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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo!! Aquí les traigo un nuevo capítulo, espero les guste :D

 

Nos leemos!!

Tomás VIII:

 

Una noche desperté asustado. Había soñado que caminaba por la ciudad y sentía en mi piel las miradas de todos, que me observaban burlándose de mí, de mi gordura y fealdad. Era incómodo, porque, aunque intentara caminar por un lugar oscuro, seguía sintiendo la atención de quienes me rodeaban, era como si, aunque me escondiera en una caja, siguiera llamando la atención.

La pesadilla se puso peor cuando ya no solo eran las miradas burlescas, sino que también sus manos acariciando mi masa amorfa y esa sensación era mucho peor. Hurgueteaban cada rincón de mi piel como si quisieran comprobar lo repugnante que era, y no solo se limitaban a la piel que quedaba al descubierto, sino que también tocaban por debajo de mi ropa, centrándose en mi pene y en mi trasero.

-Le gusta la polla, mira cómo se la come enterita –

-Y se traga la leche, es un goloso –

Escuché de pronto las mismas palabras que me decían los amigos de Enrique y él mismo aquella tarde en que practicamos la orgía. Todo era oscuro y angustiante, hasta que no pude soportarlo más y desperté agitado.

-¿Volviste a tener una pesadilla? –me preguntó Celeste, quien ahora duerme en mi cuarto.

-Sí, no he podido dormir bien hace varios días –

-¿Me vas a contar qué sueñas? –volvió a consultar, pero no le respondí nada y es que sabía que hablaría sobre la supuesta violación y que mi novio era un desgraciado, y ya estaba cansado de eso.

De lo que también estaba harto era de no poder verlo. Por culpa de esos chismes, mi mamá le despidió y no le volví a ver. Tampoco es que me hubiera visitado o que yo haya asistido a Physical porque el último tiempo había preferido quedarme en casa, pero era el hecho que, aunque quisiera, ya no podía contactarlo. Patricia había arruinado mi romance, con lo mucho que me había costado lograrlo.

-Debes volver a tus clases, no es bueno que te quedes acá, vas a subir los pocos kilos que ya habías logrado bajar –era lo que más le preocupaba a la mujer.

-No tengo ánimos, porque él no estará allí –

-Pero está Marcelo, te llevas muy bien con él –

-Ya no, me cae mal ahora. Él ayudó a correr el chisme que mi novio me había violado y ahora todos lo creen. Igual que ustedes, tienen toda la culpa de mi desgracia y que me haya abandonado

Por ningún modo iba a volver al entrenamiento, no sin mi bello rubio. Me quedé en casa varios días, solo acompañado de Celeste, con quien comía cereal y veíamos series tendidos en el sofá. No me acuerdo si me bañé, no tenía energías ni siquiera para tocar el agua.

Y cuando todo parecía oscuro y ya estaba perdiendo las esperanzas, apareció un rayo de luz. Fui a la cocina para buscar leche para bebotes, cuando sin querer me asomé por la ventana. ¿Y qué vi? A Enrique escondido detrás de unos arbustos, vigilando el departamento.

¿Se dan cuenta de lo que eso significaba? Estaba preocupado por mí, me estaba buscando, pero como mi mamá no quería que estuviéramos juntos, él debía esconderse para poder verme a lo lejos. ¡Qué romántico! Era un drama como Romeo y Julieta, una historia de amor tan grande que no podría ser superado por ningún impedimento.

Dejé de lado cualquier de deseo de comida y corrí al baño. Tenía que bañarme y colocarme medianamente decente para poder bajar al encuentro de mi amado. Refregué cada parte de mi pancita, me lavé el cabello y luego de secarme me humecté con cremita para bebotes. Es un poco grasosa, pero como ya tengo bastante sebo en mi cara daba lo mismo. Un poco más o un poco menos, el problema ya está hecho.

Estaba listo, respiré hondo y me volví a asomar por la ventana. ¿Con quién estaba conversando? Vi a Enrique hablando muy cerca con un hombre, ambos al lado de un vehículo. ¿Qué ocurría? ¿Estaba peleando?

Me preocupé mucho, por lo que ni siquiera esperé el ascensor, bajé por las escaleras y corriendo fui hasta el lugar de la disputa. Mientras caminaba sigilosamente me percaté que se trataba del mismo hombre que estaba follando con mi mamá la otra vez. ¿Por qué estaba allí y por qué discutía con mi novio?

Me iba a acercar para escuchar un poco sobre su conversación, tan solo que el hombre mayor sacó una pistola y mis nervios colapsaron en ese preciso momento. ¿Qué intentaba hacer? ¿Acaso quería acabar con la vida de mi precioso? Ay no, eso no lo podía permitir, no podía ver morir a la persona a quien amo y quedarme sin hacer nada. ¿Qué sería de este mundo sin la luz que proyecta el hermoso de Enrique?

No lo pensé dos veces y cuando el anciano subió el arma para disparar, me lancé contra mi novio para desviarlo de la trayectoria de la bala. Si yo salía herido daba lo mismo, todo sea con tal de lograr salvarle. Y así fue, porque un dolor muy fuerte se apoderó de mi pecho.

-¿Estás bien? –le pregunté al rubio mientras ambos estábamos en el suelo y el amante de Patricia huía en su vehículo.

Después de eso me quedé dormido, supongo que la herida había sido bastante profunda.

 

Desperté en la clínica, entre muchos aparatos que hacían sonidos extraños y un molesto olor a limpio. Abrí de a poco mis ojos y al ver que era todo blanco, imaginé lo peor.

-¿Estoy en el cielo? –

-Los gais no vamos al cielo, cariño –me respondió el enfermero que me estaba tomando los signos vitales.

-¿Y usted cómo sabe que soy homosexual? –

-Puedo oler a las maricas a un kilómetro a la redonda. Bueno eso y que vino tu novio gritando el otro día, diciendo que estaba arrepentido y esas estupideces que dicen siempre los hombres arrepentidos –

-¿Mi novio? –

-Sí, el rubio marcado con rostro de ángel. ¿Cómo pudiste conseguir un papucho como él? –

-¿Lo dice porque soy muy feo y él muy guapo? –en ese instante regresé a la realidad. El comentario del enfermero es igual a los insultos que siempre he recibido de los demás.

-¿Feo? Ay cariño, no es que tú seas feo es que él es muy bello ¿comprendes? –

Traté de no escucharlo más porque era el típico adulto superficial que solo me haría sentir peor con sus disculpas.

-Bueno, y afuera tienes a otro papucho esperando por ti. Tú sí que tienes suerte –

-¿Otro chico guapo? ¿Cómo es? –

-Alto, blanquito, pelo corto y negro, ojos de hombre serio, labios de amante apasionado y paquete de modelo Calvin Klein. ¿Lo hago pasar? –le respondí que sí y es que era obvio que se trataba de Marcelo.

-Hola, ¿cómo estás? ¿te sientes mejor? –entró como cuando te sacas un uno en la prueba coeficiente dos de matemáticas y tenías que ir a pedirle la firma a tu papá: disminuido y temeroso. ¿Por qué estaba así? Si no hizo nada malo, solo soltar un poco la lengua, ¿pero a quién no le gusta el chisme? Supongo que después de mi accidente había perdido toda la rabia acumulada.

-Bien, estoy anestesiado supongo, así que no siento nada –

-Acabas de despertar, de a poco te irás incorporando –el enfermero se metió en la conversación.

No soy tan tarado, era obvio que el muy copuchento se había quedado para escuchar mi conversación con Bontempi. Fingía que veía las máquinas y anotaba en su libreta, pero estoy seguro que era todo actuado.

-Tomás, yo… quería pedirte disculpas por no estar a tu lado cuando más me necesitabas –fue tan tierno en ese momento.

-No te preocupes, si al final no me voy a morir ¿verdad amiga? –le pregunté a el (la) enfermero (a), pero no recibí respuesta. Se hizo el sordo.

-No es solo por este accidente, sino que por todo lo que te ha sucedido. No puedo soportar verte sufrir –

-Eres muy buena persona, Marcelo, pero estoy bien. No te preocupes –

-Tomás, yo…. Te voy a proteger desde ahora. Solo yo lo puedo hacer ¿entiendes? –y tras eso, sin poder adivinar y es que todo parecía producto de la anestesia, me besó.

Escuché cómo la libreta del enfermero se cayó al suelo y es que había quedado pasmado al ver lo sucedido. Sus ojos abiertos y la saliva que caía de su boca reafirmaban mi postura.

-¿Qué fue eso? –pregunté aún en shock, quizás peor que el asistente de la salud.

-Tomás, te amo… te amo y no quiero que sigas sufriendo por Enrique. Quédate a mi lado, yo puedo hacerte realmente feliz –

No respondí nada porque no tuve tiempo. Marcelo se levantó asustado a socorrer al enfermero, que se había desmayado de la impresión. Y poco me faltó a mí, porque lo que había ocurrido era impresionante. ¿Él está enamorado de mí? ¿Eso era verdad? ¿No era producto del disparo? ¿No había quedado más para allá y me lo estaba imaginando?


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