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Physical por jotaceh

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Marcelo IX

 

Me establecí en España y olvidé todo lo que había ocurrido, quise sepultar en lo más profundo de mi corazón toda la pena que traía desde mi país. Hice clases de judo, arrendé un departamento e hice amigos nuevos. Reí, comí y bebí sin remordimientos, ya había sufrido demasiado como para negarme los placeres de este mundo, aunque debo reconocer que no pude intimar con nadie, fue lo único que no pude destrabar de mi pasado.

Estaba haciendo los papeles para la residencia definitiva, decidido a quedarme allí el resto de mi vida, cuando recibí un mensaje de Celeste. Hace mucho tiempo que no contestaba sus llamadas, pero de vez en cuando, sí leía los mensajes de texto que me enviaba. Aquel fue especial, porque, aunque sonara a ciencia ficción, despertó un sentimiento que había creído extinto. Al parecer Tomás no había muerto y estaba de regreso en Physical.

-Si es verdad significa que tengo una segunda oportunidad para redimirme y pagarle por todo lo que le hice -le comenté a mi mamá cuando la llamé, desesperado esa misma noche, sin saber qué hacer.

-Nunca le hiciste daño, solo fueron malentendidos. Hijo, no tienes una deuda con nadie, eso sácatelo de la cabeza –

-Pero contribuí a que tomara la decisión de acabar con su vida, y eso no me lo puedo perdonar. Aunque… toda esta historia me parece muy difícil de creer, tal vez Celeste me está mintiendo y tiene otra intención –

-Fuera cual fuera la verdad, lo único cierto es que algo en tu interior te implora regresar al país y mientras no le hagas caso, seguirás con este malestar en el pecho –

-Por favor Piedad, me estás diciendo eso solo porque quieres que regrese para vernos, ¿o me equivoco? –

-Eres el peor hijo de este mundo. Hace dos años no te veo y ahora que tienes una excusa perfecta para regresar, quieres dejarla pasar. ¡Me rehúso! –

-Te recuerdo que fuiste tú quien me señaló que la muerte rondaba a Tomás y tenías razón. ¿Qué diferencia hay ahora? ¿Si regreso no estaría en el mismo riesgo que antes? – esa había sido su predicción.

-Si ese niño realmente está vivo, dudo mucho que sus energías sigan entrelazadas de la misma manera. Tal vez logró deshacerse del mal karma y ahora ha comenzado de nuevo, limpio de toda carga –

-¿Eso puede ser posible? –

-En teoría sí, nadie es igual que antes luego de sufrir un trauma tan grande como afrontar la muerte, tan solo que debería verle en persona para estar seguros –

Conversé por más de una hora con Piedad a través del teléfono, hasta que terminó de convencerme. Una semana después me había deshecho de todas mis ataduras con España e iba de regreso a mi país, temeroso de estar cometiendo el mayor error de mi vida, aunque con una pequeña esperanza de volver a encontrarme con Tomás, con aquel fantasma que había escondido en lo más profundo de mis recuerdos.

No le avisé a Celeste que había aterrizado, quería ver la actualidad de Physical con mis propios ojos, por lo que fui hasta el gimnasio sin aviso, como un mortal más. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando estuve frente a aquella estructura, y es que había jurado que no regresaría jamás. Supongo que mi destino está ligado a aquellos que estaban adentro y no podía evitarlo.

Caminé por los pasillos, pero todo me parecía nuevo, no eran los mismos alumnos ni profesores, creo que hasta las personas del aseo eran distintas. Además, todo parecía extrañamente vacío, como si ya no fuera el gran centro de la belleza y la perfección. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué todo parecía tan oscuro?

Y mientras recorría el lugar me encontré de frente con la persona más hermosa que he visto en mi vida. Me detuve en seco, como un adolescente contemplando la belleza de alguien que ve en la calle, como me sentí la primera vez que vi a Patricia en la portada de una revista. ¿Quién era ese chico que parecía la reencarnación de un ángel?

Esa sensación me paralizó y es que hace muchos años que no me sentía tan atraído por un desconocido, como si me hubiera caído un hechizo. Su cabello era perfecto, tan largo que reposaba en sus caderas estrechas, y era de un brillante plateado que relucía como si se tratara de un tesoro. Su piel era tersa y perfecta, digna de una deidad mientras que sus ojos eran profundamente oscuros, negros como la noche más tenebrosa y aún así, cierta calidez emanaba de su destello. Caminaba confiado, conocedor de su encanto, de aquella belleza que no muchos poseen en este mundo.

-Siempre te vi tan compuesto, tan educadito, nunca pensé que serías un puto mirón como todos los hombres -escuché a mi espalda la voz de quien me había descubierto. Era evidente de quién se trataba por su vocabulario.

-¿Quién me diría que extrañaría escuchar tus malas palabras, Celeste? –

-Sabía que vendrías sin avisarme, si sigues siendo el mismo hijo de puta de siempre… ¡Ven a abrazarme! -gritó antes de apretarme con tanta fuerza que casi me deja sin aire.

Y luego de conversar un par de minutos sobre nuestras vidas durante estos dos años alejados, fue ella misma quien sacó a flote el tema que llevaba de regreso.

-Se llama Miguel y es jodidamente parecido a Tomás, tal vez no tanto físicamente, pero sí en personalidad, cuando le veas te darás cuenta por qué tanto Enrique como yo tuvimos la duda desde el principio. Y eso no es todo, porque decidimos hacerle una prueba de ADN con muestras de Patricia y efectivamente es su hijo… ¿Te das cuenta? Encontramos a Tomás con vida, ¡está vivo! –

-Todavía no lo puedo creer, es tan inverosímil todo lo que me cuentas que me deja atónito. ¿Esto es posible? ¿Cómo sucedió? –

-Lo que yo entiendo es que al lanzarse al río sufrió muchas lesiones, fue encontrado en la ribera kilómetros más abajo y como perdió la memoria, unos viejitos que habían perdido a su hijo, lo confundieron y se lo llevaron. Tampoco ayuda que le hayan operado el rostro, porque quedó con muchas cicatrices -me explicó lo más resumido posible.

-Es que eso me hace dudar… siento que cualquiera se podría aprovechar de nosotros con esta historia –

-Es que tienes que verlo con tus propios ojos, cuando lo tengas en frente te darás cuenta por qué estamos seguros de que es él – así la chica comenzó a caminar para mostrarme al tal Miguel.

-¿Y qué más me cuentas? -le pregunté mientras recorríamos los pasillos mirando cada rincón.

-Nada interesante, trabajando en el aseo, viviendo en una casa que se cae a pedazos, y ah… bueno, algo sin importancia, pero fui amante de Berna un par de meses. Nada relevante, porque la muy zorra nunca va a olvidar a Puti Paty –

Quedé sorprendido con lo que me había comentado, porque no me imaginaba a ambas juntas, era un sucedo casi imposible. Sin embargo, no continuamos la conversación porque justo llegamos a la puerta que daba al patio de los trabajadores, donde la muchacha se detuvo en seco tras ver por la ventanilla.

-Creo que se me olvidó contarte otro pequeño detallito… -se interpuso en mi camino, no quería que viera lo que ahí sucedía.

-¿Qué es? ¿Por qué te pones nerviosa? –

-Bueno, es que… Enrique se enamoró de Miguel y creo que es mutuo… -

¿Qué? ¿La historia se estaba repitiendo? No podía creer que ese malnacido tuviera las agallas de seguir haciendo lo que Patricia le ordena. Enfadado hice a un lado a Celeste y abrí la puerta para encontrarme con la escena de frente. Un muchacho no tan gordo y con el rostro con manchas por acné, estaba sentado debajo del sauce, besándose con el rubio aquel que siempre fue mi enemigo. No, si ese tal Miguel era en realidad Tomás, no podía permitir que jueguen nuevamente con sus sentimientos.

-Ya le hiciste daño una vez, ¿ahora quieres volver a hacerlo? -los separé para encarar a Enrique.

-Vaya, ya veo que Celeste no se demoró en contarte lo sucedido. ¿Cómo está España? ¿Por qué no preferiste quedarte allá? –

-¿Qué es lo que buscas ahora? ¿Sigues mandado por Patricia? –

-Quiero enmendar mis errores y justo la persona que me comenzaba a gustar resultó ser Tomás. ¿Cómo iba a saber yo eso? Es injusto que creas que hay una doble intención detrás de esto. La gente puede cambiar ¿sabes? Y yo lo he hecho. Créeme, Marcelo, soy otro hombre –decía con una mirada que casi me convencía de sus sentimientos.

-Te estaré vigilando... -fue todo lo que le dije antes de voltearme para contemplar al Tomás resucitado. -Te prometo que esta vez te protegeré cueste lo que cueste – le sonreí con ternura al imaginar que era el gordito del cual me enamoré, tan solo que ese sentimiento no duró mucho. Mi sonrisa se desvaneció y me quedé frente a un desconocido, a alguien que en nada se parecía a aquel que juraba muerto. No, aquel no es Tomás, su esencia no es ni siquiera parecida a la suya. ¿Cómo es que Celeste y Enrique se dejaron embaucar de esta manera?

 

 

 


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