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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo.

Hoy les traigo un nuevo capítulo, uno que marcará un cambio en la historia porque.... bueno... mejor lean e.e

 

Hasta pronto!! Los quiero <3

Enrique V:

 

No la puedo sacar de mi cabeza, es como si tuviera una maldición o algo por el estilo, simplemente toda mi vida gira en torno a Patricia de la Fuente. Antes la veía en Physical y por lo menos me conformaba con estar cerca, tan solo que ahora ni siquiera eso tengo.

De pronto, un día llegó una demente que sin explicarme por qué me cortó con una navaja en el rostro. Ahora estoy con una venda, pero según el doctor me quedará una cicatriz. La muy desgraciada decía que había violado a su amigo, a Tomás, aunque eso jamás sucedió y todo fue normal, nunca lo obligamos a nada porque nunca nos detuvo.

-¿Qué escándalo fue ese? ¿Quién te atacó? –luego que la policía se llevara a la loca ésa, Patricia me llamó a su oficina. Había sido atendido por los paramédicos de la ambulancia que llegó, tan solo que la herida palpitaba incesantemente como si tuviera vida propia.

-Una demente que decía que había obligado a Tomás a tener sexo –no podía concentrarme en el rostro de la mujer, ya que el dolor de la herida me desorientaba.

-¿Y eso es verdad? ¿Le hiciste eso a mi hijo? –

Solo al escuchar su exaltación me percaté que estaba enojada, me contemplaba con ira, como una leona feroz.

-Hice lo que me pediste –no podía creer que tuviera el descaro de alegarme cuando fue ella quien me incitó.

-Te pedí que lo enamoraras, no que lo violaras. ¿Qué tenías en la cabeza? ¿Cómo se te ocurre hacerle eso a alguien? –

-Nunca me dijo que no quería. Fuimos a la casa de unos amigos y comenzamos a jugar, él nunca dijo nada, supusimos que le gustaba, como es maricón –

-¿Acaso te dijo que sí quería? ¿Le viste lleno de felicidad cuando se lo hacían? –nunca la había visto tan alterada, gritaba y expresaba como si estuviera delante de alguien que le generaba repugnancia.

La mujer a quien amo sentía asco de mí, su lejanía me partió en mil pedazos. No he podido quitarme su mirada de encima, es la peor sensación que he tenido en mi vida.

-¡Respóndeme! Dudo que cualquier persona vaya cortando por cualquier razón. Estoy segura que debió escuchar de Tomás lo que le hiciste –

-¿Y por qué vino una desconocida y no tú? ¿Por qué si ha pasado una semana recién te enteras hoy? ¿No eres su madre? –la pena me hizo ser grosero. Por dios que estúpido fui, tan solo tuve que quedarme callado.

-¿Qué intentas decir? ¿Qué soy una mala madre? –

-Lo abandonaste, tú me dirás si eso te convierte en una mamá ejemplar –

-Quiero que tomes tus cosas y te vayas de Physical. ¡No quiero volver a verte nunca más en mi vida! –

-¿Me estás despidiendo? –

-¿Acaso no me escuchaste? Eso estoy haciendo. Y agradece que no te denuncio con la policía por lo que hiciste –

-¿Por qué no lo haces? ¿Por qué tendrías que revelar que es tu hijo? ¿Tanta vergüenza te da? –

-¡Lárgate de aquí! –gritó lanzándome los libros que estaban en su escritorio.

Así fue como malherido tuve que tomar mis pertenencias e irme del gimnasio. Estaba enojado, tenía odio y rabia por todos quienes me rodean, e incluso conmigo mismo, tan solo al salir de su despacho me arrepentí de haber sido tan imbécil, no tuve que haberla tratado de esa manera. Es mi culpa que me haya despedido.

-Pensé que todo iba de maravillas entre ustedes –Marcelo se burló de mí cuando me encontró en el salón de empleados ordenando mis cosas.

-Es solo momentáneo, no pienses que te quedarás con ella –

-¿Y cómo la vas a conseguir? Si finalmente nunca fue nuestra, ni siquiera tuvimos una oportunidad, solo no está a nuestro alcance –

-¿Por qué lo dices? ¿Es por ese viejo con el que folla? –

-¿Hugo Neumann? ¿El senador? Como si eso importara. Podría relacionarse con el mismo presidente y seguiría siendo lo mismo. Solo nos ve como dos niños ¿no te das cuenta? Siempre fue imposible –

-Para ti será imposible, porque eres un mariconcito, pero yo no me voy a rendir tan fácilmente. Ella va a ser mía, cueste lo que cueste –

-Estás loco –fue lo último que dijo, antes de darme una palmadita en la espalda e irse.

Tomé mis cosas y me fui directo a mi departamento.

No, no voy a hundirme en la miseria, voy a reconquistar a la mujer que amo. Soy fuerte y se lo voy a demostrar. Es lo que me he repetido todo este tiempo, y lo único que ha venido a mi cabeza es el nombre de Hugo Neumann. Estoy seguro que él es el mayor de los problemas, si me deshago de ese viejo podré tener a Patricia de vuelta.

Mientras ideaba una manera de separarlos, se me venía a cada instante el recuerdo de aquella escena en la cual los encontré follando en el salón, como dos conejos. Me da rabia porque él no se la merece, porque lo único bueno que debe tener es el dinero, ni siquiera debe tocarla como es debido, no creo que la complazca como yo sí podría.

Neumann es un senador y un empresario millonario, no hay forma de destruirlo y por eso llegué a la conclusión que lo que sí podía hacer era partirle la cara y amenazarlo, el físico es lo único en lo cual podía ganarle y debía usarlo a mi favor.

Obviamente siempre anda rodeado de guardaespaldas, por lo que tuve que espiarlo un par de semanas antes de comprender en qué momentos era vulnerable y podía quedar a solas. Y ese momento era una vez a la semana, cuando iba hasta el departamento de Patricia. Claro, como está casado y no quería levantar rumores, no iba con ningún guardaespaldas a la casa de su amante. Y eso era perfecto, justo después de tocar a la diosa a quien amo, le atacaría, le rompería la cara a ese hijo de puta que osó a robarme lo que más quería.

Esa noche esperé afuera del departamento convencido que hacía lo correcto, esperando que después de eso pudiera alejar al senador de Patricia y que ella volvería a ser la misma mujer de siempre, que me perdonara al darse cuenta que estoy loco por ella, que comprendiera que soy capaz de enfrentar cualquier obstáculo con tal de tenerla.

Llegó el momento de la verdad, le vi salir del edificio sin ninguna compañía, caminó hasta su vehículo y antes que abriera la puerta lo encaré.

-¡Hey tú! –

-¿Qué quieres? No doy limosnas –

-¿Limosnas? ¿Acaso crees que soy un puto mendigo? ¿Qué estabas haciendo en la casa de Patricia? ¿Te la volviste a coger? Te gusta ¿verdad? ¿Te gusta aprovecharte de ella? – le cerré la puerta, le tomé de la chaqueta y le encaré mirándole detenidamente a los ojos, gritándole a ese pedazo de mierda.

-¿Qué te pasa? –

-Ella es mía, que te quede claro y no voy a permitir que te aproveches–

-¿Aprovecharme? –se río fuerte, como si le acabara de contar un chiste – Ella me busca porque le hago favores, porque puedo conseguirle concesiones con el gobierno y porque la contacto con la gente adecuada. Ella gana mucho más que yo, si siempre ha sido una puta ¿o tú crees que se hizo tan famosa solo por estar buena? Cada cosa que tiene la ganó abriendo las piernas como la zorra que es –

No podía escuchar esas palabras, no podía permitir que hablara de esa manera de la mujer a quien amo. Sin pensarlo comencé a golpearlo, una y otra vez mientras veía como su rostro se desfiguraba y mis manos se llenaban de sangre. Ese malnacido se iba a arrepentir por tratar de esa manera a Patricia. De pronto, sin darme cuenta cuándo, el senador sacó una pistola de entre sus ropas y me apuntó con ella.

-Sigue, sigue pegándome ahora si te atreves. ¿Sabes qué sucedería si te disparo ahora? ¡Nada! Porque soy Hugo Neumann y nadie, ni siquiera el incompetente del presidente, tiene más poder que yo… Créeme que me costará solo una llamada hacer desaparecer tu cuerpo – y veía en su rostro que hablaba en serio, como si no fuera la primera persona a quien mataba.

-Hazlo, mátame hijo de puta –nada me importaba, porque una vida alejado de Patricia no valía la pena.

-Como quieras-

Sin embargo, la bala no perforó mi carne, porque sin saberlo alguien nos estaba vigilando y cuando vio que me dispararían me empujó. Escuché el vehículo partir, el responsable había huido y tan solo en ese momento vi a la persona que estaba tendida en el suelo a mi lado.

-¿Estás bien? –preguntó Tomás mientras su pecho comenzaba a mancharse de rojo.

 


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