Marcelo V
No le hice caso a Piedad y me involucré con Tomás. Sé que estoy cometiendo el mismo error que Enrique, que le estoy mintiendo y eso no puede salir bien, pero me conformo en pensar que está a salvo, que el alejarlo de ese sujeto detestable le ha ayudado para mejorar, para ser alguien más feliz. Si le vieran ahora, si hasta ha bajado de peso.
-Ayer botó a la basura todos los putos cereales, eso es un gran paso porque era casi un adicto –mencionó Celeste el otro día que fui al departamento.
Mi vida se basa en trabajar por las mañanas en Physical, almorzar con el gordito, e ir por las tardes a su casa para pasar un rato juntos. Se supone que somos una pareja, aunque en realidad somos más como un trío, porque la muchacha de baja estatura y lenguaje de maleante, pasa todo el tiempo a nuestro lado.
-Lo hago para ayudarte. ¿Sabes? Me siento como una maldita bruja haciendo esto con mi mejor amigo, por eso trato de ayudarte hijo de puta, no es que lo pase muy bien con sus mamonerías, pero es para que después no andes abriendo la jeta y diciendo que todo fue mi puta culpa y esas mierdas que suelen decir los hombres como tú –
-¿De qué hablas? –no le entiendo nada a la pobre.
-Que te estoy apoyando, conociendo a Tomás, si los dejo solos te va a violar –
-¿Estás seguro? –
-Solo te diré que no vayas solo a tu cuarto. Si te invita, dile que no, es su táctica – me reí después que dijo eso. Me pareció divertido su chiste y es que el pobre gordito no creo que sea de esa manera.
La cuestión es que la muchacha siempre está con nosotros porque quiere ayudarme a lograr el plan que ideamos juntos, y no me molesta, de hecho, hasta me está comenzando a caer bien.
-Y después, al final, todos estaban muertos –comentó la pequeña en medio de una película de terror.
-Me arruinaste la historia –el hijo de Patricia se enojó por el spoiler.
Estábamos los tres sentados en el sofá del salón, viendo una película a oscuras, para darle más intensidad.
-Vaya, ya parece que vives aquí –escuchamos a nuestra espalda. Mi jefa había llegado.
-No me había percatado lo tarde que es, me tengo ir –me puse nervioso y quise irme.
Obviamente la he visto muchas veces antes, más que mal, trabajamos en el mismo lugar y me da órdenes, tan solo que esta era la primera vez en mucho tiempo que me sonreía. Mi corazón se agitó fuerte, como si comenzara a recordar que he estado enamorado de ella hace mucho.
-Será mejor que actúes mejor, se nota mucho que te sigues colocando nervioso –Celeste me dijo al oído cuando nos despedíamos, recalcando el hecho que sabía de mis sentimientos.
Luego besé en la boca a Tomás sin pensarlo mucho, más que mal siempre nos despedimos de esta manera. Me coloqué nervioso por la presencia de la dueña de casa y así, impresioné a Tomás, quien no podía creer que su madre le haya visto siendo besado tan tiernamente.
-Te acompaño hasta el ascensor –dijo la mujer. Quería hablarme de algo, lo sabía.
-¿Qué sucede? –fui al grano cuando cerró la puerta del departamento.
-Veo que lo estás haciendo muy bien con Tomás, has logrado mucho más que el estúpido de Enrique –
-¿Qué? ¿Acaso crees que hago esto porque quiero darte en el gusto? No busco que él adelgace –
-¿No? ¿Entonces te enamoraste de verdad? –me observó con la gala que siempre la ha caracterizado, indagando en mis pupilas como si fueran un estanque de agua clara, pudiendo descubrir hasta el más escondido de mis secretos.
-Solo quiero que no sufra –sucumbí ante su presión.
-Bueno, da igual cuál sea tu motivación. Lo único que importa es que lo estás consiguiendo y que tienes todo mi apoyo. Especialmente ahora, que tengo que reincorporar a Lira a Physical –
-¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Por qué lo dejarás trabajar nuevamente con nosotros? –
-¿Conoces algo llamado tribunales? Ese sujeto me demandó por despido arbitrario e incumplimiento de los estatutos de seguridad laboral. Recuerda que esa niñita que está adentro, esa bestia, le cortó la cara estando en horario de trabajo. El juez aceptó su demanda y ahora, además de pagarle una jugosa indemnización, debo reintegrarlo a su puesto por un mínimo de doce meses –
Toda esa historia me pareció desagradable, pero no exploté frente a Patricia, aguanté mi ira e intenté calmar mi respiración.
-No voy a permitir que se acerque a Tomás –dije finalmente.
-Cuento contigo, espero puedas protegerlo –y sin más, se marchó.
No podía creer lo que estaba ocurriendo. Pensaba que todo había pasado, que la pesadilla del gordito había terminado y no debería enfrentarla nunca más. Sin embargo, ahora debería encararla sin remedio, justo cuando todo parecía mejorar, cuando se ve más feliz, cuando todos estábamos pasándola bien.
-Traje mi navaja y llegué media hora antes de las clases para revisar el perímetro, pero el malnacido no ha llegado. Cualquier cosa que quiera hacerle a Tomás, se las tendrá que ver conmigo. Juro por mi teta derecha que, si le toca un pelo, voy y el corto de cuajo la tira seca que tiene entre las patas –
Patricia le contó a Celeste que Lira regresaría a Physical, por lo que decidió comenzar a asistir al gimnasio para resguardar a su amigo.
-Estamos juntos en esto. No dejemos que le vuelva a hacer daño –la miré directamente a los ojos para darnos ánimos.
-Que se joda ese hijo de puta –fue su forma de asentir.
El gordito no sabía de la noticia, no quisimos preocuparlo antes de tiempo, por lo que ese día llegó feliz como siempre.
-¿Les dijo mi mamá? Me va a llevar a una clínica para que me hagan depilación láser, ya no tendré estos pelos tan feos. No es que le haya perdonado todavía, pero me agradaba saber que se preocupa por mí... ¿no creen que es un avance? –fue lo primero que dijo al vernos en la entrada.
-Qué genial, ¿y al oftalmólogo no irán? –pregunté.
-Tienes razón, podría ver si puedo operarme o usar lentes de contacto. Qué inteligente que es mi chico –me besó en la boca, justo en el momento en que Enrique estacionó su moto y se bajaba en su primer día de trabajo.
-¡Bravo! ¡Felicitaciones! No sabía que ahora eran pareja –como siempre, el imbécil quiso llamar la atención.
Tomás se quedó helado, no podía creer que él estuviera allí.
-¿Yo no te había cortado la cara? Maldito hijo de la puta pécora de tu madre – Celeste se interpuso entre Enrique y nosotros.
-¿Existe el cirujano plástico? Me arregló un poco, aunque todavía falta que cicatrice. Gracias por preocuparte de mi apariencia, chica salvaje –
-Si vas a venir a trabajar, no significa que todo volverá a ser como antes, ¿entiendes? –levanté la voz.
-Como quieras... Hola Tomasito, ¿cómo has estado? Intenté ir a la clínica, pero no me dejaron verte. He pensado mucho en ti últimamente –intentó acercarse, pero no se lo permití. Lo tomé por la camisa y lo aparté.
-Te dije que no volverá a ser como antes. Ni se te ocurra acercártele, ya le has hecho demasiado daño –
-¿Y por qué te metes en esto? Yo no quiero hacerle daño, de hecho... me he dado cuenta que siento algo por él y... creo que me gustaría arriesgar mi vida si es posible, con tal de protegerlo. Igual como él lo hizo conmigo –dijo esas cursilerías mientras miraba al muchacho, evadiendo mi presencia.
-Ya vete, nadie cree en tus mentiras –lo empujé con fuerza.
El rubio no me escuchó, solo se quedó un rato observando a Tomás, antes de entrar al gimnasio, como si pasara de mí, como si quisiera dejar en claro que logrará de todos modos su objetivo.
El muchacho se quedó pasmado, aunque estoy seguro que no estaba asustado y eso... eso me entristeció mucho. ¿Acaso sigue enamorado de ese imbécil? ¿No ha podido olvidarlo? ¿Ni siquiera con todo el amor que le he dado?
-¿Qué te pasó? ¿Por qué tanta pena? – Celeste se dio cuenta de mi tristeza.
-¿Crees que Tomás siga enamorado? –
-¿Y eso es lo que te tiene así? ¿O el hecho es que no te has dado cuenta que te has enamorado de él? –dijo eso sin esperar respuesta y se fue a hacerle compañía a su amigo.
Su pregunta me dejó aún más impactado y es que me remeció por completo. ¿Es posible que haya dejado de amar a la madre y haya creado sentimientos por el hijo? Eso significa que... ¿me acabo de colocar celoso?