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Draco's Plan por JennVilla

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—Tengo que decir que todo esto que me has contado, Lucius, me ha impresionado bastante. Aún con todo lo que he vivido y experimentado, nunca creí que pasaría algo así. —dijo Dumbledore mientras se acomodaba perezosamente en el sofá.

—Para usted, soy el Señor Malfoy. — gruñó Lucius, por enésima vez.

—Oh por favor, muchacho. Tú y Severus fueron mis alumnos. Aún los veo como aquellos jovencitos que solían aterrorizar a todos los Hufflepuff incautos.

—Yo no estaba inmiscuido en las bromas del señor Malfoy y compañía en ese entonces, señor. —aclaró Severus.

Draco no le veía el punto a que él estuviese en esa tediosa reunión. Pensó en Harry y en cómo no había podido reunirse con él. Era la medianoche y el peso de esta, se asentó sobre Draco, provocando que un bostezo se le escapara, y que su padre le pellizcara en un hombro.

—Estoy esperando una solución, Dumbledore.

—Lo sé, Lucius. La conclusión de todo esto, si no estoy mal, es que yo tengo que intervenir con las Tres Reliquias y enfrentarme a Voldemort.

—Sí.

—Señor, aún no estamos seguros de que esas sean las tales Reliquias. —dijo Severus, mirando retadoramente a Lucius.

—Oh no, Severus —rio el anciano—. Esta historia es en realidad fascinante, y no me gustaría dejarla pasar sin darle una oportunidad.

—No se trata de que sea fascinante o no, Dumbledore—Lucius miró con rencor al director—. ¡No es una historia de nanas! Fue algo que me pasó, algo que viví y-

—Lucius, en ningún momento estoy restándole credibilidad a lo que te pasó— Dumbledore le sonrió beatíficamente—. Te pido disculpas si así pareció. Pero hay algo a tener en cuenta... El Maestro de la Muerte es el que realmente acepta el hecho de que la muerte es inevitable, y que hay otras cosas peores que morir. ¿Se aplicaría en nuestro caso?

— ¿Y quién dice eso sobre el Maestro de la Muerte? ¿Acaso es verídico? —dijo el rubio mayor, con desdén.

—Lo digo yo, Lucius.

Diciendo esto, Dumbledore cerró los ojos y empezó a acariciarse la larga barba. Severus y Lucius se quedaron en silencio, mirando al fuego de la chimenea. Draco de verdad que no sabía si podía aguantar más.

—Padre... ¿puedo retirarme? Mañana tengo pociones y no quiero reprobar el examen.

—Puedo eximirte de ese examen, Draco. —dijo su padrino.

Dumbledore pareció despertar de su letargo y sus ojos azules brillaron.

—Tengo entendido que sólo los jóvenes Diggory y Potter pueden prescindir de los exámenes, Severus.

— ¡Pero estamos en una misión! —exclamó Draco.

—Ni usted ni su padre serán partícipes de esto, joven Malfoy —Dumbledore hizo una pausa, y continuó: —. Eso también va para mi persona.

— ¿Qué? —Draco no cabía en sí del asombro.

—Silencio, Draco. —espetó Lucius.

— ¿Es que usted está loco? —Draco ignoró a su padre— ¿Acaso está queriendo decir que Ha- que Potter tiene que usar esas ridículas cosas, y enfrentarse a Voldemort él solo? ¿Tiene usted tanto miedo de ese mestizo, que tiene que utilizar a un chico de catorce años?

— ¡Draco!

La amonestación de su padre le hizo caer en cuenta que no estaba solo con el viejo loco.

—Lo siento.

—No se preocupe, joven Malfoy —dijo Dumbledore, gélidamente—. Entiendo su inconformidad, pero debe creerme cuando le digo que tengo mis motivos para que sea Harry quien se enfrente a Voldemort. Si las tres Reliquias han de servir.

— ¿Y cuáles son esos motivos? —escupió Draco con desdén.

— ¡Suficiente! Vete de aquí, Draco. Ve a dormir antes de que me cuestione tu integridad. —siseó Lucius. Draco le miró ofendido y Dumbledore se apresuró a hablar.

—No te preocupes, Lucius. No es necesario enojarse. Pero, de todas maneras, esa ha sido mi última palabra. Ahora bien, trataré de ayudar a Harry en lo que me sea posible, para que su carga no sea tan pesada. Mi varita estará disponible en cualquier momento —y dirigiéndose a Draco, dijo: —. Draco, he escuchado sobre tu relación con Harry...

Draco antes de ofenderse por el atrevimiento del viejo al tutearle, palideció y bajó la mirada.

¿Acaso Dumbledore tenía oídos en las paredes?

— ¿Relación? —siseó su padre.

—Ah sí, Lucius. Tu hijo y Harry son amigos. Yo tampoco me lo esperaba, pero me alegra bastante este acontecimiento. Por todo Hogwarts se comenta cómo los príncipes de Slytherin y Gryffindor han hecho las paces y cómo mantienen juntos —dijo Dumbledore con voz risueña—. Yo no sabía que existían títulos de la Realeza en las casas de mi colegio.

Draco gimió del puro alivio y su padre alzó una ceja con desdén.

—Así que como dije antes —continuó el viejo—, me alegra mucho que el joven Malfoy y Harry hayan dejado sus peleas atrás. Tengo entendido que ayudaste a Harry en la primera prueba, ¿no, Draco?

—Sólo le enseñé un hechizo que le sería de ayuda —Draco dijo entre dientes—. Y para usted soy-

Su padre le retorció otro pellizco y Dumbledore lo ignoró.

—Bueno, es lo mismo. Ahora a lo que iba, vamos a necesitar que Harry no sepa sobre todo lo que hemos hablado esta noche. Claro, hay que hacerle ver sobre la importancia de las tres reliquias, pero de una manera menos... cruda, si ustedes me entienden. ¿Por qué? Ustedes pensarán que yo quiero ocultarle información, pero no es así. Necesito que Harry esté concentrado en el Torneo para que su vida no corra riesgo mientras compita. Aún no logro entender cómo es que el Cáliz lo eligió, pero ya nada se puede hacer, salvo esperar a que todo salga bien. Lo mejor entonces, es que Harry no esté pensando en un inminente enfrentamiento con Voldemort y sí en cómo superar los obstáculos que se le presentarán en las pruebas.

— ¿Quiere decir que hay que mentirle al chico? —dijo Severus.

—Como dicen los Muggles "No es una mentira, es ocultamiento de información". Creo que ustedes pueden notar la diferencia.

Draco bufó.

— ¿Y qué quiere que yo haga?

—Yo estaba pensando, Dumbledore –claramente cuando creí que era usted, el que iba a ponerse a ello-, que Draco le quitara la capa a Potter. —dijo Lucius.

— ¡Ah Lucius, eso es ridículo! —dijo Dumbledore, riendo alegremente.

Draco aún estaba ofendido con su padre así que no pudo evitar una risita.

— ¿Ridículo dice? —siseó Lucius.

—Sí. No te lo explicaré ahora. Como estaba diciendo... Draco, quiero que le convenzas de que use las Reliquias en las siguientes pruebas. Bueno, ahora que lo pienso, tú puedes encargarte de la Piedra y la Varita. Sirius puede ayudarnos con la Capa...

—No quiero que ese Chucho se entrometa en esto, Dumbledore. —dijo Lucius enojado.

—Si... —el anciano se mesó la barba, pensativamente— algo sobre usar la capa en honor a James... es una buena idea.

— ¡No me ignore! —Lucius parecía querer hacer un berrinche como los que hacía en casa. Draco se rio y se ganó otro pellizco de parte de su padre.

—Draco, lo he pensado mejor —Dumbledore alzó la mirada—. Encárgate de la Piedra. Yo me ocupo del resto.

— ¿Y qué le digo?

—Eres inteligente y has pasado más tiempo con él, Draco. Confío en ti.

—Pues, ¿gracias? —Draco levantó una ceja, y Dumbledore asintió, como si estuviera haciendo una gran obra de caridad.

—Señor, usted había dicho que el joven Malfoy no se inmiscuiría en esto. Déjeme a mí, yo hablaré con Potter. —dijo Severus tentativamente.

—Necesito que sea alguien de confianza para Harry, Severus. Lo siento. Además, Draco no correrá ningún riesgo.

La discusión entre los adultos siguió, y Draco ya tenía un tic nervioso en sus piernas. Sus nervios estaban carcomidos por una duda que se había instalado en su cabeza desde el inicio de esa reunión. Un ínfimo detalle que nadie había tenido en cuenta.

—Espero entonces, que nuestros servicios sean tenidos en cuenta en la Orden. —dijo Lucius después de un rato.

— ¡Claro, Lucius! —los ojos de Dumbledore brillaron— No soy un desagradecido, y menos los demás en la Orden. Pero dudo que quieras algo tan simple en agradecimiento, ¿me equivoco?

Lucius giró lentamente la cabeza en dirección a Dumbledore.

— ¿Está insinuando que estoy pidiendo galeones?

— ¡No seas tonto, Lucius! —regañó Severus.

—Por lo que no soy tonto, es que estoy viendo que Dumbledore me tilda de oportunista.

—Por Merlín, Lucius, ¿qué te ha llevado a pensar en eso? —siseó el pocionista.

Draco ni siquiera estaba prestando atención. Un miedo creciente amenazaba con romperle el pecho. Dumbledore miraba alternadamente a Severus y Lucius con expresión risueña.

—Yo sé cuándo están ofendiéndome, Severus —rebatió Lucius con voz tensa—. No permitiré que ningún mago o bruja, ni siquiera Dumbledore, ose tildarme de avaro.

— ¡Él no está diciendo eso! —Severus se pasó la mano por toda la cara con desespero.

— ¿Por qué lo defiendes?

—No lo estoy defendiendo, es sentido común.

— ¿Acaso tú sabes de eso? —Lucius le miró con desdén.

— ¡Suficiente! —bramó Draco, con los nervios a flor de piel.

— ¿Qué dijiste? —susurró su padre mirándole por fin, con voz peligrosa.

— ¡Que ustedes están discutiendo tonterías, y este viejo loco los ve como si fueran unos niños! ¡De todo lo que han dicho, no han pensado en que Harry corre peligro! ¡No tenemos un plan de contingencia por si todo eso de las tres Reliquias falla!

— ¿Harry? —los ojos grises de su padre eran peligrosos también.

Dumbledore se levantó del sofá y lanzó una carcajada armoniosa.

—Sí, estoy de acuerdo contigo en todo —hizo una pausa para recuperarse—. Lucius, Severus... lo de ahora en realidad fue una discusión infantil. En ningún momento quise dar a entender, Lucius, que sospechaba que tú quisieras galeones en agradecimiento. Me disculpo nuevamente si así pareció. Y espero que sea la última vez que tenga que disculparme —su sonrisa no tenía nada que ver con sus palabras—. Yo me refería a que no sólo quisieras protección para tu familia, sino algo así como la Orden de Merlín o algún otro reconocimiento. Con todo el respeto, no sé qué esperar de ti.

—Me sorprende que sea usted tan obtuso como para pensar en eso, Dumbledore.

— ¿Y entonces? —dijo el director inocentemente.

—Que el Señor Tenebroso no olvida. Que necesito más que una simple promesa de protección para que él no vaya tras los míos. Pero esto lo discutiremos después, no enfrente de mi hijo.

— ¡Padre!

—Está bien —Dumbledore parecía molesto—. Ahora, en el otro punto... Draco, querido muchacho, yo siempre tengo planes de contingencia en cualquier cosa que me propongo. Lo importante aquí es la integridad de Harry, eso es más que obvio. Entiendo tu preocupación y espero cumplir tus expectativas en cuanto a eso.

—Está bien. —Draco quiso creerle.

—Lucius, hijo... —Dumbledore miró al rubio— Necesito que nos reunamos pronto en mi despacho, y si puedes traer a Sirius, mucho mejor. Severus, tú también debes estar en esa reunión. Y podemos prescindir de tu presencia, Draco, así que no te preocupes —acercándose a la puerta, dijo: —. Es tarde y mis viejos huesos ya lo resienten. Tengo que pensar en muchas cosas. Buenas noches.

Caminando lentamente, salió de la habitación y Lucius no esperó para hablar:

—Bueno, creo que voy a explotar por la tensión. Viejo estúpido... He insistido tantas veces en que cambien al Director de este colegio.

—Es Albus Dumbledore del quien hablas, Lucius. —Severus dijo, con voz cansada.

—Y tú un lameculos. —Lucius torció el gesto.

— ¡Padre! —Draco exclamó. Eran muy pocas las veces que palabras tan ordinarias, slaían de la boca de su padre.

Lucius reparó en su hijo y sus ojos brillaron. Draco supo enseguida lo que se le venía encima.

—Así que ya eres amiguito de Potter —dijo—. ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Y tú, Severus? ¿Acaso no tienes que informarme de lo que pase con mi hijo?

—Se supone que es tu hijo el que tiene que informarte sobre esas cosas. No yo. —Severus se defendió.

—Papá, sólo somos amigos… —Draco dijo— No ha pasado nada más.

— ¿Qué, acaso no ha dejado que te le metas en sus pantalones? —dijo Lucius, sonriendo burlonamente.

— ¡Papá! —Draco sintió los colores subirse a sus mejillas. Severus ahogó una exclamación.

—No tengo que escuchar esto. Cierren la puerta al salir. —el profesor se adentró en sus aposentos privados y cerró de un portazo.

Lucius rio como no lo había hecho en mucho tiempo.

A pesar de que se estaba burlando de Draco, este no pudo dejar de alegrarse de que su padre olvidara por un rato su típico "soy el elegante Señor Malfoy y me comporto como un verdadero Sangrepura" y diera paso a Lucius, el mejor padre y esposo que Draco y Narcissa pudieran desear.

—Perdóname, Draco —Lucius dejó de reír—. Es que tu madre ha estado importunándome todo el tiempo para que le diga si tú y la chica Greengrass ya han hecho algún avance. Yo le digo que tú estás más interesado en paque-

— ¡Para, por favor! ¡No puedo creer que le digas algo así!

—Ella ya sabe sobre tus preferencias, y no ha perdido las esperanzas de que sientes cabeza algún día. Yo ya las perdí, por el momento. Pero aún te veo en un futuro, casado con una flamante bruja Sangrepura y con un digno heredero. Ya te he dicho, eres joven y puedes hacer lo que quieras. Pero quiérete un poco, ¿no?

— ¡Papá! —gimió Draco cubriéndose la cara.

—Mira que fijarse en Potter —rio—. Lo único rescatable de ese chico son los ojos. ¿Te he contado alguna vez sobre cómo en primer año quise arrancarle los ojos a Lily Potter porque creí que eran esmeraldas?

Draco negaba energéticamente con la cabeza mientras pedía a Merlín que se apiadara de él.

Contrario a lo que muchos pensaban, en la intimidad, Lucius Malfoy era un hombre en extremo agradable -claro, eso sólo aplicaba para Narcissa y Draco, y en ocasiones, Severus-. Pero a veces, gastaba unas bromas muy pesadas a Draco y contaba anécdotas vergonzosas. Claro que todo eso se quedaba entre ellos. Para los demás, ellos eran los perfectos y sofisticados Malfoy.

— ¿Tu idea es conquistarlo? —preguntó Lucius después de reírse nuevamente d esu hijo.

—Eso no tienes que saberlo tú.

—Tienes razón, ni me lo cuentes. No obstante, no olvides lo que te he dicho sobre el buen gusto —se burló y Draco rodó los ojos—. Me voy, quiero descansar y olvidar toda esa fatídica conversación con Dumbledore. Viejo loco, tuve que contenerme para no lanzarle un Cruciatus.

—Yo igual. —Draco estuvo de acuerdo, recordando las estúpidas ideasde Dumbledore. Lucius se puso de pie con ayuda de su bastón.

—Draco, tienes que pensar bien en lo que le dirás a Potter sobre la piedra. Él tiene que cuidarla muy bien mientras la utilice, ya sabes que no hay otra igual... Digamos que puedes dársela como prenda de amor, si gustas.

Draco no se molestó en contestar. Su padre estaba insoportable.

—Buenas noches, papá. Dale mis saludos a mamá. —le despidió rápidamente. Lucius se encogió de hombros.

—Sé que te resulta molesto esto, Draco. Pero estoy hablando en serio. Potter no puede darse el lujo de perder la Piedra.

Draco quiso reír. Al parecer, todo lo referente a Harry, se trataba de maquinar y hacer planes.

Pero ahora no era para conquistarlo, pues ya lo había hecho, gracias a Merlín. Ahora él se encargaría de crear un plan para protegerle y ayudarle.


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