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Draco's Plan por JennVilla

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Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido en Hogwarts en la final del Torneo de los Tres Magos.

El Mundo Mágico se encontraba aún en un estado catatónico y de aturdimiento. Pero los hechos lo merecían; ya que no era normal amanecer y saber que el Lord Oscuro había muerto y con él toda la inquietud y el temor que había inundado en demasía a los nacidos de muggles. Y lo que era más increíble, la supuesta aparición de la Muerte; no una plaga o un virus general, la Muerte en... persona, o más bien en presencia.

Aunque aún era increíble, todos los magos y brujas ingleses estaban lentamente asimilando las... buenas nuevas. Gracias a los testimonios de Harry Potter y Cedric Diggory -aunque el material de declaración no estaba al alcance del común-, las autoridades habían hecho eco en cualquier periódico que se pudiera leer para difundir información sobre la veracidad de dichos testimonios; aunque el profesionalismo con el que se habían manejado era muy cuestionable.

Habían utilizado Veritaserum y Pensaderos para sacar la mayor información posible de los dos jóvenes, comprobando hechos casi inconcebibles, aún para la magia. De hecho, querían retener por más tiempo a los chicos, pero ni Sirius Black, ni Amos Diggory lo habían permitido.

Draco había agradecido que así fuera, o él mismo se hubiera encargado de que su padre se hiciera con la custodia de Harry para protegerlo de las garras del Ministerio. Claro que tuvo que pensar detenidamente en que después de eso, Harry y él quedarían políticamente como hermanos. Y bueno… eso no era recomendable.

Ahora, Draco estaba entrando a un restaurado Grimmauld Place junto con sus padres, Harry y Black.

Recién habían salido del Ministerio y el animago ahora ondeaba orgullosamente el pergamino donde se le concedía la custodia sobre Harry. Y Harry estaba sacando pecho y mirando a su padrino con adoración. Draco quería comérselo a besos, pero recordó que no estaban solos y lo dejó como tarea pendiente.

—Bienvenidos todos a mi humilde hogar —dijo Black en tono afectado—. No creo que sea lo que Lucius esté acostumbrado, pero es lo que hay.

—No te tomes confianzas, Chucho. —dijo Lucius mientras se adentraba a la lujosa sala y se sentaba en la silla alta que correspondía al jefe de familia.

Sirius Black les había invitado junto con los Weasley y otros más. Pero Lucius había demandado exclusividad, así que ahora sólo estaban los Malfoy de visita para irse antes de que los demás llegaran.

Narcissa se acomodó junto a su esposo, conjurando otra silla similar, y Draco se sentó al lado de Harry en un sofá. Black rápidamente los separó y se sentó entre ellos, pasando un brazo por los hombros de Harry. A Draco obviamente no le gustó el cambio.

Un silencio se instaló en la habitación, solamente interrumpido por el leve golpeteo del bastón de Lucius en el suelo.

—En fin —dijo Black después de un rato—. Les agradezco todo lo que han hecho por mí, y por Harry. Quién diría que tener a mi adorada prima casada con un Malfoy me iba a servir tanto. —rio.

—Malfoy o Black, te hubiese ayudado igual, Sirius. No necesito de un apellido. —dijo Narcissa simplemente, mientras miraba todo a su alrededor.

—Eso lo sé Cissa, me refiero a que-

— ¿Se te han olvidado las costumbres Sangrepura, Black? —interrumpió Lucius con una mueca de burla.

— ¿Eh? ¿De qué hablas, peli teñido?

—Padrino. —Harry dijo con vergüenza.

— ¿Dónde está el servicio de té para tus invitados? —continuó Lucius con una ceja arqueada.

—Yo puedo prepararlo —sugirió Harry rápidamente mientras se ponía de pie—. Tía Petunia me enseñó.

—Tú no vas a ningún lado, Harry —Black lo detuvo por un brazo—. Ya me las arreglaré para contentar el culo aristocrático y Sangrepura de Malfollado.

— ¡Sirius!

—Te advierto, Chucho, que no aguantaré ninguno de tus inmerecidos insultos contra mi humilde persona. —Lucius advirtió.

—Oh, perdone su majestad —dijo Black secamente—. No sabía que yo no podía hacer una simple broma en mi propia casa.

Mientras Lucius y Black se ponían de pie y seguían discutiendo, y Narcissa trataba de interceder con una pequeña sonrisa divertida asomando en sus labios, Draco aprovechó el momento y se acercó a Harry.

— ¿Por qué no vamos a mirar tu nueva habitación, Harry? —dijo con voz suave y sugerente.

— ¡Draco! —Harry ahogó una exclamación y soltó una risita nerviosa. Draco se mordió el labio.

—Podemos aprovechar que los adultos están en otro mundo para... ya sabes, ponernos al día.

Harry sonrió muy a su pesar y miró a Draco con ojos chispeantes de emoción.

—Bueno, podríamos. Quiero ver la habitación... además de que ha pasado mucho tiempo de sólo besos. Ya sabes…

— ¿Eso quiere decir que subiremos de nivel? —Draco se acercó aún más, tocando sutilmente la pierna de Harry.

— ¡Draco! ¡Tus padres están aquí! —rio Harry.

—Obviamente no lo vamos a hacer aquí, cariño. Para eso es la habitación. —Draco guiñó un ojo.

—No tienes vergüenza.

—Contigo, no —dijo Draco, como si estuviera hablando de lo más simple del mundo—. Vamos, Harry. Te he extrañado mucho y hoy... hoy estás particularmente muy follable.

Harry suprimió una exclamación y se cubrió la boca mirando alarmado en dirección a los demás. Black ahora estaba más cerca de Lucius parloteando quien sabe que monsergas, mientras Lucius sólo le miraba y pasaba lentamente sus largos dedos por el extremo de su bastón, donde se encontraba su varita. Narcissa al parecer se había rendido de intermediar, y ahora curioseaba el tapiz familiar de los Black.

— ¿Te preocupas por ellos? —preguntó Draco con un puchero— Apenas y nos prestan atención. Y si preguntan algo, les diremos que te llevaré a descansar. Ha sido un tiempo difícil para ti, ¿no?

—Descansar es lo último que yo haría allí contigo, Draco —Harry bufó divertido—. Además, ese cuento no te lo crees ni tú. Y hoy no tengo especial interés en ver a tu padre con una maldición en su varita, y menos a mi padrino.

Draco puso los ojos en blanco.

— ¿No sientes siquiera un poco de consideración por mí? Para que te vistes así, si no es para complacer la vista de tu novio. —bromeó, paseando la vista por todo el cuerpo de su novio.

Harry se miró a sí mismo, para luego sonreír coquetamente hacia Draco.

Y era cierto, Harry estaba malditamente follable ese día; Black le había regalado un atuendo versión mini Black y le quedaba de perlas. Un jean negro ajustado, con una chaqueta -ahora sí sabía cómo le llamaban a esa prenda- de cuero negra. Tenía también unas botas negras muy sensuales y a la vez estupendas. Draco quería unas, pero ya podría imaginarse la cara de sus padres si se atrevía a ponerse algo así.

—Me he vestido así, para estrenar el regalo de Sirius, y porque me dio la gana. No para que parezca como si tuviera un cartel en la frente que dijera Draco Malfoy, ven y hazme tuyo.

—Sólo estaba bromeando, Harry. —dijo Draco con el ceño fruncido.

—Eso lo sé, Draco. Y yo también bromeaba. Pero también quería decirte que me seguiré vistiendo así, y que tú tienes que hacer voto de castidad. Recuerda, sólo besos hasta el matrimonio. —Harry utilizó una voz burlona; claro indicio de que bromeaba, pero, aun así, Draco no podía dejar de alarmarse por ello.

— ¿Qué? —Draco casi gritó.

Harry rio imperceptiblemente mientras acercaba una mano a la pierna de Draco.

—Tal vez cambie de opinión...

Un ligero carraspeo se escuchó y Draco casi se fractura el cuello por girarlo tan rápido. Su madre estaba observándoles con una ceja ligeramente alzada.

Draco se alejó de Harry lo más sutilmente que pudo mientras murmuraba:

—Ya veremos quién ruega a quien, Potter. Esto no se queda así.

Harry sonrió maliciosamente.

— ¿Estás asustado de seguir perdiendo, y rogar por mi atención, Malfoy?

—Ni un poco, Potter. No seré yo el que pierda. También tengo mis encantos, y son muchos más que los tuyos, si se me permite decir.

Harry y Draco se miraron fijamente para luego reír por la bizarra situación.

— ¿Y ustedes qué? —Sirius por fin dejó su perorata, para mirarlos fijamente— ¿Qué te está haciendo el pequeño Malfoy hijo de su padre y para nada de su madre, Harry?

—Con él no te metas, Sirius —dijo Narcissa—. Ve con tus ridiculeces con Lucius. Ya te he aguantado lo suficiente, es hora de descansar de un revoltoso como tú.

— ¡Cissa! —exclamó Black en tono ofendido.

—Nadie te quiere, Chucho. —dijo Lucius con desdén.

—Y de ti estoy cansada también, Lucius. Ustedes dos parecen niños, y peor cuando se juntan con Severus —Narcissa hizo un ademán elegante hacia Harry, casi obviando que el azabache estaba un momento antes, casi encima de su hijo —. Señor Potter, me gustaría hablar a solas con usted. ¿Me permite? Para cuando usted quiera y pueda estará bien.

Draco se tensó inmediatamente.

— ¿Y por qué? —dijo Black parándose frente a Harry en gesto protector.

—No es de tu incumbencia, Sirius —desestimó Narcissa con un gesto de su mano—. Más bien prepáranos el servicio de té. Nos iremos pronto.

—Cissa, tú eres una dama de clase... —empezó Black.

—Ni te atrevas, Chucho. —advirtió Lucius.

—... ¿por qué no me ayudas tú con eso, prima?

—Porque aquí soy la invitada. —Narcissa levantó el mentón orgullosamente.

—Yo puedo ayudar. —volvió a ofrecer Harry.

Black lo silenció con un gesto y exhaló con frustración.

— ¡Kreacher! —llamó en voz alta.

Un elfo viejo y encorvado apareció enseguida.

— ¿Sí, Amo? —chirrió el elfo con cierto retintín.

—Prepara un servicio de té para cuatro personas. El señor Malfoy está indispuesto, así que no te preocupes mucho por él.

Narcissa puso los ojos en blanco y Lucius ni se inmutó. El elfo giró un poco la cabeza para observar a los invitados y cuando vio a los dos Malfoy, estuvo a punto de desmayarse por la emoción.

— ¡Por fin gente respetable en esta casa! —chilló el elfo— El pobre Kreacher no veía a ningún mago respetable desde hace tanto tiempo. La querida Ama se sentirá tan contenta.

— ¡Vete ahora! —ordenó Black.

El elfo le ofreció una desdeñosa inclinación y desapareció.

—No he visto un elfo tan insufrible como el tuyo, Black —se burló Lucius, después de un momento—. No quiero ni esperar a ese té.

—No lo pedí para ti.

— ¿A qué hora llegan los demás? —intervino Narcissa.

Black se encogió de hombros sonriendo.

—No lo sé. Los Weasley llegarán en la noche, y creo que nadie más vendrá... a menos de que tú le digas a Snivellus que se venga a vivir aquí, con nosotros.

— ¿Qué? —Harry casi chilló.

Black soltó la carcajada y palmeó la espalda de Harry.

—No te preocupes, cachorro. Con el que tengo que hablar es con... con Remus. —terminó diciendo el animago, con un suave temblor en la voz.

— ¿Remus? —Harry preguntó inocentemente.

Lucius murmuró algo sobre que Harry más ciego no podía ser y Black evitó la mirada de su ahijado.

—Harry, ¿por qué no me enseñas tu habitación? —dijo Draco en voz alta, cuando no pudo aguantar más las tonterías de los adultos. Lo hizo de manera inocente, a su parecer, y no entendió por qué el azabache le fulminaba con la mirada.

Black y Lucius, al escuchar la sugerencia de Draco, hablaron a la vez.

—Porque tú y yo tenemos que hablar, Draco.

—Porque Harry no va a caer en tus garras, pequeño Malfoy.

Lucius alzó una ceja después de la afirmación de Black.

—Mi hijo maneja unos estándares fuera de tu comprensión, Black. No te preocupes.

—Eso ya lo veremos, Malfoy. Vamos Harry, te mostraré yo mismo tu habitación, porque puedo adivinar que aún estarás cargando con tu equipaje en el bolsillo, ¿no? —preguntó el hombre amablemente, mientras alborotaba el pelo de Harry con sus manos.

—No importa, no pesa en absoluto. —sonrió Harry.

—Da igual. Vámonos, no quiero interrumpir la reunión familiar. —Black le empujó levemente hacia la salida, y cuando ambos estuvieron fuera de la sala, la puerta se cerró mágicamente.

— ¡Soy el dueño de la casa, Malfoy! ¿Qué te has creído tú para cerrarme la puerta? —Black gritó desde afuera.

Lucius le ignoró y guardó su varita, para luego mirar a su familia.

—Draco, ya creo que es momento que hablemos de ese comportamiento tan bochornoso que—

—Lucius. —advirtió Narcissa.

Lucius suspiró con fastidio y volvió a empezar:

—Ya hablaremos luego, tú y yo. Ahora tengo que irme; no puedo retrasar el viaje. Nos veremos mañana en la noche, así que despídanme de Potter.

— ¿A dónde vas? —preguntó Draco.

—Iré a cerrar unos negocios en Francia. También visitaré la casa de verano de Severus para recoger mi recompensa.

— ¿El qué?

—Tu padre hizo una estúpida apuesta con Severus —explicó Narcissa con hastío—, y resulta que ha ganado y ahora es el dueño de todos los suministros de tu padrino. Me refiero a las pociones avanzadas. Y ya puedes hacerte a una idea de cómo se puso tu padre.

— ¡Muy bien, padre! —alabó Draco.

—No felicites ese comportamiento, Draco —amonestó Narcissa—. Tu padre no deja de ser un tonto.

— ¿Por qué me llamas tonto frente a nuestro hijo? —siseó Lucius.

—Porque quiero y puedo. Ahora sigue con lo otro que no tenemos todo el día, Lucius.

Lucius le dio una mala mirada a su esposa, para luego concentrarse en su hijo.

— ¿Qué harás ahora con Potter? —preguntó a bocajarro.

— ¡Lucius!

— ¡Papá!

— ¿Ahora qué hice? —Lucius levantó ambos brazos en exasperación.

—No hay necesidad de ser tan directos. —la rubia se masajeó las sienes.

—Pues perdóname, Narcissa, pero es la mejor forma —Lucius miró a Draco—. Responde, Draco.

Draco tembló como hoja.

—B-bueno... no lo sé.

—No tartamudees, Draco. —dijo Lucius. Draco suspiró.

— ¿A qué viene la pregunta? —preguntó.

— ¡A que necesito saber si tendré un nieto o tendré que darte un hermano! —Lucius susurró enérgicamente.

— ¡Lucius! —una ofendida Narcissa le dio un zape en la nuca. Draco rio.

— ¿Ustedes me darían un hermano?

—Jamás. —dijo Narcissa.

—Pues si sigues con el propósito de llevarte a Potter a la cama, no sé en qué más pensar. —dijo Lucius mirándose las uñas.

— ¡Abraxas Malfoy! ¡Ni creas por ningún momento que yo me prestaré a ello!

—Eso dijiste cuando nos casamos —Lucius sonrió—, querías adoptar para no dañar tu figura, pero después no había poder humano que te quitara a Draco de los brazos.

— ¡Pues ahora es diferente! ¡Me niego a ello!

Lucius guiñó un ojo en complicidad a Draco, y Narcissa pisoteó el suelo con su tacón.

— ¡Draco!

— ¡Yo no he hecho nada, madre!

Narcissa hizo revolotear su vestido al ponerse de pie e ir con paso indignado hacia la ventana.

— ¿Es tan importante para ti un heredero, padre? —preguntó Draco después de un rato de silencio.

Lucius le miró sin ningún gesto en particular.

—Lo más importante para mí, es tu felicidad, Draco —dijo, en voz pausada—. Eres mi hijo por encima de todas las cosas, y por eso quiero saber qué es realmente lo que quieres.

El pecho de Draco se calentó con un sentimiento de infinito amor a su padre.

—Yo... yo creo que... bueno, no lo creo. Yo quiero a Harry —aseveró Draco con expresión soñadora. Lucius trató de no bufar—. Y quiero intentar una relación normal con él, ¿sabes? Una relación sin amenazas de ninguna clase. Quiero estar con él. Ya el futuro nos deparará algún destino.

Lucius hizo una larga pausa antes de hablar:

— ¿Estás seguro de todo?

—Soy joven, papá. Estoy tan seguro como lo está un joven.

— ¿Me estás diciendo viejo? —Lucius le miró con indignación.

Draco rio y la sonrisa cálida de su padre le acompañó.

—No sé ni para qué me esfuerzo con ustedes dos. —refunfuñó Narcissa desde su lugar.

—Ah, ahora que recuerdo a tu madre, Draco, ella ya perdió las esperanzas definitivamente contigo —la sonrisa de Lucius asemejaba a la de un tiburón—. Ayer habló con la señora Greengrass.

—Me parece muy bien. —dijo Draco, entrelazando los dedos de sus manos.

—He pasado una vergüenza enorme. —dijo Narcissa dándoles la cara y sentándose de nuevo en su sillón.

— ¿Por qué? —Draco preguntó con gesto ofendido— ¿Porque preferí a un chico antes que a Astoria?

Narcissa frunció el ceño.

— ¡No seas tonto, Draco! Lo digo porque habíamos planeado la boda perfecta.

—Oh.

—Sí, oh.

—No te alarmes por ello —Lucius posó una mano en el hombro de su esposa—. Tu madre ya encontrará un pasatiempo con tu relación con Potter.

—Ya creo que sí. —dijo Narcissa, sonriendo astutamente ante la mortificación de Draco.

—Mientras tanto, seguiremos esperando a que te decidas por casarte con una linda bruja Sangrepura y nos des un digno heredero.

— ¡Papá!

—Y si no —continuó Lucius tranquilamente—, tendré que seducir a tu madre para lo otro que habíamos hablado.

A esa declaración, le siguió una carcajada luego de un iugh por parte de Draco. Una sonrisa por parte de Lucius y un coscorrón por parte de Narcissa hacia su esposo.

El servicio de té no apareció.


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