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Physical por jotaceh

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Tomás XI

 

Mi relación con Enrique había sido un secreto, por lo que nunca me enteré cómo el resto respondería a nuestro noviazgo, así que este aspecto solo lo aprendí con Marcelo. Al principio todo fue normal, recibí un poco de miradas intrigantes, pero nada del otro mundo. Incluso fue un motivo para acercarme a Martín, quien ha sido muy amable conmigo, de hecho, solemos hablar todos los días entre nuestras clases.

Él es un amor, tan solo que mi cercanía al cantante trajo lo malo de esta situación, y es que, de todo el mundo, solo a una persona le desagrada que sea novio del profesor de judo: Paulo, otro integrante de Cassiopeia. Si el chico de cabellera celeste es conocido por su voz, este muchacho de pelo rubio es famoso por su baile. Es conocido por ser un poco arrogante con sus fanáticos, y es que a todos los observa con desprecio, con esos ojos negros tan intensos que le regalaron sus padres.

Como hablo con Martín, en algunos momentos he tenido que compartir con Paulo y en esos instantes es que me he percatado que no le gusta para nada mi relación. El otro día, estábamos los tres hablando afuera del salón, cuando apareció Marcelo y como era obvio, me saludó de beso en la boca. Hubieran visto la cara del bailarín, solo le faltó vomitar en ese preciso lugar, y sin decir nada más, se marchó.

-¿Qué le sucede a tu amigo? –le pregunté al cantante cuando quedamos solos.

-No lo sé. Pertenecemos al mismo grupo, pero eso no significa que seamos amigos. De hecho, para serte sincero, es el que menos me gusta de Cassiopeia, tan solo que debo fingir amabilidad para no despertar los chismes. Los periodistas se aprovecharían de eso – comentó en voz baja.

Me alegró recibir este tipo de información y es que significaba que en realidad el muchacho confiaba en mí. Así, me prometí no soltar el secreto con nadie, para no poner en aprietos a mi nuevo amiguito. Si me coloca tan feliz tener a otro bebote amigón.

-Te prometo que voy a averiguar qué sucede –terminamos nuestra conversación de esa manera.

Durante la tarde fui con Patricia a la clínica para ver al dermatólogo, y es que, comencé con mi tratamiento de depilación láser. Lo que sucede es que nunca me han gustado mis vellos, ¡por dios! Parezco un gorila, y no es broma, casi ni se ve mi piel debajo de tanto pelo. ¿Cómo un bebé puede ser tan frondoso? Claro que no, por eso, decidí aceptar el consejo de mi mamá, y fuimos juntos a nuestra terapia.

Ok, asisto con un doctor en un centro muy prestigioso y caro, supuse que no me dolería porque buscarían entregar el mejor servicio posible. ¡Santa cachucha! Que nunca había sufrido tanto en mi vida. Les juro que me quemaba, que me ardía y que los pelos se volvían aún más negros y oscuros después del tratamiento.

-No te preocupes muchacho, esto es normal. El láser capta la melanina del vello y lo ataca, como tus pelos son tan negros, el efecto es más profundo y por eso te molesta tanto –decía el doctor.

-¡Que no me molesta! ¡Que me duele! –le grité en su cara y es que le dije mil veces que no era un malestar, y es que lo hacía sonar como algo normal. ¡Que no! ¡Que me estaba quemando la piel!

-No seas llorón. ¿Acaso no quieres ser guapo? Entonces resiste este pequeño malestar – intervino Patricia.

La sigo odiando por todo lo que me ha hecho, pero de todos modos le di la razón. Pensé en Marcelo y en lo mucho que me gustaría que yo le gustara más por mi físico, especialmente ahora que estoy bajando de peso. Me mordí la mano la hora que quedaba de tratamiento.

Llegué muy tarde al departamento, y caminando como si me hubieran atropellado.

-Mierda, ¿dónde fuiste? Parece como si te hubiera follado un negro pollón –fue el comentario de Celeste al verme en aquel estado.

-Me dolió mucho el tratamiento láser, pero sigo vivo… supongo que para ser bello hay que ver estrellas –intentaba ser optimista.

Y bueno, supongo que el doctor y Patricia tenían razón, al final el dolor desapareció y mi piel se puso blanca de nuevo luego de un rato. Solo me quedó la picazón por el vello chamuscado, pero nada más. Se supone que después de diez días los pelos caerían y quedaría peladito como bebé de revista. Por mientras, intentaba sobrevivir a la picazón.

Al otro día llegué temprano a Physical porque quería saber si Martín había averiguado la razón por la cual no le caía bien a Paulo.

-Lo que te voy a decir es grave, pero no quiero que te alarmes –me dijo un tanto preocupado.

-¿Qué sucede? ¿Me quiere pegar porque es gordofóbico? –

-No, menso, no es eso… Lo que ocurre es que está interesado en tu novio y por eso no le agrada verlos juntos – con lo mucho que me gustaba el grupo. Obligado a cambiarme de fandom.

-¿Y eso significa que me odia? –

-Es que no lo conoces, odiarte es lo primero. Cuando a él le gusta alguien, hace todo lo posible con tal de tenerlo, por lo que ahora te ve como un estorbo. Tomás, ten cuidado, Paulo es peligroso, es como una víbora venenosa –dijo tan tranquilo antes de entrar al baño y dejarme a solas en el pasillo.

El miedo se apoderó de mí en ese momento. Claro que estaba en pánico y es que, si entrábamos en una disputa por Marcelo, estaría en total desventaja. Él es totalmente guapo, tiene un cuerpo hermoso y es famoso. ¿Por qué razón el chico se quedaría conmigo si tiene una mejor opción? Me quedaría solo de nuevo, sería el hazmerreír de ese bailarín, y tal vez qué me haría para marcar el terreno.

-Yo sabía que él no te convenía, solo te va a traer problemas –escuché de pronto, no sabía que alguien estaba cerca.

Me volteé asustado y es que conocía esa voz, se trataba de Enrique.

-No quiero hablar contigo –no pude mirarlo a los ojos e intenté huir de ahí, tan solo que me tomó del brazo.

-No huyas, no te quiero hacer daño. Solo quiero que sepas que he cambiado y que estoy muy arrepentido por lo que te he hecho. Yo sé que me sigues amando, no puedes haberme olvidado tan pronto. Por favor, deja a ese imbécil…-

No quería mirarle, tan solo que él intentaba levantarme la cabeza con sus manos. Hubiéramos seguido con el forcejeo hasta que apareció un tercero haciendo berrinche.

-¿Y con este profesor también? ¿Qué tiene ese gordo que le gusta a tanta gente? –Paulo gritó al verme cerca de Lira.

-Esto no es lo que parece…-intenté explicarle.

-Yo era su novio antes, ¿tienes algún problema flacucho? –el rubio fue agresivo con quien me había tratado de gordo. ¿Acaso en realidad quería protegerme?

-¿Y no te da vergüenza aceptarlo? –el bailarín seguía.

-Antes si lo hacía, hasta que me di cuenta lo maravilloso que es. Mucho más genial que un engreído sin gracia como tú –

Mi corazón se agitó al escucharle hablar de esa manera, porque nunca me había demostrado sus sentimientos de esa manera, y mucho menos podría imaginar que algún día lo haría frente a tanta gente. Porque los gritos llamaron la atención de los otros alumnos del gimnasio, quienes nos comenzaron a rodear.

-Hay gente muy loca en este mundo –Paulo no podía generar un escándalo, por lo que tuvo que tragarse el orgullo y marcharse lo más rápido posible.

-¿Estás bien? –me preguntó Enrique al ver que me había puesto rojo.

-¡¿Qué te dije?! ¡Yo te lo advertí! ¡Ven acá que te voy a cortar las bolas! –como era de esperar, el chisme llegó a oídos de Celeste, quien con navaja en mano llegó corriendo.

-Amiga, por favor, no hagas un escándalo –la detuve y es que no quería que la situación empeorara más.

Preferí llevármela para no agravar más la situación y porque, para ser sincero, me había colocado muy nervioso con la nueva forma de ser de mi exnovio. ¿Qué quiere? ¿Por qué es tan amable de pronto?


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