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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo. 

Estuve un tiempo alejado porque no me sentía bien, estaba muy triste y apenas y me daban ganas de respirar... aunque siguen siendo días difíciles, estoy intentando mejorar y parte de ello, como terapia, por gusto siempre, es escribir... Espero seguir actualizando porque en realdad me llena mucho hacerlo y me hace feliz, me entrega la alegría que se me ha hecho tan esquiva este último tiempo...

Espero ustedes estén bien, y si no es así, recuerden que siempre pueden contar conmigo para darles un consejo, o simplemente hablarme.... Si desean, pueden escribirme un DM a mi instagram, que se los dejo AQUI

Celeste VIII:

 

Apolo siguió yendo a Physical después de lo sucedido, más que mal, debía acercarse a Hugo Neumann, que, si bien estaba siendo investigado por corrupción, no dejó de visitar a su amante, la Puti Paty esa. Por ese mismo motivo, un día dejé mi fregona de lado y caminé hasta encontrarle, debía hablarle, aclarar tantos puntos de su historia que todavía no me quedaban claros.

-Creo que tenemos una conversación pendiente… -le dije al entrar al salón de yoga, que para mi suerte estaba vacío.

-Te habías tardado en acercarte, si hay algo que logro recordar dentro de toda esta nebulosa en la que se ha convertido mi memoria, es que siempre fuiste muy impaciente –

-Mierda… no eres la única persona que tiene una coliflor en la cabeza. A veces quiero imaginar que todo es un plan que tienes con Sebastián para engañarnos otra vez, como lo hicieron con Miguel, pero luego recuerdo lo que me dijo Marcelo y… mierda, que sí, tiene la puta razón, tienes los mismos ojos de Tomás. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo no me di cuenta? –

-Si yo no podía darme cuenta de mi propia verdad, ¿qué queda para ti? –

-En el pasado hubieras corrido en este momento a abrazarme, darme un beso en la mejilla y decirme que me has echado mucho de menos, pero supongo que ya no eres como antes, ni por dentro ni por fuera. Ahora estás ahí parado todo estirado, mirándome detenidamente como una gacela, como si temieras que te fuera a atacar. ¿Por qué estás a la defensiva conmigo si fuimos amigos desde hace tantos años? –

-La memoria es todo un misterio ¿sabes? De a poco los recuerdos han llegado a mí, pero, aunque lo intente, no puedo elegirlos. A veces quiero recordar cuando era niño y vivía en el sur, pero no hay caso, no se viene ninguna imagen a mi cabeza… En cambio, logré hacerme de inmediato con el recuerdo de mi último día como Tomás y de por qué quise lanzarme por ese puente –

Mierda, el pulso se me vino a los suelos y sentí como todo el cuerpo se me congelaba. ¿Qué intentaba decirme? ¿Por eso está tan esquivo? ¿Sabe lo que le hicimos con Marcelo?

-Todo lo que hicimos fue para ayudarte, para que te alejaras de Enrique… No nos dejaste que te explicáramos-

-Suena muy bien tu explicación, pero nada justifica que hayan jugado con mis sentimientos. ¿Por qué era necesario que el profesor de judo me enamorara? ¿Por qué debían ser tan crueles? Tal vez… ¿por qué estaban juntos? Tú lo amabas ¿no? –

Cuando Tomás desapareció, siempre imaginé que lo volvería a encontrar, que no estaba muerto como todos decían y que tendría la oportunidad de pedirle perdón, de explicarle lo sucedido, pero de las miles de maneras que ideé en estos años, ninguna se me venía a la cabeza en ese instante. Colapsé y quedé en blanco, mi mente no sabía cómo seguir con tal conversación.

-Sí, lo amaba… lo reconozco… pero no más de lo que siempre te he querido a ti. Créeme que nunca fue mi intención hacerte daño, y mucho menos de Marcelo… porque al final… no todo fue mentira-

-¿Qué intentas decirme? ¿Ahora me vas a decir que él sí me llegó a amar? –

-¡Por Dios! Todo el mundo se dio cuenta, si hasta hoy en día sigue sintiendo algo por ti. Fue el único que se dio cuenta que tú eras en realidad Tomás, y quedó tan devastado después de tu supuesta muerte, que se mudó a España para olvidarte, pero ya te darás cuenta de que no resultó de nada. Si lo hubieras visto, si hubieras estado a su lado cuando todo ocurrió, en realidad comprenderías lo mucho que te amaba… que todavía te ama… -

-No quiero hablar más de eso… Ahora tenemos asuntos mucho más importantes que tratar que el pasado. Estamos juntos en este asunto, si no actuamos pronto nuestras vidas estarán en peligro así que pongámonos manos a la obra… -

 

Intenté tomarle atención, pero mi cabeza estaba en otro universo, buscando alguna solución para nuestra amistad, para volver al pasado y no cometer los mismo errores. Salí de esa sala cuando comenzó la clase y seguí con mi trabajo con la fregona.

A medio día fui hasta la sala de empleados para comer mi almuerzo, puse a calentar mi comida mientras revisaba mi celular. De pronto sonó la puerta de metal al abrirse y supuse que era alguno de mis compañeros de trabajo, tan solo que no era uno de ellos, sino que Berna.

-Miren a quién tenemos aquí. ¿Qué te trae a esta pocilga? Deberías tener cuidado, porque puedes pegarte alguna garrapata –

-Aquí follamos miles de veces y nunca me ocurrió nada, ¿no te acuerdas? –

-Claro que me acuerdo, te gustaba que fuera a escondidas porque te doy vergüenza ¿no? ¿O era porque siempre has estado enamorada de Patricia? Eso todavía no me queda claro-

-Estoy caliente y necesito lamer una concha – Hija de puta, me hablaba como si siguiera a sus pies, como si fuera tan fácil tenerme.

-Después de todo lo que ha sucedido, ¿todavía crees que tienes poder sobre mí? –

No fue necesario que me respondiera, porque se acercó lentamente. Sus dedos jugaron con mi cabello un instante, antes de acercar su nariz respingada a mi cuello y olerme como si fuera un cachorro manso. El solo tacto de su respiración en mi piel produjo que bajara todas mis defensas y quedara, evidentemente, bajo sus manos. Lo que vino luego, es algo de lo cual sigo arrepintiéndome.

Su lengua rozó lentamente mi cuello, como si degustara con un platillo delicado. Me estremecí no solo por el tacto, sino que, por su alma, porque era la mujer a quien amo la que estaba tocando mi piel, aun cuando me haya lastimado tantas veces, sigue siendo la dueña de mi cuerpo y por eso no pude evitar llegar a más.

Me llevó hasta la pared de al fondo y ahí me retuvo, mientras su mano se deslizaba por debajo de mi pantalón, por debajo de mi calzón. Allí sus dedos hicieron mucho más que toquetear, mucho más que rozar delicadamente mis labios, sino que se introdujeron en mi con todo el calor que su mano contenía. Se sentía sutil, suave como una caricia, mientras lentamente iba subiendo la intensidad y la profundidad. Poco a poco mi ropa se humedecía ante su incursión, pronto mis piernas se habían convertido en papel y mi boca no hacía más que expulsar gemidos, leves sonidos que intentaba acallar para no darle en el gusto a la mujer.

-Creo que ya está como me gusta…-me susurró al oído, antes de hincarse ante mí, bajar la bragueta del pantalón y dejar al descubierto mi sexo, ese que había quedado a su merced, expuesta y húmeda ante su voluntad.

Si sus dedos me hicieron estremecer, su lengua hizo que llegara al mismísimo paraíso. Me lamía finamente desde el exterior, hasta introducirla lo más profundo que lograba, abriendo mis labios y succionando toda aquella piel rosada que le había entregado sin demostrar resistencia.

Y cuando estaba a punto de llegar al clímax, de estallar en la excitación máxima, sus ojos se miraron fijamente y su boca se separó de mi entrepierna para poder atacarme.

-¿Quién es realmente Apolo? -la seriedad volvió a sus facciones, las mismas que antes demostraban satisfacción al jugar con mi sexo.

Sus dedos continuaron entregándome placer, aun cuando estaba aterrada. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Me sedujo para sacarme información?

-¿Apolo es en realidad Tomás? -mierda, ya se había enterado de toda la verdad.

Quise no contestarle, quedarme callada mientras los gemidos brotaban sin cesar de mi boca, y es que su mano continuaba estimulándome y por más que me resistía, no podía impedir el placer. Me tenía completamente controlada.

-Sí… lo es…- terminé diciendo finalmente.

-Perfecto, eso era lo que quería saber. -y tras decir eso, introdujo por última vez su lengua en mis carnes húmedas y logró que me fuera como una condenada. Mis piernas ya no solo habían quedado temblorosas, sino que también estilaban, un hilo de líquido recorría mis muslos mientras veía cómo Berna se marchaba alegre. Se había aprovechado una vez más de mí y yo había caído.

 


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