Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Physical por jotaceh

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Miguel III:

 

Enrique había sido tierno conmigo, y por más que intenté no sucumbir ante mis aspiraciones románticas, caí rendido a sus pies. Es uno de los hombres más guapos que he visto en mi vida, tiene un cuerpo de ensueño, un trabajo estable, buena situación económica y, sobre todo, me trata bien. Era obvio que no sería de su gusto, era un ser perfecto y yo solo un envoltorio fracasado, que nada tiene que ver con mi interior. ¿Por qué nací con tan mala suerte?

Y lo que me hace pensar así es el hecho que se haya besado con Apolo. Obvio, adoro a ese cantante y creo que harían una excelente pareja. ¡Por Dios! El enamorado de mi artista favorito me habla, eso es mucho más de lo que podría desear. Tan solo que era mi sueño, él era por quien me estaba desvelando últimamente, después de olvidar al doctor que me atendió cuando estuve internado en Cuidados Intensivos.

-¿De nuevo triste, mi bebote? -me preguntó Celeste el otro día mientras trabajábamos.

-No es nada importante… -

-¿Estás seguro? ¿No tiene nada que ver con Enrique? –

-¿Cómo sabes eso? -me dio miedo su deducción.

-No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que sucede algo entre ustedes dos –

-¿Entre nosotros? No hay nada, solo son idioteces que se me ocurren a mí. Un ser tan perfecto como él nunca se fijaría en una basura como yo –

-¡Te prohíbo que te trates de esa manera! ¡No eres ninguna basura! ¿Me oíste? -alzó la voz de tal manera, que todos los alumnos que estaban en la sala de máquinas se voltearon a vernos.

-Pero si es verdad. Me veo todos los días al espejo y no me gusta lo que me encuentro –

-Tal vez deberías cambiar de espejo, porque lo que yo observo todos los días es grandioso –

-Lo dices porque eres mi amiga. Qué linda eres -le acaricié el hombro por su intento.

-¿Y por qué crees que no se podría interesar en ti? Él me confesó que le gustas, y no estoy mintiendo –al escucharla decir aquello me largué a reír.

-Claro que es mentira, no puedo imaginarlo diciendo eso. Además, tú misma contaste que él se besó con Apolo. No puedo compararme ante alguien tan hermoso –

-¡Maldita mi boca! No me hagas caso, soy una puta chismosa. La verdad es que el cantante fue quien le besó. Él no tuvo nada que ver –

-¿Y tú crees que no le gustó? Yo dudo que haya pasado desapercibido, especialmente porque le he visto cabizbajo desde que se enteró que tiene un romance con ese hombre mayor –

El otro día hubo una discusión muy fuerte entre la señora Patricia de la Fuente y un hombre extraño. Al parecer se detestan y él vino a burlarse de ella por la mala situación que está atravesando. Todos estábamos sorprendidos y más aún cuando vimos que Apolo besó a ese caballero. Yo soy su admirador y puedo jurar que jamás vi una noticia al respecto, ni tenía idea que tuviera pareja.

-No creo que esté triste por eso, más bien… puede ser por la misma Patricia… -quedé congelado al escuchar las palabras de Celeste.

-¿Enrique está enamorado de su jefa? -pregunté con un hilo de voz. El pecho se me contrajo y la garganta se me secó.

-Por mucho tiempo. De hecho, todo lo que ha hecho ha sido por ese sentimiento –

-¿Todo lo que ha hecho? ¿Como qué? –

Mi amiga hizo un largo silencio antes de contarme lo ocurrido, con lujo de detalles, como si estuviera leyendo un libro. Estuvimos más de media hora sin trabajar, solo hablando sobre lo ocurrido entre Enrique, un antiguo profesor de judo y el desconocido hijo de nuestra jefa.

-Y tú me recuerdas a él, por eso me gusta decirte bebote… Espero no te moleste –

-No… claro que no… -me quedé congelado pensando en toda la información que acababa de recibir.

-¿Estás bien? Supongo que no estabas preparado para escuchar las atrocidades que hizo Enrique… Yo todavía no le puedo perdonar, pero sí debo reconocer que ha cambiado y se arrepiente de sus errores. No quiero que le juzgues por lo que te conté, no quiero que lo de ustedes se arruine por esto… -

-Vaya, no puedo creer que Patricia acepte tener cerca al violador de su hijo -una voz nos interrumpió.

Mi amiga y yo volteamos sorprendidos y es que pensábamos que no había nadie cerca. En ese instante nos encontramos con los ojos oscuros e inquisidores de Apolo. El secreto que muchos habían guardado dentro de Physical acaba de esparcirse nuevamente.

-¿No te han dicho que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? -Celeste le encaró.

-¿No has pensado que hablar en medio de un pasillo concurrido es mala idea para contar secretos? Vine a rellenar mi botella con agua y sin querer escuché lo que dijiste. Si no quieres que se enteren de tus conversaciones podrías reunirte en un lugar más privado –

-Mira estrellita, esto es algo que no te incumbe, así que será mejor que… -

-Si me incumbe, y mucho más que a ti -el cantante la detuvo en seco.

-¿Ah sí? ¿Y por qué? Si no paraste bien las orejas, yo era amiga del niño que supuestamente se suicidó. Esto me importa mucho más a mí que a un aparecido como tú –

-Patricia destruyó la vida de mi novio y no descansaré hasta verla destruida… Ella dañó a alguien a quien amo, al igual que tú. Creo que estamos del mismo lado en esta historia, ¿no crees? – su mirada era penetrante, nada de lo que decía era mentira.

-¿Por eso estás aquí pese al escándalo? -hablé por fin con mi ídolo.

-Algo así… ¿De dónde apareciste tú? – me miró de pies a cabeza, pero no de una forma despectiva como lo haría Paulo, sino que, analizándome objetivamente, como una máquina.

-He estado todo este rato aquí… Si Celeste no estaba hablando sola… -respondí encogiendo los hombros, me daba vergüenza hablarle a alguien tan hermoso, tan… perfecto.

-No me refería a eso, tontito. ¿De dónde vienes? ¿Dónde vives? ¿Por qué estás trabajando aquí? – fue simpático, más de lo que esperaba.

-¿Por qué ese interés repentino en mi amigo? –

-Acabas de decir que se parece mucho al hijo perdido de Patricia ¿no? Si hay algo que he aprendido en mi vida es que no existen las coincidencias, además Enrique también ha sentido algo especial con este chico, él mismo me lo ha dicho… ¿Por qué tienes tantas cicatrices debajo de tu cabello? ¿Tuviste alguna operación en el rostro? – era la primera persona en mucho tiempo que se fijaba en mis heridas, desde que me dejé crecer un poco más el cabello, las escondí lo más que pude.

 

 

Hace dos años desperté en un hospital, solo recuerdo lo blanco de las paredes y también de lo vacía que estaba mi mente. En un principio no me di cuenta, era como despertar de una larga siesta, tan solo que con los minutos comencé a comprender que algo no estaba bien. El sonido llegó al rato, cuando las enfermeras corrían desesperadas de un lado a otro porque yo había despertado. Estaban sorprendidas, aunque atareadas por todos los procedimientos que debían hacer.

El doctor que estaba a cargo intentó conversar conmigo, pero no podía entenderle, era como si me hablara en otro idioma. Esos primeros días luego del coma fueron los más extraños, era como vivir otra vida, en otra dimensión, donde yo era un extraterrestre recién llegado. Sin embargo, preferiría volver a este estado antes que vivir como sigo ahora.

Poco a poco comencé a reestablecerme y me daba cuenta porque lo que era ruido comenzó a transformarse en palabras, lentamente volvía a ser un terrícola y comprendía los conceptos detrás de cada sonido.

Recuerdo que el doctor me preguntó si recordaba quién era, tan solo que estaba demasiado consternado con otro de mis sentidos aparte del oído. Antes de esa sesión había podido ir al baño y ahí me horroricé al verme al espejo.

-¿Estás bien, corazón? -preguntó la enfermera.

La verdad es que no, nada estaba bien. ¿Ese era mi cuerpo? ¿Por qué le veía tan extraño? ¿Por qué me parecía tan lejano? No, no estaba contemplando mis carnes, esos vellos no eran míos, esa manzana de adán no me pertenecía y, sobre todo, ese pene no era mío. ¿Qué me había ocurrido? ¿En qué ser me había despertado?

De pronto todo mi mundo, el pequeño que había creado después de despertar, se vino abajo.

-No te preocupes, luego del accidente que sufriste era esperable que tuvieras problemas con tu memoria, pero será pasajero. Poco a poco recobrarás los recuerdos y con ello, tu vida –

-Doctor, es que no entiende… No soy un hombre, no sé qué ocurrió, no sé por qué desperté en este cuerpo, pero esto no soy yo. Se lo juro… -

-Quizás deberías acudir al psicólogo, pero no tengas miedo de afrontar lo que te sucede. La disforia de género es normal, naciste diferente al resto y probablemente ahora estás más confundido porque has perdido los recuerdos, pero… tómalo como un nuevo inicio, quizás la vida te dio una segunda oportunidad para vivir tu vida a plenitud –

Esa respuesta no me sosegó, ni mucho menos cuando comenzaron a enseñarme quién era antes del accidente.

Miguel Troncoso, dieciocho años, hijo único de una pareja de ya edad avanzada, pobre como solo las ratas pueden imaginar, sin futuro ni expectativas, asistente asiduo a una comunidad protestante, la misma a la cual pertenecían mis padres. Un día luego de salir de mi trabajo como barrendero, un camión se saltó la luz roja y me atropelló cerca del parque a la rivera del río que atraviesa la ciudad. Estuve seis meses en coma. Ahora no solo mi cuerpo me causaba repugnancia, sino que toda mi vida. ¿No tenía nada bueno de lo cual jactarme?

-Mi niño, pensamos que te habíamos perdido…- mi mamá fue cariñosa. Mi padre me dio palmadas en la espalda.

Hasta el día de hoy siento a ambos como extraños, no encuentro esa conexión que debería tener con mi familia, aun cuando haya perdido la memoria. Y es que incluso me han mostrado fotografías de cómo era antes del accidente y no me parezco en nada al sujeto que les abraza. ¿Cómo podría generar lazos si cada vez me parece más lejana mi realidad?

-Tu rostro quedó muy lastimado después del accidente, pero sigues siendo mi hijo, mi Miguelito. El hombrecito de esta casa. Tus ojos son los mismos, mi niño – mi madre es amable, pero no me da confianza.

Quizás sea por el hecho que me recalca constantemente que soy un hombre, como si lo hiciera a adrede, como si quisiera que me convenciera de ello. Es devota, profesa con locura la religión, al igual que su esposo. La casa está llena de referencias a la biblia. Tan solo al entrar supe de inmediato que no podía contar con ellos, que no debía contarles que en realidad soy una mujer.

Toda esa vida que me contaban me parecía tan lejana, tan distante. Por eso, cuando apareció Apolo diciéndome que tal vez era Tomás Sotomayor, comenzó a alumbrarse un poco mi existencia. ¿Existía la posibilidad de salir del agujero al cual había caído luego del accidente?

 

 

-¿Eso te sucedió? ¿Entonces perdiste la memoria y todavía no la recuperas? ¿Por qué no me habías dicho nada? -Celeste se impacientó tras escuchar mi historia.

-No es algo que vaya contando a todo el mundo. No quiero que me sigan viendo como un bicho raro –

-Es que… Es que… ¿No ves que todo es muy extraño? Mi conexión contigo, esos ojos tan oscuros que tienes, tu forma de comportarte. Todo tú me recuerdas a Tomás. Y si además pensamos que te operaron el rostro… ¡Por Dios! Que pudieron haber sido un par de operaciones, pero tal vez fueron las suficientes, si tu rostro tampoco es tan diferente al de Tomás. Incluso, sigues teniendo las manchas del acné y… tu accidente fue en las mismas fechas en que supuestamente él se lanzó al río–

-Si es verdad, necesitamos corroborarlo y qué mejor que una prueba de ADN. Debemos comparar los genes de Patricia con los de Miguel para estar seguros – Apolo mencionó serio, mucho más centrado que todos nosotros.

-¿Qué?... ¿Por qué estás tan interesado? – Celeste replicó.

-Ya lo había dicho. Lo único que quiero es vengarme de Patricia. Tanto yo como Sebastián, mi pareja, estamos dispuestos a hacer todo lo posible con tal de hundirle… Y si hay alguien en este mundo que nos puede ayudar, ése es su hijo. Sabiendo todo lo que le hizo a Tomás, y si tú fueras ese muchacho… ¿Estarías dispuesto a ayudarme? Te prometo que te protegeremos siempre y que, le haremos pagar a todos aquellos que te orillaron a tomar esa decisión tan horrible. Te juro que nos vengaremos de todos quienes te llevaron a atentar contra tu vida –

Me quedé paralizado en frente de Apolo, no podía dar crédito que él me estuviera diciendo aquello. ¿Realmente soy Tomás? ¿Eso es posible?

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).