció Lucius.

Black miró entonces a Severus.

— ¿Qué me ves, Chucho? Si he de ser espía, no lo haré porque tú lo digas.

—Pues Albus se encargará de eso, ¿no? —dijo el padrino de Harry. Dumbledore seguía recorriendo lentamente su estudio con mirada pensativa— ¿Albus? —preguntó nuevamente Black.

—No, Sirius —Dumbledore por fin les concedió su atención a los presentes—. Severus ha pasado mucho tiempo alejado de Voldemort, entonces es obvio que no sería bien recibido. Ahora bien, dejando de lado el tema de espionaje, vamos a pensar un poco. Si yo fuera Voldemort, intentaría hacer algo en la próxima prueba ya que en las otras dos no he hecho nada, y por un momento he dejado de ser importante para los demás como para que se preocupen por mí.

Lucius abrió la boca para hablar, pero el anciano le frenó:

—Ya sé que me dirás que yo soy Albus Dumbledore y él... es él. Créeme, muchacho, que aunque me repugne la idea, Voldemort y yo compartimos muchas cosas —Dumbledore pareció más viejo al decir estas palabras, pero se recompuso rápidamente, y siguió con entereza: —. Aunque no sé cómo puede utilizar Harry las tres Reliquias, confío en que estas sirvan de algo. He estado leyendo todo lo que cae a mis manos sobre ellas, pero no he sacado nada en concreto. Pero confío en Harry, y si la prueba me lo permite, haré hasta lo imposible por ayudarle. ¿Puedo contar con ustedes?

Lucius y Severus asintieron.

— ¿Y de qué va la prueba? Tenemos que saber cómo movernos para acudir a Harry. —dijo Black.

—No lo sé, muchacho, apenas lo sabré el mismo viernes. Ludo Bagman guarda sus secretos celosamente.

— ¿Así que actuaremos a ciegas? —Black se puso de pie— ¿Idearemos planes para que luego todo se vaya a la mierda?

—Cálmate, Chucho. —dijo Severus con cansancio.

—Tú no me hables, Snivellus.

—Suficiente —Dumbledore aplaudió una vez, llamando la atención de todos—. Necesitamos descansar, así que es el momento de dar por terminada nuestra reunión. Draco —el director miró a Draco—, piensa muy bien lo de la varita y hazme saber cualquier cosa con anticipación. Ahora retírense todos, por favor. —Dumbledore les dio la espalda a todos, sin agregar a nada más.

Draco dejó el despacho del director con un miedo atenazándole en el pecho.


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